Partida Rol por web

Antecedentes antes de la escena

Al frente de la inspección de policía hay un café, hay sillas que dan al exterior del lugar y otras que están adentro del sitio. El policia asistente  Tom Lewis les dijo que podrían esperar ahí, al frente de la inspección para que tomen algún café mientras esperan una reunión que se tendrá con los oficiales de la ley. 

Oportunidad perfecta para hablar y encontrarse con  Jonas Marchaud, un investigador privado que contrató  Lord  Horton, persona cuya naturaleza conoce bien  Bella.

(Katharina no sabe quien es él, es más se sorprende de la presencia del investigador privado)

Sea como sea, Lord esta pagando de su bolsillo el servicio de este hombre quien al parecer esta interesado en saber el paradero de vuestra hermana y sobrina.

Ambas mujeres tienen tinte de preocupación. El asistente de policía vendrá a buscarlos en cualquier momento. No se sabe si las autoridades sepan algo más.

Situación actual

Las dos mujeres se encuentran en una mesa esperando, cuando  por la puerta aparece Jonas Marchaud quien las identifica. Sabe quienes son, Lord le proporciono la descripción de ambas.

Antes de la reunión la señora  Conneau, tía de Katharina, recibió una nota del nombrado señor, comentándole los servicios del investigador privado, sorprendida por la "generosidad" del hombre (de quien nunca esperó ayuda)

Un mesero acaba de dejar dos tazas de té en la mesa de las mujeres.

Lord Horton te pide prudencia en relación a las reales relaciones familiares entre él y las dos mujeres, y te pide que no reveles esa información con nadie, ni siquiera con la policía. Es un secreto.

Tienes la oportunidad para conversar con ellas y gentilmente interrogarlas sobre lo ocurrido.

La relación con Lord es un secreto familiar que es mejor no divulgar, es muy incomodo.

Sentada en la silla, Bella, en otro tiempo una mujer muy atractiva, seguía sin aparentar su avanzada edad, si no fuera por el convencionalismo de sus ropajes. Vestida con una rebeca azul oscuro, bordada con motivos florales y una falda de tres cuartos a juego, combinaba a la perfección con el grueso abrigo, ya usado, y el pañuelo de seda que había en la percha. El único detalle de “cierta modernidad” que permitía aquel severo rostro era el sombrero cloche con motivos florales que disimulaba el tenso moño que sujetaba su blanco pelo.

Sobre sus rodillas, y fuertemente agarrado, reposaba un enorme monedero que hacía las veces de bolso, y, apoyado en la mesa, reposaba un paraguas, que a todas vistas ya parecía haber sido usado contra más de un pobre diablo.

Sí. Bella aparentaba tener la plena capacidad de descarrilar un tranvía si así se lo proponía. Y muy posiblemente después el maquinista le hubiese pedido disculpas.

Con cierta cara de desaprobación mira las dos tazas de té. Justo antes de que se vaya el camarero, Bella golpea con su paraguas tres veces en el suelo para llamar su atención. Mirándolo reprochadoramente por debado del ala del sombrero, le dice.- Joven, dígame usted. ¿En qué país civilizado que se precie no se sirven pastitas con el té?-.

Cuando ya el sonrojado camarero les trae unas pastas, Belle saca su pañuelo y deposita algunas con disimulo en el interior y las guarda en su bolso.- Hay que estar preparada, querida. Vienen tiempos difíciles.- Comenta a Katharina al intuir su mirada.

Poniéndose más azúcar del necesario en el té, le dio un breve sorbo, agradeciendo su calor. Viendo como un hombre se acercaba a ellas, finalizó con su sobrina lo que parecía ser una ya eterna discusión familiar, mirándola cariñosamente.- De todas formas sigo pensando que ya deberías haberte casado y dejar todos esos libracos que solo traen ideas raras, como tu hermana.- Cuando dijo esa última palabra, no pudo disimular que se le quebrara la voz, asomando unas lagrimas en sus ojos que no llegaron a caer, gracias a la maestría de Bella con el pañuelo.- Ay, Dios mío... ¿Dónde estará, Katharina?-.

Dicho esto, depositó suavemente el té en la mesa y sonrió educadamente al hombre que se les acercaba.

