Minutos después, Margaret se asoma a la esquina en la que se encuentra oculta Catherine y con una sonrisa de sorpresa en el rostro se aproxima a la anticuaria.
"Querida, por un momento pensé que había vuelto corriendo a Londres."
Pese a prácticamente acabar de conocerse, la mujer toma del brazo a Catherine y, como si fueran dos viejas amigas, ambas empiezan a caminar por la acera de la calle que, en esos momentos, debido a que la hora del almuerzo está próxima, se encuentra poco concurrida.
"Siento no haberle seguido más de cerca, pero al final... De nuevo, Tom ha conseguido sacarme de mis casillas y no he tenido más remedio que volver a ponerle los puntos sobre las íes" -la reportera finge una cómica expresión de hastío - "Y bien, cuénteme. ¿Cómo ha ido?"
Catherine deja de reír en cuanto siente a la otra mujer aunque la sonrisa no abandona su rostro.Le ha costado muchísimo conseguir la información y está exultante así que sin apartar el brazo de Margaret la acompaña mientras le relata lo que ha leído sobre el incendio
-"Ha ido muy bien señorita Fergusson,conseguí dar con el expediente del incendio y puedo decirle con seguridad que la policía no miente al respecto,aunque es cierto que no han sido demasiado rigurosos en la investigación sobre los culpables aunque no puedo decir si es por falta de atención o simplemente por su falta de profesionalidad"-se encoge de hombros-"Supongo que esperaba hallar otra cosa pero siento decirle que no hay nada oculto,el informe es claro al respecto"-
Margaret parece desanimada al escuchar las palabras de la anticuaria.
"Vaya, casi tenía la certeza de que había algo más al respecto. En todo caso, está bien que el informe no tenga irregularidades, aunque... Bueno, investigaré un poco más, por si acaso."
La reportera queda sumida en cavilaciones mientras sigue avanzando por la calle junto a Catherine. De repente, pasados unos segundos, la mujer vuelve del trance y con una media sonrisa en la boca se dirige a su acompañante.
"¿Y su investigación qué tal ha ido? ¿Encontró lo que buscaba?"
Catherine sonrió un poco y asintió pues estaba segura de que a pesar de lo que ella le decía la mujer seguiría investigando
-"Bueno,creo que encontré lo que necesitaba pero no estoy segura.Ahora he de irme pues tengo una cita con otra persona y mis amigos se estarán preguntando dónde estoy.Ha sido un placer conocerla señorita Fergusson,quizás podríamos vernos otro día y comer juntas"-dice tendiéndole la mano a modo de despedida
No estoy segura de dónde fueron los otros.Y Eleanor tenía la cita con el hombre pero yo la iba a acompañar
La reportera responde a la despedida de Catherine con una sonrisa acompañada de un apretón de manos, aunque algo en su expresiva cara denota que le hubiera gustado compartir algo más de tiempo con la anticuaria.
"Desde luego, querida. No tengo un horario muy estable, pero suele ser relativamente fácil encontrarme en la redacción del Evening Press a primera hora de la tarde. Quizás a un almuerzo no llegaría, pero sí a una merienda temprana."
Tras la despedida, ambas mujeres empiezan a caminar en dirección opuestas. No es hasta alcanzado el primer cruce de calles cuando Catherine se pregunta a dónde ir.
Narra a dónde quieres ir y yo hago el resto. No necesariamente te tienes que reencontrar con el resto del grupo. Depende de cuál sea tu objetivo, puedes seguir por libre. Es tu opción.
Catherine se despide con un gesto amable de la reportera y pone rumbo al hotel antes de su cita con Eleanor y su admirador. Necesita poner por escrito lo que ha averiguado y aunque no ha conseguido retener todo al menos sí una parte por lo que sus pasos se vuelven veloces para llegar al hotel cuanto antes
No,no.Al menos quiero ir a la cita con Eleanor pero creo recordar que también habíamos quedado en vernos con los demás
Catherine se dirige hacia el hostal con paso ligero, deseosa de, para evitar el olvido, plasmar cuanto antes sobre un papel toda la información que ha recabado sobre el asunto de la desaparición del amigo de Alfred. Pasados diez minutos de travesía por las calles de Aberdeen, la anticuaria alcanza el St. Nicholas Inn y en la recepción pregunta por sus compañeros. Únicamente uno de ellos, el padre Whitmore, se halla dentro del hostal. La recepcionista le comenta que hace bastante rato el anciano llegó visiblemente agotado acompañado por una mujer, sin lugar a dudas la señora Harris, y que, pasados unos minutos, la escritora volvió a salir a la calle.
