Partida Rol por web

Ves salir a Alessea de la torre, con paso vacilante y haciendo eses.

Alessea presenta un  aspecto avejentado y enfermizo.  Askritt no pudo evitar fijarse en el cristal que llevaba en su mano un cristal que  parecía surgido de un mundo de pesadilla, era negro como la noche. Opaco y oscuro como el alma de un demonio. 

La sensación de maldad que esa cosa desprendía era más intensa que la que había notado en el nido de esas arañas.

A lo lejos veis salir una figura de la torre, parece tratarse de Alessea.

La elfa que salió de la Torre parecía Alessëa.. no, era Alessëa. Sólo que su mirada estaba perdida, ausente, su cuerpo tiritaba, la piel blanca como la leche estaba mate y yerta. De entre sus labios resecos un vaho gélido se escapaba con cara expiración, trabajosa, exhausta.

Anduvo, aunque el intento era de haber corrido, unos cuantos pasos en la dirección de los que llegaban. Los últimos pasos fueron en realidad traspiés, hasta que llegó a ellos, hasta que pudo fijar esas pupilas casi vacías en el rostro de los Héroes. Buscó, buscó a Alasa entre ellos. Pero agonizando casi, en un titánico esfuerzo, cayó de rodillas, y soltó algo que llevaba en la mano, ante ella, ante ellos.

Una gema oscura, un cristal a todas luces maléfico se deslizó de su mano, que parecía la de la misma muerte.

-Es... es el cristal.. que Brass iba a usar... para la Profecía. -Jadeaba, intentando explicarse. Pero lo más importante no era que la comprendieran, sino que actuaran. -Hay que... destruirlo... Alasa... Sacerdotisa... amiga... un ser puro... y la magia... del bien... contra este estigma... del mal...

Algo la mantenía viva, algo le daba fuerzas. Pero le quedaban pocas...

Mientras el lenauro ingresaba en la torre y miraba a su alrededor, intentando ubicarse en el lugar, noto un movimiento bajo sus patas. Era Alessea que corría en la dirección opuesta a la que el llevaba. No solo estaba saliendo, sino que en sus manos una gema que, según sus propias palabras sería el origen de la decadencia de la torre.

Casi sin darse cuenta giro sobre si mismo y salió de la torre en persecución de la elfa mientras con un gesto maquinal desenfundaba su cimitarra - Dejala en el piso. Yo la destruyo - indicó a la elfa - veamos si aguanta un buen golpe - mientras hablaba sus alas lo llevaron hasta su posición y se preparó para golpear con todas sus fuerzas a la oscura piedra

- Espera Askritt, no sabemos si la gema es una cárcel de la planta, ni sabemos... Rodead la joya para que nadie se acerque, absolutamente nadie, pero no la dañéis ni la toquéis.

Alasa sabía que su amiga no había sufrido un efecto de energía negativa, su armadura la hacía inmune a ello, por lo que quizás simplemente habían drenado su salud.

Con el bastón de curación tocó a su amiga.

- Dime Alessëa. Cuando combatimos juntas contra aquel minotauro, el hijo del jefe de la tribu era un muchacho bastante feúcho y muy acomplejado, y al que, por esas cosas de la vida, inicié en el sexo y le cambió completamente el carácter. ¿Cómo se llamaba?

El lenauro se detuvo frente a la gema, con sus cimitarra levantada y muchas ganas de dejarla caer sobre la piedra. Sin embargo se contuvo ante las palabras de Alasa - Espero tengas razón... - musito confundido - Solo espero que tengas razón... y que no estemos perdiendo tiempo que luego necesitemos para acabar con esa planta -

No había tiempo para explicaciones, sólo esperar entre los brazos de Marco una respuesta que fuera capaz de entender. De momento sólo podía sujetarse a él y ver como se acercaban a la edificación, sin saber muy bien dónde estaba ese peligro del que todos hablaban.

Entre toda aquella aceleración sonrió al ver cómo Cedric les hablaba y hasta revolvía su pelo, pero no dijo nada porque estaban muy centrados en algo demasiado importante como para entenderlo. Marco había dejado claro que les había transportado fuera del territorio de Acerak, pero saber que habían regresado al pasado (eso creía entender) la asustaba un poco.

Poco después Alessëa regresaba tan frágil que la asustó. Hasta ella sabía que parecía a punto de expirar su último aliento, pero en cambio lo utilizaba para explicarles que debían destruir la gema que había traído con ella desde el interior de la ciudad.

¿Qué tenía que ver con la planta que estaban mencionando? Aquello se le escapaba por completo, como era lógico.

La intervención de Alasa decisiva en Alessea, su cuerpo recuperó la tersura, y la fuerza de la juventud, y sus ojos volvían a reflejar la vida que anidaba en su interior.

Pero todos ellos podían notar como esa cosa desprendía una  maldad casi palpable.

El color brotó de sus mejillas, con una vividez que le dolió. Le dolió la sangre circulando de nuevo por sus venas, sentir cada músculo, notar el calor inundarla de nuevo. Dolía, pero era el retorno de la vida, el retorno a la vida.

La blanca pátina que la había recubierto se resquebrajó y se fundió, como la escarcha invernal ante los primeros rayos del sol de primavera. Y sus ojos brillaron de nuevo, su sonrisa brilló de nuevo.

La muerte se había acercado a su alma, había aferrado su corazón con su garra de hielo, pero había perdido la partida. Estaba viva, estaba allí, de nuevo. Estaba con ellos.

