11 de noviembre de 2022, por la noche.
Bar Paradiso. 11th St. y la 43 rd Ave, junto al Queensboro Bridge.
Liam Mackintosh tenía muy claro que estaba jugando con fuego. Para el corredor de bolsa, acostumbrado a la velocidad y al "ahora", tener que esperar por una respuesta era una muestra más de lo muy patas arriba que Ágata tenía puesta su cabeza. Iba más de una semana desde la conversación en L.A. y desde entonces el hombre se había tenido que enfocar en su trabajo y en cualquier otro aspecto de su vida para evitar estar mirando al móvil cada dos minutos, y maldecía cada vez que recibía un mensaje o una llamada, pues su corazón daba un brinco y la respiración se le aceleraba. Vamos, que esto no es normal.
Necesitaba saber si realmente tenía una oportunidad. Si valdría la pena el hecho de estar al borde de los nervios, cuando destilar seguridad habia sido siempre una parte de él. Pero para eso sólo se le ocurrían dos ideas: la primera, hablar con Orlando y saber qué pensaba de todo eso. Pero esa idea la descartó de inmediato, porque ni siquiera estaba seguro si Ágata ya le habría hablado a Orlando sobre su propuesta, y seguro que la brasileña no se tomaba a bien que su hijo se enterase a través de él. Opción dos, hablar con los amigos de Ágata. Eso significaba, tener que tratar con Styles y Vásquez. La simple idea le daba una mala sensación en el cuerpo, aquello no podía acabar bien de modo alguno.
Entonces, ¿que mierda hacía frente al Paradiso un viernes por la noche, esperando la llegada de esos dos? Que eres idiota, eso. Prefería mandar a la mierda su orgullo y tratar de acallar el odio concentrado por tantos años en su mente adolescente, sabiendo también que no era el favorito de ese par de subnormales. Respiró hondo y se pellizcó la base de la nariz. El día de la reunión no había ido tan terrible todo, ¿no? Al menos habían podido hablar decentemente. Y se quiso aferrar también a aquellos pocos minutos en la graduación donde casi habían parecido amigos. Aún si luego él terminara jodiendo todo.
Miró el Rolex platinado en su muñeca para ver la hora. Lo único que falta es que me planten. Curiosamente, casi prefería que ese fuera el caso...
A ver, digamos que Mack les hizo llegar un mensaje de texto así.
Hey. Soy Liam. Mackintosh.
Os invito a unas cervezas. Quiero hacer borrón y cuenta nueva, ya somos adultos y mucha agua ha pasado desde la secundaria.
Estaré en la siguiente dirección el viernes desde las 7.00pm. Si no llegan antes de la medianoche entenderé que no les interesa arreglar las cosas.
"Este tío es gilipollas" fue el mensaje que Rick mandó de inmediato al Bro, pero luego añadió "¡¡Cerveza gratis!!" Así que con eso daba por zanjado que acudiría "Voy directamente desde el curro, no llego para las 7, que espere..."
Styles no llegaba pronto ni tarde sino cuando tenía que llegar. Pero aquel día tenía que atender el catering en dos direcciones diferentes, y afortunadamente una de ellas era en Queens así que tras recoger todo el tinglado y anotar todo lo reseñable en la agenda de eventos se montó en la furgona alquilada, después de que la Rickoneta lo dejara con el culo fuera, y fue a parar por delante del mismo Paradiso para comprobar si Theo había llegado o juraba que se tiraría dando vueltas a la manzana hasta que viera a su compi de piso haciendo las presentaciones que Rick hubiera hecho escupiendo veneno. Afortunadamente a la primera vuelta ya vio llegando a Theo así que fue inmediatamente a aparcar en el primer espacio libre y desandando el camino hasta la puerta del local.
—Mi amigo Mack. ¿Qué está siendo de ti?—le dijo condescendiente y escueto antes de ir hasta el Bro y darle un beso en la mejilla.
<<Borrón y cuenta nueva mis cojones, bro. Que ya se yo para qué quiere quedar.>>
Aquella tarde Theo estaba especialmente irritado. Más de lo usual. Venía de hablar del negocio con Jamal, llevaba cinco días sin fumar y, para más inri, de una manera más que consciente que ahora lamentaba en lo más profundo de su ser se había deshecho de gran parte de su alijo. Desenganchándose; mal. Además, llevaba días sin saber nada de Ágata y la invitación del lobito fue ya la guinda. Pero guays, que todo bien. Que ya se olía a que venía. En su momento se había callado, pero puede que ahora tuviese unas cuantas cosas qué decir.
