Partida Rol por web

- Mireille de Remu, prepárate para la horca... 

¡UN MOMENTO! ¡Conozco a esta mujer! Me llegaron noticias de su descripción de aldeas cercanas pero lo sobrenatural que aquí acontecía me hizo olvidar este dato

¡¿Cómo?!- Exclamé y casi mi grito pudo ser audible por el Capitán y los lugareños. ¿Así que aquella bella mujer era conocida? ¿Por qué razón pues? Y casi yo mismo me mandaba callar para que pudiera oír lo que tenía que decirnos el Capitán

Esta mujer es una LADRONA, lugareños, lo fue en otras aldeas y lo ha sido en esta sin duda pues no cambia de piel un criminal. Seguro estoy que en el abandono de este pueblo miró casas y cogió prestado algo que no era suyo. 

¡Una ladrona que entraba y salía de las casas! Pero entonces pudo haber elegido para sí un destino con más posibilidades. ¿Sabríamos algún día entre qué eligió? ¿Sabríamos si acaso fue un hombre lobo? 

Y vaya sí lo íbamos a saber, querido público, y de la manera más dolorosa y sonora posible. Porque mientras se la llevaban para colgar a rastras por el cuello, se echó mano al vestido y sacó: 

¡UNA ESCOPETA DE CAZADOR! 

¡CUERPO A TIERRA! grité a mis muñecos mientras oía como abajo en la plaza todos gritaban mientras esa mujer, en un último acto, disparaba con el arma a uno de sus antiguos vecinos. 

El Capitán mismo con un cuchillo degolló a la mujer sin izarla siquiera pero el daño estaba hecho. El disparo había salido de la escopeta. Y no hubo un muerto aquel atardecer sino dos. 

Si a pares van muriendo, va a ser el encarcelamiento más corto que jamás feriante tuvo, pensé 

Dejando caer el cuerpo de Mireille al suelo sin honra ni cuidado, se dirigió el Capitán corriendo a examinar la herida de Doña Inés de Suarez. Si aquella ladrona había acertado y se había llevado a un lobo por delante ya habría tiempo de hacerle los honores por haber matado a un licántropo en su último aliento. 

¡Pero ay si se había equivocado! Nadie se esperaba que Doña Inés estuviera en el punto de mira. 

Yo ya estaba otra vez asomado. Quería saber qué pasaba. ¡Tenía que saber qué pasaba!

El Capitán abrió el vestido de la moribunda alcaldesa por si acaso su herida pudiera tener remedio. Y lo que encontró le hizo volver a exclamar de asombro. (¡Qué expresivo se había vuelto de repente aquel hombre impasible!)

- Esta mujer ya tiene una herida fresca en su vientre... ¡Qué me aspen los demonios si este disparo no se lo produjeron ayer mis hombres! ¡Es ella la mujer que desempató a costa de ser disparada! 

Efectivamente Doña Inés vivía dos vidas. Como si fuera un ANCIANO sabio e inmortal pero que tuviera que decidir desempates. O como si el alma del esposo que esperó años a que regresara viviera en su cuerpo y solo las dudas de tener que decidir le hicieran perecer. Como si Doña Inés tuviera que seguir creyendo que su amado la quería y volvería y no pudiera pensar, como otros aseguraban, que se había ido a copular con una india nativa de otras tierras. 

​Y ahora, paradójica, ¡poéticamente!,  una duda le había segado una vida a Doña Inés y ahora otra se la arrebataba una mujer ladrona. 

El último aliento de Doña Inés fue para designar a su sucesor en el cargo. 

Inés apenas tuvo tiempo para preguntar por qué... se había entregado en cuerpo y alma, le había costado una enfermedad y dos vidas... pero parexía no ser suficiente para algunos que le guardaban rencor. Pero tuvo que sacar fuerzas para nombrar a quien la sucedería... Era muy pronto para confiar plenamente en alguien pero un nombre tenía que dar... y las palabras de Narváez siempre le parecieron acertadas

Y así fue como dos mujeres valientes murieron y como Don Diego de Narvaez se convirtió en Alcalde de Castroviejo. 

He dado de comer los huesos de Mireille de Remu al perro.

Este hombre de letras ha dudado entre dar los huesos de Mireille de Remu y los de Inés de Suárez, quien pereció después, pero atendiendo a la literalidad de la norma, que dice que se habrán de dar al can los huesos del último ejecutado por el pueblo, lo que a mi juicio se entiende de esto es que se han de dar los huesos del último ejecutado por votación popular, no por la decisión que ha tomado un miembro de esta villa a título estrictamente particular.