El tentáculo salió disparado nada más soltarlo, bullendo como una serpiente. El portal menguaba mientras ibas y venías por el pasillo con la intención de recuperar el maletín, apartando a los pasajeros sin miramientos, y cuando la arrojaste era apenas una fisura, que cicatriza cuando te estrellas contra el cristal del vagón y saltas hacia el exterior.
El tren aún va frenando, caes de pie sobre las vías, pero la inercia te hace caer y rodar con violencia. Unos muros a trescientos metros te separan de algún barrio del extrarradio.
El sol luce apagado, parece que va a llover.
Tira Constitución, por favor.
Tus fuerzas extra se han agotado.
Si no la superas, caerás desmayado por los trompazos.
Si la superas, describe tus próximas acciones.
Tambaleándome, como quien acaba de sufrir un accidente o escapar de una banda callejera, aterrizo sobre la grava, al lado de las vias. Lentamente consigo ponerme en pie. Es un milagro que aun no me haya desmayado, el dolor que siento en mi cuerpo es más que considerable. Miro a las vías, y al muro. Demasiado alto, lo mejor es seguir las vías y buscar una torreta de electricidad. Encaramándome a ella, conseguiré saltar el muro, o eso espero. Y, si tiene electricidad, mejor aun, así me volvería a recargar. Por lo que veo, la sensación de poder que da la electricidad es bastante adictiva, o al menos esencial, en una situación como esta. Lanzo una última mirada al tren, espero que la explosión de la bomba no haya salido al exterior. No tenía muchas otras opciones. Luego me pongo en marcha, preocupado de si escucho sirenas o algo que indique que la policía va hacia el tren.
Un momento, el tren estaba a 5 minutos de la estación. Quizá esa sea mejor opción, ir hasta la estación. Si, eso será lo mejor, a menos que vea un sitio claro para saltar el muro, claro.
Motivo: Constitución
Tirada: 1d100
Dificultad: 63-
Resultado: 16 (Exito)
Bueno, tu eres el máster. Pero antes me dijo el anterior que perdía uno de fuerza por minuto, y dudo que hayan pasado más de media hora que tardaría en perder toda la fuerza. Pero, como dije antes, lo que tu digas, no obstante eres el máster, sólo te lo hago saber, nada más.
Cerca del muro, idóneos para ayudarte a saltarlo, hay distribuidos algunos postes de madera.
Soportan cableado eléctrico, pero en vista de tu estado, y habida cuenta de que el tren se ha detenido del todo soltando chispas y empezará a vomitar revisores y agentes de seguridad tras de ti, lo mejor sería es que desaparecieras de la escena y te recargases en otra ocasión.
Soy consciente de esa regla que dices.
Pero he decidido sustraerte la fuerza
y darte una posibilidad de tirar Constitución
antes de destrozarte sencillamente en la caída.
Ten en cuenta que la primera vez que hiciste eso
en tu vida, fue ayer.
Además, corregí como sugeriste
el dato de la llegada: el tren comenzó a frenar a
quince minutos de la estación.
Perfecto, esos postes conseguirán subirme. Lástima que sean de madera, pero supongo es lo normal. Dicho esto, me encaramo a los postes para intentar saltar al otro lado. El no saber qué me voy a encontrar al otro lado me pone los nervios de punta y hace que un nudo se me ponga en el estómago. Esperemos que no me vean. En el último momento, antes de asomar mi cabeza sobre el borde del muro, me acuerdo de mi cazadora. Decido que lo mejor será ponerme la capucha. Si el tiempo amenaza lluvia, no será raro ver a alguien así, y me ayudará a no ser reconocido en caso que alguien esté mirando.
En caso que consiguiera saltar el muro sin complicaciones, miraré a mi alrededor, intentando ubicar donde estoy, y buscaré una parada de metro, o preguntaré si saben donde hay alguna, ya que en ellas hay mapas de la ciudad y de la zona con los que espero poder aclararme un poco de mi situación. Si no hay mucha gente por la calle, buscaría un bar (no pub, bar, con páginas amarillas).
Pusiste pies en polvorosa con fortuna y hasta ahora nadie ha reparado en ti. Tus pasos y las indicaciones de los viandantes te condujeron hasta la cercana estación de autobuses de Getafe. Llegaste sobre la una, cuando una inquietud mayúscula ya se había apoderado de las calles de la localidad: al parecer, la capital habría sufrido una serie de atentados de manos de terroristas mutantes. Has estado deseando encontrar el momento para informarte, sólo has escuchado rumores, temeroso de que ningún interlocutor pueda… preguntar quién eres o reconocerte. La estación estaba colapsada entonces, y sigue estándolo, ahora que acaban de dar las dos de la tarde.
Tienes tu billete para los Molinos, pero la salida se retrasa. De repente, un incidente llama tu atención. Dos chicas han tropezado frente a una máquina de chocolatinas y se te desencaja la mandíbula al reconocerlas como dos de los sujetos que examinaban el libro junto a ti en el sueño misterioso.
Sigue en la escena: Estación, por favor.