Las compuertas de la sala de reuniones en la que estáis esperando se abren de par en par y una colosal figura ocupa todo el marco de la puerta.
Por un momento casi teméis que se trate de un servidor de combate Ogrette... pues su tamaño y aspecto es similar. Pero no, se trata de vuestro Amo y Señor, el Inquisidor Globus Vaarak.
La monstruosa figura ciber-aumentada del Inquisidor se sienta sobre un banco de acero reforzado, que cruje bajo su espantoso peso.
El Inquisidor hace un gesto para que le entreguéis las placas de datos con vuestros Informes de Misión Inquisitorial, y posa la palma sobre ellas un segundo, apreciativamente.
- "Acólitos míos, no tengáis duda de que leeré muy atentamente cada uno de vuestros informes de misión. Seguramente más de una vez. Pero al margen de eso, contadme, ¿cuáles han sido vuestras impresiones en la reciente misión? Decidme, en vuestras palabras, cómo os fue." -
Camino a través de la estación con mucha calma. Hemos sobrevivido a una situación muy difícil y creo que la hemos manejado mucho mejor de lo que se esperaba de unos pocos acólitos de bajo rango. Ahora, volvemos como vencedores hacia nuestro merecido descanso.
En ese momento las compuertas se abren y veo de reojo la sombra que me hace casi desenfundar mi arma, solo que no soy tan rápido con la mano. Entonces entiendo lo que veo y retiro mi mano de la empuñadura para saludar con una reverencia a mi Inquisidor.
Veo como se sienta e ingreso a la sala tomando una posición en donde quedarme y poder informarle de forma apropiada. Le entrego la placa con mi informe y le respondo con voz respetuosa pero fría, después de haberme quitado mis gafas de espejo:
- "Conseguimos acabar con herejes y desarmar una operación herética infiltrada en altas esferas de poder locales. Fue una buena misión."
Luego de eso guardo silencio, esperando a que nuestro líder hablé más y más detallado. Tampoco soy el más hablador pero creo que con eso he dicho todo lo que debía.
Valerius apenas tuvo tiempo de sobresaltarse al ver la monstruosa figura del Inquisidor. Concentrado como estaba en caminar sin caerse, adecuando su peso y equilibrándolo para repartirlo con las muletas.
El dolor seguía siendo grande a pesar de la gran cantidad de analgésicos que le habían suministrado, pero ni de lejos era como en el momento en el que aquel monstruoso servidor le había arrancado la pierna. Se miró un instante, echando de menos el miembro que faltaba, pero se obligó a elevar la frente y observar al Inquisidor Globus Vaarak.
Con la mano derecha, sujetando su peso en la muleta izquierda, cogió su placa de datos y se la tendió al fiel servidor del Emperador.
Asintió a las palabras de Titus. – Muchos herejes han perdido la vida. Fue duro pero el Emperador nos protege. – Se miró el muñón herido. – De lo contrario no estaríamos aquí. – Sonrió. El Emperador le había salvado la vida. Quería que continuara su labor. Si aquello no era una señal, nada lo era.
Tras el sobresalto provocado por la aparición del inquisidor, Intius asintió a las palabras de este, extendiendo igualmente la placa de datos, así como la placa de datos y la traducción que fue encontrada en el tecnohereje Teoma Roche, y la placa de datos con la grabación del intento de apresar y posterior combate con el obispo traidor.
- Mi señor, como bien indican mis compañeros acólitos, sólo el Divino y Sagrado Emperador ha logrado que coronáramos con éxito la misión, y pudiéramos volver con vos. Desgraciadamente no pudimos traeros con vida a Yorgos Macin, y tampoco a los otros dos herejes que ocupaban posiciones de poder. La dificultad militar de la misión fue mucho mayor de lo que presumíamos en un principio, y la amenaza del caos se cernió sobre nosotros, contaminando incluso al representante de la Eclesiarquía- Intius debe detener un momento su discurso, para tomar aire, y tras ello continúa- Como bien ha indicado Titus, el lograr eliminar una base tecnológica secreta infectada por el caos, y eliminar igualmente a altos cargos que habían caído en terrible herejía, no puede sino considerarse un éxito.
