Partida Rol por web

Isolda estuvo mirando lo que quedaba en la sala de trofeos en la que estaban mientras hablaban. Se quedó mirando un momento las medallas antes de pasar a mirar con detenimiento el libro que había en el pedestal.

-Un gran héroe de la familia. ¿Donde sirvió? -preguntó a la mujer después de Vipus, para que viera que no todo era un interrogatorio sobre el sistema, sino que intentaba ser algo más prudente. Iba a añadir algo sobre el libro, pero esperaría a que terminaran antes de soltar una proposición que podría ser bastante molesta para la señora.

Las preguntas y peticiones comenzaban a acumularse para Lady Amorita, sin embargo la dama parecía complacida, incluso agradecida de que acudieran a ella en busca de consejo. Especialmente, se le iluminó el rostro cuando Isolda preguntó de improviso por el uniforme expuesto.

— Ahhhh, si. Perteneció al primer Haygrass, yo soy su orgullosa descendiente de la vigésima generación. Fue general durante la cruzada angevina en la misma creación del sector Calixis. Más tarde, fue uno de los 12 líderes que formaron una colonia en el planeta, aparte de Teresa Sinos, por supuesto, la fundadora. —

- ¿Sabría decirme si ha habido actividad herética en el planeta, cultos que la nobleza se haya visto obligada a eliminar en aras del provecho del planeta? ¿rebeliones quizás? -

— ¿Herejía? ¿Rebeliones? ¿No se referirá a los Resaca? Pero son demasiado chapuceros para ser considerados herejes. Ahora que lo dice hará unos años que todo se puso patas arriba, allá por el momento en que estalló la base de los Arbites, pero no lo recuerdo muy bien¹. —

— Lo lamento, pero no se mucho de esas cosas. Si dice que lo que le interesa es la historia, le recomiendo hablar con Eupheme Tassel. Es la "guardiana de los pergaminos" del Quorum y guarda copias de todos los eventos relevantes del planeta. Se aloja en la corte mecánica, el palacio del Juez Magistrado donde también tienen lugar las reuniones del Quorum. —

La mujer había sido muy colaboradora, pero poco a poco mientras hablaba había adquirido una expresión ausente y durante un momento tuvo la mirada perdida, observando hacia sus preciados objetos expuestos. En un momento determinado, aparecieron varios de los otros servidores criados con una bandeja de pequeños manjares para la señora (no parecían haber tenido en cuenta a los invitados) y Lady Amorita pareció reaccionar y recordar que aún tenía visitas. — Disculpen, no me encuentro muy bien. Necesito descansar, creo que deberían irse ya. —

Las imágenes de los cibermastines no contenían nada digno de relevancia, y Arcturus emitió un chasquido de disgusto. Desganado y con pocas esperanzas hizo unas cuantas preguntas al servidor. Preguntas de control para comprobar su funcionamiento y más bien técnicas sobre su condicionamiento, más que nada para comprobar que no había sufrido ningún tipo de manipulación.

Cuando volvió con sus compañeros se encogió de hombros; poco habían sacado en limpio de aquella última excursión. De todas maneras, camino del vehículo les confió que esa tal Tassel podría ser una baza interesante, si no para la resolución de este caso, sí para avanzar en la cuestión profunda que los había traído allí: el enmadejado asunto de los Haarlock.

Pero quizás tenían otras prioridades.

Con una exagerada reverencia y revoleo de sombrero Jeremiah Vipus de la muy noble casa Vipus, impersonado por el más mundano pero mucho más noble Claudius abandonó, primero la estancia, luego el edificio y finalmente aquella decrépita mansión rodeada de otros igualmente decrépitos monumentos al olvido.

Deseando desde hacía tiempo abandonar aquel distrito fue el primero en embarcar en el transporte. Al menos habían descubierto otro sitio donde buscar, la historiadora Tassel. Si tenían tiempo podrían hacerle una visita, si es que finalmente acudían al despacho del general (algo a lo que quizás Isolda no debiera asistir, o quizás sí, visto lo visto) tal y como éste había ofrecido (pareció sincero al hacerlo).

Aunque lo que en realidad preocupaba a Claudius, eran los dos enmascarados que les vigilaban.

-No me extraña que luzca con orgullo este uniforme -contestó Isolda. 

Había muchos que alardeaban, incluso llevaban medallas falsas como aquel estúpido que les amenazó en la base de los arbitres; pero estar orgulloso de un antepasado era algo digno y una forma de que no cayera en el olvido.

-Entonces la dejamos ya, no queremos importunarla -ese momento que miró al vacío mostró a la sororita que esa mujer ya no estaba para demasiadas visitas mentalmente, así que simplemente hizo una ligera inclinación de cabeza y se dispuso a salir del lugar para intentar comprender todo lo que había pasado ese día.

Mientras los acólitos remataban sus últimas preguntas a Lady Amorita y se despedían de allí, el tecnosacerdote estaba ocupado recitando una retahila de sonidos sin mucho sentido frente al servidor, que le respondía de igual modo. Al final le sonsacó la información que requería sin muchas dificultades.

Sí, el servidor había sido modificado, pero no para ninguna fechoría, sino para contar mentiras piadosas a Lady Amorita en asuntos menores y sin importancia para levantarle el ánimo. Ya habían visto los resultados de aquello cuando el servidor había halagado su belleza y le había descrito un clima despejado inexistente.

Los acólitos salieron de nuevo al húmedo exterior donde les esperaba su piloto, en aquella ocasión prestando atención a los alrededores con auténtica concentración. Aún no habían planeado su siguiente movimiento cuando un vocotransmisor integrado en el vehículo comenzó a parpadear y reflejó la señal que estaba recibiendo a los microcomunicadores del grupo. Era la voz de Nero:

- Aquí Nero, estamos de vuelta, tenemos noticias interesantes. ¿Necesitáis ayuda? Reportad. - 

Parecía que los otros dos acólitos habían encontrado algo interesante en su investigación, tras unos momentos de conversación entrecortada y saber que ambos grupos se encontraban bien, acordaron reunirse en la torre del cuartel general para ponerse al día...