Menon despertó en una cueva cerrada de treinta pies de radio. Junto a él estaba el mismo gigante que le había noqueado. Parte de sus heridas estaban curadas, pero seguía bastante malherido*.
Tú y yo vamos a tener una conversación ahora. Voy a ser magnánimo y dejar que me cuentes todo lo que crees que yo debo saber, sin que tenga que hacerte ni una sola pregunta. Trata de ser charlatán, tu futuro depende de ello.
Motivo: Estabilizarse solo de Menon
Tirada: 3d10
Dificultad: 10+
Resultado: 7, 2, 7 (Suma: 16)
Motivo: Curar heridas leves a Menon
Tirada: 1d8
Resultado: 3(+4)=7 [3]
*Puedes ver tus puntos de vida actuales en el avatar de LÉEME (1-Estado de los Personajes).
Viendo que ya no podía hacer nada por Menón, Bargoth azuzó a Bronce para que lo siguiera y echó a correr hacia el resto. Al ver a Zinquiacero gritó:
-Ayudadle! Es buena gente!
Lo siento, Candy!
Con todo aquel caos de gente grande y pequeña yendo y viniendo, Quiora no se aclaraba desde dónde provenían los ruegos y las lamentaciones. Sin pensarselo mucho recogió la llave a la que 'alguien' apuntaba y abrió la jaula para liberar aquel robot.
No es que le importase en absoluto el bienestar del preso, pero pensó que cualquier cosa que distrajese a los gigantes sería bienvenida.
Menon cada vez tenía más claro que algún dios se estaba burlando de él, ahora estaba indefenso ante un gigante que usaba magia, de lo más alentador, pero al menos no era algo que se saliera de lo normal, siempre se torcían las cosas cuando podían torcerse.
- Verá señor. llevo un par de días malos, y lo que menos quería era estar aquí metido - esboza una triste sonrisa - aparte de la pasmosa habilidad de mis compañeros para meterse en problemas, lo único que queríamos era llegar a la superficie, ya que nuestra llegada a este territorio no fue nada tranquila - Menon no tiene inconveniente en comentarle la llegada en la nave de los ilícitos, y la gran profusión de espíritus que por poco acaban con ellos - si hubiéramos podido llegar a la superficie donde pertenecemos sin pasar por aquí lo hubiéramos hecho, pero este camino parecía el más seguro, aunque bien pensado una ciudad de gigantes no debería ser una buena opción.
Muy rápido me han sacado de ahí no?
Gennan alcanzó a ver cómo capturaban a su búho y sintió un escalofrío temiendo por la vida del ave. No sabía cómo pero debía liberarla, igual que debían liberar a Menon. Cuando atravesó el umbral de la puerta, pisando sobre las hojas de la misma, su bastón iluminó a la voz que había escuchado. Zinquiacero.
Quiora se había dado prisa, cogiendo la llave y abrendo la puerta del mayordomo de los merkanos. ¿Podría ayudarles aquel nuevo personaje? ¿Volvería a ver a su búho?
Al Obispo Hewlos no le convencían las palabras de Menon. El gigante, del tamaño de un ogro, pisó la pierna de Menon con "suavidad", lo que implicaba un gran dolor.
No me has dicho tu nombre. ¿Ves? Si me obligas a preguntar es que no lo estás haciendo bien. Te juzgaremos mañana, como haríamos con cualquier viajero dimensional que llegase a nuestra ciudad por equivocación.
El Obispo Hewlos se desvaneció en el aire, y Menon sintió el alivio de ya no notar presión sobre su pierna. Después, Menon exploró a tientas en la oscuridad. La textura de las paredes y el suelo eran de roca. Menon se dio cuenta de que la cueva no tenía ninguna salida, o como mucho era un pozo que solo se abría al techo. ¿Cómo había llegado ahí? Recordó ver al Obispo Hewlos desapareciendo del recibidor de su casa para reaparecer en medio de la calle, y pudo imaginar que el merkano le había cogido y le había traído hasta allí teleportándose.
Te paso a otra escena: Día 4 - Semana del Aasimar.
Subieron por las escaleras con Bargoth cerrando la fila. La planta superior era una especie de posada, de proporciones más grandes: sillas el doble de altas, mesas el doble de separadas... La luz de Menon no era suficiente para permitirle ver las paredes y puertas de ese inmenso lugar, pero Zinquiacero siguió corriendo en dirección a la salida, permitiéndole a los demás no perder tiempo. Pasaron al lado de una jaula en el que había un merkano azul encerrado...
Grrrrroooooarrrr... ROAAAAAARRRR-rugió, haciendo tambalear la jaula mientras agitaba los barrotes.
Es Jubberak, señor-explicó Zinquiacero-. Es un merkano corrupto y salvaje. Cada día los guardias de la ciudad vienen a llevarlo al Molino para que trabaje allí, pero es violento y causa muchos problemas. No debemos abrir la puerta de la celda. Bajo ningún concepto.
