Partida Rol por web

No entiendo qué quiere saber... La joven Elia se ruborizó ante las palabras de Lord Tywin. Ese siempre había sido el sueño de su padre, ver a su única hija bien casada, recuperando honor y nombre para la familia. Pero no sabía qué más le podía decir. Sus ojos azules, acerados, se clavaban en los de la joven con un magnetismo que evitaban que ella los pudiera apartar. Ella se había quedado en silencio, con el rostro sonrojado y sin poder bajar la mirada.

- Señor, lo siento. No he tratado mucho con el joven príncipe y desconozco más de lo que ya os he contado. - Dijo Lady Elia aclarándose la garganta.

 Bien, pues, ahora decidme que es lo que deseais vos en realidad. replico mientras la miro y mi mano se mantiene donde estaba.

Lady Elia miró a Lord Tywin con sus ojos azules completamente abiertos. La joven estaba sorprendida, no entendía por qué el padre de la reina se interesaba tanto por ella.

Sus mejillas se mantenían con un color rojo subido. La doncella no osaba apartar la mano, sintiendo continuamente la fuerza con la que la cogía Lord Tywin.

- ¿Yo? - Preguntó con timidez sin poder apartar todavía los ojos de los del hombre. - Bueno, sí que hay algo que desearía... Supongo que habreis oído hablar sobre la situación de mi familia. - Empezó a decir con un hilo de voz. - Mi padre perdió todos sus títulos tras la guerra. Si... Si pudierais hacer algo. - Dijo finalmente.

Lady Elia siempre había estado muy presionada por su progenitor. Él había visto en su única hija la posibilidad de volver a enocntrarse entre la nobleza, y la había presionado desde bien jovencita. Ahora, tras la oferta del hombre, Lady Elia fue en lo único que pensó... El sueño de su padre, que con los años se había convertido en el suyo propio.

 Todos tenemos un precio y el de esta joven es un titulo, conozco su historia se a quien apoyo su padre, se lo que causo su caida y se quien tiene ahora sus tierras.

Tras cerrarse la puerta y quedarse sola, lady Elia se quedó un rato pensativa. Sus hermosos ojos azules se habían quedado mirando al vacío, sin ver nada en concreto, tan sólo perdidos...

La joven todavía no terminaba de entender qué estaba ocurriendo. Demasiada casualidad los sucesos de esos dos últimos días.

Tras unos largos minutos, Elia volvió nuevamente a la realidad. Miró a su alrededor, se encontraba sola en aquel enorme comedor, el cual normalmente se encontraba lleno de gente. Ya fuera algún noble desayunando, o alguna sirvienta limpiando los grandes ventanales que daban al jardín.

Su desayuno yacía allí, semi olvidado. Cogió nuevamente el vaso y le dió un pequeño sorbo, tras eso terminó su escueto desayuno. Una vez hubo terminado, se levantó y salió del comedor.

Caminaba distraída, en dirección a los dormitorios de los príncipes...

 Cuando sales, no hay nadie en el pasillo, un viento helado lo recorre y te llega hasta los huesos donde se queda congelandolos.

Oyes pasos rapidos, risas, sombras y dos figuras que se forman delante tuyo que te miran con ojos ciegos mientras hablan

En el vientre del leon, una vibora nacera, la madre morira...sangre, garras, fuego, destruccion, los dragones se alzaran y el ciervo abatido sera por un misero animal que su presa iba a ser. 

Cuervos, cuervos, cuervos, vuelan en la noche, ojos antiguos, fuego que nunca se apaga, luz que nos consume...cuidate de la mujer de pelo rojo, cuidate del fantasma de dias pasados, cuidate del despecho de una flor

El viento helado que se ha levantado de repente en los pasillos del palacio, envuelve a Elia haciendo que la joven empiece a congelarse. Frota sus brazos mientras camina distraída, pensando todavía en la conversación mantenida con Lord Tywin. De repente dos figuras se materializan delante de ella. Horrorizada las mira, mientras que con ojos ciegos empiezan a decir palabras que en ese momento ella no entiende, pero quedan grabadas como a fuego en su cerebro.

Lady Elia siente como su corazón empieza a estremecerse y a latir con una fuerza casi dolorosa. Dando media vuelta empieza a correr, alejándose lo máximo de esas extrañas figuras.

 Escapa, escapa, pero el destino es algo que nunca te abandonara, es algo que te termina alcanzando por muy ciego que este....

Lady Elia continuó corriendo, pero esas voces seguían llegando a sus oídos. Su corazón latía con fuerza, y sus piernas, dejaron de obedecer.

Se detuvo antes de girar la esquina, las últimas palabras de aquellos dos seres le hicieron paralizarse. Su cerebro gritaba que no se parase, que siguiera corriendo... Pero su cuerpo, desobedeciendo, dió media vuelta y con una morbosa fascinación, mezcla de terror y curiosidad, volvió a mirar las dos presencias...

 Lo que ves, solo puede significar lo que es, una luz abrasadora que te quema hasta los ojos y que llega hasta lo mas hondo de tu cuerpo que te quema, fuego, luz, arde, quema, destruye y luego....oscuridad

Pasos que se acercan

El terror invadió todos los sentidos de Elia. La joven, sintió como todo su cuerpo ardía ante la presencia de esa luz abrasadora. Instintivamente cubrió su cabeza, protegiendo sus ojos con sus manos, mientras gritaba completamente aterrorizada. Después todo fue silencio y oscuridad...