Da las gracias a la recepcionista y tras subir a su habitación y apuntar lo que recuerda Catherine vuelve a salir deprisa para dirigirse al restaurante donde su amiga debía reunirse con aquel hombre.No tiene ni idea de hacia dónde fueron los otros dos así que el único lugar al que puede ir es a aquel lugar
La escritora sale con urgencia de su habitación en dirección a la escalera que da acceso a la recepción del hostal. No tiene suficiente con haber apuntado en un papel todo lo que ha averiguado sobre el caso Drake. La euforia que afloró al colarse en los archivos de la policía todavía palpita fuere en su pecho y le hace sentir la necesidad imperiosa de compartir la información recabada con alguien. Eleanor es la única persona de la que conoce el paradero y, aunque no tenga la certeza de que todavía se encuentre en el 37 de Union Street, decide encaminarse hacia allí.
Un pasillo estrecho y enmoquetado se abre ante los pies de Catherine. El sonido amortiguado de sus tacones recorre el suelo hasta que un quejido hace que se detenga. El gemido proviene de la habitación del tío de Alfred.
El pastor no se encontraba bien antes y al parecer estaba cada vez peor¿acaso le habría afectado algo,tendría alguna enfermedad?
-"¿Pastor,está bien?¿Puedo pasar?"-dice tocando la puerta y pegando la oreja para escuchar la respuesta.El estado de aquel hombre le preocupaba,sobre todo si su sobrino aún seguía en casa de Drake
Catherine aproxima la oreja a la puerta y, tras su pregunta, los quejidos parecen acentuarse. Algo preocupada por el estado del anciano, la mujer gira el pomo para acceder a la habitación, pero este no se mueve.
Mira hacia todos lados buscando a una camarera de piso pero al no encontrar a ninguna corre hacia el vestíbulo y se dirige a recepción con cara preocupada
-"Disculpe,uno de mis compañeros está muy enfermo y aunque se encuentra en su dormitorio no tiene fuerzas para abrir la puerta,por favor,necesito que me la abran pues quizás necesite una ambulancia urgente"-dice a quien esté en recepción mientras se retuerce las manos con nerviosismo
La muchacha que se encuentra en ese momento en la recepción del hostal atiende con urgencia la petición de Catherine y, tras pedirle el número de habitación del impedido, ambas se dirigen con premura al piso superior. Una vez allí, la recepcionista llama a la puerta y el quejido entrecortado del pastor vuelve a escucharse. La mujer saca un llavero repleto de llaves e introduce una de ellas en la cerradura.
"Señor, vamos a abrir la puerta."
Visiblemente preocupada, Catherine se escurre por la puerta y se dirige a la cama donde el anciano yace sudorosos y con los ojos entrecerrados. Su rostro demacrado y la comisura reseca de sus labios confieren al religioso un aspecto enfermizo que activa las alarmas de ambas mujeres.
"¡Traeré agua y llamaré a un médico!"
La recepcionista se pierde tras la puerta.
Con una exclamación ahogada Catherine corre hacia la cama y coge al pastor de las manos mientras la otra mujer sale a por agua y un médico que pueda ayudarles
-"Oh,no,padre ¿qué le sucede?¿Acaso ha cogido unas extrañas fiebres durante el viaje?"-se pregunta mientras corre a empapar una toalla con agua y se la pasa con delicadeza por el rostro al hombre-"Sssh,padre,ya está,pronto se encontrará bien,han ido a buscar a un médico"-habla tranquilamente al hombre mientras se pregunta si dónde estará su amiga Eleanor y el sobrino de ese hombre
Eleanor dejó allí al pastor pero no debía verle muy mal o no se hubiera alejado él y Alfred y Juliette sólo dios sabía dónde estaban pues ya deberían haber vuelto a informar de sus pesquisas
Al notar el toque frío y húmedo de la toalla en la frente, el anciano da un respingo y sus ojos se abren como platos. Una expresión de terror se dibuja en su rostro y, acto seguido, preso de salvajes convulsiones, empieza a mover la cabeza de un lado para otro.
