Partida Rol por web

Hacía calor aquella mañana y todos los habitantes se dispersaron durante una hora por el pueblo: Algunos fueron a la plaza vecina a refrescarse a su pozo, otros subieron donde las vides para tomar algo del fresco de un pueblo desierto, incluso algunos fueron a sus hogares a cambiarse y prepararse para lo que habría de acontecer. 

A las 3 de la tarde, cuando había terminado ya mi primer muñeco, me asomé para implorar un poco de agua que pudieran alzarme con una vara y un cuenco para aquellos menesteres. 

Se fueron reuniendo todos de nuevo. Cuando anocheciera, aquellos hombres y mujeres... perdón, aquellas mujeres y hombres, habrían de decidir cuál de sus vecinos sería linchado y ejecutado bajo sospecha de ser un hombre lobo. 

Aquel excéntrico juego, que bien podría acabar con él, le llevó a improvisar una extraña melodía, llena de altibajos extraños, sus dedos casi llevados por la impaciencia de tocarla al menos una vez completa, le hizo darle un aire rápido al ton de sus pies nerviosos por el acontecer, llevaba en mano una cantimplora, de madera regia no demasiado grande, pero tampoco pequeña, el no iba a viajar por el momento y por ello no la necesitaba.

Al final salía elegida quien él justo no quería, pero así se había decidido, solo restaba esperar que escogiera una manera de votar, aquella que ella quisiera. Pues en el fondo estaba nervioso el chico, nunca había como aquello nada visto y rogaba por dentro llegar a contarlo algún día... frenó un momento su melodía, y la comenzó seguido tras unas palabras, dedicadas al que nada o todo tenía que perder.

- ¡amigo! ¡titiritero! Asomad las manos en dirección opuesta al viento, espero apuntar bien, y que no se rompa mi cantimplora y os deje más sediento por pensar en poder beber y no hacerlo - con gran maña, y tras un par de pasos de calentamiento, lanzaba la botella rezando por que no se saltara el tapón y se escapara el agua por el agujero.

No era la mujer que él había votado pero no sentía haber perdido, pues le valía cualquiera de las dos. Además, aunque algunos hubieran dicho que no le tenían demasiado aprecio para el puesto de alcaldesa, había demostrado entusiasmo y ganas. Y eso, para alimentar al "perro" y no olvidarse nunca eran buenas cualidades.

-Yo sugiero las votaciones públicas, al menos por ahora, para ver de qué pie cojea cada uno y que no voten por ahí cosas raras.

Era consciente de que era la palabra de Inés la que decidía todo, y él no iba a decir gran cosa si decidía otra cosa apoyando su argumento. Pero por sugerir, que no quede.

Mireille vio como a última hora fue Inés la elegida como alcaldesa. En cuanto fue nombrada sonrió y se acercó a ella. 

- ¡Enhorabuena alcaldesa! - y le tomó las manos - me alegro de que haya sido vos la designada, era usted la persona a la que me refería cuando comenté que creía que había otra persona que había mostrado aptitudes para el cargo. Me alegro de este desenlace, podéis contar conmigo para lo que necesite. 

Miró a sus compañeros de aventura, había perfiles muy dispares. 

- Huelga a decir que, como yo misma proponía y tal y como ha expresado el señor Ramiro, espero algún tipo de votación pública en la que podamos analizar los votos de las gentes. 

Pero antes de que estuvieran todos reunidos, aún no acostumbrados a los tiempos desasosegantes que marcaba la nueva era, el Capitán llegó a caballo y dijo: 

- ¿Qué tipo de votaciones van a realizarse, alcaldesa? ¿Cómo? ¿No ha pensado aún en nada? ¿Qué están  haciendo con estos cestos y este pan? ¡Diantres qué mal asunto dejar en manos de mujeres los quehaceres de los hombres y dejar en manos de los hombres lo que debería decidir Dios! 

Sea pues, yo mismo determinaré el tipo de votación que se realizará y será... 

Un dado invisible fue lanzado desde la colina, como si se jugara al azar tan importante acción y el Capitán dijo: 

- ¡Serán secretas! ¡Yo seré el único que sepa vuestros votos y así entenderéis que no podéis hacer lo que queráis y que este no es vuestro pueblo!