Jonas llego al café con una expresión seria, casi molesta podría decirse. Esa cara que se le queda a uno cuando no ha conseguido lo que se propone. A primera vista parecía un hombre taciturno. Nada más lejos de la realidad. En cuanto tenía un caso entre las manos, se entregaba con pasión a su trabajo, y cuando estaba una entrevista con alguien, lo más probable es que lo acribillara a preguntas, una tras otra, como una ametralladora.

Vestía un traje gris oscuro, muy discreto, del tipo que usaría cualquier hombre de la época para no llamar la atención. Camisa blanca y una corbata negra más estrecha de lo normal según la costumbre de la época.

Allí encontró a las dos mujeres que le esperaban tomando un té. Se sorprendió cuando vio a Katharina, mucho más flaca de lo que esperaba. Se había hecho una idea preconcebida por una foto que Lord Horton le había mostrado de las gemelas. A Jonas no le gustaban las mujeres tan delgadas, además, iba demasiado escotada, así que no le pareció una dama muy decente. – Mejor así –Pensó, si había algo que a Jonas le gustaba más que una mujer, era sin duda su trabajo. Por lo que se alegró del hecho de que entrevistar a la joven no causara ninguna distracción indeseada.

“Buenos días” – se acercó a la mesa – supongo que usted es Ms Arrichet y Mrs Conneau. ¿O quizá debiera llamarla Ms Conneau? – asintió esperando una respuesta. – Bueno, yo soy Jonas Marchaud. Entiendo que Lord Horton les aviso de mi presencia.

Un mesero pasa al frente de la mesa, y le pregunta al hombre que acaba de sentarse: "¿Le ofrezco algo señor?"

Me gustaría tomar un café Americano, por favor. – No era muy normal que un gentleman de la capital del imperio tomara café. De hecho, era bastante arriesgado tomarlo en cualquier parte de la geografía inglesa ya que siempre existía la posibilidad de sufrir nauseas debido a la calidad de este y al poco conocimiento de los empleados de la hostelería a la hora de prepararlo. Pero a Jonas, sin duda, le gustaban los riesgos…

-Puede usted llamarme Srta. Conneau. Mi marido murió ya hace tiempo... - dijo apenada y, en un alarde de sufragismo feminista británico poco usual en ella, añadió orgullosamente.- Ahora tengo de nuevo mi apellido propio.- Entonces, agradeciendo la educación mostrada por el caballero le indicó.- Si quiere acompañarnos.- Señalándole una silla vacía.- Mi sobrina y yo estábamos recordando viejos tiempos. ¿Debo suponer que usted es el investigador que contrató Lord Horton? Es muy amable por su parte ayudarnos. Háganos el favor de transmitirle nuestro más sincero agradecimiento.-

Dicho esto se giró a su sobrina, comentando en voz baja pero perfectamente audible.- ¿Has visto que joven más educado? Y tiene trabajo fijo.- Dándole un golpecito de complicidad en el brazo y guiñándole el ojo.

Los ojos verdegrisaceos de Katharina se pusieron en blanco tras el golpecito de su tía. Lo que la faltaba. Sin embargo mantuvo la compostura mientras jugueteaba con el colgante que llevaba la foto de su hermana.

Tía Belle...—suspiró con desgana para luego mirar fijamente al investigador cuando pidió el café, como evaluandolo. La taza de la joven estaba llena, pues no tenía ninguna gana de tomar nada. De hecho llevaba un par de días sin comer, cosa que se notaba en su bello pero demacrado rostro.

Yo soy Katherina Arrichet... pero puede llamarme Kathe si le parece bien. No me gusta que pongan el "señorita" delante... es etiquetarme, cosa que detesto. Pero por favor, sientese...—sugirió amablemente. En aquel momento deseó haberse mirado al espejo antes de salir en casa ya que sentía las miradas reprobadoras de la gente pero estaba tan preocupada por Dionisia...

El mesero hace una reverencia y  se va a buscar el pedido del hombre. Al rato llega con el café  y tres panesillos, cortesía de la casa.

