Partida Rol por web

Alessea una vez afianzada en su posición defensiva, se dejo llevar, se convirtió en una con su arco el cual se había convertido en una parte mas de su cuerpo, su vista se centro en la criatura de aspecto femenino al que algunos de sus compañeros decían que era Brass. En una rápida sucesión que solo los mas avezados observadores pudieron apreciar, cinco flechas surcaron el aire para ir a impactar contra el cuerpo de la la criatura femenina, las cuales salieron rebotadas. la criatura se rio con una voz como el trueno

- Adios insectos, tenéis suerte que no haya venido a acabar con vosotros. Gracias por tu ayuda. -La figura permanecía quieta en el aire luego pronunció unas .- Meldo tula Acerak Marinyanna. -Tras decir esto su cuerpo empezó a desdibujarse hasta desaparecer. Los elementales se habían quedado atrás y seguían observando a Alasa

Tras unos segundos el gargantuesco peñasco que tenían delante se fundió con el suelo sin dejar rastro, era como si alli jamas hubiera estado, las ascuas andantes se fueron extinguiendo hasta desaparecer, dejando solo los cuerpos de los elfos muertos.

Alasa se calmó.

- Me alegro de no haber tenido que luchar contra ellos, es el elemental de tierra más grande que he visto en mi vida. Ese Brass... conocía la palabra clave para poder teleportarse aquí, seguramente se disfrazó de cualquier elfo para averiguarlo. Los elfos deben cambiar esa palabra.

Alasa se dio la vuelta.

- Gracias por hacerme caso y no haber atacado a lso elementales. Si se hubiesen enfurecido seguramente ahora estaríamos todavía luchando contra ellos.

-¡Por el sagrado Carcaj de Solonor! ¿Habéis visto? ¡Se han deslizado por su piel como agua en piedra! ¡Las cinco! ¡Cinco flechas del Portador...!

¿Qué clase de ser era esa falsa mujer? Alessëa se acercó a la Aguja, corriendo, para recuperar entre los cuerpos sin vida de sus hermanos las cinco flechas que habían sido rebotadas con toda facilidad. Las cogió, y las estudió con detenimiento, por si tenía que repararlas. Al hacerlo no pudo evitar que la tristeza de las vidas perdidas le inundara el alma, y su rostro se ensombreció.

-¿Os habéis fijado en las palabras que ha pronunciado...? ¿Os dicen algo a alguno de vosotros...?

El enorme lenauro observó la "huida" de la mujer y sus "aliados" con algo de alivio, había observado como las flechas habían "rebotado" en el cuerpo sin hacerle ni un rasguño y no puedo menos que pensar que quizás su cimitarra hubiera sido tan poco útil como las flechas

- Si, era muy grande... supongo que podíamos haberlo vencido... pero prefiero no intentarlo - comentó antes de referirse a la mujer - Pronunció el nombre de Acerak - su voz denotaba preocupación - deberíamos encontrar la forma de seguirla... - con curiosidad miró al mago y a la clériga, que quizás tenían algún conocimiento para ello. Sus pocas dotes divinas no le permitían hacer algo así - Alguno de Uds tiene el poder de conseguirlo? -

Askritt tenía una misión. Una misión otorgada por su propia diosa y quería cumplirla... aunque le costara la vida.

Alarmada por los ruidos de batalla, Drysiel se aproximó a la pared más cercana, atravesándola con su cabeza y esperando advertir cualquier cosa relevante que pudera explicar aquel alboroto.

Zizel estaba atento, muy atento.
En el momento que ve a la extraña mujer traslúcida que va a desaparecer sus movimientos se aceleran.
Desde sus poderes arcanos surge una nueva velocidad, tan pero tan rápido que le permite lanzar otro conjuro...
De sus manos surgen una serie de relámpagos de pálida energía azul, que viajan con celeridad hasta su objetivo golpeando con certeza, luego, esto se abren en varios más pero cuando se dirigían hacia los elementales desaparecen.
Definitivamente podía golpear a los otros objetivos pero Zizel seguí aquello que Alesa había dicho.
Luego de este rápido movimiento el mago queda aturdido, como si el esfuerzo de actuar con tanta celeridad lo haya mareado.
Pero antes logra decir.

No, no te irás hasta que no sepamos más de ti, y probablemente luego hable con tu cadáver.
Mis compañeros se encargarán de tí.

De las manos de Zizel  surgen una serie de relámpagos de pálida energía azul, que viajan con celeridad hasta su objetivo golpeando pero a medida que le alcanzan desaparecen. - Insectos ... - Son sus últimas palabras antes de desaparecer

- Según le he entendido, se va con Acerak. Si este es el lugarteniente, no sé como será el general... Hablemos con el Rey, tienen que cambiar la palabra de protección.

La imagen era desalentadora, esa criatura se había ido pero había dejado atrás un reguero de sangre y a esa planta que aún estaba adherida a la torre. La misma parecía palpitar como si de un corazón se tratara peor un corazón grande, enorme y negro, con ramificaciones cual nervios que se diversificaban y extendían por la torre. No muy lejos de alli la cabeza de Drysiel se asomo por el muro de un palacio, ella era visible solo para aquellos mas abezados observadores

- Maldito seas monstruo del infierno. - Grito el Rey. - Llevad a los heridos y a los fallecidos al templo. -Luego se dirigió hacia vosotros. - Gracias por vuestra ayuda, aunque aún no hemos acabado, esa cosa es una perversión-Tras desenfundar su arma se dirigió hacia la criatura planta