Un nubarrón se cernió sobre el semblante de los lugareños. Ahora habrían de votar en secreto y jamás nadie sabría qué habrían votado pues sus cestos escondidos con el pan solo serían revisados por el Capitán

- ¡Alcaldesa, ponga orden! - exclama Rodrigo indignado ante la inactividad de la alcaldesa en funciones. Si hubiera de ser una mujer, la señorita Mireille hubiera hecho mejores funciones, a bien seguro que lo tenía el ebanista. - ¿Como pretende que encontremos un culpable a ciegas, hombre? Nos está clavando una estaca en el el pecho. - le espeta al capitán apuntándole acusador con el dedo.

- Habremos de parlamentar, digo yo, que no entiendo como encontráramos a los lobos sin pista alguna. ¿Debe Dios alumbrarnos en esta hora oscura, Fray? Yo rezo los padresnuestros y los avemarías que usted mande. - Rodrigo acude a Dios ante su impotencia y dudas, pues no sabe cual de sus vecinos puede ser una bestia infiltrada y miedo le da actuar. ¿Y los pobres niños? Dios los salve de la maldad y la muerte, mas que me lleve el Diablo si no los voy a ajusticiar si fueren bestias ellos también.

Justo cuando las votaciones estaban a punto de acabar, Inés sintió un fuerte dolor en el estomago, como si de un puñetazo se tratara... Nadie sabía la dolencia que arrastraba desde su nacimiento. Y poco después empezó a marearse hasta caer rendida en el suelo, pero con los nervios nadie se percató hasta que la echaron en falta para elegir las votaciones. Fueron los gritos de Rodrigo los que la trajeron de nuevo y al despertar vio que había llegado tarde... Ella también hubiese elegido públicas, obviamente... Perdonadme, dijo a todos, sé que muchos pensaréis que he empezado no dando la talla, pero os pido otra oportunidad y si os vuelvo a fallar, linchadme a mí. Igualmente la vidente puede intentar vigilarme, mi inocencia no la defraudará..

Miguel se tomó la cabeza con las manos con desesperación cuando llegó el capitán y la flamante alcaldesa no estaba.

- No lo puedo creer -se lamentó-, me siento mas responsable que nadie, por haber dado el voto definitivo. Doña Inés, puede que nos hayais echado a los lobos.

Y ahora quedaba lo peor. Decidir cual de sus vecinos debía morir. Esto no era ninguna broma. Tal vez en su mente esperaba que todo se resolviera sin que nadie tuviera que morir, pero ahora viendo la firmeza del capitán sintió que todo se desmoronaba, y que sería muy difícil desterrar el mal de su amado pueblo.

- Necesitamos algún tipo de criterio, debemos hablar y dar nuestros pareceres, ya que de otra manera se ejecutará a una persona inocente. Hablemos, vecinos, que hay poco tiempo para encontrar a quienes se esconden de nosotros.

Miguel, que la suerte no nos haya acompañado no nos condena para el resto de nuestros días... Es cierto que el azar se lo ha puesto más fácil a los lobos, pero como bien apuntas podemos y debemos hablar... Una no elije cuándo enfermar y sólo recuerdo una vez que me pasara algo así. Prometo escucharos y moderar como así habéis confiado en que lo haga. No me tachéis ahora ni desviéis vuestras miradas por esto...

Las votaciones democráticas, el falso poder de la plebe, concluyen y dan la potestad a Doña Inés.

- Bienhallada sea y tenga usted la Gracia de Dios para llevar a cabo tamaña función - le digo como única felicitación tras su elección antes de que el cólico le llame para llevársela al lecho del dolor impidiéndole obrar en gracia a tiempo.

Y es por dicho designio divino o del destino que el Capitán de la Ordenanza toma las riendas de este caballo desbocado que es Castroviejo y designa a las musas del azar para que determinen cómo ha de obrarse la decisión del próximo linchamiento.

De poder hervir, mi sangre noble ebulliría en mis venas al contemplar con descaro cómo la suerte corre en contra de las buenas, aunque plebeyas, gentes de este pueblo.

Arqueo una ceja con desprecio ante el anuncio del Capitán de que la votación será secreta.

Escupiría al suelo como gesto de indignación, pues sólo los nobles de sangre y corazón deberían estar en derecho de esconder su voto del resto de la plebe.

Pero escupir es cosa de baja calaña, así que me giro altanera dando la espalda al encumbrado coselete y vuelvo al centro de la plaza dónde ya ha comenzado la discusión por el linchamiento.

