Partida Rol por web

La otra razón por la que Bartolomé no salía de día es porque desde que empezaron los ataques de los lobos, algo hervía dentro de él. 

Recuerda que aquella noche, sin poder ver sus rostros,  le atacaron y trataron de convertirle en uno de ellos, pero su aguerrida destreza lo había impedido. 

Ahora se debatía en un estado intermedio. Aún era humano pero solo si se alimentaba de carne humana. Y él no podía ir a buscarla o se delataría así que dependía de que el alcalde dejara la comida a su alcance para que no se transformara

En espera del capítulo 2, creo que intentaré ser más relajado :P aunque algo "broncas" por su rol, y darle unas palabras en italiano, como aldeano que pese a ser "de broncas" busca pasar mas desapercibido por no saber bien que le pasa.

También porque quise dar un toque de suma libertad recién lograda al flautista y como temí caí primero XD

Pues eso depende de ti. Hay perros que juegan muy leales a los aldeanos, porque puede que nunca se transformen, y otros que boicotean o frenan un poco para dejarse la puerta abierta por si acaso. 
Lo único seguro es que ganarás si gana tu bando. Y de momento ese es el de los aldeanos. Los lobos no saben quién eres y puede que incluso te maten sin saber que en ti hay un posible aliado. Si mueres siendo perro y no lobo, los aldeanos tampoco sentirán mucha pena porque se habrán quitado un peligro potencial. 
Ay, el papel del encubierto es siempre tan dramáticamente desagradecido… ;)

Un mordisco tras otro, ansioso por devorar lo que fuera que pudiera,... cuando la cordura volvió a él y vio que era lo que comía, a punto estuvo de vomitar, las lágrimas brotaban por sus mejillas, y al tocarlas, se alegró de comprobar que todavía era humano, o al menos, todo lo humano que alcanzaba a poder ser. Furioso consigo mismo pensó, que podría hacer.

Tras huir de aquel corral con su camisa manchada en sangre, antes de que nadie le pudiera ver, se limpio, no demasiado, no fueran a sospechar de su hombría, llamado o no por la oscuridad debía mantenerse firme y evaluar su situación, y pronto pensó que de eliminar a los lobos, volvería a ser el orgulloso mercenario de siempre, pero a la vez, debería no llamar mucho la atención de estos si no quería ser presa de quienes le contagiaron en una noche sin luna.

Pero llevaba bastante dormido, ¿por causa del maleficio? O quizás ¿por lo que despojado de su poder para proteger el pueblo había bebido de más? Debería estudiar las actas, que seguramente tendría el maldito capitán que le había arrebatado su autoridad.

Por algún motivo no sintió tantos remordimientos devorando a la segunda víctima del pueblo, tal vez por verla como ladrona, o quizás por que se llevara a otra inocente con ella. Además era tarde cuando la pudo saborear, y pensó que la falta de escrúpulos a la hora de comer era llevada por la rabia y no, por estar más cerca de la licantropía.

Corrió lejos antes de que aparecieran las primeras miradas, y relamió sus sangrientos labios saciados de necesidad diaria, tenía que acabar pronto con los lupinos si quería erradicar de su piel la maldición que le afligía, antes de caer en una mayor tentación.

"Muerde, muerde, muerde", los mordiscos de ese ajusticiado eran los más deliciosos y agraciados hasta el momento, desgarrando carne o pelaje por igual, el hombre se hizo paso hasta puntos vitales, corazón, hígado, sin respeto, sin escrúpulos, e incluso siguió mordiendo los huesos hasta partir la mayoría de ellos. Estaba tan furioso con aquella estirpe, que la fuerza de cada mordiso aumentaba, esa era sin duda, su ventaja.

- tres más, solo tres más - pensaba con esperanza de que el tonto del pueblo no fuera tan tonto como para ir tras los lobos, cuando murieran todos, no habría llamada que le tentara, y podría luchar hasta sanar su lupino fuego interior.

Se acercó el hombre al ver alejarse al alcalde, ese ser,... prefería o comerlo, primero porque para bien o para mal, en ese momento era su "semi" padre, y por otro por miedo, pero no a que los lobos dijeran algo, si no al hecho de que de comerlo, su ansia aumentaría, tal vez solo su carne ya era infesta. Dio un par de mordiscos solo, lo justo para dejar de sentir la necesidad de aullar. Que banquete desperdiciado, pero tan poco agradecido como ignorado, pensó.

Bartolomé comió con ansia y asco aquella carne, como venía haciendo las pasadas noches, pero cuando el alcalde se fue algo le pasó en el cuerpo. Un dolor terrible, una sensación dantesca se abrió paso en sus entrañas y ya no pudo siquiera vomitar por su boca lo que había comido... Porque cuando pudo incorporarse ya tenía fauces y garras. 

Un último resquicio de su alma de condotiero quiso aferrarse a la humanidad pero el resto de ella clamaba por fin por ser un depredador y no un animal carroñero. Volver a tener la gloria de combate y no la penitencia de un renegado. 

Bartolomé de Castro se transformó en un hombre lobo. 

- arde, arde, ardeeee - los pensamientos del que dijo en voz alta y clara que era mercenario "de todos" veía ahora sus garras, y su hocico - arf arf arf,... respiraciones aún cánidas últimos rastros de su semi humanidad, ya no había cura, ya no bastaba con acabar con la estirpe, y sin embargo, sus dientes asomaron en lo que parecía una sonrisa macabra. De repente se dio cuenta de que nada en el había cambiado, orgulloso, firme, dispuesto, pero ya no era mercenario de todos, esperaba de repente que las palabras que advertían a los inferiores humanos d que era medio cánido no hubieran calado en ellos. - estúpidos, como pude solo yo sospechar de ellos.

De repente sus dudas desaparecieron, ahora era un majestuoso caballero de armadura por pellejo, armas por manos y dientes por escudo, el orgulloso condotiero perfecto.

Si mueres o si la vidente ve tu carta, vería la de PERRO.