Partida Rol por web

- ¡Ramón Gutierrez, tu pueblo ha elegido que seas sentenciado! ¡Le colgaremos aquí mismo! 

La gente ahogó un grito de horror. Pero también de alivio. Y pronto tuvieron que saber contener el aliento y mirar mientras en una callejuela, entre la iglesia y el cementerio, de un arco de madera que sostenía el derrumbe que provocaban las lluvias, se atara una soga. 

Yo lloraba y maldecía que desde el torreón pudiera ver el triste acontecimiento. Miré mis muñecos. Empezaba a cogerles aprecio a todos: A la pasión con la que la inquina había empezado a destilar en el pueblo, a la valentía de soportar un juicio imposible, a la admiración de querer abrazar la vida de aquella tierra dura y desagradecida. 

Pero si hubiera tenido que elegir un favorito, era aquel flautista tranquilo cuya música había convertido mi cautiverio en algo menos doloroso: El agua que me había tendido con una vara se había ya evaporado del cuenco. Como ahora lo haría su vida. 

El chico mirando a lo que no creía posible, sabiendo que era poco creíble lo que veía, empezó a tocar en plena noche lo que sabía que sería su última melodía, su requiem, improvisada como a menudo hacía, lloraba su corazón y su cuerpo sangre desprendía, solo le quedaba terminar la canción antes de abandonar su alma en la noche buscando el día.

Recortada sobre la luna apareció la primera sombra de un ahorcado. 

​El Capitán nervioso esperaba alguna transformación en monstruo pero no se produjo. Se mandó registrar sus ropas y salvo su flauta de pan, no había en su haber ningún objeto extraño. 

UN SIMPLE ALDEANO que quiso poner música y paz en Castroviejo. 

Ese fue el día en que la música murió: 

Y yo pensé para mí: 

"Adios, adios, señorita del pastel americano

conduje mi carro al dique pero el dique estaba seco

los buenos muchachos bebían vino y se divertían mientras cantaban

este será el día en que me muera" 

¿Qué significaba la canción? ¡Yo qué puñetas sé! ¿O es que acaso lo que decía el flautista tenía siempre sentido! 

Cuando terminé y cayó la noche y todo el mundo se fue a su casa me quedé mirando mis muñecos. El de Bartolomé de Castro estaba raro así que cogí mi navaja y le di un toque hasta cambiar en algo su perfil. 

Tras aquel disparo, se hizo pública la decisión... Ramón, ese pobre flautista que tanto desconcierto había generado entre las gentes, pero cuya inocencia quedaba ahora demostrada.
Con pena por aquel chico y por haber fallado con la decisión, Inés se dispuso a cumplir con su labor, no podía fallarles otra vez... Entonces empezó a recoger los restos que habían quedado de aquel chicol. No había tarea más difícil y desagradable, pero nada echaría atrás a Inés. 
Después se dirigió al pueblo y les dijo: "He dado de comer los huesos de Ramón Gutierrez, al perro", así que al menos ese bando no cuenta con un lobo más...
Seguidamente levantó la mirada del suelo e intentó disimular su tristeza. Por otro lado, se me ha pedido más autoridad y así haré. He intentado animar a la participación, preguntando y escuchando, pero es cierto que muchos no han hecho caso. A partir de ahora me pondré más dura con eso. En otro orden de cosas, y supongo que con ello coincidiréis, las votaciones serán públicas, pues eso nos dará mucha información. 
Quiero pues invitaros al debate, a que nos preguntemos unos entre otros, sin perder las formas ni el respeto. Yo voy a pensar en lo sucedido y en las aportaciones que hizo este chico, que probablemente andaba igual de perdido que el resto.