Partida Rol por web

Te ha llegado un encargo, uno muy suculento, uno cuyo pago te permitirá crear tu propio grupo de mercenarios. El contrato se hará en Tristan, así que en cuanto recibiste la noticia te pusiste en camino hacia allí. El tipo que te mencionó el contrato te dio 20 piezas de oro como anticipo, más que suficiente para que el camino lo hagas de primera.

Ahora te encuentras apenas a 1 semana de Tristan, en una ciudad llamada New Heaven. Esta ciudad es relativamente importante, siendo considerada la capital administrativa del reino, aunque la oficial es Tristan. Has cogido una habitación en una posada bastante buena, y te preparas para dormir*.

Tantos años que se la paso en las andadas por los caminos de dios hacia que este viaje a la capital del reino fuera nada mas que otro viaje. Aunque sin duda el supuesto contrato suculento que le estaría esperando al final lo volvia aun mas especial y le hacia apurar en su andar para llegar lo antes posible.

Sin embargo aunque quisiera no podía pasarse todo el tiempo en el camino, ya que necesitaba comer y dormir de vez en cuando para no llegar agotado a ese contrato. En los primeros días no le daba importancia a esas cuestiones pensando en el dinero como objetivo inmediato pero sabia que varias veces habia perdido contratos simplemente por no estar presentable, algo que en primer momento le hizo querer matar al contratista y a la competencia pero termino viendo que no todos serian tan fáciles de matar.

Por lo que ahora que iba aprendiendo el oficio se ocupada de pulir bien la armadura roja que habia podido llevar con él tras su escape y se disponía a usar lo mejor posible las monedas de oro. En un momento pensó conseguir una mujer pero termino convenciéndolo que no era necesario que por el momento prefería mas las monedas que la dulce piel de una mujer. Ademas tal vez en el contrato podría conseguir alguna gratis, dependiendo de la misión.

Se encontraba en la habitación de la posada mirando la ventana, poco interesado en la ciudad a pesar de su función administrativa y pensando que partiría lo más rápido posible a la mañana siguiente.

Te acuestas a dormir, tranquilamente. Pero esa noche no iba a ser tan tranquila como tú pensabas.

La ciudad está destruida. Desconoces el nombre de la ciudad, aunque  la catedral o la torre de magia te hacen pensar en Tristan. No estás seguro, sin embargo. Los edificios están en llamas, y el suelo está cubierto de cuerpos de cientos, quizá miles de personas. La sangre de esos cuerpos mancha tus botas, mientras caminas hacia un sitio indeterminado.

De pronto lo ves, una hombre se debate, intentando soltarse de los brazos de una joven. No dirías que es mayor que tú, y sin embargo sujeta a su presa con una sola mano. A pesar que su cuerpo parece enjuto, sus alas negras y sus ojos rojos te hacen darte cuenta que no es una persona normal. Su cobriza melena parece soltar destellos de sangre a la luz de la luna, mientras su cara refleja una maldad como nunca has visto.

El demonio desnuda al hombre con facilidad, mientras aferra sus manos con una sola mano. Tumbándole en el suelo, mientras mantiene las manos del hombre aferradas entre sus propias manos, monta su pene, de dimensiones más que respetables, dejándose caer de golpe, mientras el tipo intenta debatirse, al menos al principio. Pronto el hombre pone los ojos en blanco y gime fuertemente, al tiempo que lleva sus manos a los pechos de la demonio, apretándolos y retorciéndolos, aunque ella solo responde con una risa para nada alegre.

Su cuerpo empieza a cambiar. En su cabezas surgen dos cuernos, de pequeñas dimensiones. La parte inferior de su cuerpo se transforma en unas piernas de cabra. Sus gemidos y gritos de placer se escuchan ahora claramente, sobreponiéndose a los gritos de dolor y agonía de los heridos. De pronto, el hombre-demonio suelta un grito y empieza a convulsionar, presa de un furibundo orgasmo. Una vez acaba, sus ojos quedan en blanco. 

El demonio sigue cabalgando sobre el hombre, cada vez más fuerte, más rápido, mientras sus pechos, de grandes dimensiones, botan sin cesar. Por fin, suelta una especie de gruñido y empieza a convulsionarse en lo que imaginas es un intenso orgasmo. Cuando se levanta, puedes ver el pene del hombre cubierto de un líquido negruzco y espeso.

Tú eres el próximo ruge, y se lanza hacia ti. Intentas moverte, pero no lo consigues. El demonio cada vez se hace más grande, cubre más y más espacio de tu campo de visión. Hasta que por fin, su figura hace que no veas nada, sólo negrura.

En ese momento, con un grito de terror, te despiertas. Estás en tu cama, en la posada, pero todo parece en calma. Bueno, no todo. Fuera se escucha un jaleo como pocas veces habías escuchado. Algo extraño ha pasado. Aún no ha salido el sol, y hay bastante jaleo...

