El rostro de Lady Elia había palidecido tanto, que parecía tallado en el más blanco de los mármoles. Miró a Sir Jaime y un leve tono rosado empezó a cubrir aquella blancura. Asintió con un leve gesto de cabeza... - Os lo agradezco mucho - . Comentó mirándole con ojos brillantes. Sentía como tarde o temprano acabaría por derrumbarse y no quería que la vieran en ese estado. Parpadeó ocultando momentáneamente el rastro de esas lágrimas que amenazaban con salir y se montó finalmente en su hermosa yegua. Era tan tranquila que no le costó mucho esfuerzo... Miró a los niños y forzando una sonrisa les animó a que hicieran lo propio con sus ponis.
- Venga niños, vayamos a dar un paseo... - Les dijo intentando no mirar al hermano de la reina. Sabía que si se quedaba mucho rato allí terminaría llorando como una niña... Prefería sentir el aire azotando su rostro y tranquilizar su corazón con el galope de tan hermoso animal.
Los niños se montan en sus ponis y te siguen al patio mientras sus caballos trotan intentando ponerse a tu paso.
Lady Elia se sentia observada, y mientras se dirigía hacia los jardines con su yegua iba completamente erguida y mirando hacia el frente. Era consciente de que iba a ser la comidilla de toda la corte. Ella siempre había intentado pasar desapercibida, hacía bien su trabajo, les había cogido mucho cariño a los dos príncipes. Pero intentaba mantenerse a distancia de las lenguas de arpía de casi todas las mujeres del castillo.
Sentía un extraño sudor frío en sus manos. Cogió con fuerza las riendas, intentando tranquilizarse y que no fuera ostensible el temblor que sacudía su joven cuerpo.
Poco a poco empezó a relajarse y a disfrutar del paseo. La yegua era mansa y su suave trote hizo que por un rato olvidara la conversación mantenida con la reina. Sonrió al sentir la brisa acariciando su rostro. Miró a los pequeños príncipes montados en sus ponis. Parecían estar disfrutando también de aquel paseo...
- Majestades, quedaos un momento con los guardias. Ahora vengo - . Comentó la joven al llegar a un claro abierto. Y acto seguido hizo que la yegua se pusiera al galope... El aire azotaba su rostro y el cabello volaba detrás suyo, mientras, veía pasar a toda velocidad los árboles algo alejados. Una efímera sensación de libertad la embargó consiguiendo que dibujara una sonrisa en sus labios...
Mientras cabalgas un poco par despejarte con los principes esperandote con los soldados para que no tengan ningun problema o que les ataquen pero sin perderte de vista.
Al escuchar aquella voz, lady Elia detuvo a la yegua y miró hacia el lugar de dónde provenía. Al momento una figura salió a toda velocidad de allí sobresaltando a la joven dama. Sujetó con fuerza las riendas, sintiendo como su corazón latía con fuerza. No tardó en salir un hombre de entre los matorrales.
Lady Elia respondió al saludo . No bajó del caballo, quedándose erguida y observando a aquel hombre que la había sobresaltado.
- Buenos días... - Dijo mirándole con una suave ceja alzada, como si le preguntara quién era aunque no llegó a formularla en voz alta.
Sujeto mi caballo por las riendas y la observo con detenimiento, una mujer extraña, parece de buena cuna, buena yegua, ropas decentes y soldados ¿reales? no creo que sea una de las primas de la reina y...niños, sera una de las institutrices de palacio asi que, sera una noble venida a menos.
Tiro de las riendas con suavidad y me acerco hacia donde esta pero no demasiado no quiero que se pongan nerviosos los soldados
Buenos dias, noble doncella, siento si os he asustado, mi halcon estaba cazando para alimentarse.
Lady Elia miró al hombre que se le acercaba. La verdad es que sí que se había asustado con su precipitada aparición, pero el sobresalto ya había pasado.
- Buenos días, no os preocupeis... Tan sólo ha sido un ligero sobresalto - . Le dijo con una sonrisa.