Escuchó unos pasos que se acercaban... Se incorporó retirando las manos trémulas de su rostro mientras con cuidado y temor volvía a abrir los ojos...

 ¿Os  encontrais bien? pregunto mientras la miro, esta nerviosa y algo temblorosa, creo que no ha tenido una buena conversacion con el padre de nuestra reina o puede que sea otra cosa.

Deberiais volver a vuestra habitacion y descansar un poco, puede que la tormenta no os dejara dormir o puede que vuestro misterioso amante...deberiais contarme como lo habeis conseguido

La voz de Lord Petyr fue entrando en la mente de Elia, hasta conseguir tranquilizar a la joven. Le miró al principio con sus cristalinos ojos desorbitados. La joven estaba temblando, y con nerviosismo miró hacia donde había estado aquellas dos figuras. El pasillo se encontraba vacío... Respiró profundamente hasta conseguir calmarse e incorporándose miró ahora algo más tranquila a Meñique.

- Yo, sí, estoy bien... - Le dijo sin atreverse a confesarle lo que había ocurrido. No, no podía decirle qué había pasado, no la creería, pensaría que estaba loca... - Sí, mejor me volveré a mis aposentos. - Empezó a decir cuando recapacitó en la insinuación del hombre. - ¿Disculpad? ¿A qué os referís con que tengo un amante misterioso? - Preguntó con curiosidad, preguntándose qué era lo que sabía él.

 Arqueo una ceja y sonrio mientras me termino de acercar, poniendo una mano en su hombro.

¿Un hombre? ¿Dos horas en mi dormitorio? El rostro de Lady Elia fue palideciendo según Lord Petyr iba hablando. No, no podía ser... Aunque lo que había encontrado en su dormitorio al despertar parecía corroborar las palabras de Meñique...

- Yo... No... Lo siento, pero estáis equivocado... - Dijo la joven con un hilo de voz. ¿Qué iba a pensar la gente? Y... ¿Y si esas habladurias llegaban a oídos de su padre? Elia no quería ni pensar lo que podía pasar si su progenitor se llegaba a enterar... No, tenía que hacer algo, y no sabía el qué...

- Si me disculpais, me retiraré a mi dormitorios. - Dijo recomponiéndose y alzando su cabeza con orgullo. No iba a permitir que la gente pensara que ella... Por los siete, ¿quién puede ser? Una vez se despidió de Lord Petyr, sin detenerse más se encaminó hacia sus aposentos. Todavía estaba algo temblorosa tras lo que acababa de presenciar en el pasillo, y como guinda, la conversación con Meñique la había preocupado. Tendré que asegurar la puerta por las noches... Se dijo mientras sus pasos continuaban encaminándose hacia su alcoba.

 Os comprendo, puede que una dama como vos no quiera que nadie lo averigue y mas con lo que se esta rumoreando. Cosas de criados, pero dicen que pronto os casareis con un Lannister.

Sus pasos acelerados la llevaron finalmente a su dormitorio. Se encontraba demasiado nerviosa e hizo llegar un mensaje a la reina de que no se encontraba bien.

Entró en el dormitorio, y nuevamente la realidad la volvió a golpear. Allí se encontraban los ramos de rosas doradas, como un eco a las palabras de Petyr. ¿Quién y por qué le estaba haciendo eso? Un escalofrío recorrió su espalda al pensar en lo que le había dicho Meñique, alguien había estado un par de horas en su dormitorio, mientras ella dormía. Prendió la mecha de la lámpara de aceite y se acercó a la ventana, tras asegurarse de que se encontraba bien cerrada corrió las cortinas. Todo quedó iluminado con la tenue luz de la lámpara. Tras eso, se acercó a la puerta y se aseguró de que quedara bien cerrada con llave, no tenía ganas de llevarse una nueva sorpresa. Todavía se encontraba temblando tras lo que le había pasado después del desayuno. Con esos pensamientos se recostó sobre su cama, sin haberse desvestido, y cerró los ojos, intentando relajarse y no pensar en todo lo que le había ocurrido aquella extraña mañana.

 La ventana cerrada a cal y canto, ninguna marca de haber sido abierta esa noche o esa mañana salvo por los criados que hayan arreglado la habitacion.

Elia abrió los ojos asustada... Algo la había despertado. Se incorporó sintiendo sus labios húmedos, los tocó con sus dedos, preguntándose qué había ocurrido... Miró hacia las rosas y con horror vió de nuevas, aunque eran de otro color. ¿Qué está pasando aquí? Se preguntó temblorosa. Había asegurado la puerta y la ventana, pero aún y así parecía que alguien había conseguido entrar en su dormirtorio.

Unos suaves golpes en la puerta consiguieron sobresaltarla. Dirigió su mirada asustada hacia dicha puerta. Tranquila, sólo están llamando... Se dijo respirando profundamente. Se levantó de la cama, sentía sus piernas flojas, como si fueran de gelatina. Se acercó a la puerta y cogiendo la llave la introdujo para poder abrirla.

- ¿Quién es? - Preguntó mientras daba la vuelta a la llave.

Lord Lannister replican al otro lado con voz seca y madura. Tambien escuchas alguna voz infantil, seran los niños.
?pero que hacen aqui? cuando abres ves a los principes con su abuelo esperandote.
Llevan flores ne las manos para dartelas con una sonrisa.

Hoy no has venido y no me has contado un cuento. replica el principe Tommen