Ante una nueva tarea, una nueva melodía de salones retumba en mi cabeza y la traslado a un rítmico tarareo mientras camino por el lugar.

Escucho las primeras quejas.

- Amigos míos - digo con una amplia sonrisa digna de los santos Capetos. - Que la votación final sea secreta no significa que no podamos votar antres entre nosotros y designar al elegido para el... linchamiento. - digo esta última palabra con cierto desagrado por la idea misma que tal acto de barbarie deba ejecutarse. No es cosa de damas nobles tal muestra de violencia barbárica. - Es más, si nos ponemos de acuerdo en las votaciones de antemano, y luego se determina una discrepancia en número y cuantía, tendremos ya datos feacientes con los que comenzar a estimar hacia qué orilla apuntan los lobos... -

El chico no eligió a aquella mujer, pero no le importaba en esos momentos - buena gente tranquilizaros, decidme puesn¿que alcalde no dijo e hizo lo que quiso? Más ellos lo hacían por placer y ella sin embargo por enfermar en mal momento, ¿quien no enfermaría con estos nervios? ¿no será a caso una prueba de fe del señor?

-Don Rodrigo, tened por seguro que, cuando más oscura es la noche es cuando más brilla la luz de Nuestro Señor Jesucristo- dijo el fraile a ebanista. -Más también os digo que no tengáis en cuenta y perdonéis el despiste de Doña Inés a la hora de establecer el tipo de votación, pues todos salvo el Señor somos imperfectos y obedecemos a mandatos más elevados-.

Dicho esto se alejó de la multitud para refugiarse bajo la sombra de un roble y orar hasta que llegase la hora de las votaciones. Le hubiera gustado refugiarse en su celda, más sabía que su presencia podría ser beneficiosa para aquellos como Rodrigo que buscaban el consuelo en Dios.

La verdad, había pensado que Inés estaría más atenta a ese tipo de cosas, porque habían descuidos que no podían permitirse, como elegir el tipo de votaciones o alimentar a alguien que según la leyenda se debía alimentar para que no se volviera un lobo asesino. No obstante, decidió darle un voto de confianza a pesar de sentirse algo decepcionado.

-Lo que está hecho no puede deshacerse y lamentarlo no servirá de nada. Ahora debemos hacer públicas nuestras intenciones ya que los votos no van a ser vistos y confiar en que se han respetado, así como intentar ver luego quien ha mentido.

Cosa que en realidad era muy difícil si en ningún momento sabían, ni antes ni después, quien votaba a quien.

La decepción invadió a la pelirroja... 

- Inés, es un desliz que no se puede repetir, están en juego demasiadas cosas. No es tan grave como dejar que el perro se convierta, pero es algo que no deberíamos perdonar otra vez. Una alcaldesa no se puede permitir según qué errores y si tu enfermedad no te permite atender tus obligaciones deberías plantearte las cosas. Aún así, sinceramente, no creo que haya sido a mala intención y hay que darte la oportunidad de demostrarnos que ha sido un mero error. No creo que alguien que haya luchado por ser la alcaldesa se desenmascare de un modo tan descarado a primeras de cambio. De todos modos, si nadie te señala con claridad mañana daré por hecho que eres la inocente que creo que eres.  

Esto me lleva a la segunda parte de mi reflexión. Las actuaciones de Miguel de León son las que más dudas me han generado. Presentarse a alcalde de un modo tan... suave, y después cuando tenía la oportunidad de serlo (aunque sea peleando en la ronda de desempate)  evitarlo y darle el cetro a un desconocido me parece una actitud extremadamente sospechosa. Si nadie me da un argumento mejor, dirigiré mi voto hacia él. 

Al verse acusado sin ningún motivo, Miguel sintió que debía defenderse.

- Craso error cometerías, mi señora, si acabaran con mi vida, pues he dejado mis intenciones claras desde el principio. Me propuse sólo para dar una opción, y bajo palabra de respetar la voluntad popular en cada votación, más cuando se preguntó si quienes nos habíamos propuesto votaríamos por nosotros mismos, aseguré que salvo mediar alguna cuestión de urgencia, lo haría por doña Inés, cosa que hice. Luego, al estar las votaciones parejas, me decanté hacia doña Inés, a quien conozco por ser de este pueblo, como además había adelantado. Hasta ese momento no tenía sospechas de nadie, aunque siendo tan seguidos vuestros votos y ahora, tal vez porque mi acción os quitó una posición de privilegio, queréis matarme, comienzo a sospechar de vos.

