Antonio emergió a la noche furiosa. Íbero y Guardián de España proseguían su lucha en los cielos. Sus poderes eran tan inmensos que habían desatado un vórtice de nubes y rayos en el firmamento, sobre los picos de sierra de Guadarrama. Buscó cobijo y una salida de aquel lugar infernal. En el centro del torbellino se adivinaba una pupila fulgurante, el ojo de un dios tomando con avidez nota de aquella confrontación. Pero Antonio prestaba más atención de su compañera, porque todo en la repentina disposición de ánimo de esta le hacían sospechar que ya no se encontraba con aquella Alicia desafiante, aquella Alicia que había tomado una valiente decisión y a la que él había apoyado, sino la Alicia en la cámara de Rosa, la Alicia sin poderes, una chica muy inteligente, dulce y preocupada por los demás que ahora lloraba sin consuelo porque no sabía cómo podrían salvar a sus seres queridos, a Sara, ni reencontrar a Ibrahim y convencerlo de que estaba a siendo engañado para llevar a cabo una guerra monstruosa, ni detener a Lars.
Alicia emerge a una noche lluviosa, sola. No hay ningún duelo épico en los cielos. Antonio no la acompaña. Lo busca con desesperación, intenta volver al ascensor, pero no hay ningún ascensor. En algún momento de la madrugada se rinde, deja una nota, escapa del sitio. No hay ningún coche blanco robado a la entrada del Sanatorio de Marina, que es sólo un lugar con fama de encantado, un lugar en ruinas que cerró por causas administrativas no hace tanto.
En el transcurso de las horas, de los días, Alicia aprende, Alicia comprende, que el ascenso ha supuesto para ella cruzar al otro lado del espejo. Y de este otro lado, no hay mutantes, jamás los ha habido, ni los habrá sino para agonizar o llevar vidas miserables. Este mundo jamás ha tenido noticia de ella, y huérfana, debe salir adelante.
El veintiuno de noviembre de 2011, el lunes después de las elecciones, Alicia discute con algunos activistas del 15-M (un movimiento que proseguía en este mundo paralelo o ligeramente desfasado con respecto del suyo de origen) mientras esperan el tren, que se retrasa por algún problema en las vías. Por supuesto, Alicia también ha buscado la entrada secreta a los subterráneos, tras la pista de Thorin y los suyos, sin fortuna. El Partido Popular ha ganado por mayoría absoluta. Alicia se está preguntando si se habrán desarrollado también del otro lado y quién las habría ganado, cuando un treintañero de rostro vulgar y con un portátil bajo el brazo la reclama:
-Alicia, acepta este presente.
El desconocido le toma la mano y le deposita un pendrive. A Alicia no le gusta cómo le sonríe, quiere replicarle, pero los otros la reclaman, el tren viene, cuando gira la vista, el hombre se ha perdido entre la multitud.
El Pendrive contiene dos documentos en .word. El primero es una misiva y dice así:
Hola, Alicia.
Me ha costado reconocerte, cómo no. La última vez que te vi en persona eras una personita insignificante, y luego, sólo en fotos de dossiers que Dédalo me presentaba. Y no me ha extrañado tanto verte aquí. ¿Quién sino tú habría podido dar el salto?
Pero soy un maleducado, no me he presentado. Soy Victor Lars. (No me equivoqué ni un ápice. ¿Sabes que es el nombre de un personaje de ficción de una novelucha que estaba en posesión de ese autorzuelo? Qué poca imaginación.)
Tengo poco tiempo. Por dónde empezar… Por donde importa, claro. Manejando los hilos del Drama, el Autor quedó mesmerizado, creyendo que su creación cobraba vida ante sus ojos. Fascinado y horrorizado. ¿Sabes qué pasó cuando tu inteligencia sobrehumana comenzó a racionalizar los procesos que Aire empezaba a poner en marcha sobre tu cuerpecito y abrió a la pobrecita como una vaina y soltó su ser como si fuese una ristra de guisantes y todo el Drama que contenía nos atrapó a mí y a mis criaturas? Ellos me hicieron lo que me habrían visto hacer en Auschwitz a aquel pobre prisionero, aquel mutante que tal vez nunca existió. Repitieron en mí todas y cada una de las torturas de las que yo le hice objeto. Porque así transcurre su existencia, la de ellos, en la repetición. Porque, querida niña, nuestro actos resuenan en la eternidad.
¿Pero sabes qué? Podría haberles propuesto un trato mucho antes de que un alfiler perforase mi piel. Podría haberles hablado de Aire mucho antes de que me taladrasen un tímpano, venderles el mundo mucho antes de me eviscerasen. Pero no lo hice, acepté la purga. Y por el martirio alcancé la clarividencia. Y cuando convencí a esos seres tan cortos de mira, estaba listo para hacer mi jugada maestra.
Fue tu padre, Egeo, quien nos avisó de la traición de… de ese subalterno de Dédalo. Esto nos hizo precipitar nuestros planes. Dédalo ya os tenía localizados a unos cuantos de vosotros y os hizo llegar algún burdo sueño sobre elegidos. Dédalo era poderoso, demasiado poderoso, por eso decidí sacrificarlo, porque yo tenía que estar seguro de que todo lo que pensaba era por mí mismo, ¿comprendes? Por supuesto que me comprendes. En realidad, no me importaba la suerte que pudiera correr Aire, ya en vuestro poder, ni la de ninguna de mis criaturas. Sólo pretendía que vosotros, inteligencias de algún modo independientes del Autor, alcanzarais el Sanatorio y os convirtieseis en sus ojos. El Drama repite y repite sin cesar. Repetiría el Drama de mi vida ante vosotros, y por tanto, ante él.
Egeo hizo bien su trabajo, y la representación pilló con la guardia baja al Autor. Recordó nuestro cruce de miradas, aquella vez, en Atocha, sólo que esta vez me reconoció y esa fue su perdición, porque el reconocimiento se convirtió en autoreconocimiento y nuestras esencias se transfirieron. Y aquí estoy. En un mundo sin poderes. Porque todo es mejor sin poderes, ¿no crees?
Ah, ¿te imaginas qué clase de individuo era / soy el Autor? Nuestro mundo, todo consistía en una estúpida trama para un juego de rol, para una página o foro por web. Por supuesto, no iba malgastar ni un segundo de mi tiempo en aquella basura, así que, como podrás suponer, abandoné el proyecto, como también abandoné cualesquiera estudios que realizase. Ahora estudio ciencias (no cometeré el error de precisar en qué facultad, porque podrías sentir la tentación de buscarme.)
PD. Te incluyo una copia de los esbozos de trama del Autor para su partida. Como datos de la autoría, me inventé un par de nombres cualesquiera.
El segundo lleva por título: El libro de Shaire, por GriffinNest y Red Sonja y consiste en un esbozo de guión dramatúrgico. Comienza con una sinopsis de tres o cuatro páginas, continúa con la consideración de unas líneas argumentales y concluye con una Biblia de personajes. En esta Biblia Alicia Egeo encuentra su propio nombre.