Partida Rol por web

Entre Abdali y Grend lograron matar a uno de los garradragón, mientras égida y Liro lograban mantener a raya a al otro. Atascados en la puerta apenas podían combatir, lo que parecía dar algo de ventaja al grupo. Al ocupar el puesto de su camarada caído fue recibido por la certera flecha de Endozal. Aun así, el cultista se las arregló para golpear a Abdali quien, inspirado por Liro, no pareció notar siquiera el golpe.

-¡Deben ser ellos!-decía uno-. ¡Los que se enfrentaron a La Furia Cian!

-Dijeron que fue el engendro mecánico! ¡Tened cuidado!

-No pasaréis de aquí, malditos!

Desde la seguridad que da el tener dos guerreros deltante tuyo recibiendo los golpes en lugar de ser tú quién lo haga, Grend conjuró su rayo purpura contra uno de los cultistas.
Podría parecer algo complicado al estar detrás de una puerta y con ambas moles delante, pero el elfo esperaba el momento oportuno y hacía pasar su conjuro justo cuando uno de ellos levantaba un brazo para golpear, o se giraba para evitar un ataque.

Bueno. Al menos no he malgastado mi conjuro. Me habría dado mucha rabia que hubiese sido para nada. Aunque casi casi.

El guerrero sabía qué hacer cuando tenía un enemigo delante; acabar con él. Desgraciadamente el ímpetu no era sinónimo de destreza y falló uno de sus ataques.

Abdali y Égida habían combatido durante mucho tiempo y sabían bien cómo coordinarse. Así que en cuanto aparecieron aquellos sectarios, el forjado se unió al guerrero en el marco de la puerta para evitar que pudieran alcanzar a los menos acorazados del grupo mientras él anteponía su escudo para dificultar sus ataques.

- Que no fuimos nosotros saco de pulgas, debe haber otro forjado por ahí...

Grend derribó a uno de los cultistas haciendo estallar un rayo de energía arcana contra su pecho a la par que Abdali mataba al otro con su espada. El que quedaba con vida podía adivinarse asustado tras la máscara, pero se lanzó hacia Égida en un desesperado intento por abrirse paso. Sin embargo, el enorme golem de acero esquivó los golpes con facilidad mientras Lirio se reía de él.

-¡Nos atacan!¡Atacan al cultAaargh!-gritó tratando de avisar y alertar a otro, pero pronto cayó cuando una flecha de Endozal estuvo a punto de atravesarle la cabeza, haciéndole un profundo corte desde la mejilla hasta la oreja.

Grend sintió renovar la energía extra que tenía al acabar con otro cultista de aquello. Era un poco...inquientante el hecho de ver como lo que parecía el alma de la persona se acercaba al elfo y se disovía al llegar a él. Pero desde luego a Grend no le molestaba.

Si siguen gritando así van a acabar por lograr alertar al alguien. Tenemos que cerrarles la boca rápido.

Un nuevo rayo violeta impactó en otro cultista haciendo gritar, esta vez de dolor. Sus conjuros eran precisos, pero les faltaba potencia. El tener que esquivar a sus compañeros para no darles no era tarea fácil. Bueno, en realidad para él sí lo era.

Abdali volvió a atacar al enemigo que quedaba. Esta vez lo hizo con el pomo de su espada en la sien. No disfrutaba matando personas y buscó dejarle inconsciente.

Abdali dejó inconsciente de un golpe al sectario, que cayó como un fardo sobre el cuerpo de uno de sus compañeros caídos. El grupo quedó en silencio para ver si escuchaban hordas de batracos o cultistas yendo en su dirección alarmados por los gritos del garradragón. Sin embargo, no escucharon nada, salvo algún leve crujido en el techo sobre sus cabezas.

-Escondamos los cuerpos y amordacemos a este tipo -propuso el forjado, poniéndose manos a la obra. Después, se apartó y usó su energía para cerrar los abundantes cortes y abolladuras de su blindaje que le habían provocado esos sectarios-. ¿Podéis encargaros del interrogatorio?