El Inquisidor Vaarak muestra una expresión preocupada ante las palabras de Varnias en su devastado rostro y procede a leer de inmediato las placas de datos y al visionado de la grabación del intento de detención del Obispo Bruno.
- "Todo esto es muy interesante. Acólitos míos, debo daros mi enhorabuena. Estoy impresionado por los recursos que habéis demostrado para afrontar una difícil situación en lo que inicialmente parecía una misión de rutina.
Me interesa esta red clandestina de tráfico de componentes. Sospecho que produjeron más servidores de combate con anterioridad, y los enviaron a otros lugares. Creo que voy a tener que investigar este asunto en mayor profundidad.
Intius Varnias, has liderado bien a este equipo de misión." -
El Inquisidor pone sobre la mesa una cajita con el emblema del Adeptus Arbites.
- "Intius Varnias, el Adeptus Arbites Calixis te asciende desde este momento al Rango de Regulador. Esas son tus nuevas insignias, Regulador Varnias." -
El Inquisidor se vuelve entonces a Titus Nihilius y sonríe, aunque su rostro está tan destrozado que inicialmente cuesta discernir que esa espantosa mueca es en realidad una sonrisa y no un gesto de furia a punto de ser desatada.
- "Nihilius, no tengo insignias brillantes para ti, pues el tuyo es un oficio más discreto. Desobedeciste órdenes de tu jefe de misión, pero aun así fuiste esencial según todos tus compañeros para el éxito de la misión.
El Adeptus Mechanicus de los Tornos tiene a bien considerarte desde este momento un Halcón Nocturno. Enhorabuena, Acólito Nihilius.
Ah, y puedes conservar el armamento avanzado que obtuviste al matar al tecnohereje Roche. Siendo como eres originario de un Mundo Forja estoy convencido de que comprendes la importancia y valor de esas armas, tan difíciles de fabricar hoy día, y que sabrás tratarlas con la veneración que se merecen, pues son reliquias del Adeptus Mechanicus.
Mi consejo es que seas discreto en su uso, pues mostrarlas abiertamente puede atraer miradas codiciosas y despertar una curiosidad no deseada.
Acólitos, os merecéis un corto descanso en la Finca Specula Maris. Descansad, recuperáos de vuestras heridas, y estad preparados para la próxima vez que vuelva a necesitaros.
Podéis marchar." -
Valerius escuchó las últimas palabras del Inquisidor, y asintió con una reverencia cuando les despachó. Entonces se dio media vuelta y comenzó a andar en dirección a la salida, apoyándose sin quejarse en sus muletas.
Y con la única finalidad de alcanzar la enfermería y que prosiguieran los cuidados sobre él.
Asiento con respeto a las palabras de nuestro señor y le agradezco en silencio su apoyo. Sé que tengo ahora objetos de gran valor y planeo cuidarlos con la devoción que merecen pues algún día serán de inestimable ayuda para nuestra célula si son blandidos con suficiente pericia y devoción.
Me retiro junto a mis compañeros a la orden, preparado para viajar pronto a Specula Maris una vez más, a descansar y a prepararnos para nuestra siguiente misión, pues en la vida de un acólito, el verdadero descanso solo llega cuando se está muerto.
- Mientras Valerius y Titus se levantan para marcharse, Arlesha, Cerberus y Varnias se quedan inmóviles, con lo que se produce una situación extraña y un tanto embarazosa.
La unidad Cerberus abandonó la sala siguiendo las órdenes del Inquisidor Globus Varaak, convenía ser prudente y no demorar sus tratamientos médicos para así acelerar su recuperación.
Por unos instantes Intius no es capaz de pronunciar palabra tras el ascenso. Luego sonríe a su señor.
- Os agradezco vuestras palabras. Haré todo lo posible por demostrar ser digno del mérito que me otorgáis. Que el Sagrado Emperador os colme de bendiciones, mi Señor Inquisidor- dijo con tono de profundo respeto.
Hecho esto salió igualmente de la sala e hizo un gesto para que sus compañeros le esperasen. Había algo de lo que tenían que hablar.
- Arlesha parece extrañamente reacia a moverse, pero finalmente obedece a Intius y se levanta. ¿Estará acaso ofendida por no haber sido ascendida al rango de Reguladora siendo más veterana en el séquito que Intius?
