Rupert dejo salir un bufido de aire por la nariz mientras la joven por una vez demostraba tener sangre en ese cuerpito. Y pudo constatar un par de cosas que por el momento se le escapaba.
La primera era que aunque no fuera una cuestión de tiempo, aquella mujer miraba mucho su reloj. Así que podría ser una pista.
La segunda, el resorte de aquella mujer, lo que la hacía vivir y padecer, era el recuerdo de su madre. Y la mera idea de que alguien pudiera hacer algo con objetos de este era suficiente para ponerla a la defensiva.
Espero a que acabar el chaparrón, obviando los insultos. Porque si no fuera capaz de aguantarlos, seguramente hace mucho tiempo que se habría equivocado de oficio. Y aquellas palabras dichas por alguien que no le importaba eran insípidas.
No voy a registrar la habitación de su madre, al menos no ahora. Y siéntese. Esta en un interrogatorio, no en una fiesta.
Rupert la miro sin amilanarse, si ella prefería a un hombre rudo, sería un hombre rudo. Y en cierta manera se había cansado de ser un hombre complaciente con aquella niñata.
Ahora enséñeme su reloj, y conteste a otra pregunta.
Dio algo de tiempo para que la pregunta tuviera algo más de efecto y para medir las reacciones de la joven.
Pues no te puedo contestar con la verdad.
El tema del registro, es complicado, porque en América y en España no tienen nada que ver. Y lo cierto es que depende de cada estado, y también habría que ver qué tipo de normativa tenían en los años 20.
No obstante, te explicare algunos puntos.
Los domicilios tienen el punto de que no pueden ser registrados mientras no lo diga un juez. Pero siempre que el ocupante te invite a pasar puedes hacerlo.
Entiendo que al haberse cometido un crimen en el cementerio de la casa, esta podría estar directamente bajo investigación criminal, y considerarse escenario del crimen. Y por tanto, no necesitar la invitación.
A efectos de juego, esta bien lo que has narrado, porque ella no tiene porque estar al tanto de dichas cosas si no tiene, er… derecho al 25% o algo asi. XD
De todas formas, que ella estuvieran según ella, en una habitación sola, sin que la viera nadie, no es precisamente una cohartada muy solidad. Aunque la cama tuviera arrugas, estas podrían estar ahí desde hacia tiempo, y seria completamente circunstancial.
Por eso de momento Rupert va a intentar centrarse en otros aspectos de interrogatorio, porque aun le quedan cosas por averiguar, y porque no quiere que ella sepa que esa cohartada es una castaña, al menos de momento.
En un interrogatorio, cada pieza de información, veraz o falsa, es un carta que hay que jugar muy bien, muy muy bien.
De todas formas, puedes ir consultándome las dudas, una por una, si quieres habre una escena al uso para ellas, y voy desglosándote las respuestas, porque en el tema policial, cada situación tienen tantos factores externos que dos asesinatos no tienen porque dar los mismos resultados.
Lucinda se acercó de nuevo a la mesa, pero no se sentó, limitándose a apoyarse en ésta mientras te alargaba el reloj de pulsera que acababa de sacar de nuevo del bolsillo.
Era un reloj muy caro y bastante antiguo. Hasta hacía unos pocos días descansaba en el bolsillo de Henry Ennis. Nunca se separaba de él. Ahora, como todo lo demás de la casa, era herencia de Lucinda.
Era de plata pura, hasta la cadena estaba exquisitamente tallada con el mismo material. Poseía una primorosa tapa fina que protegía la esfera. Dicha tapa se abría accionando un botoncito sobre la esfera, en el lateral del reloj. Ciertamente era un objeto muy caro, pero anodino.
-Muy bien, adelante con la última pregunta. Dispare, señor Rudo.
Mostraba el mismo aburrimiento que al principio, como si aquel intercambio de impresiones la hubieran llevado hacia el hartazgo.
Que sabe de la muerte de su hermana y de su madre.
La pregunta fue directa a la yugular de la joven, una vez más, encaminada a sacar de sus casillas a la joven. Pues estaba claro que las tribulaciones de su padre la habían llegado a apartar del carácter de una joven normal, y por el momento lo único que mostraba era una intensa reacción a cuanto tuviera que ver con su madre.
Si eso era así, podría explicar porque una mujer como ella sería capaz de acabar con la vida de una mujer sencilla y algo corta, como podía ser Ethel Goodson, que portaba en su mano muerta una imagen de la familia al completo, como si aquello fuera una advertencia, o quizás una pista de lo que le había ocurrido, de cuál era la causa de su muerte.
Los ojos inactivos de una dama tornan en los de una salvaje fiera deseosa de arrancarte los ojos. Parece que has tocado su punto débil... O quizás es que ella pretende que lo creas así. Es imposible de saber con una jovencita tan absolutamente extraña y alejada de la realidad.
-Dado que nada tienen que ver con Ethel, nada voy a contarle, pues no estoy aquí para satisfacer su morbosa curiosidad. Y no me venga con monsergas de que tiene derecho a saber y yo el deber de responder. Usted ya NO es policía, por mucho que se lo siga creyendo. Y precisamente como ya NO es policía...- tras recalcar dos veces el "no" hasta elevar su voz una escala, se pone en pie y se dirige a la puerta, la cual abre, apoyándose en el marco- Haga el favor de salir del despacho de mi padre... De MI despacho, mejor dicho, el cual yo NO le he invitado a usar y usted NO tiene el derecho a ocupar. Si quiere saber algo sobre mi familia, que venga un policía de verdad a preguntármelo, no un secuaz de pacotilla.
Se te queda mirando colérica, aunque sus ojos, antes iracundos, ahora emanan un aura extraño, como el de una consumada actriz que se sabe muy bien su papel. ¿Es real su reacción? ¿Es fruto del papel que ha decidido adoptar en esta trama? Lucinda es un enigma con múltiples preguntas y, de momento, demasiado escasas respuestas.
En el caso de que pretendas vislumbrar si actúa o si es real, siempre puedes emplear una tirada de psicología.
Te levantas y sales del cuarto, resignado, dispuesto a reunirte con tu amigo Maurice Talbott. Éste se halla aún ocupado en un interrogatorio -concretamente, el del hijo de la asesinada, a quien nadie había tenido a bien informar aún de la muerte de su madre-. Los lamentos del joven son tan inquietantes que sientes cómo se te eriza el vello de los brazos. Es una parte de tu antiguo trabajo a la que es difícil acostumbrarse, si es uqe uno llega a hacerlo alguna vez.
Al pasar junto a Maurice notas cómo introduce algo en tu bolsillo. Un gesto te indica que no debes mirarlo en presencia de Rudy, así que procedes a alejarte como si nada hubiera pasado.
Al llegar a tu solitaria casa, introduces la mano en el bolsillo de la chaqueta para ver de qué se trata.
Es una especie de cartoncito. Te percatas de que es una tarjetita de color negro con un símbolo rojizo, una especie de caracter extraño, posiblemente la insignia de algún tipo de culto religioso. Al virar la tarjeta, ves que tiene una dirección escrita... Es la de la hospedería que regenta Mary Stone. Y hay una fecha a continuación. La de mañana por la noche, a las 11 de la noche.
¿Qué demonios ha querido decirte Maurice metiendo ese cartoncillo en tu bolsillo?
Fin de escena :)