Pero, ¿para qué?
Theo llegó con las manos metidas en los bolsillos y masticando chicle de una forma tan compulsiva que estaba convencido de que se le caería la mandíbula. Afortunadamente el bro ya estaba ahí. Gracias, señor.
— ¡Epa, bro!- lo saludó, correspondiendo a su beso con un buen abrazo. Al separarse, se quedó mirando a Liam entre tenso y distante.— Buenas.- suspiró. Lo tenía atravesado, atravesadísimo…pero no se le daba bien ser un borde.— Entonces…¿qué? ¿También nos vas a invitar a la primera ronda, Mackintosh?- le dijo, alzando las cejas.
El seco saludo del ex (¿ex?) camello y el tono condescendiente de su novio no le pasaron desapercibidos, sin embargo el hecho de que estuvieran allí significaba que quizás, quizaaaaaaas, hubiera una oportunidad de que pudieran llevársela bien. O al menos, tolerarse. Puedes empezar no insultandolos en tu cabeza, por ejemplo. Se recriminó un poco a si mismo, pero es que habían cosas que quedaron siempre en el aire y que no terminaron de solucionarse. Al menos, no para Liam, aferrado parcialmente a un pasado donde la vida hubiera sido diferente.
Se limitó a sonreír de la manera que hacía cuando le tocaban clientes difíciles, de esos que no confiaban en la integridad del mercado de acciones ni de los agentes que se encargaban de manejarlo. La mayoría de veces su carismática manera de ser terminaba por convencerles o al menos lo suficiente para darle la oportunidad de mover el dinero que le daban. Y muy pero muy pocas veces no quedaban satisfechos con los resultados, lo que significaba una buena tajada para la abultada cuenta del banco del corredor de bolsa. Ojalá pudiera decir que iba a ser igual de fácil con esos dos.
-La primera ronda y las que vengan, Theodore, hoy todo va por mi cuenta. ¿O prefieres que te llame Theo?- Se le atragantó un poco el "Styles" cuando fue a saludar al otro, pero se contuvo. -Rick, linda furgoneta. ¿Rick viene de Richard? ¿O es Rick a secas?- Paso uno: familiarizarte con el cliente, que sienta que te interesas por él o ella aún si te vale madre. -Venid, os enseño el lugar. ¿Habéis venido antes? Un cliente me trajo aquí hace poco, el local es reciente pero tiene su encanto único que no vais a encontrar en ninguna otra parte.-
Los guió entonces al interior del sitio, podían verse en las paredes fotografías de películas italianas, y resaltaban especialmente imágenes a color de Sofía Loren y Mónica Bellucci. Mack buscó en su billetera y sacó una moneda, un óbolo, que mostró en la barra. Cruzó mirada con la que estaba atendiendo y le hizo un guiño, a lo que la mujer italiana puso los ojos en blanco y le indicó con un gesto que podía pasar. Lo que en apariencia era un antiguo refrigerador de pastramis se abrió para dar paso a los tres clientes, adentrándose hacia el lado oscuro del Paradiso. -¿Barra o mesa?- Dijo, mirando de reojo para ver la reacción del par.
Se quedó mirando directamente al Viking. Por más que tratará de verlo de otra forma no iba a ser capaz de quitarle los cuernos en la vida. Lo de enterrar el hacha de guerra no parecía ser fácil, mucho menos con aquellas preguntas de mierda —Rick viene de Rickísimo. Vamos Mack, no vengas a tocarme los huevos. —contestó con burla. Le habría bromeado con la opción de dónde venía Liam pero no se le ocurría de qué coño podía venir su nombre.
Lo cierto es que le llamaba mucho la atención conocer un lugar nuevo, adicto como era a nuevos hallazgos culinarios. En cuanto echó un vistazo le desconcertó que los hubiera traído a un local de mala muerte, donde no parecía haber demasiado género, más allá del típico pastrami italiano. Al menos la chica que atendía la barra era guapa, aunque no pareciera de lo más simpática a juzgar por el gesto que le hizo a Mack. Miró a Theo encogiéndose de hombros, no conocía el local, ni siquiera la zona, y no le parecía gran cosa a juzgar por las palabras del corredor.
Hasta que abrió la nevera y dio pasó a un largo pasillo iluminado por luces rojas hasta una barra en penumbra y toda una serie de contrafuertes en las paredes que daban la impresión de estar en el interior del estómago de un animal gigante, o encerrado en una jaula de huesos o escamas. Observó al tipo que hacía de bartender mientras montaba un cóctel con gran precisión.
