Partida Rol por web

Fundirte entre la oscuridad de esos malolientes pasillos no resulta nada complicado pero al acercarte hasta la procedencia de los sonidos y las voces tampoco podrías asegurar si la supuesta gente a la que distingues será capaz de verte a pesar de tu manto de invisibilidad.
Se encuentran reunidos en una de esas pequeñas bibliotecas atiborradas de libros y llevan encima varias bolsas y mochilas repletas.

Se trata de tres hombres de edad mediana y una mujer de edad algo más avanzada, cercana a los cincuenta. Todos visten con extrema sencillez, de hecho algunas prendas tienen más remiendos y suciedad de lo que sería "politícamente correcto", al menos fuera de esa alcantarilla claro.

-Nyarlathotep tenía razón, vinieron... Y lo peor es que se lo llevaron. Deberíamos habernos quedado con él- se queja uno de los presentes apretando los dientes y los visibles colmillos con frustración mientras patea uno de los volúmenes esparcidos por el suelo.

Ninguno de ellos parece ser demasiado especial, al menos no tanto como Nyar u Odín, sin embargo te transmiten sin cesar escalofríos y ganas de darte la vuelta y largarte de ahí, sensación que probablemente se acentúa al ser varios.

-No podíamos hacer nada y ya sabes lo persuasivo que es cuando se lo propone- responde un tipo de barba desordenada cuyos ojos emiten destellos rojizos extraños, como si escudriñara en las sombras con total naturalidad.

Seguí el sonido de las voces hasta el lugar de su procedencia, pistola en mano, pues no me fiaba ni un pelo de lo que podría encontrarme allí. Sabía, además, por experiencia, que los vampiros poderosos eran capaces de detectarme aún a pesar de mis poderes de ocultación, así que no quería correr ningún riesgo. Así, justo tras la puerta de una de las pequeñas bibliotecas del lugar, saqué la cabeza por el umbral para escuchar mejor y saber de quién se trataba.

Parecía que se trataba de compañeros del tal Nyar a juzgar con sus sucios ropajes y, bien, el lugar en que se encontraban. Por lo que hablaban, además, estaba bastante claro. Por lo visto se habían llevado a su superior, tal y como había predicho. ¿Pero quién? ¿Y a dónde? Lo más probable es que no se tratase del bando de Odín, ya que si fuera así probablemente le habrían matado allí mismo sin más. Tampoco tendrían necesidad de llevárselo de allí, pues ¿Qué mejor tumba que unas cloacas? Aún así no estaba de más recopilar toda la información que pudiese, así que continué escuchando para ver qué más pasaba. A lo mejor sería capaz de sacar algo de provecho de todo aquéllo, al fin y al cabo...

-Bueno callaos ya, hemos perdido mucho tiempo y ya tenemos lo que queríamos. Lárguemonos antes de que la poli registre todo esto en detalle- la mujer pone orden haciendo callar a los presentes mientras aprieta la mano entorno a... algo. No sabrías decir el que porque no distingues nada, tal vez sea tan pequeño que quede oculto en su palma.

Después te das cuenta de que ese mismo efecto sucede en otros de los presentes y eso ya se te antoja más extraño.
-Bien, pues en marcha- el tipo más corpulento responde de forma escueta y golpea su propia palma antes de girarse en dirección a la única puerta de salida, la tuya.
-¡Ahí hay alguien!- espeta repentinamente haciendo cundir la alarma entre los presentes, dos de los cuáles se afanan a desaparecer entre las sombras mientras el tercero mira alrededor sin cesar y opta por quedarse detrás del que te ha distinguido, el cual se aproxima hacia tu posición con rápidas zancadas...

Por desgracia la conversación entre aquellos individuos había llegado casi a su fin cuando yo pude empezar a escucharla. Aún así, pude deducir que, a parte de buscar a Nyar, habían venido a buscar algo muy concreto, teoría que relució más al parecerme ver cómo los nosferatus escondían alguna cosa en sus manos. Pero justo en aquel momento decidieron marcharse de repente y, antes de que pudiera reaccionar, uno de ellos consiguió verme, a pesar de mi ocultación.

Durante unas milésimas de segundo ambos permanecimos paralizados, sin saber qué hace, pero su grito de alerta consiguió sacarme de mi ensimismamiento y reaccionar. Sin perder un instante salí corriendo de allí por los lúgubres túneles en dirección a la salida, intentando perderles en alguna de las múltiples encrucijadas que había en aquel lugar.