"¡La oscuridad nos acecha desde las profundidades! ¡Satanás y su huestes se están agrupando!"
Durante eternos minutos, los violentos espasmos agitan el pequeño cuerpo del sacerdote. El sudor se sacude sobre la almohada y la colcha se revuelve bajo el peso del anciano, hasta que, poco a poco, sin mudar el pesar de su rostro, este se empieza a calmar y a tomar contacto con la realidad.
"Se... señorita Baker, ¿es usted?"
Sobresaltada se echa hacia atrás cuando el viejo reacciona de aquella manera pues la mujer no esperaba que despertase y mucho menos que comenzara a gritar aquellas horribles cosas
-"¡Tranquilo,padre,está bien,no hay demonios ni infierno aquí,estamos usted y yo solos!"-responde al hombre cuando comienza a convulsionar mientras ella le sujeta por los hombros intentando que no se dañe con nada y rezando para que el médico llegue cuanto antes
Tras unos eternos minutos el hombre parece calmarse lo suficiente como para reconocerla y haber vuelto a su juicio normal
-"Sí,pastor Whitmore,soy yo ¿qué le sucede,padre?Un médico vendrá enseguida ¿quiere un poco de agua?"-ofrece solícita intentando sonreír para que el anciano no note su preocupación
El anciano asiente débilmente al ofrecimiento de la anticuaria y esta se dirige apresuradamente al baño en busca de un vaso. Tras mucho buscar, Catherine regresa junto a la cama sin un recipiente adecuado para dar de beber al pastor. Forzando una sonrisa conciliadora, la mujer toma la mano del hombre.
"Tranquilícese, en breve la recepcionista le traerá agua."
El pastor suspira profundamente al notar el tacto de la mujer y algo más reconfortado gira la cabeza hacia ella.
"Querida, no sé qué me ocurre. Quizás los años me están haciendo perder la cabeza, pero... pero desde que llegamos a Aberdeen siento mis energías desfallecer y mi espíritu se estremece al son de... de esa maldita brisa marina. Hay algo infernal en esta ciudad. Lo noto."
La chica niega con la cabeza mientras aprieta la mano del hombre con ternura
-"No está perdiendo la cabeza,padre,yo también lo noto"-dice bajando la voz-"Desde que pusimos el pie en esta ciudad noto algo extraño,algo que me hace estar alerta y a disgusto"-cierra los ojos momentáneamente antes de mirar al hombre con una débil sonrisa-"Y pronto se encontrará bien,padre,seguramente algo le haya sentado mal.Duerma un poco,yo me quedaré con usted hasta que venga el médico"-
El pastor Whitmore cerró los ojos apesadumbrado.
"Sinceramente, señorita Baker, hubiera preferido estar perdiendo la cabeza. Su ratificación sobre mis sensaciones respecto a este lugar me inquieta sobremanera."
La anticuaria enmudece antes las palabras del religioso y ambos quedan en silencio, hasta que la recepcionista aparece en la habitación con un vaso de agua y seguida por un hombre de unos cuarenta años vestido con traje negro. El caballero lleva un maletín del que, al llegar a la cama del pastor, extrae un fonendoscopio.
"Buenos días, soy el doctor Morgan. Por favor, permítame ayudarle a incorporarse y súbase la sotana. Debo auscultarle."
Las mujeres abandonan la habitación mientras el médico hace su trabajo. Una vez fuera, Catherine se despide de la recepcionista y decide aguardar en la puerta a que el sanitario concluya el reconocimiento. Unos cinco minutos más tarde, aparece por el pasillo una atropellada Eleanor que, por su expresión, parece haberse acabado de enterar de lo ocurrido. La anticuaria le explica lo sucedido y ambas, cada vez más nerviosas, esperan en el quicio de la puerta.
Al acabar el reconocimiento, el médico calma a las dos mujeres y les explica que, pese a no considerar que el estado del anciano sea de riesgo, prefiere trasladarlo al Hospital de Aberdeen para examinarlo con más detenimiento y descartar posibles afecciones de gravedad. Catherine y Eleanor asienten algo más tranquilas y, tras disponerlo todo y dar cuenta de lo sucedido a la recepcionista del hostal para que esta se encargue de informar al resto de investigadores a su llegada, se montan en una ambulancia junto al enfermo en dirección al centro sanitario de la ciudad.
Sigue en "Escena 4. Café de Hospital".