Partida Rol por web

Tras los miedos de Nikolai, espada en mano, empezáis a caminar. El camino por el interior del desfiladero pronto se vuelve intimidante. Habéis escuchado una voz femenina, de eso estáis seguros, así que podrían estar por cualquier parte. Incluso en la parte superior del cañón. Quizá una emboscada. Pero de quién y con qué motivo. Nadie debería esperaros, nadie debería estar planeando una emboscada. Quizá sean supervivientes del ataque. Quizá saqueadores, en cuyo caso, tendría sentido una emboscada.

Finalmente escucháis la tierra desprenderse. Miráis a todos lados, nerviosos, pero ha sido más adelante. Curiosos, os acercáis a ver. Y por fin, tras un giro podéis ver a una chica subiendo por una ladera del cañón. Otra chica está en lo alto, sujetando con una cuerda a la que aún está subiendo. Las reconocéis por los ropajes, son las gemelas. Y parece que una de ellas os ha visto.

- Rápido hermana, tenemos compañía.- Dice una de ellas.

La otra parece girar algo la cabeza y seguir subiendo, esta vez con ritmo acelerado.

Ahí estaban las gemelas, y parecía que huían de ellos. ¿Que pretendían? Las intenciones de las dos mujeres habían sido un misterio todo este tiempo, y ahora Kitnawa empezaba a sospechar que no eran buenas.

- ¡Eh! -gritó Kitnawa- ¿Que ocurre? ¿Por que huís de nosotros?

Situándome a la cabeza del grupo, me puse a seguir el rastro, guiándoles por el sendero hasta llegar a una cueva bastante bien escondida, desde dentro de la cual se puede escuchar a alguien hablando.

Tenía yo razón- pensé, con una sonrisa de satisfacción en el rostro -Ahora veamos quienes son- me dije, mientras comenzaba a caminar por el desfiladero junto a los demás, hasta que dimos con la dueña de la voz que habíamos escuchado. Eran las gemelas, que ascendían por la ladera ayudadas por una cuerda.

Que suerte tengo- pensé, al verlas, aunque ellas no parecieron pensar lo mismo, pues en cuanto una de ellas nos vio, empezó a instar a la otra a que subiese más rápido.

Eso... ¿por qué tanta prisa?- les pregunté con infantil, al ver que intentaban dejarnos atrás -Será divertido- añadí, con una sonrisa, tras lo cual me dispuse a intentar alcanzarlas.

El rastreo nunca ha sido una habilidad que a Kanu se le hubiese dado bien por lo que había aprendido a hacer caso a aquellos que si lo dominaban. El joven shaman había seguido a sus compañeros por el tortuoso camino con el mayor sigilo del que era capaz (lo cual no era mucho decir). Al escuchar las voces femeninas, su cuerpo se tensó y su mente entró en un estado de alerta máxima, preparado para liberar toda su energía contra un posible enemigo.

Sin embargo, cuando vió a las gemelas, sintió una punzada de alivio. Por fin las habían encontrado

-¡EHHHH! ¡Soy yo, Kanu! ¿Os acordáis de mi?- Les gritó con fuerza. Encontrar a las dos gemelas era una buena noticia, pero sabía que tenenían un pronto bastante salvaje, se acordaba bien de su "choque" con ellas, por lo que era mejor identificarse rápido y aun así estar preparado para esquivar- ¡No os asusteis!
 

- Ja! Si pensáis que os vamos a dejar quitarnos a nuestra presa, lo tenéis claro! - espetó con fuerza desde arriba una de las gemelas.- Va hermana, date prisa.

Parecía que las hermanas no atendían a razones, mientras tanto, Rashid empieza a escalar por la pared. Está muy escarpada y le cuesta bastante.  La pared es medio arenosa y se puede desprender con facilidad y sumado a su gran pendiente hacen que en un falso movimiento, Rashid se agarre a una piedra que no estaba lo suficiente bien sujeta. Los véis caer con impotencia al suelo. No era demasiada altura y cae de pie, pero el impacto y ángulo de caída le hacen una fea torcedura en el tobillo. No es demasiado, pero durante un buen rato, no podrá caminar sin ayuda. Mucho menos escalar la pared.

-Ja! Eso te pasa por inconsciente. Deberías volver con los ancianos y decirles que pronto volveremos con la presa más grande que jamás ha traído un Mafumbo.

La gemela está prácticamente arriba, en vuestras mentes os debatíis si pararlas o dejarlas ir y que se enfrenten a lo que sea que esté detrás de todo.

- ¡Necias! ¡Es algo más poderoso de lo que podéis enfrentar solas!

Kitnawa sabía que sus palabras no las convencerían; tenían que llegar hasta donde estaban ellas lo antes posible, pero Rashid estaba herido. ¿Como podrían impedir que se lanzaran a una muerte segura?

Mientras avanzábamos por el desfiladero no podía evitar mirar en todas direcciones, estaba seguro de que aquella voz no había sido mi imaginación, y un sitio como aquél desfiladero siempre era peligroso, aunque fuera solo por el riesgo de que te cayera encima una enorme roca.

Me sorprendí cuando descubrimos a las hermanas trepando por las rocas. Realmente no sabíamos qué camino habían tomado desde que abandonásemos babuka y a saber qué pistas habrían encontrado para guiarles hasta aquí, pero allí estaban.

Me vi incapaz de decirles una sola palabra. Al fin y al cabo en nuestro primer encuentro habían estado a punto de cortarme el cuello, y tenían el mismo aire intimidante de cualquier guerrero. Únicamente actué al ver que Rashid dio un mal paso y cayó al intentar trepar tras ellas, haciéndose daño en un pie, pero después me di cuenta de que en aquél lugar mis poderes no servían.

