Los acolitos llegaron a Escintila unos días antes de la reunión planificada por su inquisidor. No fue mucho tiempo, pero permitió a los agentes un breve descanso y tiempo de ocio antes de visitar de nuevo el palacio del Tricorne. Unos sirvientes acudieron esta vez a las dependencias de los acólitos en su busca para guiarlos.
En contra de las (escasas) reuniones que habían tenido hasta aquél momento en el cuartel general de la Inquisición, celebradas siempre en una de las altas torres entre paredes de piedra negra y suelos de mármol, aquella vez los sirvientes los guiaron hasta los profundos sótanos del gigantesco conjunto de edificios. Este lugar era, si cabe, aún más oscuro e incluso parecía que faltase el aire; solo Nero había estado allí en una ocasión, durante su interrogatorio acerca del suceso de los Hombres Vacíos en Sinophia Magna.
La sala a la que les guiaron parecía más una celda de aislamiento que un lugar de reuniones. Apenas había una sola mesa central y sillas suficientes para todos. Cuando entraron, un viejo conocido (para algunos) les estaba esperando; Ismhael, un clérigo del más alto rango, miembro del sequito personal del inquisidor Severus, sentado en el centro del extremo más ancho de la mesa, las otras cinco sillas miraban en su dirección.
— Iros. — Indicó en tono autoritario, y los sirvientes se marcharon de inmediato, cerrando la puerta tras de sí. — Sentaos. — Ninguno había conocido lo suficiente a ese hombre como para decir si había algo raro en su conducta, pero, como poco, se le notaba inquieto. Mantenía sus manos sobre un símbolo sagrado que le colgaba del cuello y al que daba vueltas distraidamente mientras devolvía la mirada a los acólitos. No dijo ninguna palabra más hasta que todos se hubieron sentado como había pedido, e incluso entonces tardó unos momentos en soltar un largo suspiro antes de comenzar a hablar.
— Severus está muy perturbado después de leer el informe. Todos lo estamos. En vuestro último mensaje hablásteis del mundo de Mara, decidme ¿Qué sabéis exáctamente de ese planeta...? —
Es un pequeño desperdicio abrir una nueva escena solo para esto, pero aquí termina la aventura, justo en el punto donde comenzará la siguiente.