Partida Rol por web

La espera se hacía eterna, y más aún cuando había una idea que me rondaba la cabeza...

- ¿Crees que el loco ese pasará las pruebas? - pregunté como pensando en voz alta.- A lo mejor ha llegado allí y ni siquiera les ha dicho su nombre... ¡Ja! o peor aún, les ha dicho que le han robado - solté una risita imaginándome la situación, sería francamente divertido.- En realidad seguro que le habilitan, de otro modo no creo que le hubieran hecho venir hasta aquí.

Itsua se volvió hacia Tercio. Al margen de todo, aquel hombre se había granjeado su respeto en Coscarla con su actuación e ímpetu, y un rescoldo de simpatía siempre permanecería encendido para él, salvo que cayera en la corrupción. Aun así, su práctica inteligencia no la aplicaba siempre y la desperdiciaba en extrañas conjeturas.

-Está con los Videntes. Ha sido llamado a Bastión Serpentis. ¿Crees acaso que no saben quién es, Tercio? Posiblemente mejor que él mismo, pues son capaces de ver más allá de tu propia consciencia, de tus fantasmas, de las automentiras -dijo sin asomo de cinismo alguno-. ¿Habilitarlo? Es probable, pero el camino que deba recorrer hasta ese momento puede acercarlo un paso más a la locura de la cual diría que no está muy alejado. Él representa un potencial riesgo. Uno muy elevado, pues una mente afectada por el desequilibrio es propensa a las caídas. Aunque quién sabe. Esto no son más que especulaciones por mi parte y no tengo intenciones de dejar que germinen. Si se suma como miembro de nuestro grupo esperaré a la acción para ver cómo se desempeña. Es lo que hice contigo y no defraudaste, Tercio. Al contrario que el Vostroyano o los otros que ya no están con nosotros, purgando sus pecados.

HAN TRANSCURRIDO TRES HORAS DESDE QUE LOS RECLUTAS NUEVOS BAJARAN AL ULTIMO SUBNIVEL.

- El Acólito Ostrogov conduce al recluta Varnias a su celda para que pueda descansar.

TRANSCURRE UNA HORA MAS.

SALA DEL ELEVADOR:

- Las puertas del elevador se cierran y los mecanismos se ponen en marcha.

- Sin duda el elevador desciende para recoger a otro de los reclutas inquisitoriales.

-Pronto se desvelará la incógnita. Alguien más ha superado la prueba. ¿Uno? ¿Ambos?

-No mucho... Creo que unas tres horas. Deberías descansar, el proceso suele ser extenuante. Te traeré una taza de tanna si lo deseas-dijo el guardia imperial, y tras dejar en su celda a Intius, volvió poco después con una taza que le tendió. Se quedó apoyado en la pared, mirándole. La verdad es que parecía haber salido con bastante buen pie de allí. No podía evitar preguntarse si el resto tendrían la entereza, fe y fuerza necesaria para salir airosos del mismo modo, pero aquello no era problema suyo. 

Con el incómodo silencio pasando, fue plenamente consciente de la hora que transcurría. Y los otros dos, parecía que seguían sin salir. 

Intius se metió en su celda y se sentó en su cama, apartó la porra y el chaleco que había tirado encima para dejar sitio a Vladimir, que lejos de sentarse se ofreció a llevarle una taza de tanna.

-Gracias, eres muy amable pero no... Antes de poder terminar su compañero ya había ido a por la taza en un gesto de gran amabilidad.

Unas tres horas...

Sin lugar a dudas el paso del tiempo había resultado raro. No le extrañaba que hubieran sido tres horas, también podía haber sido más o simplemente unos minutos.

-¿Va todo bien?

Todavía no tenía claro si haber llegado tan pronto era bueno o malo, aunque había salido con tan buenas sensaciones que solo podía pensar en que había sido algo positivo.

SALA DEL ELEVADOR:

- Finalmente, las puertas del elevador vuelven a abrirse en el subnivel de celdas.

- Dentro está únicamente Titus Nihilius, quien parece bastante tranquilo con sus ropas inrarrugables y sus gafas de cristal de espejo.

- Al salir, Nihilius descubre que le están esperando los Acólitos Arlan Hex y Tercio Veridio.

-¿Bien? Supongo que lo sabremos pronto, pero ahora mismo no sabría decirlo. Has vuelto, vivo y entero, éso debería ser bueno-dijo el vostroyano, encogiéndose de hombros. Sin duda, pronto averiguarían que había sido del resto de sus compañeros. O quizá no tan pronto, pero aunque el bastión tenía muchos secretos, estaba seguro de que ése no sería uno de ellos. 

-Espero que todos los arbitradores no tengáis las extrañas ideas de Arlesha... La arbitradora que estaba antes en el equipo. 

¿Vivo y entero? ¿Acaso se podía morir?

No se lo había planteado en ningún momento, para él aquello era una gran oportunidad para redimirse, no una trampa mortal, aunque suponía que los Inquisidores tendrían un filtro para no dejar pasar a cualquiera a sus instalaciones. En ese caso se alegraba de haber vuelto y pronto.