Airic se adelantó rápidamente hacia ellos.

-Tranquilos, le sacaré todo lo que sepa aunque estos fanaticos prefieren la muerte antes que desvelar nada de su culto pero haré lo que pueda-dijo humildemente mientras ayudaba a atar al tipo y esconderlo en aquella habitación.

Con el tipo caido, y además con vida, Grend se puso a registrar tanto a los tipos como el lugar. Aunque le sorprendió que precisamente el tipo con más pinta de noble fuese el que quisiera ponerse a torturar al cultista. Pero bueno, seguro que no era el noble más sádico que había conocido.

-Ten cuidado con los chillidos, no vayamos a llamar la atención ahora que hemos acabado con ellos. Y no te preocupes por la sangre de la ropa. Si te manchas mucho puedo limpiarla luego.-

- Ey ey, dejadlo amordazado, pero no lo torturéis, necesitaré unos minutos pero quizás pueda sacarle lo que queráis por las buenas.

Al final con la ayuda de Liro tardaron menos. Resultaba que en aquella misma torre donde estaban las dependencias de Rezmir, la Susurradora de dragones que estaban persiguiendo. Por desgracia no sabía si estaba aún allí pues ella, acompañada de un mago rojo de Thai habían bajado a las cavernas bajo la torre oeste (la que está situada justo arriba en el mapa). Les dijo que las cavernas era donde vivían los batracos con su jefe y que los cultistas no solían bajar, solo Rezmir y Dralmorrer Borngray, el elfo que mandaba en el castillo del que ya había oído hablar. No le pudieron sacar mucho más que eso, pues no sabía más ya que el culto se guardaba mucho de contar los secretos a otros niveles inferiores de su propio culto. 

Mientras que Lirio y Airic lo interrogaban para sacarle esa información, Grend dio con un compartimento secreto bajo el altar de Tiamat en la sala contigua. Un tomo encuadernado en piel, oscura y ajada por el tiempo, se encontraba allí escondido con algunos símbolos arcanos grabados en un color rojo brillante aunque no parecía tener magia alguna. Había encontrado lo que parecía, por la descripción que le había dado el dragón, los Sermones Oscuros de Strongor Bonebinder el antiguo sacerdote del oscuro dios Myrkul. Y un escalofrío le recorrió la espalda.

- Por la descripción, es lo que buscamos, ¿no? -preguntó Égida, echando un ojo al libro - Genial, hemos tenido suerte con esta capilla.

No sólo habían encontrado uno de los objetos, sino que tenían la dirección donde se había dirigido Borngray y Rezmir, a quien es debían buscar.

- Faltaría el anillo, quizás lo tenga él. Vamos a ello.

Abdali limpió la sangre del espadón con las ropas de los enemigos muertos mientras el rehén era interrogado.

Después de que el cultista cantara como un pájaro, el próximo movimiento parecía claro a ojos del guerrero.

- Sí, parece que lo importante lo guardan en esas cavernas. Yo diría de ir allí  directamente.

- En todo caso habrá que discutir si le damos a un mega-dragón maligno un libro de cultos maligno de un dios maligno. Y más cuando si no era suficiente con uno, tenemos dos dragones malignos. Pero ya tendremos ese debate más adelante.

Yo con dragones negros, sobretodo si son más de uno, prefiero no discutir. Pero bueno, supongo que cuando tengamos todo lo que hemos venido a buscar podremos debatir eso. Si es que hay algo que debatir, claro está.

Grend hizo un gesto señalando al hombre lagarto, el cuál era sirviente del dragón y seguramente no se tomaría a bien que estuviesemos pensando en traicionar a su señor. Que no es que no estuviese de acuerdo de que darle aquel libro no era nada bueno, pero peor sería que se pusieran a pelear ahora allí.

Supongo entonces que nos toca ir abajo a las cavernas. Me da que ahí sí que vamos a encontrar resistencia.