Partida Rol por web

Juliette y Annemarie se quedan quietas ante el barril. Tras unos segundos sin decir nada y ante la mirada horrorizada de la francesa, la trotamundos da un paso al frente con la clara intención de echar un vistazo al interior del tonel.

"Debo averiguar que hay ahí dentro."

Sujetándola del brazo, la cantante retiene el avance de Annemarie con firmeza, pero la curiosidad de esta es mayor que la exiguas fuerzas de su represora.

Preferí no contestar a la puerta aunque apunte mentalmente el nombre de Sra. Smith. Quizás fuera una posible persona a la que visitar en el futuro. Volví al patio cerrado donde habia dejado a las dos damas para ver si podíamos salir de allí sin ser vistos.

Al llegar veo como Juliette, con expresión seria, retiene a Annemarie por el brazo, mientras esta intenta avanzar hacia el tonel.

Ante el vano intento de pararle los pies a Annemarie, Juliette aprieta con fuerza el brazo de la mujer y lo estira con fuerza. El ceño de la francesa se arruga y, con tono severo, reprende a su compañera.

"¡Señorita, haga el favor de comportarse de una vez! Desde que hemos entrado en esta casa no ha parado de ir a la suya sin contar con nosotros y... ¡ya ve! Como fruto de tan deplorable comportamiento luce una fea herida en la frente. Aguardaremos a que regrese Alfred y, por una vez, entre todos ,- Juliette enfatiza sus palabras- decidiremos qué hacer."

Una sorprendida Annemarie se encoge ligeramente de hombros ante la repentina muestra de genio de la cantante. En ese preciso momento, Alfred aparece por la puerta de la cocina.

Veo que el tonel tiene una especie de influencia sobre Annemarie. Debemos salir de aquí cuanto antes. Debemos alejarla de esta casa

Me acerco a Juliette y la ayudo a mover a Annemarie de vuelta a la casa.

Creo que tendremos que salir por la ventana por la que accedimos al interior de la casa. En la entrada proncipal tal vez aún este la Sra Smith

Intento mover a Annemarie con ayuda de Juliette hasta la ventana

Suspiré aliviada al ver que Anne reaccionaba y dejaba tranquilo el dichoso tonel, con la ayuda de mi compañero nos trasladamos los tres hasta la misma ventana por la que entramos hacía ya un rato.

- ¿Podrás salir tu sola? - digo refiriéndome a la joven mientras me acerco a la ventana para observar si alguien puede vernos si salimos de la casa por allí.

Todavía asimilando el rapapolvo de Juliette, Annemarie se deja guiar hacia la ventana por donde habían accedido hacía un rato. Una vez allí, recobra el sentido y una expresión de reprobación se posa en su rostro.

"Sí, soy capaz de salir sola. Gracias."

Mientras se encarama a la ventana, la trotamundos se dirige a sus compañeros.

"Señor Lean, permítame decirle que me parece estúpido insinuar que un barril es capaz de sorberle el coco a alguien."

La mujer apoya las manos en el marco inferior de la ventana y estira el cuello hacia el exterior para calcular el salto.

"Lo único que pasa es que una servidora es curiosa. ¿Qué le vamos a hacer? En todo caso, señorita Moreau, debería saber que, como bien dijo James Stephens, "La curiosidad vence al miedo más fácilmente que el valor.""

Cuando ha acabado de hablar, Annemarie, haciendo gala de una buena condición física, ya se encuentra en el porche y espera a sus dos compañeros con los brazos en jarra, impaciente.

Ignore el comentario de Annemarie y deje que saliera por la ventana antes de hacerlo yo.

Espere Juliette. Saldré yo primero y la ayudaré a salir. Espero que no tengamos un contratiempo como en la entrada

Sonrei de forma simpática recordando la situación embarazosa de la entrada en la casa.

No puedo evitar sonrojarme ante el comentario de Alfred pero por suerte esta vez me deslizo a través de la ventana con su ayuda sin percance alguno, no puedo evitar suspirar aliviada.

Una vez fuera me fijo en que nadie nos haya visto y les insto a alejarnos de allí.

Las dos mujeres y el hombre cruzan la ventana sin mayor problema y, una vez en el porche de la casa, procuran moverse con sigilo para no ser vistos por algún vecino indiscreto. Por fortuna, la persona que hacía unos minutos llamaba a la puerta de la casa parece haberse esfumado y los tres investigadores pueden salir de la finca MacBain sin llamar la atención.

A esas horas del mediodía la calle está prácticamente desierta. Los tres recorren Albury Road en dirección al centro de Aberdeen sin hablar y bastante perplejos por la naturaleza de alguna de las pistas encontradas. No obstante, sin lugar a dudas, lo que atenaza con mayor fuerza la mente de los investigadores es lo recién acontecido en el patio de la casa. Poco a poco, el tráfico y el número de transeúntes aumenta, así como los establecimientos de hostelería y las tiendas, cosa que alivia un poco sus respectivos ensimismamiento y los centra en su entorno. Después de una comida rápida en un Fish & Chips de Union Street y tras caminar cinco escasos minutos, alcanzan el Prince of Wales, lugar donde unas horas antes habían acordado reencontrarse con el resto del grupo. No obstante, allí no les está esperando nadie.

Tras esperar quince minutos en el pub, algo confusos por la ausencia de sus compañeros, el trío decide acudir al hostal para preguntar por ellos. Allí, la recepcionista, algo apurada, les informa que el pastor Whitmore ha sufrido un percance y que hace escasos minutos ha sido trasladado al Hospital de Aberdeen en compañía de las señoritas Baker y Harris.

Los investigadores palidecen ante la funesta noticia y sin perder tiempo toman un taxi y se desplazan al hospital.