Potencias tus sentidos todo lo que puedes y agudizas la vista. Conociendo el poder de la ofuscación intuyes que en las manos de esos nosferatu se esconde algo más que unas simples monedas y enseguida se rebelan ante ti unas bolsas grandes, al parecer de basura.
La mayoría contienen formas planas y de puntas rectas que te hacen pensar que se trata de libros y demás archivos que debe haber desperdigados por ese Refugio, pero la que porta la mujer es distinta. Resulta menos abultada y las formas que se adivinan no parecen seguir un patrón determinado. Tal vez sean objetos variados o... cualquier otra cosa. Tampoco puedes pararte a pensar demasiado en ello cuando acaban descubriéndote.

Empiezas a correr todo lo que puedes, por suerte anoche encontraste una de las salidas y la recuerdas lo suficientemente bien como para alcanzarla sin problemas.
Parece que tus perseguidores se han quedado un poco atrás pero todavía puedes distinguir sus quejidos y pasos así que no puedes detenerte.

Te mueves todo lo deprisa que puedes entre las aguas fecales del alcantarillado, avanzando y girando sin demasiado sentido ni orientación hasta que finalmente das con una escalera de gato que conduce a la superficie. Quizá no sea tu salvación pero es probable que puedas defenderte y situarte mejor ahí fuera que en esos túneles.

Casi guiándome más por mis instintos que por otra cosa huí de aquel lugar todo lo deprisa que pude, corriendo y casi chapoteando en las asquerosas aguas residuales estancadas en aquellos túneles. Por suerte hacía tiempo que no necesitaba respirar, pero aún así la simple visión de aquéllo ya daría ganas de vomitar a cualquiera. Pero no había tiempo para ello, pues nada menos que mi no-vida podía estar en peligro.

Tras innumerables encrucijadas y oscuros pasillos llenos de curvas que perfectamente podrían haberme conducido a algún punto muerto, nunca mejor dicho, conseguí localizar por fin una escalera que parecía conducir al exterior. Aquella podía ser mi salvación, pues estaba claro que mis perseguidores estaban muchísimo más acostumbrados a moverse por el subsuelo que yo. Así pues, corrí hacia ella y subí todo lo deprisa que pude para intentar perderlos de vista en algún callejón de Chicago antes de que pudieran reaccionar...

Noche de Halloween, 19:43

Subes las escaleras precipitadamente y a toda prisa, llegando a resbalar en alguno de los peldaños debido a tus zapatos mojados y sucios pero por suerte no llegas a caerte y tras varios golpes y empujones consigues retirar la tapa de alcantarilla.

Sales al exterior con precaución pero aún así un par de coches pasan por tu lado haciendo sonar sus claxon cuando apareces en medio de la carretera. Quizá no te hubieran matado pero desde luego podría haber resultado muy doloroso así que lo primero que haces es correr hasta la acera más cercana, en la cual recobras un poco la templanza y te sitúas.

Te encuentras en la calle Cabrini, cerca del parque Amigo, pero bastant alejado de cualquier Refugio. El Elíseo de Crow, el United Center, queda algo más cerca, a unos quince minutos andando.

Salí de aquellas malditas alcantarillas tan deprisa que ni siquiera presté atención, en un primer instante, a dónde había ido a parar. Algunos coches, que a punto estuvieron de atropellarme, se ocuparon de centrarme y, no sin dificultades, conseguí ponerme a salvo en la acera.

No podía perder ni un segundo, ya que mis perseguidores me pisaban los talones. Lo importante por el momento era despistarlos, así que corrí hacia la esquina más cercana con la esperanza de que no vieran por dónde había ido antes de que ellos mismos salieran del subsuelo. Mientras lo hacía miré a mi alrededor para saber dónde estaba: lejos de cualquier sitio, por lo que parecía... Tras dar unos cuantos esquinazos para asegurarme de que perdía a los nosferatu pensé en qué hacer. La verdad es que mi visita al refugio del tal Nyar no había sido demasiado fructuosa, así que me encontraba casi en un punto muerto, por el momento. Así pues decidí ir hacia el antiguo Elíseo de Crow; tal vez allí le encontraría y me podría informar de la situación...

Tras una marcha acelerada y tensa por las calles de Chicago alcanzas el United Center sintiéndote un poco más seguro en sus inmediaciones pues hay cámaras de vigilancia y al tratarse de un Elíseo ningún vástago puede actuar impunemente en sus alrededores. Aunque dada la situación ni siquiera puedes estar muy seguro de eso.

Te aproximas a la entrada oeste del Estadio y como siempre te topas con un par de tipos corpulentos, probablemente ghouls, que la custodian.
Ya has entrado y salido un par de veces sin problemas así que te dispones a hacerlo de nuevo y conseguir algo de información en su interior pero esta vez uno de los guardias te detiene.