- Todos abandonáis la sala y seguís a dos anodinos servidores a través de varios corredores, que acaban conduciendo en una sala de espera en la que aguardáis la próxima lanzadera que descienda a la Colmena Tarsus (donde está el espacio puerto planetario de Escintila).
Intius Varnias toma asiento mientras respira pesadamente y luego mira a los presentes, uno por uno.
- Todos habéis sido vitales para el éxito de la misión. El Sagrado Emperador nos ha dado su bendición, y hemos sobrevivido, tras enfrentarnos a numerosos peligros. Algunos hemos prosperado, y otros, estoy seguro, si siguen en la fe, prosperarán pronto. Sin embargo es cierto que tenemos numerosas heridas, y que parte de nuestro equipo se ha perdido. - mira entonces a Cerberus y Valerius- Creo que lo prioritario es que los más gravemente heridos puedan recobrar el grado mayor de capacidad. ¿Podéis afrontar los gastos de suplir vuestras heridas con extremidades artificiales?
La voz de Initius sacó a Arlesha de sus pensamientos más tarde que pronto, la entrega de los informes le había recordado los horrores de la última misión y era incapaz de dejar de sentirse responsable de la heridas de sus compañeros, especialmente de Initius ya que con su impulsiva actuación casi consigue que lo maten.
- Los altoparlantes anuncian que ya está abierto el embarque en la próxima lanzadera que baja a tierra. Según vuestros billetes, es la vuestra.
Valerius echó a andar en silencio y algo malhumorado. Pues claro que no podía afrontar los gastos de una pierna artificial. ¿Qué se creía Intius?
Sacudió la cabeza. No era culpa de Intius ni de ninguno de sus compañeros. Valerius se daba cuenta. Sólo era el dolor que se abría paso y le hacía estar de mal humor constante.
- Apenas tengo unos mil tronos. - Indicó a Intius. - Tendré que ahorrar unos meses más antes de poder comprarme una pierna nueva. - Añadió con una sonrisa forzada.
- De todas formas mis habilidades nunca incluyeron la velocidad o la agilidad. Puedo seros de ayuda con mis conocimientos, o para aliviar vuestras almas. - Tal y como le había sido ordenado cuando le enviaron a la Finca Specula Maris.
Salimos de la presencia de nuestro Inquisidor y escucho las palabras de mis compañeros acerca de recuperar las partes de su cuerpo con partes biónicas que podrían costearse ellos mismos. Según las palabras del Novicio Valerio, él no cuenta con los recursos para costearse el implante. Respondo sin demasiado interés al tema:
- "Podrías hablar con tus superiores para que te paguen los gastos y luego lo descuenten de tu remeza mensual."
Entonces escucho el ruido por alto parlante que nuestro vuelo ha llegado, el que nos llevará directamente a la superficie del planeta. Es hora de volver a casa.
- Yo también tengo necesidades. Para empezar una armadura nueva, y también necesitaré mejoras para mis pulmones y, probablemente, pronto sea el momento de cambiar esto- se señala al parche corrector- por un ojo auténtico. Sin embargo dudo que mi economía sea suficiente para afrontar esos gastos de golpe. En el caso que tras una de mis compras, no pueda comprar otra, el resto lo destinaré a prestar ese dinero, a cualquiera de vosotros, si con ese préstamos podéis cualquiera de vosotros (y si es los dos mejor) afrontar los costes de tal operación. Evidentemente, me devolvéis el préstamo cuando podáis. Prefiero que seamos todo lo autosuficientes posible; nuestro señor inquisidor tiene otras preocupaciones, y si podemos ir arreglando nuestros asuntos sin pedir más ayuda de la imprescindible, tanto mejor- tras la oferta mira a Titus, y asiente, para luego mirar al resto de compañeros- Volvamos.
- El grupo embarca en la lanzadera empleando los Cognomen de Mercenarios del Coblast que regresan a su cuartel general, en la Colmena Sibellus.
// Salen de escena: Agente Rais, Cerberus, Regulador Varnias, Novicio Valerius, Nihilius.
// Siguen en: Finca Specula Maris.