-Dicho de esa manera me alegro de haber vuelto. Dijo con una sonrisa.

Aquel hombre le resultaba agradable y atento, alguien con el que poder hablar tranquilamente.
La segunda frase lo descolocó un poco. No sabía quien era la arbitradora a la que se refería ni que había hecho.

-Bueno... si tenía ideas extrañas espero no parecerme a ella. Creo que sería una cuestión más de personalidad que de profesión, los arbitradores somos un cuerpo que hace una gran labor para el imperio y para nuestro venerado Emperador.

Por unos momentos se sintió de nuevo arbitrador y eso le gustó, hacía tanto tiempo que no pensaba de aquella manera...

-Titus -saludó Itsua al recién vomitado por el elevador-. Es posible que necesites descansar o que quieras tomar algo en el comedor. Tercio te acompañará. Es muy posible que allí se encuentre quien ya te ha precedido en el viaje que acabas de efectuar, acompañado de Vladymir.

- Itsua tiene razón, algo de beber seguro que te sienta bien, además hay que celebrar tu éxito - enseguida me puse en marcha para guiarle hasta donde estaban los demás, así me tomaría yo también un trago, que falta me hacía después de la espera frente al ascensor.- Nos vemos luego, Itsua.

Las puertas del ascensor se abren frente a mí y veo a Tercio e Itsua esperando. Salgo de la máquina y escucho las palabras del psíquico seguidas por las de su compañero. No entiendo muy bien a qué se refieren con éxito pero si sé de que me alegro de haber subido a esta parte del complejo otra vez pues nada bueno ni agradable provino de allá abajo.

Asiento a sus palabras antes de contestar:

 - "Tienes razón, un trago no me vendría mal. Imagino que Itsua se quedará esperando al tercer novato. Bueno, te acompañaré entonces al comedor. Hasta luego, Itsua."

Comienzo a caminar junto con Tercio hacía el comedor para poder servirme algo mientras esperamos a que el último de los miembros concluya su visita a los Videntes. Ojalá que a alguien si le haya servido aquello, pues a mí no.

El Erudito Materium Asclates, al servicio del Gran Inquisidor Anton Zerbe, les ha suministrado a Intius Varnias y a Titus Nihilius unos documentos con una retahila aparentemente interminable de códigos que deben memorizar.

Han pasado los últimos días encerrados en la biblioteca, estudiando todo el tiempo posible entre descansos.

Tercio pasa la mayor parte del tiempo vagueando, Vladymir haciendo gimnasia y Arlan permanece "acampado" espernado en la sala del elevador.

Pasó los siguientes tres días memorizando cogidos junto a Titus, recluidos en la biblioteca y haciendo los descansos justos para comer y dormir y poco más. Al principio su mente parecía negarse a almacenar tal cantidad de datos, pero a medida que se fue acostumbrando los códigos parecían entrar uno tras otro sin casi esfuerzo. La titánica tarea los había mantenido distraídos y desde que había hablado con Vladymir no se habían vuelto a mencionar las pruebas a las que habían sido sometidos, sobre todo cuando tres días después nadie sabía nada del tercer sujeto que había bajado, aunque parecía que Itsua le seguía esperando montando guardia en la sala del elevador.

-Si meto un solo código más me va a explotar la cabeza.

Dijo Intius apartando de sí los documentos y subiendo la mirada hacia el techo para encontrar otra cosa que no fueran interminables hileras de números y letras.

Han pasado tres días desde que salí de aquellos túneles donde un Vidente me hizo perder el tiempo al no decirme nada de mi futuro, sino que escupiéndome mi pasado y presente. El Erudito Materium Asclates nos pasó a Intius y a mí una serie de interminables códigos para aprender y desde entonces he estado recluido dentro de la biblioteca estudiándolos. No soy el tipo más brillante del Imperium pero tampoco me considero un tonto, por lo que me esfuerzo todo lo que puedo en memorizar y aprender todo aquello que se me ha entregado. Si bien no entiendo del todo la utilidad de esto pues no entiendo del todo mi labor aquí, si entiendo que es de gran valor para mis superiores el hecho de que cumpla con mi tarea y nunca antes he desobedecido una orden, no comenzaré a hacerlo ahora.

Leo todo el tiempo que puedo y comienzo a anotar los códigos en hojas de papel intentando aprenderlos mejor al escribirlos que solo leyéndolos. Luego los recito en voz alta y sigo leyéndolos en voz baja. Intento crear mnemotecnias con las cuales memorizar mejor, ya sean musicales o con sentidos fáciles de aprender. Intento todos los recursos para aprender que me enseñaron en el Mechanicus, cuando me contrataron como agente y ni siquiera sabía escribir mi nombre. En ese momento sirvieron para sacarme de mi analfabetismo, espero que ahora sirvan para conseguir mi actual cometido.

SALA DEL ELEVADOR:

- Han transcurrido tres días, y por fin las puertas del elevador se cierran y éste parece ponerse en movimiento.

- Tal vez acuda al último subnivel llamado por el oficial del Munitorum. O puede que sean servidores mecánicos que acuden a llevarse su cadáver.