La puerta de la tesorería estaba abierta, y dentro se encontraba el viejo y amargado Celethon, que era el tesorero de todo el reino, bastante tacaño por cierto.
Al ver entrar a Laern frunció el ceño, pero al escuchar el tintineo de las monedas relució una sonrisa.
Muy buenas señor mariscal, veo que trae algo para mí. Pueden dejarlo ahí. - dice señalando a una de las esquinas -
Los mozos se dirigieron con cuidado a ella, ya que la sala era un campo de batalla plagado de papeles por todos lados.
A Laern se le pasa por la cabeza alguna idea, pero se corta en el último instante y su aire atribulado cambia a uno más afable.
- Aquí tienes, Elroth te contará el porqué de esta pequeña fortuna. Mañana parto, deséame suerte.
Pero sale rápidamente de la sala, destino a la sala del grupo, para recoger sus cosas y darle sus últimas instrucciones.
- Capitán, acompáñeme, tenemos que confirmar la hora de salida, y tengo que recoger unas cosas.
Lo dice con un tono más animado.
Anioz deja el saco que lleva en el suelo y quitándose el polvo de las manos dando palmetazos una mano con la otra se dirige a Laern:
-"Te sigo señor". Le dice a Laern saliendo por la puerta detrás de el