Esto sí que mola.
Le devolvió la atención a Mack cuando este les lanzó la pregunta y contestó sin dudarlo mucho —Mesa— y aunque estaba francamente encantado con el hallazgo trató de que no se le notara mucho.
Había algo que le tocaba mucho los cojones de Mack. No sabía qué era, pero por mucho que intentase enterrar el hacha de guerra siempre acababa encontrando un motivo para torcer el gesto y girar la cara. Es que no conectaban, sencilla y llanamente. Ni en el Santa Monica, ni en el puto Ámsterdam ni ahora, ahí, en ese bar ni en otra línea temporal. El lobito ex Viking y el brasileiro se parecían en absolutamente nada. Venían de movidas totalmente diferentes, tenían caracteres muy distintos y además se guardaban viejos rencores. Pero ahí estaban los dos colgados de la misma mujer en una competición por ver quién era el más puto gilipollas aún y sabiendo que él tenía las de perder.
Arrugó los labios ante su comentario. Joder, el pavo este le ha cogido el gusto a comprar el amor de la gente. Se creerá que le funcionará.
— Gracias por el ofrecimiento Mack pero me puedo pagar las copas solito, ¿eh? No eres el único aquí que gana dinero, por mucho que te pueda sorprender.- le replicó con sorna, rematando su palabras con una palmadita en el hombro. Después escuchó el exabrupto de su bro. Ay la puta, Rick. Se tuvo que frenar para no reírse ahí mismo y guardó un poquito la compostura para que aquello tampoco se convirtiese en un dos contra uno. No era una pelea justa.— Pues no, primera vez que estoy en esta zona.- le contestó, curioseando a través del cristal de la puerta.
Sintió cierta curiosidad al escuchar sus últimas palabras pero, al entrar y ver el habitáculo con sus posters y el embutido, no pudo evitar intercambiar una mirada de “wtf” con Rick. Se guardó un mordaz “Pensaba que veníamos a echar unas copas, no a comernos un bocadillo” en la recámara y siguió sus movimientos, dirigiendo su atención a lo que parecía una moneda.
Entonces pensó que había hecho bien en callarse. Atravesó la puerta, luego el pasillo y continuó andando hasta llegar al verdadero bar. Miraba a todos lados, genuinamente sorprendido con la estética, el ambiente y la casi clandestinidad del lugar. Le daban a todo aquello un aire de prohibido que le atrapó.
Asintió a lo de la mesa.
—Vaya lobito, tengo que admitirlo. Tu sí que sabes impresionar a una chica.- bromeó, riéndose y apartando una silla para dejarse caer en ella.
-No creo que lleguemos a tener que tocartelos, Ricky, pero la noche es joven.- Mack bromeó, dando un par de palmadas en la espalda a Styles. Sentía la tensión y la molestia de los aquellos dos contra él, pero era algo ya tan intrínseco en su personalidad que le era imposible detener su boca antes de hablar. Era ese "lado Mack" como lo llamaba Ágata cuando él comenzaba a comportarse de ese modo, y los dos frente a él hacían muy fácil sacar ese lado oscuro.
La respuesta de Theo por su oferta de pagar esa noche demostraba que había interpretado bien mal sus palabras, como si Liam quisiera restregarle su éxito en sus caras. -Estoy seguro que puedes pagarlo. Pero fui yo quien os invitó, así que no veo mal que pague yo esta noche. Pero como queráis.- El corredor de bolsa se encogió de hombros elegantemente, sin perder la sonrisa.
Una vez dentro, y viendo las expresiones de ambos, relajó un poquitín su espalda. Si el sitio les gustaba, quizás podrían estar más cómodos y menos a la defensiva, incluído él. -Mesa entonces.- Convino y hacia allí fueron. Una bonita morena de largo cabello estaba ayudando al bartender esa noche, pero de momento Liam no trató de llamar su atención, sino que dedicó su atención a sus viejos compañeros de clase. Sonrió hacia Vásquez. -¿En serio lo crees? Me halagas.- Dijo, conteniendo el comentario que me había venido a la mente y que quizás habría vuelto a agregar la tensión levemente calmada tan pronto. -Bueno, ¿y qué ha sido de vuestra vida? Creo que capté algunas cosas la noche de Halloween, pero honestamente no os he seguido mucho. ¿Seguís en el mundo de la música?- Lo estaba intentando de verdad. Quería conocerlos y quizás encontrar el terreno neutral en el que podrían tratarse sin lanzas ni escudos, y él pudiera tocar el tema que realmente importaba: la brasileña y su posible futura relación.