Partida Rol por web

Tal y cómo sospechaba, no sabía ya si por su intuición natural o por la de brujería que iba desarrollando, la víctima esta noche era: MARÍA LUCRECIA 

¿Usaría Rodrigo su pócima de salvación? 

El ebanista lo sospechaba, y esta noche de hecho suspiró aliviado. ¡Por fin! Tras el acierto de la pasada noche, eliminando a una de las criaturas con el maldito brebaje fruto de la brujería, hoy podía llevar a buen término el otro de los poderes nacidos del Diablo, volviendo así en su contra sus propias armas.

Escabulléndose durante la noche, cuando todos se retiraban ya a cenar, el carpintero vertió de tapadillo en la olla de la monja la salvadora poción que la mantendría viva aún si las bestias la atacasen, alejando todo mal de su santa persona. Tras depositar la pócima Rodrigo volvió a casa y durmió más tranquilo que nunca aquella noche: aún si fueran a darle muerte a la noche siguiente había usado sus poderes con la mayor eficiencia que se le había ocurrido. Ahora todo estaba en manos del pueblo.

Rodrigo ve con impotencia en el reflejo de sus pócimas vacías el rostro de la siguiente víctima de los lobos. 

Hoy va a morir el alcalde: Don Ramiro Benavente. 

Aquella noche, sonámbulo, imbuído por la bruja que había ido creciendo en él, Rodrigo se encontró en un extraño sitio. Notaba olores embriagantes y su propio sudor. Cuando se despertó se encontró fornicando con una especie de ser, entre vapores y placeres que no le permitían saber el verdadero aspecto de ese ser de carne con el que yacía. 

Debía estar en el burdel, y ahí estaba CIEGO para ver quién iba a morir aquella noche. 

Solo sabía una cosa: No sería él, quien estaba a salvo esta noche y en la siguiente mañana. 

Rodrigo se despertó con un sentimiento de paz que le desveló por completo. Sabía lo que eso significaba. 

Él iba a ser la siguiente víctima

Y ya no tenía pociones para impedirlo. Había usado las suyas para proteger al pueblo y para matar a un lobo peligroso y ahora los lobos iban a matarle a él. 

Y sin embargo, después de haber temido tanto tiempo este momento se dio cuenta de dos cosas: Que las pócimas de salvación y destrucción volverían a estar llenas al cabo del tiempo y que, aunque él ya no las pudiera usar, otro podría hacerlo en su nombre. Al igual que la bruja que quemaron y que se las cedió a él. 

Tal vez por eso le vino la sensación de paz antes de confirmar cómo alguien entraba en su casa de noche y..

Rodrigo fue a esperar la muerte de brazos abiertos. Sabía que su turno le había por fin llegado desde que fue enviado al prostíbulo la noche anterior, tal y como había indicado en su misiva al pueblo, por lo que esperó a las bestias decidido y sin miedo de ellas, pero temeroso de Dios y el castigo que pudiera recibir de este por su desacertado juicio, en especial durante el primer día de los eventos de Castronegro.

Antes de ser muerto pudo ver maravillado como los viales mágicos se reponían solos. Con esperanza pensó: ¿Pudiera ser el mismo Dios, satisfecho con el servicio que estas pócimas han prestado, quien estuviera rellenándolas de nuevo para dar más y mejor servicio al pueblo?

Con este pensamiento de esperanza Rodrigo Belmonte de la Poza fue, triste y brutalmente, destrozado por las satánicas bestias que asolaban Castronegro.