Partida Rol por web

Valeria estaba agotada; la herida que había recibido en el combate, junto a pasar lo que quedaba de noche haciendo guardia, habían mermado considerablemente sus fuerzas y le costaba mantener los párpados abiertos.

- No me vendría mal una ayuda. Cuando llegue a Zabil pienso dormir toda la mañana...

Tras levantar el campamento y ayudados por el extraño que les había auxiliado la noche anterior contra el ataque de los Grendel, volvieron a ponerse en camino en dirección a Zabil, afortunadamente ya no estaba muy lejos y aunque las heridas de Valeria les hacían ir un poco más despacio no tendrían problema para llegar al pueblo antes de que anocheciera.

Tras un largo día de viaje llegaron al pueblo aun quedaban un par de horas para que anocheciera, ahora tenían que decidir cómo ir a ver a Goro Walter para entregar el "paquete" y qué hacer con su nuevo acompañante.

Considerablemente agotada y hambrienta, Valeria no se encontraba con fuerzas para ir a entregarle el pirata a Goro; solo le apetecia tumbarse en una cama de la posada y dormir del tirón hasta que amaneciera.

- Shalash, ¿puedes encargarte tu de hablar con Goro y su gigantón y entregarles nuestro "regalo"? Lo siento, pero creo que si permanezco despierta un minuto más me desmayaré...

---Está bien, no me supone un problema- digo agarrando al pirata  y lo arrastro tras de mi- De todas formas ten cuidado, quizas tengamos visitas desagradables todavia...nos veremos en la taberna ( que supongo que habremos quedado)

Tras esto llevo al pirata en presencia de Goro

En cuanto entraron en el pueblo Ichiro comenzó a dudar sobre su siguiente destino. Al fin y al cabo solo estaba viajando porque los sacerdotes mayores se lo habían pedido como parte de su adiestramiento y educación, y no tenía un rumbo fijo.

Aún acompañaba a sus nuevos compañeros, y estaba pensando que podría preguntar a alguien por el camino más seguro hacia el oeste cuando escuchó la conversación que se traían y se preocupó. Esa mujer había demostrado más que sobradamente su resistencia, pero aunque no quisiera reconocerlo su herida debía de haber sido bastante grave, y no podía ocultar su preocupación.

- Te acompañaré - dijo dirigiendose a ella - también necesitaré una habitación, y si de verdad te desmayas por el camino no te conviene estar sola en plena calle -

- Te lo agradezco -respondió Valeria al recién llegado con una sonrisa- Y no te preocupes, Shalash. Siempre duermo con la espada agarrada.

Se separó del gigantón, en busca de una posada donde poder comer algo y descansar