-¡Gracias a los Dioses! Alasa, amiga mía, no hubo tal muchacho que dices. Porque aquel de quien hablas era el hijo del chamán... y Chico le llamamos, no otro nombre. Nunca se lo preguntamos, ni tan siquiera tú, a quien él lo habría dicho, pues era un parco intercambio por los favores que le concediste, y las lecciones en las que él se aplicó...

La elfa rió, aunque quedo, pues aunque el recuerdo era jocoso para ellas, no lo era la situación.

-Debes destruir esta Gema oscura, Sacerdotisa, emisaria del Bien. La pureza de tu plegaria hará su trabajo, y hay que hacerlo deprisa. Brass era, en su forma de mujer, quizá la que Zizel reconoció como Sacerdotisa de Lazhander, quien la portaba. Y a punto ha estado de neutralizar con ella el cristal blanco de la Torre, y con ello detener la Danza de los Doce, como anunciaba la Profecía...

Marco sonrio al verl como la elfa recuperaba el coclor tras el toque magico del baston, y aparto de su mente el extraño intercambio de palabras entre la elfa y la cleriga, sabia que era una prueba pero aun no estaba a gusto relacionando la tierna figura de Alasa con el placer carnal, asi que se centro en la extraña y maligna piedra.
Es verdad que hay que tener cuidado antes de intentar destruirla, mientras que sostenia a la pequeña Joanna con un brazo el otro quedo libre mientras lanzaba uno de los conjuros mas sencillos. Veamos cuanto poder tiene y si encaja con algo que yo conozca.

A fin de cuenta los echos de los que hablaban sus compañeros no le eran conocidos y apenas entedia lo que decian, aunque esto tambien le llevo a darse cuenta que apenas habian hablado cuando se conocieron y despues.

Alasa miró a su amiga, y algo más que amistad se percibió en sus ojos.

- No dejéis acercarse a nadie, no podemos saber si es el cambiaformas, por eso hice esa pregunta. Y ahora a ver si podemos saber algo de esto. Aunque por una vez nos vendría bien tener a mano a ese mago chiflado -Aclaró mientras de su cintura tomaba un cetro de oro mazizo con incrustaciones de diamantes rojos.

Sus labios se movieron en una veloz salmodia, mientras pronunciaban unas palabras de poder. Fue tan rápido que no dio tiempo a nada, pero inmediatamente volvió a conjurar en un tono claramente diferenciado antes de mirar fijamente la joya y pronunciar una última palabra. Al mismo tiempo, la ya conocida energía anaranjada emanó de ella creando una circunferencia de energía positiva que los envolvió a todos. Aquella energía era la más poderosa que la pequeña clériga era capaz de generar, una oleada de calor anaranjado que cargaba los pelos de electricidad estática. Si lo que había en aquella joya era algún tipo de muerto viviente, sin duda no sería feliz.

Finalmente Cedric expulsó el aire que se había mantenido estático en sus pulmones. Ni siquiera se había dado cuenta del momento en que su pecho dejó de recibir el aliento vital, pero más tarde podría asegurar que la causa había sido la aparición de una maltrecha Alessëa, haciéndole olvidar su primera intención de alcanzar el lugar por el que esta había desaparecido.
Ahora el color volvía al rostro de la elfa y la atención de todos se centraba en la gema traída por la arquera.

Poco entendía de aquellos asuntos, pero la energía que se desprendía de aquella piedra oscura no daba lugar a equívocos. Debía ser destruída y sus compañeros se preparaban para hacerlo.
Cedric valoró sus opciones de ayudar, comprendiendo que no disponía de la fuerza del lenauro ni de los conocimentos de Alasa y Marco, por lo que difícilmente aportaría solución alguna en un trance como aquel.

Sin embargo, sí se dió cuenta de que la atención de todo el mundo se encontraba puesta en la arquera y la piedra que portaba, olvidando el entorno y la entrada a la torre de la que había surgido, momentos antes, Alessëa.
Aquello era un error. En el reino de Acerak habían aprendido cómo se pagaban errores como aquellos, y aunque ahora ya no se encontrasen en los dominios del lich, mejor prevenir y evitar caer en otra trampa.

Sin dejar de prestar oídos a lo que pudieran comentar sus compañeros, Cedric se alejó lentamente en dirección a la entrada de la torre, preparado para desenvainar sus armas en caso necesario.

El resultado no se hizo esperar, trás lanzar el conjuroparte del secreto de aquella cosa se hizo patente para el, se trataba de un artefacto muy poderoso, y que desprendía una aterradora aura de nigromancia

No podía ser, aquella cosa no podía .... Aquella cosa era un trozo de energía negativa, energía negativa solidificada. Maldad en estado puro, pero había algo más que no conseguía identificar.

Alasa lanzó el conjuro, pero si alguien esperaba algún tipo de efecto visible, se equivocó.

- Esto es maldad pura... pero hay algo más que no consigo saber qué es... ¿Qué decía la profecía... ?

-La Profecía la trajo Yalashad, junto con la triste noticia de la muerte de Eanor. Él quizá la conozca mejor que yo, pero yo también la memoricé... espera...

Aclarando su garganta, recitó con voz melodiosa: 

- No saco nada en claro, si éste es el dios muerto, no sé como destruirlo.. A no ser que sea tan simple como...

Una luz surgió de nuevo de Alasa, esta también conocida, era energía curativa. Alasa miró fijamente a la joya, a ver si aquella energía le afectaba, de ser así gastaría todos sus conjuros en curaciones que lanzaría contra la joya. A la energía negativa enfrentaría la energía positiva.

- Si esto no funciona no sé qué hacer, no creo que un quitar maldición o un conjuro parecido sirva de nuevo, el conjuro de revelar vulnerabilidades no me mostró nada.