Vuestro argumento de dar mi voto a un "desconocido", cuando todos aquí nos conocemos por igual, despierta mas dudas que certezas sobre vuestra persona. ¿A quién conocéis vos, mi señora?

- Yo no conozco a nadie ni me fío de nadie, Don Miguel. Sabiendo que el demonio se puede encontrar escondido en cualquiera de nosotros me extraña que tan ciegamente se fíe de alguien. Pero allá cada cuál.

No negaré que preparó su coartada poniendo en preaviso su tímida postulación a Alcalde (para siempre poder decir: Yo me presenté) y que avisó a que probablemente votaría a Doña Inés (cosa que hizo). 

Pero en primer lugar: postularse de un modo bastante tímido a Alcalde. Siempre podrá decir que se presentó.

En segundo lugar: Mostrar su apoyo a un tercero a pesar de presentarse a Alcalde. Cuando se descubra que ella es inocente, cosa que intuyo que usted sabía de antemano, siempre podrá decir que la votó.

En tercer lugar: Cuando tiene la oportunidad de ser alcalde quitarse la responsabilidad de encima. Se asegura que al menos de momento no le vigilan. 

Para mi son tres, no uno, tres actos  que considero sospechosos a la par que incongruentes. 

Y ahora, ¿a la primera ocasión que le señalan se pone nervioso y se defiende contraatacando? Válgame señor. ¡Se ha puesto una diana!

- Olvidais el hecho de que si me votaba quedaría en un triple empate, con ud. que ahora me acusa, casualmente. Justamente no me voté para demostrar que no ansiaba ninguna posición de poder sino que trataba de evitar que la obtengan quienes quieren hacernos mal.

La voté a Inés, justamente, porque usted no me daba confianza, a raíz de como se dieron sus apoyos. Y como último argumento, señora, sería un necio si no dudara de usted y pusiera en relieve sus intenciones. La diana, querida señora, nos la habéis puesto vos a los dos. ¿Que esperábais? ¿Que me no me defendiera? Y lo lamento, ya que tengo información útil que revelaré, pero a último momento, y os aseguro que os arrepentiréis de haber acusado a un inocente. O no, si mis sospechas sobre usted son correctas.

Aysss Señor, ten piedad de este pueblo.... Virgencita que hemos hecho. Si Lázaro hubiera salido alcalde quizás todo esto no hubiera pasado. ¿Pero cómo en el último momento Ines pudo...? ¿Y si lo de la enfermedad es todo mentira y solo es una táctica para multiplicar los lobos? En todo caso, me ha parecido honesta desde el principio, así que debería confiar en ella, pero si... Ahora solo queda esperar que la que tiene poderes pueda defendera.

¿Y los otros dos? ¿Por qué discuten? Solo me dan dolor de cabeza... Miguel de León es un buen hombre, pero no me parece muy acertado eso de decir que tiene información, aunque puede ser una forma de defenderse contra Mireille, ella parecía valiente, segura de sí misma y cuándo acusa parece que es por algo.... No creo que ninguno de los dos sean del otro bando. Pero haciendo esto, no ayudan nada. Mas vale que Fray Olegario rece sus plegarias 24 horas al día...

Los que si que me parecen sospechosos son los que hablan poco y luego a escondidas hacen mucho.

-Y después de todas estas reflexiones Catalina comenzó a hablar en voz alta.

-Vecinos, más vale que nuestra elección haya sido acertada. Inés te daré una oportunidad, confio en ti, pero cómo tú bien has dicho si se repite iremos a por ti. Miguel y Mireille, los dos me pareceis buenas personas hasta ahora, sé que entre vosotros no es así. Os propongo reflexionar un poco antes de lanzarnos a votar. Por otro lado, la gente que no habla o está siempre en segunda plano, me parece sospechosa. Así que espero que antes del viernes todos hayais opinado.

Lázaro, ¿Dónde estas? Ayudanos a buscar sospechosos, estamos muy perdidos y no queremos darte trabajo a causa de inocentes. ¡Queremos que entierres a un lobo!

Y dicho todo esto se fue a dar un paseo para reflexionar sobre todo lo que estaba pasando.