Hago una leve inclinacion de cabeza.
Sea pues, soy Ser Argan Yronwood de Dorne. Un placer conoceros noble doncella. la miro, no es ni guapa, ni fea, no se parece a ella, no es desde luego ella y mucho menos podria compararse, pero hay que ser educado y mucho mas si me parece que los niños que se ven al fondo son los jovenes principes gemelos del usurpador.
¿que haceis tan lejos de la ciudad? podria ser peligroso para alguien como vos si vais sola
La mirada de aquel hombre empezó a poner nerviosa a Lady Elia. Sentía como la estudiaba con ojos fríos y calculadores. Ante su presentación, la joven asintió con un suave movimiento de cabeza y la sombra de una sonrisa acudió a sus labios.
- Yo soy Lady Elia MacClannough. Encantada de conoceros. No voy sola, tan solo me alejé un poco para que esta hermosura pudiera galopar a su aire - . Se explicó la joven acariciando con una mano el cuello de la yegua. - De todas formas teneis razón, será mejor que vuelva... - Elia se giró un momento mirando hacia donde esperaban los guardias y los niños... No sabía quién era ese hombre, aunque la cercanía de los guardias la tranquilizaba, su acercamiento la alteraba de una forma extraña.
Una hermosa yegua debo decir, bastante joven por lo que parece. Deberiais tener cuidado no sea que un semental la ponga nerviosa y os haga caer.
Lady Elia se despidió con un último gesto de cabeza y dándole la vuelta a su montura volvió hacia donde esperaban los niños junto a los guardias.
Mientras volvía su cabeza no paraba de darle vueltas a quién sería aquel hombre. Últimamente había mucha gente en palacio que la joven desconocía. Aquel fortuito encuentro había conseguido que por un momento otras preocupaciones desaparecieran de su mente. Pero al volver junto a los príncipes, nuevamente volvió a recordar su conversación con la reina. Se sentía completamente abrumada ante la situación... Aunque sabía que era lo que su padre deseaba, y cuando se enterara no cabría en si de gozo... La joven suspiró, sentía un gran temor en su corazón pero también sentía que estaba en una espiral que no conseguía comprender...
Al llegar junto a los niños forzó una sonrisa. - Venga, volvamos a palacio... - Comentó y dirigió al animal en esa dirección.
Los principes estan riendose mientras siguen montados en sus ponies. Te miran y sonrien asintiendo
Un suave rubor empezó a teñir las mejillas de Lady Elia, al referirse la princesa Mircella a la boda de ella con su abuelo. Miró de reojo a los guardias, aunque éstos no hicieron gesto de saber a lo que se refería la niña.
- Bueno... - Empezó a decir algo turbada... - Todavía queda mucho para eso, ya hablaremos del tema más adelante. Ahora tenemos que preocuparnos del viaje al Norte - . Comentó mientras volvían hacia el castillo.
Un cosquilleo en la nuca hizo que volviera la mirada hacia atrás. Ya lejano, pudo ver que el hombre con el que se había detenido un momento para hablar, todavía se encontraba allí, observando como se alejaban... Sus ojos se abrieron de forma casi imperceptible pero volvió nuevamente la mirada hacia delante. ¿Quién será... ? Se preguntó de nuevo extrañada por su actitud...
Volveis a palacio, donde dejais los caballos en el establo, los mozos se los llevan para ser cepillados y ademas al salir veis como el carruaje esta casi listo, añaden un par de baules mas, parece que va a haber alguien mas que os acompañara a este viaje.
Tras dejar la yegua y comprobar que estaba perfectamente atendida, Lady Elia empezó a caminar junto a los jóvenes príncipes al palacio. Por el camino les iba indicando que ahora tenían que lavarse y arreglarse para la hora de la comida, cuando, al pasar junto al carruaje, se sorprendió al comprobar que éste estaba ya casi a punto. Clara señal de que la hora del viaje se acercaba a pasos agigantados.