En el llavero que consiguió Quiora había una llave que encajaba con el ojo de la cerradura. Siguiendo el mismo criterio que con el forjado, la semiorca abrió la puerta para crear una distracción. Al salir, Jubberak embistió a Quiora y la hizo volar por los aires.
En ese momento, el Capitán Talanos terminaba de subir las escaleras y casi había recortado distancias con Bargoth. Al ver la jaula abierta y la criatura libre, Talanos se quedó estupefacto.
¡¿Qué habéis hecho, insensatos?!
¡GRRRRRRRRRR!
Jubberak ignoró a los demás y se lanzó contra Talanos, al que parecía tener especial inquina. Eso le permitió a Quiora volver a ponerse en pie y llegar hasta las puertas dobles de diez pies de altura y veinte de ancho. Al encontrar la llave correcta, el grupo pudo salir a la calle y respirar aire puro. Lo último que vio Bargoth al echar la vista atrás fue a dos merkanos más teleportándose alrededor de Jubberak y tratando de sujetarle entre todos.
Estáis en el 44. ¿Supongo que Bargoth les lleva a la sede del gremio, en la mansión encantada de Elf Creek (45)? ¿Escapáis de la ciudad por la torre de los portales (1)? ¿A la posada más cercana (39)?
Cruzar las puertas fue algo doloroso para Genann, que parecía abandonar así a su suerte al búho al que tanto quería y que constituía un ancla que lo mantenía unido a su bosque de origen. Miró atrás, más allá de las puertas, sintiendo que la congoja ahogaba su garganta. No podía prometer que iría a rescatarlo ni aferrarse a la esperanza de volverse a ver y aquello lo mortificaba.
-¿Qué hacemos ahora? ¿A dónde vamos? -alcanzó a preguntar, incapaz de tomar decisión alguna en aquel caos.
Bargoth respiraba aceleradamente. La confusión aún era grande pero sabía bien la respuesta a la pregunta de Genan.
-Venid conmigo. Os llevaré a la sede del gremio. Aún no la hemos acondicionado pero por lo menos estaremos seguros. Poca gente sabe que existe aún.
Master .¿Y Bronce? Esta conmigo? Por que si no me bajo otra vez para abajo a matar merkanos
¡Guau!-asintió el perro.
Alarico, Bargoth, Genann, Quiora, la mula de Alarico, Bronce y Zinquiacero se perdieron en la oscuridad de la noche. Al cabo de unos minutos llegaron a una mansión abandonada...
Al contrario de lo que podían pensar, Bargoth no les llevó por la entrada principal. En lugar de ello les hizo dar un enorme rodeo hasta una cochera para carruajes tapiada y coronada por una gran balconada. Lo que no había pensado Bargoth era cómo volver a subir cuando esa misma mañana Anren retiró la escalera.
Intentaron trepar, y encontraron un hilo pegajoso. El hilo subía hasta arriba, cruzaba la balconada, se metía en el invernadero, cruzaba el pasillo, subía por el hueco del desván y se unía a una gran telaraña.
¿Comida?
El trácnido se lanzó a la carrera por el hueco del desván, cruzó el pasillo, se metió en el invernadero y salió a la balconada. Al asomarse, vio con sus numerosos ojos con gran decepción que no era la presa que esperaba.
Bargoth no comida... ¿Perro seguir sin ser comida? Boh.
Anren les puso la escalera de mano para que Bargoth, Alarico, Genann y Quiora pudieran subir. También cagó un poco de hilo para bajar el cesto al que se subió Bronce, y lo izó. Pero la mula y el forjado pesaban demasiado. A cada uno de ellos tuvieron que levantarles tirando entre todos. Pero por fin pudieron entrar en el piso superior de la mansión. Había dormitorios para todos, aunque la mayoría estaban sucios y desordenados.
Yo Anren. Yo aventurero del Gremio de Aventureros de Bargoth-se presentó, levantando las pinzas que tenía por manos en un gesto eufórico antes de volver a dirigirse al enano-. Jerinor irse.
Cuando Bargoth quiso más explicaciones sobre el paradero de la guerrera, Anren se encogió de hombros.
El enano acarició un poco a Anren y dió las respectivas explicaciones al grupo.
-Sí, sí! Ya sé lo que estais pensando, es un trácnido, sí. Esta bajo mi tutela. Podeis considerarlo como el bedel de la casa del gremio. No os preocupeis, ya le hemos enseñado a no comerse a las personas de la ciudad. Lo siento Anren, no he tenido tiempo de conseguirte comida. Acabamos de escapar de un embrollo bastante fenomenal. Si os parece bien, uno de nosotros podría acercarse a una taberna y traer algo de comer. Sospecho que, después de comer algo, podemos discutir en profundidad sobre qué hacer a continuación. Hemos descubierto un complot merkano para invadir la ciudad. Yo tengo un contacto en el barrio enano, bastante involucrado en la diplomacia de la ciudad. Puede que debamos acudir a él pero antes quiero discutirlo con vosotros.