-Lo siento señor, nadie entra sin el permiso expreso del Jefe. Si tiene una cita con él dígame su nombre- el otro tipo apenas te presta atención pero éste parece dispuesto a usar su disimulado pinganillo si se lo pides.

Tras escabullirme por las calles de Chicago y conseguir (o al menos éso pensaba) despistar a mis perseguidores, llegué por fin al Elíseo de Crow. Como había venido siendo habitual, me dirigí hacia dentro para hablar con él, pero la mirada de los guardias de la entrada me decía que aquella vez no sería tan fácil. Suponía que debía ser normal, debido a la pequeña guerra civil que se había montado...

- Quincey Bell - respondí escueta aunque amablemente mirando al hombre que me había preguntado - Gracias.

Si hubiera sido humano habría suspirado por el fastidio. Pero ya no me acordaba de hacerlo...

El ghoul no parece reconocer tu nombre, de hecho su cara se vuelve la viva imagen del escepticismo pero aún así se toma la molestia de comunicarlo. Tras unas escuetas palabras te pide el nombre de tu Cuadrilla y después de facilitárselo finalmente se hace a un lado dejándote pasar.
Lo más extraño es que ha seguido denominando a su jefe como "Señor" aunque anteriormente siempre habías escuchado dirigirse a Crow por su mote... pero tampoco se puede decir que le conozcas demasiado.

El interior del Elíseo resulta un tanto deprimente. La primera vez que lo pisaste estaba lleno de "vida" y de vástagos dispuestos a charlar y armar algo de jaleo pero ahora apenas encuentras a alguien recorriendo sus pasillos así que el ambiente resulta sombrío y sobretodo silencioso.

Aún así uno de los pocos vampiros que recorren el lugar, un tipo de aspecto desaliñado y preocupado, se acerca a ti con el ceño arrugado.
-Eh, tú eres uno de esos novatos... Te vi en el juicio- afirma para constatar que sabe quién eres. O al menos en parte -¿Dónde están los demás?, ¿y por qué se fueron con Blackman?- te pregunta mirándote inquisitivamente, suponiendo que los miembros de una misma Cuadrilla acostumbran a permanecer en contacto.

Tras unos momentos de incertidumbre conseguí pasar al Elíseo, aunque algo me decía que muchas cosas habían pasado en poco tiempo. Sospechaba incluso que Crow podría tener ya un cargo más importante en la ciudad...

Todo aquello parecía desértico. Los pasillos de lo que una vez había sido un lugar lleno de energía y de actividad eran ahora silenciosos y tenebrosos. Muy pocas personas los transitaban, al menos en aquel momento, y todas parecían atender a sus propios asuntos. Pero uno de ellos parecía tener relación conmigo...

¿Novato? - pensé divertido - Vaya, casi me alegro de que tras tantas décadas se me considere novato en algo...

- No lo sé - respondí casi a modo de evasión y para dar paso a mi propia pregunta - ¿Y tú? ¿Quién eres? ¿Dónde está todo el mundo?

-¿Que no lo sabes? Si no quieres decirlo no hace falta que mientas, tsk- espeta con tono desdeñoso mientras te mira de arriba a abajo. Está claro que no te cree... a pesar de que dices la verdad -Si tú no respondes no sé qué te hace pensar que yo te haré ese favor- te sonríe irónicamente y se vuelve a marchar por donde ha venido, hacia el pasillo en el que vosotros mismos tuvisteis una habitación "prestada" hace apenas una noche.

No parece que los pocos ahí presentes vayan a darte muchas respuestas pero te enteras con facilidad de que al parecer Crow ya no regenta ese Elíseo. Murió combatiendo al Comisario... o al menos eso dicen los rumores.

Por suerte pocos minutos después Toxic aparece en el lugar, sin acompañantes, y te explica a grandes rasgos y algo aceleradamente lo ocurrido (*). Al final Baal y Bastian también han sobrevivido sin necesidad de tu intervención pero te has librado de una maldición del Círculo de la Bruja cosa que probablemente te ayude a permanecer entero más tiempo.

Así pues nada te retiene más en ese lugar y tras despedirte de Toxic regresas al aeropuerto para reencontrarte con Gabrielle bastantes horas después.
Ella está perfectamente y ya ha estado ocupada preparando vuestro nuevo Refugio, algo que le vendrá bien para superar lo ocurrido en Chicago.

Empezáis de nuevo pero al menos no de cero ni solos, lo cual ya es más de lo que pueden decir tus antiguos compañeros de Cuadrilla.