Partida Rol por web

- Cierto...

El lenauro avanzó convencido. No iba a dejar que el rey elfo fuera el único en combatir a la enorme planta. Casi sin pensarlo se elevó mientras se acercaba y descargó un furioso golpe con su cimitarra - Suelta la torre! - exclamo sin ser muy coherente - No perteneces aquí - insistió. Curiosamente pese a que aferraba su cimitarra con las dos manos el escudo lo acompañaba como si lo estuviera embrazando.

El golpe fue duro, muy duro, llevando en su interior toda la fuerza que el lenauro era capaz de inflingir con sus brazos en un único golpe.

A Zizel parece que le cuesta mucho recuperarse de su último esfuerzo.

Quisiera verte realmente en el campo de batalla sin correr a tu guarida, aquí Zizel te espera.
Insecto? Tu lo eres, indigno rival mío que escapas sin enfrentarme.
Existirá un momento, en el cual tu vida será sesgada por aquellos que desestimaste,lamento tu error, algo que yo no hubiera cometido.

El mago siguió en su intermitencia como si apareciera y desapareciera en el plano donde se encuentra.

Sabiendo que las cosas debían pasar de esta manera, yo estoy tranquilo y feliz, no debía hacer mas que observar este momento, sigo pensando lo mismo, hoy una aventura empieza y yo...
Yo no debo tocar nada.

Si hasta ahora su semblante a pesar de las circunstancias, evidenciaba su talante amable y bondadoso, cuando desenfundó su arma, una espada de clara manufactura no humana , la misma estaba hecha como de cristal transparente de tono azulado que tan pronto salió de su funda empezó a brillar con intensidad, y a cantar con una voz que recordaba a un enjambre de abejas en una mañana de primavera,  pronunció  una palabra en dulce idioma elfito – COMBATE  -y su cuerpo se vió vestido en apenas un instante con una armadura completa hecha del mismo material que la espada. Ahora el rey parecía arder como una llama azulada, su presencia era imponente, todos aquellos que estaban a su alrededor no podían evitar quedarse contemplando estupefactos aquella figura imponente, y esa magnifica armadura que parecía llena de intrincados grabados que la recorrían de pies a cabeza.

El rey emprendió la carrera arma en mano, se movía como si una fuerza sobrenatural le impulsara desplazándose mucho mas rápido de lo que sería natural. A pesar de que Askritt había salido después que su majestad, llegaron a la vez a la planta que estaba alterando la torre sagrada, de la cual se decía que era morada del mismo Corellon.

Para los observadores la cosa fue impactante, cuando estaban llegando para impactar a la cosa, la luz de Rey se apagó y su brillante arma y armadura se volvieron opacas y ya no presentaban el color azul, ni despedían luz alguna, era como si se hubieran muerto, incluso el canturreo armonioso de la espada había dejado de oírse.

Cuando las miradas se centraron en Askritt vieron que la tenue luz de su espada, comparada con la de su compañero, ahora también se había apagado y su escudo se había desplomado en el suelo.

Los impactos que normalmente deberían haber acabado con ella, tan solo habían conseguido penetrar a duras penas  la masa palpitante que era su cuerpo. Al impactar les había parecido estar golpeando a algo metálico mas que a una cosa viva, tal era la dureza de ese ser o cosa.

El mago observo con atención los acontecimientos.
Las respectivas cargas del Rey Elfo y de Askritt realmente eran imponentes.
Pero aquella "planta" parecía estar rodeada por antimagia.
Luego de eso se acercó caminando al lugar, quería ver de cerca lo que sucedía.

Creo que esa cosa será difícil de cortar si no terminamos con la antimagia que la rodea.
Es difícil cortar con ella, pero supongo tendrán magos capaces en su reino, deberán usar sus conjuros más poderosos para la disipación y así y todo sólo tendrán una pequeña chance de romperla.
Yo por mi parte... No puedo hacer mucho contra esa cosa. Dijo mientras señaló la planta que cubría la torre.

De todas formas Zizel se acercó a verificar el área de la antimagia y si era tal como parecía.

Alasa se quedó estupefacta ante lo que vio.

Su mueca pasó de la estupefacción al miedo.

- Esa cosa no debería existir. No sé su nombre, ni creo que haya nadie en todos los reinos que lo sepa. Fueron empleados en la guerra de los dioses que dio nacimiento a nuestra era. La propia Mistra creo unos seres específicos, los Fuzgus, para luchar contra cosas como ésa. Se supone que no debería existir. No sé como luchar contra él. Ese tipo de magia no es mi especialidad, y en los libros de saber divino no recuerdo nada más sobre ello. Lo único que se me ocurre es golpearlo con todas las fuerzas hasta que caiga... Yo... no soy muy fuerte, y los dones de los dioses no me servirán para hacerle daño. Trataré de protegeros mientras lucháis. Ziziel ¿Tienes alguna otra idea? Esto es más de tu especialidad...

Hay otra cosa.

- Sólo un seguidor de Mistra, que haya hablado con ella en persona y tenga su beneplácito, podría convocar un Fuzgu.

Mmmmmmmmmmmmmmmmmmmm

Dijo Zizel mientras se acercaba a la cosa.
Se tomaba la barbilla sin dejar de mirar lo que parecía una planta.

La desesperación de Alasa iba en aumento mientras su mente buscaba soluciones que no encontraba.

Sin embargo, no era su naturaleza quedarse parada. Con un súbito giro, miró al Rey elfo:

- ¡Venenos! Que sus hombres busquen todos los venenos que puedan reunir o localizar, tendremos que probar a ver si alguno le hace efecto aplicándolo sobre el arma de Askritt. Y ordene traer aceite y ácido, trataremos de quemarla o consumirla si es posible. Quizás sea inmune a venenos, fuego y ácido, pero tenemos que intentarlo.

Sin detener su frenética actividad mental miró a Ziziel.

- Eres mago, sin duda inteligente, ¿Conoces el conjuro de "contactar con otro plano"? Necesitamos que contactes con una deidad mayor, o al menos intermedia. Si no conoces el conjuro, quizás algún mago elfo tenga un pergamino que puedas usar.

Luego miró a Alessëa:

- Averigua si algún clérigo de tu gente tiene un pergamino de comunión, o uno de aliado mayor de los planos. No he preparado hoy esos conjuros pero son dos opciones más. Si consigo convocar un celestial de gran poder, quizás acepte la misión de investigar en los planos exteriores como debemos luchar contra esta aberración.

- Si nada de eso funciona... que los dioses nos pillen confesados, porque tiene toda la pinta de que esa cosa está absorviendo la magia de la torre para liberar al maldito dios que está encerrado dentro.

No era exactamente miedo lo que se desprendía de la voz de Alasa, era más bien algo parecido al pánico.