Partida Rol por web

Alice miró con fastidio la diminuta manchita de la falda que no parecía querer irse. Apartó a un lado la servilleta y apoyando su mano en la de Ettringer se puso en pie.

- Por desgracia parece que este funeral esta resultando menos solemne de lo que debería, ire a comprobar si está en el tocador, la pobrecilla está muy afectada.

Ni en el piso de arriba, ni en ninguna de las salas abiertas al público, ni en el exterior, ni en el patio, ni tampoco había regresado a su hogar.

¿Dónde demonios se encontraba Ethel Goodson?

No era propio de ella, no de una mujer tan tranquila y comunmente conocida como de buena cabeza y agudo intelecto, nada dada a dramatismos ni escenas melodramáticas. No era propio de ella desaparecer sin más, sin avisar. Tampoco había sido propio de ella el dar el espectáculo lacrimógeno que había estado dando hasta que decidió huir de escena...

Durante unos minutos el funeral se había transformado en una búsqueda, tranquila al principio, un poco inquieta poco más tarde. Posiblemente hubiese partido a dar una vuelta por la playa, o por el bosque, o... Había múltiples opciones, pero como nadie se esperaba que dejase de dar señales de vida, nadie sabía dónde buscar.

Un semblante pálido surgió a través de la puerta de entrada. Lucinda había regresado, despeinada. Había recogido el sombrero que le había volado al salir huyendo en busca de un poco de calma y había regresado más tranquila al funeral. La desaparición de Ethel le fue comunicada, pero no pareció mostrar interés alguno por la mujer. Se limitó a encogerse de hombros y a deambular por el salón mientras los demás recorrían los alrededores y la casa en busca de la buena de Ethel.

Y entonces, justo entonces, fue cuando la aparente paz y tranquilidad de Runville se fue al garete. Unos gritos horripilantes fueron la causa de ello.

Al escuchar los ensordecedores gritos, la práctica totalidad de los presentes salieron al exterior de la mansión. En otras circunstancias menos dramáticas y alarmantes la escena habría resultado cómica, con todos los presentes arremolinándose y apretujándose en el pasillo que conducía a la salida de la casa Ennis, haciendo esfuerzos por salir a ver qué sucedía y tratando de no ser aplastado contra una pared. Poco a poco el taponamiento que se había provocado la estampida de los presentes hacia el exterior fue disminuyendo, y todos se agolparon en el porche, entre las magestuosas columnas, atentos a la procedencia de los gritos.

Ver correr a Katharina Smith, tan anciana antigua maestra del pueblo, resultaba tan increíble que de no estar presenciándolo con sus propios ojos, jamás lo habría creído ninguno de los presentes. Pero allí estaba, corriendo hacia la casa por el sendero lateral. Corría, corría y corría al borde del infarto, corría lo más rápido que sus enclenques piernecillas le permitían.

Y gritaba. Gritaba como aquel que ha visto al demonio. Gritaba como si el mismísimo Diablo la persiguiera para arrastrarla con él al fondo del infierno. Su tez, blanquecina de por sí, se había quedado pálida como la de un cadáver, incluso a causa del esfuerzo tan tremendo que estaba realizando y de los gritos, su rostro se veía blanquecino, mortecino y más apergaminado que nunca.

Y por fin se aproximó a la casa. Tomó todo el aire que sus colapsados pulmones le permitieron y bramó unas palabras que nadie en el pueblo dejó de oír, por lejana que fuese su posición. Chilló como nunca antes -ni nunca más- lo volvería a hacer.

-¡ETHEEEEEEEEEEEL!!!!!! ¡ESTÁ MUERTA! ¡¡¡¡MUERTA!!!! ¡¡¡¡EN EL CEMENTERIO!!!! ¡¡¡¡¡LA HAN ASESINADO!!!!! ¡¡¡¡¡SOCORROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!

De pronto, Katharina se llevó una mano al pecho, deteniéndose con brusquedad y emitiendo un gemido de insoportable dolor. Acto seguido cayó al suelo, inmóvil, con el rostro contraído y las pupilas dilatadas.

Nadie sabía si lo que había bramado era cierto, pero nadie habría de poner en duda la veracidad del infarto que la anciana estaba sufriendo en aquellos momentos.

Un cumulo de sospechas, de indicios obviados por la cortesía empezó a removerse bajo el caduco pecho del ex policía.

Su primer instinto era correr hacia el lugar donde decían había un cadáver, pero sabía que carecía de autoridad para ello, a menos que fuera invitado.

Tenía que ayudar, como mejor fuera posible. Así es, que empezó a moverse, pero para organizar a los allí reunidos.

Muy bien, Talbott.

Y no acabo la frase, porque no hacía falta.

Busco con la mirada al doctor, debería ir con el jefe de policía. Por favor que alguien se ocupe de despejar al señor Dwight.

Julian averigua que ha pasado.

A los demás, vuelvan dentro por favor. Por el momento será lo mas prudente.

Había hecho lo que tocaba, sacar a las personas que oficiosamente estaban ya de servicio del resto de los invitados, y controlar a la masa de gente que tendría curiosidad morbosa por ver si la vieja maestra tenía razón.

Por su parte solo se había dejado a una persona sin nombrar, al joven Rudy Godson. Pero esperaba que fuera los suficientemente hombre para saber qué papel tenía que jugar ahora.

En cuanto hubiera conseguido mantener a todo el mundo dentro de la mansión pensaba tener una palabras con Lucinda Enis. Tenía la sensación de que ella debía de saber algo de lo que estaba pasando…

Charles abrazó a su mujer por la cintura con firmeza y fuerza, a la par que preocupado cuando la mujer comenzó a gritar, y luego cayó desplomada, presa del instinto, tras mirarla un instante para comprobar que su consteranción no era mayor que la de el propio Charles, busco con la vista a sus padres.

Has visto a pá y má le dijo a Serena con cierta aprensión y urgencia.

Habían venido juntos con la señora Ethel y hacía unos minutos que los había perdido de vista.

He de ver la escena antes de que destrozen el escenario - pensó instintivamente.
Se acercó a su antigua profesora y mientras la acompañaba hasta una de las sillas para que pudiese sentarse le dijo con voz cariñosa y tranquila - Esta bien Srta. Smith, cuenteme exactamente que ha pasado.

Alice se acercó asustada a la anciana profesora. Vio sus pulpilas dilatadas y gritó aterrorizada.

- Por Dios, doctor venga rápido, creo que esta teniendo un infarto!!!

Se dejó caer temblorosa junto a la señorita Smith sin saber que hacer.

Vivien avanzó rápidamente hacia Katharina, no era médico pero sabía reconocer un infarto y le preocupaba la avanzada edad de la señorita Smith.

Yo ayudaré, pero necesitamos al médico - su voz sonaba apurada mientras preparaba a Katharina para practicarle primeros auxilios frente a un infarto.

Vaya funeral, acababan de enterrar al señor Ennis y ya tenían una asesinada y otra en proceso de infarto. Por Ethel ya no se podía hacer nada, pero si fue asesinada su asesino no podia estar muy lejos de allí, no se sentiría segura hasta que dieran con él/ella; pero Katharina Smith, a pesar de sus años quizás podía salvarse, difícil, pero no imposible. No había visto Vivien obrarse muchos milagros en su corta vida laboral, pero los hay. 

Un día realmente negro parecía cernírce sobre el pueblo.
!!!Joder!!! No, ella no Quiero ayudar, dime que tengo que hacer - Dijo dispuesto a ayudar en lo que fuera para salvarle la vida