Tus compañeros de viaje notan que casi vomitas. Y te preguntan si quieres bajar del coche y respirar un poco de aire puro. Les dices que no y proseguís el viaje hacia el punto de extracción.
Mirando por la ventanilla compruebas que tomáis una carretera secundaria y paráis cerca de una gasolinera que está al lado de un restaurante. Hay bastantes coches aparcados allí, seguramente sea para cambiar de vehículo.
- Es hora de dejar el Seat Panda y coger otro coche...tengo un juego de matrículas falsas para ponérselo en cuanto lo cojamos, así la guardia civil no nos detendrá... - dice con tranquilidad el chico, al parecer debe haberlo hecho unas cuantas veces
Aparcáis el coche un poco lejos, escondida tras unos árboles y entre el chico y Cástor sacan las armas y las meten en una bolsa de deportes negra que tenían en el maletero. Cástor saca una lata de gasolina y rocía el coche con el combustible para prenderle fuego en el momento de que os vayáis.
Seoane te mira y te pregunta:
- Si quieres avisar a tu familia de que están bien hazlo...no llames directamente, es mejor que contactes con un vecino y que este les pida que se pongan...así nadie localizará la llamada...
Luego te señala una cabina pública situada en la gasolinera, justo al lado de la entrada de los urinarios.
He seguido el consejo del chaval y he llegado a la cabina, sintiéndome un poco como Cary Grant. Llevo en la cartera dos mil pesetas y calderilla. A la vecina del piso de enfrente le digo que nuestro teléfono está averiado, que por favor llame a mi madre. Pasan algunos minutos, echo más monedas. Entonces, alguien recoge el auricular y pego un respingo, pero nadie responde, escucho con atención, alguien respira pesadamente al otro lado del hilo, tiene que ser ella, me la imagino de pie ante el aparador en el estrecho vestíbulo, vetusta y adusta, ni siquiera la he visto esta mañana, y eso que siempre madruga para controlar que no me haya quedado dormido, ¿por qué no dice nada?, espera que yo hable, que me disculpe, su silencio es reprobación en estado puro. Rompo a hablar:
-¿Mamá? ¿Está bien la Raquel? Creo que sí, es que entraron unos ladrones y…
Resoplo y niego con la cabeza. Mentir no sirve de nada. Ella rumia el rumor de la ruina remota. Rectifico con resignación:
-Lo siento, no ha funcionado. Lo del internamiento en lo de los curas, digo. Desengáñate, no fue un accidente ni una pesadilla. Nadie puede extirpármelo o exorcizarlo, y, como no quiero que os pase nada, tengo que irme. Irme lejos.
Su mutismo se ha vuelto hermético de un modo insoportable. Insisto:
-¿No dices nada? Está bien, no importa. Yo no tengo la culpa, cada uno es como es. Mis hermanas cuidarán de ti.
Me froto la frente tras de la cual se desmandan muchas ocurrencias: si mi padre fue realmente mi padre; que se abortase un aborto; que a Doña Edelmira le tocase una lotería aciaga, sin más. Mascullo un reproche:
-Hazte cargo de que tu mayor deseo se cumplió, que morí en el parto. Borra de tu memoria que diste a luz a una abominación.
Tarde, me muerdo la lengua. Mira que he deseado veces que la vieja dictadora resbalase en el baño y se abriera la cabeza contra el bidé, o abrírsela yo mismo con un candelabro, pero… Suspiro hondo y me despido como Dios manda:
-En fin, que ya puedes descansar. Deséame un poco de suerte.
Cuelgo despacio y salgo. Mira que deseaba no reparar en lo evidente, pero hay un hombre esperando afuera, y no me queda más remedio que avisarlo:
-Tendrá que buscar otra cabina. Algún malnacido cortó el cable.
Echo a andar en busca de los prófugos.
Tus nuevos "amigos" te esperan. Han robado ya otro coche y al parecer le han cambiado el juego de matrículas en un tiempo récord. Deben tener experiencia en estas lides. Nada más montar Cástor prende fuego al otro coche y salís a toda velocidad hacia el punto de extracción.
La base elegida es una carretera secundaria poco transitada donde te espera una furgoneta de gama alta. Allí te esperan dos chicas y un chico que parece ser el conductor. Ninguno de ellos parece ir armado a simple vista. Una de las chicas te da la mano y notas como una corriente te invade durante unos momentos, te mareas un poco y notas como las imágenes de tus últimos días las visualizas a una velocidad vertiginosa. Te ha leído la mente sin lugar a dudas. Luego la chica sonríe y le dice al resto:
- Está limpio, no es un espía de IDESS...
Tras decir esto Seoane y Cástor se despiden de ti mientras te indican que irán a echar un ojo a tu familia ahora para que te quedes tranquilo. Tras decirte esto montan en el coche robado y aceleran para salir de allí a gran velocidad rumbo a Salamanca.
Tus "nuevos compañeros" son amables contigo. Te explican un poco la situación, ahora te llevarán a una casa cerca de Ponferrada, allí pasarás unos meses mientras te ayudan a habituarte a la nueva situación que vivirás. Luego recibirás la visita de uno de los dirigentes de Heracles que te harás unas preguntas y te preguntará si quieres unirte o no a ellos. Te dicen que muchos han decidido vivir normalmente y la organización les ayudó a pasar a la clandestinidad con documentación nueva, no es obligatorio formar parte de Heracles pero muchos deciden quedarse y luchar contra agencias como IDESS.
Entras en el vehículo y salís todos dirección León. Una nueva vida te aguarda, no es la que imaginaste vivir pero sí la que te tocó en suerte...ahora está en tus manos qué hacer con ella.
FIN DEL PRÓLOGO