Partida Rol por web

Alessëa afina aún más los ojos, apurando al límite su concentración, y dispara.

Las flechas de la elfa no solo se clavaron si no que penetraron profundamente dentro de la piel petrea del golem, y allí donde se habían clavado se habían abierto enormes grietas por toda su superficie. Alessea siguió a Dryseil y corrió hacia la abertura del tobogan,  en ese instante la enorme golem de piedra intuyo con precisión el movimiento que iba a hacer y descargó un poderoso golpe, con la fuerza de un centenar de martillos donde hacia apenas un segundo había estado Alessea.

Justo cuando la elfa se empezaba a meter por el tobogan, obtruyendo la entrada al mismo para cualquier otro de sus compañeros, a no ser que intentaran pasar por encima de ella, una maniobra no demasiado facil. Un cuerpo se materializó en el aire  y cayo a plomo sobre la pequeña plataforma, lo unico reconocible eran algunos trozos de su ropa. El cuerpo había sido partido por la mitad, presentaba enormes laceraciones y  heridas en su pecho causadas por lo que claramente vieron como  producidas por unas garras y en la parte de arriba  del torso una gran dentellada que había arrancado una buena parte del pecho de Zizel dejando ver parte del interior de su caja torafica, su cuerpo no era mas que un amasijo de carne sanguinolenta

- Askritt, vuela hacia mi por debajo, necesito alejarme y curarte...

- Entendido - comenta el lenauro que antes de comenzar a alejarse, descarga con fuerza su cimitarra contra la mole de piedra, esperando poder evitar un contrataque de la misma ante su movimiento.

Con soltura, Askritt mueve sus alas y se dirige hacia la cleriga que lo ha llamado, intentado ubicarse de forma tal que pueda montarse en su lomo y así alejarse de la monstruodisidad que les impide volver por el tobogan por el cual han bajado

El combate, si así podía llamarse, se desarrollaba a lo largo y ancho de la plataforma. Ningún lugar era seguro debido al tamaño que tenía su contrincante.
Aún así, sus compañeros aprovechaban para golpear y retirarse a lo que consideraban un lugar seguro....si lo era lo averiguarían en poco tiempo.
Él debía hacer lo mismo o caería ante tan enorme y poderoso enemigo.

Lo que estaba claro es que el grupo se disgregaba nuevamente. Una vez más, si conseguían salir con vida, serían mucho más débiles para enfrentarse a los peligros de la Tumba.
Entonces lo vió. Al principio pensó que alguna roca de hielo negro se había desprendido, pero no, por desgracia no era eso lo que yacía en el suelo.
No fijó la mirada en el maltrecho cuerpo durante más que un segundo, pero aún así fue suficiente para convencerle de que poco se podría hacer por el mago, sobretodo si todos huían abandonándole a su suerte.

Un fuerte silbido, seguido de otro y otro más. Las flechas, procedentes del arco de Alessëa, surcaron el espacio que la separaba de la criatura y se hundieron en su cuerpo, provocando grietas allí donde impactaron.
Eso provocó una extraña sensación, de exaltación, en el explorador....¡podía ser herida!...Y si esto era así, también podía ser vencida.

Decidió probar suerte, una vez más, y confiar en sus habilidades para golpear y alejarse posteriormente, utilizando su velocidad y la facilidad de hacer piruetas para esquivar un posible golpe proveniente del golem.

Sin pensarlo más, aprovechando que la criatura parecía distraída con la arquera, Cedric avanzó rápidamente y sus cimitarras danzaron junto con él, golpeando aquí y allá, para terminar retirándose lo más lejos posible de la bestia.

Askritt  y Cedric se acercaron y empezaron a  golpear al golem, pero cada uno lo hizo a su manera.  Askritt golpeó usando toda la fuerza de la que su diosa le había otorgado, mientras que cedric empezó a danzar era hermoso a la vez que mortal ver como cada paso, cada brinco, y cada flexión de su cuerpo llevaba la muerte a aquella cosa, a medida que descargaban sus golpes la golem de piedra enormes grietas se extendían por todo su cuerpo hasta que toda ella empezó a desmoronarse y a medida que lo hacía el suelo de la plataforma parecía engullirla

Alasa se había quedado quieta -un error que podría haber sido mortal- para admirar la danza del guerrero, al que miró fascinada.

- Impresionante -fue lo único que pudo decir...

Al ver como la piedra viviente era engullida por la misma plataforma que la había sostenido, Askritt suspiró aparatosamente, aún sorprendido de haber sobrevivido al ataque de la masa de piedra viviente. Sin embargo, una vez que se aseguró que estaban a salvo, sus ojos se dirigieron hacia los restos del que había sido el mago.

- Que fue lo que hizo esto - preguntó sorprendido - Está hecho pedazos. Realmente no quisiera encontrarme a quien fue el autor de esta... eh... masacre - se explicó - Quizás no era muy diplomático, pero era parte del grupo... creen que hay alguna manera de... de curarlo? - preguntó a los clérigos poco dispuesto a creer que eso fuera posible

Kricco voló y se posó sobre el hombro del Lenauro.
Miraba la escena como hipnotizado por lo acontecido.

- Si no fuese un no-muerto en el momento de morir, supongo que podría resucitarlo, pero él mismo nos advirtió contra eso antes de bajar. No sé como devolver a la vida a alguien que estaba muerto antes de morir. De todos modos lo intentaré.

Alasa juntó los trozos de cuerpo rápidamente, y extendiendo sobre él polvo de diamantes, puso las manos en el pecho y extendió una luz completamente blanca que se extendió por todo el cuerpo hasta que este desapareció bajo el brillo.

- Es todo lo que puedo hacer, si Acerak no tiene bloqueado el regreso de las almas al mundo de los vivos, si su conjuro de conversión en muerto viviente no sigue funcionando, y si él quiere regresar... debería empezar a respirar pronto.

Los movimientos de la clériga eran ahora lentos tras aquella demostración de poder divino, con calma sacó un relicario de un bolsillo y se lo puso.

- Acercaros los heridos, no usaré ahora el bastón de curación, no mientras tenga otros medios...

Una ténue luz irradió del cuerpo de la clériga mientras murmuraba un quedo rezo, una luz cálida anaranjada como la que había destruido al muerto viviente en el exterior de la torre, sólo que esta vez no permitió que se extendiese tanto. Allí donde la luz tocaba una herida, la carne se cerraba poco a poco, hasta que al final no quedó ni siquiera una cicatriz. Cuando todos estuvieron plenamente curados, Alasa abrió los ojos y su letanía cesó.

- Subamos por el tobogán.