Molesto, me contuve de maldecir en voz alta y saqué un trozo de tela con la que vendar el pie dolorido. No creía que fuera grave, aunque por otro lado había visto a aquél muchacho combatir y moverse tan asombrosamente con sus manos desnudas que me sorprendía que pudiera haberse hecho daño por una torpeza semejante.

Una vena hinchada en la frente le palpitaba al joven aprendiz.

-Estoy harto de estas dos locas.-dijo Kanu visiblemente irritado por la actitud de las gemelas- Nos volvemos locos para averiguar donde estaban y cuando las encontramos pasan de nosotros. ¡Ojalá algun bicho las deje sin piernas! Así se estarían quietitas.-

Sabía que el autocontrol era uno de los elementos indispensables para ser un buen shaman, pero aquellas dos locas violentas le sacaban de sus casillas. Además, con los espiritus uno siempre sabía a que atenerse. Tenían su naturaleza y salvo que alguien los controlase, y les obligase a ir en contra de ella, siempre actuaban igual. Pero con las personas eso no pasaba, y estas las dos gemelas eran un caso particularmente caotico de esta faceta humana. Le sacaban de quicio.

-En fin, intentemos tomarlo con calma.- dijo con un suspiro, mientras intentaba relajarse- Si quieren llegar arriba primero que lo hagan, nosotros lo haremos a nuestro ritmo para evitar mas magulladuras- dijo indicando con la cabeza hacia Rashid- De nada servirá llegar arriba heridos, para ponerselo mas fácil a lo que sea que pueda estar ahí esperando. Y si las gemelas lo abaten primero, pues felicidades para ellas, yo no busco la gloria de ser mejor cazador que nadie. ¿alguno de ustedes tiene esas intenciones?- preguntó

¡Maldi…!- pensé cuando noté que mi apoyo cedía y empezaba a caer, y aunque por suerte la altura no era excesiva, al caer me torcí el tobillo.

Vamos, solo quiero ver como lo conseguís- les dije a las gemelas con un aire de inocencia -Si es tan grande, puede que no os crean… al menos yo confirmaré vuestra victoria- añadí, tras lo cual me giré hacia Kanu -Vamos no digas eso…- le dije mientras Nikolai se acercaba a vendarme el pie -… no quiero perderme la diversión- añadí en voz baja para que las gemelas no me oyesen.

La gemela que está en el muro está a punto de llegar a la cima. Hagáis lo que hagáis posiblemente no lograréis alcanzarlas, y parece que no os van a hacer mucho caso, de hecho, la de la cima os responde con prepotencia.

-Ja! perdedores! Quedáos ahí mientras nosotras hacemos el trabajo de los mayores!- dice justo antes de tender una mano a su hermana y salir corriendo.

Mientras tanto, Nikolai intenta vendar, algo torpemente a Rashid. No parece que lo vaya a necesitar mucho, pues ha sido más el impacto y el dolor de la torcedura que otra cosa. No parece nada grave, y en unos minutos seguramente ya esté en forma para trepar, con cuidado, de nuevo.

Tch- mascullé al escuchar la respuesta de la gemela y ver a ambas salir corriendo -Esta me la pagan- añadí.

Ahora me toca seguirlas… otra vez- pensé mirando el muro por el que habían trepado.

Con calma o no, quedarnos aquí sin movernos tampoco sirve de nada- dije mientras comprobaba el estado de mi tobillo apoyándolo y girándolo con cuidado una vez Nikolai hubo terminado de vendarmelo como buenamente pudo -Gracias- le dije

Kitnawa negó con la cabeza, frustrado. Esas dos no sabían en lo que se estaban metiendo; si no se daban prisa, estarían muertas. El cazador se dispuso a trepar la ladera.

Kitnawa empieza a subir por el muro con esmero y cuidado. Ha visto lo que le ha pasado en un descuido a Rashid y sabiendo que las gemelas les llevan ventaja, consigue una concentración extrema que le ayuda a encontrar cada roca, cada saliente para subir a una velocidad aceptable. Una vez arriba, el ascenso no es demasiado difícil ayudados con una buena soga.

Sin embargo, la ventaja que habíais conseguido al atrapar a las gemelas, se ver mermada por vuestra velocidad de asceno. Desgraciadamente, os llevan una buena ventaja.

Gracias a la soga que Kitnawa amarró en la pendiente tras escalarla, subir fue tarea sencilla incluso con el tobillo aun algo dolorido por la caída, y una vez arriba, decidido a no permitir que las gemelas se me escapasen, no perdí el tiempo y me puse inmediatamente a buscar su rastro para seguirlas.

Si creen que van a conseguir escapar de mí, se equivocan- pensé mientras leía en el suelo y las rocas los rastros de su paso.

Me dispuse a ayudar a Rashid a trepar por la cuerda que Kitnawa había preparado para nosotros, pensando que necesitaría ayuda para moverse, pero al terminar de subir comprobé que no era necesario. Ya le había visto buscar a su alrededor por el suelo, en la ciudad de la muerte que habían abandonado aquella mañana, y por la agilidad con la que se movía de un punto a otro sin dudar, y aún con el tobillo torcido, no me quedó duda de que era un experto.

Yo por el contrario, no tenía ninguna habilidad en aquellas lides, y sin duda estorbaría su trabajo. Decidí apartarme y tendí una mano al aprendiz de chamán que se había quedado rezagado trepando, a la espera de que el otro joven nos indicase el camino a seguir.