Muchas gracias—dijó sonriendo dulcemente al camerero antes de que su tía soltase alguna barbaridad como que no habían traido mantequilla. Cuando el hombre se fue hizo una indicación al panecillo educadamente.

Comalo usted si quiere, yo no tengo apetito... Lo único que quiero saber es donde está mi hermana. Estoy muy preocupada y creo que la ha ocurrido algo...

Gracias – dijo Jonas al tiempo que se sentaba. – Iré directamente al grano. En primer lugar les pediría que no revelasen los detalles de esta reunión a la policía. Me gustaría mantenerme independiente y no tener ninguna interferencia por parte de las autoridades. Ya me entienden, a veces es más fácil conseguir las cosas al margen de la ley. Por favor, díganme ¿Cuándo fue la última vez que tuvieron contacto con Mrs Pyro?

Habiéndosele adelantado Kathe en el asunto de los panecillos, Bella no pudo más que apretar los labios en gesto de desaprobación. Aún así, en voz baja, y para regocijo de Kathe, expresó su pensamiento.-... y no ha traído mantequilla...-.

Centrándose en la conversación, escuchó las palabras del investigador, alarmándose claramente cuando insinuó realizar algún tipo de acto ilegal y mantener al margen a la policía. Entonces recordó vagas noticias de corrupción entre la policía, sobretodo en Estados Unidos y todo aquel feo asunto de la bebida de contrabando.- Mmmmm.... está bien.- le dijo al joven.- Por ahora mantendremos cierto secreto para con la policía, pero que sepa usted que esto es el Imperio Británico. No somos como esos yankis rebeldes que traicionaron al buen Rey Jorge. Somos personas civilizadas.-(1)

Tomando un pequeño sorbo de té, continuó con cara de preocupación.-Hace tiempo que no la veo. Nos carteábamos regularmente, eso sí, pero cuando murió su marido, Edd, Dionisia quedó destrozada y se retiró a su casa en un lago. Hace ya varias semanas que no recibía carta alguna suya, pero lo respeté porqué puede que necesitara su tiempo y no quería agobiarla.- A todas vistas parecía ocultar un tema que la incomodaba, pero no dijo nada más. Súbitamente preocupada, se gira hacia Kathe.- A lo mejor esperaba que la fuera a ver. A lo mejor no quería estar sola. ¡Oh! Virgen Santa ¿Y si ha hecho algo terrible? No ni quiero pensarlo.-

Tia...— dijo suavemente Kathearina. Probablemente la chica hubiese podido dar una disertación a su tía sobre el incidente al que se refería pero aquel no era el momento ni el lugar. Cuando su tía comenzó a ponerse nerviosa la chica se levanto poniendo las manos encima de la mesa y dejando ver parte de su generoso escote y sus voluminosos senos....hacia la mujer ya que se había sentado frente a ella y el detective estaba entre las dos formando un triangulo.El colgante se balanceaba y por primera vez la joven expreso con su mirada algo totalmente distinto a la preocupación. Era la más pura convicción y determinación.

Ni se te ocurra pensarlo: "Nisia" está viva y jamás se haría algo así misma...ni a nadie.

La joven volvió a sentarse llevandose las manos a la cara en un gesto de tristeza y frustración tratando de controlar las lágrimas.

No...Nisia ES muy buena persona y es valiente...y... algo la ha pasado pero está viva...se lo puedo asegurar... Iba a ir a visitarla y se lo dije en mi última carta pero no recibí respuesta así que me dispuse a ir a su casa y....

El mesero un poco apenado trae la mantequilla, y pide disculpas con la mirada y se aleja.

Jonas las miró preocupado. Tenia la impresión de que no obtendría ningún dato esclarecedor de esta reunión. - Bueno, parece que no tienen ningún indicio que apunte a alguna razón para la desaparición de Mrs Pyro. La verdad es que no tenemos mucho tiempo antes de que venga la policía, así que por favor, díganme ¿Tienen alguna idea de donde podría encontrar, o empezar a buscar a Mrs Pyro? ¿Se les ocurre algún motivo por el que alguien pudiera estar interesado en hacerle algún daño?. Y un par de preguntas mas: ¿A que se dedicaba Mrs Pyro, cuales eran sus aficiones? y ¿de que murió su marido?