La mujer que había visto junto a Meñique se hallaba allí, parecía estar controlando que su equipaje fuera tratado correctamente.
- Buenos días - . La saludó al pasar junto a ella, aunque debido a que tenía que ir arrastrando de Tommen, que se quedaba parado con cualquier cosa que veía, no se detuvo, más bien, continuó caminando hacia el interior del castillo. ¿Quién será esa dama? Se preguntó la joven Elia con curiosidad.
Me giro a la voz y sonrio
Buenos dias algo tardios replico con mi sonrisa y miro a los niños. Asi que ellos deben ser los jovenes principes, son adorables y vos debeis ser su niñera. He oido hablar de vos, un placer conoceros.
Lady Alyse Ladybridge, de Dorne. Me han convencido para este viaje y no se si sera una buena idea. me acerco y la miro de arriba a abajo. ¿podriamos hablar en privado? hay cosas que los niños no deberian oir, como una boda o impedirla
Al acaparar la atención de la joven que se presentó como Lady Alise, Lady Elia se detuvo y la miró extrañada. Ella siempre había querido pasar desapercibida, no meterse mucho con los enredos que habían en la corte. Pero parecía que no lo conseguía... - Sí, mi nombre es Lady Elia MacClannough - . Se presentó a su vez con un leve gesto de cabeza.
- Majestades, id a vuestros aposentos a prepararos para la comida. Mircella vigila que Tommen se lave esas manos - . Les dijo sonriéndoles de forma tranquilizadora. Cuando los príncipes se alejaron, Lady Elia los siguió un momento con la mirada, al desaparecer de su vista clavó sus ojos azules en los de Lady Alise... - Bueno, decidme, ¿qué ocurre? - Le dijo quizás de una forma algo brusca. No entendía qué ocurría allí, qué era lo que ella sabía, y por qué le estaba ocurriendo todo eso...
Sonrio mientras la escucho, inocentes, pocas veces podemos ser inocentes ni en este mundo o en este juego de tronos.
El nombre de Tyrek le pareció a Elia extrañamente familiar. Pero por un momento se había quedado en blanco. Tras todas las cosas que le habían ocurrido en tan sólo dos días, ya casi ni recordaba a aquel hombre que le habían presentado.
- ¿Tyrek? - Murmuró para sí mientras hacía memoria. Tras unos segundos de duda le vino a la cabeza el rostro de aquel hombre con el que habló la tarde anterior. El iris de sus ojos se agrandó casi imperceptiblemente al recordarle. - Sí, es verdad... Le conocí ayer... Me alegro por vos, señora - . También vino a su memoria los rumores que corrían sobre ese hombre. Viendo la hermosura de Alyse no supo si darles crédito o no.
Una sonrisa asomó a sus suaves labios. - Todo son rumores, me he enterado por la reina que su padre pretende mi mano. Pero sinceramente, no hay nada oficial, ni tan siquiera me lo ha dicho Lord Lannister - . Tras decir estas palabras se quedó un momento en silencio, con la mirada perdida. Por un lado sabía que ese matrimonio era más de lo que su padre hubiera deseado para ella. Sería la Señora Lannister, y sus hijos heredarían tierras y títulos... Pero... Por otro lado, no sentía nada por aquel hombre, ni creía que lo fuera a sentir nunca. Su corazón pertenecía a un capa blanca y eso estaba tan lejos de sus posibilidades... Apretó con fuerza los labios, sus ojos azules, que por un momento habían reflejado la tristeza que empañaba su corazón, se enfriaron y miraron nuevamente a Alyse. - No me conoceis de nada... No teneis por qué preocuparos - . Le dijo sin terminar de entender qué se proponía aquella joven.
La verdad es que cuadno estuvo en Dorne tuvimos una relacion atipica y le prometi que vendria a verle algun dia para quedarme con el. Me ha sido fiel todo este tiempo y casarme con el es un sueño qeu se cumple despues de todo lo que he pasado en mi vida replico con una sonrisa antes de mirarla.