Miro a todos lados tardándose un tiempo en darse cuenta que había vuelto a la posada y que todo se habia tratado de una rara pesadilla. Debía estar maldito para que un sueño con una hermosa mujer se volviera una pesadilla, sin embargo no podía dejar de pensar en ella en el lugar donde se suponía que se habian encontrado en ese sueño.

Se sacó las sabanas de encima y se levantó de su cama. Miro a la ventana lo oscuro que seguía todo pero lejos estaba su ánimo de volver a dormir. Por eso cuando escucho los ruidos que venia desde abajo no podía estar mas ansioso de distraerse con otra cosa.

Vistiéndose y equipando su espada a un costado, se dirigió rápido hacia abajo y se disponía a salir afuera. “Ey ey que esta pasando?” pregunto en alto sin llegar a ver qué pasaba para producirse ese ruido, tan confiado estaba que podria encargarse de lo que pasaba afuera.

¡Tristan ha sido destruido, arrasado! ¡Dicen que no hay supervivientes!

El hombre que te dice esto sigue corriendo escaleras abajo. Cuando llegas a la habitación central de la posada, ves a mucha gente que está reunida allí, buscando noticias sobre qué ha sucedido. Pero nadie parece saber nada, nadie dice nada.

Entonces un hombre entra en la posada. Todos le miran, esperando que tenga alguna noticia.

Los rumores se confirman, tristan ha sido atacado y no hay supervivientes.

Muchas mujeres caen de rodillas, con lágrimas en los ojos, gritando de dolor y llevándose las manos al pecho. Varios hombres preguntan a la vez al tipo, pero este alza las manos, para seguir hablando.

Los rumores dicen que han sido los cinco males. No consigue decir más, ya que las voces se alzan, llamándole desde loco a tonto. Nadie más le hace caso.

Esa noticia le llego como si le lanzaran un balde de agua fría encima. “¿Que carajo?” pregunto sin saber que mas decir, si bien seguía escuchando a la demás gente diciendo cosas parecidas al tipo de las escaleras.

No puede evitar agarrar con fuerza el pomo de su espada recordando su sueño y lo que parecía pronosticar, aunque al parecer no estaba viendo un futuro sino lo que pasaba en ese mismo momento. Al menos asi lo supo cuando un hombre confirmo los rumores y la mayoría ahí dentro se puso a llorar.

Ansioso se acerco al hombre empujando a quien fuera, queriendo escuchar lo que habia pasado. Escuchando de sobre unos supuestos males se le ocurre que en otro momento lo habría pensado como una burrada como el resto pero el sueño lo tenia inquieto y ahora que ensima parecía haber perdido mucho dinero todo iba de mal en peor.

“Ey!” le grito al hombre terminando de acercarse a él. “¿Quienes son los cinco males? Hay entre ellos una mujer alada de cabellos rojos y mucho pecho?” pregunto aprovechando que nadie mas le tenia interés curioso de saber de que se trataba todo.

El hombre te mira, y sonríe ante tu pregunta.

¿Acaso no conoces la leyenda de los cinco males? Yo te la contaré.

Se sienta en una mesa, con una jarra de cerveza. La gente ya no le presta atención, se han olvidado de él, probablemente pensando que lo que dice no tiene lógica.

Los cinco demonios de la antiguedad, también llamados los cinco males, arrasaron esta tierra. Hace mil años, unos chicos, apenas unos muchachos, les hicieron frente. La propia Arnalusiana, la más poderosa de las diosas que existen, les otorgó el poder de derrotarlos.

Las leyendas cuentan que estos males originales y sus sirvientes directos, tenían la facultad de convertir a la gente en demonios, y estos a su vez a otras gentes en demonios ya así. Los campeones de Arnalusiana, que luego se llamaron Héroes de la luz, tenían el poder de revertir esto, y devolver a los humanos convertidos a su estado original.

Sin embargo, los demonios originales y sus seguidores directos no se convertían, se iban al infierno. Lo malo es que siempre había personas que les invocaban una y otra vez, o algún seguidor que no habían cazado y conseguía devolverlos al mundo. Así que finalmente los guerreros consiguieron un conjuro capaz de congelar a los demonios.

Pero este no les mató, solo les congeló. Ahora se cuenta que sus seguidores han conseguido saber como romper ese conjuro, y los han liberado.

Los cinco males son demonios EXTREMADAMENTE poderosos, capaces de adoptar la forma que quieran, aunque tardan un tiempo en desarrollarla. Curiosamente, la forma que describes me recuerda a la forma de humana que adoptaba Satán, el príncipe de los demonios.

Si quieres saber más de ellos, deberías dirigirte a Keropis. Es el último reducto de una antigua orden de sacerdotes que investigaba a los demonios. Seguro que ellos podrían decirte algo más.

Negó con la cabeza ante su pregunta. Aunque sentía que sabía algo pero prefería que el hombre le contara todo, ya que parecía saber. Se sentó junto a él acomodándose al suponer la larga historia que le esperaba.

Escucho atento pensando en las similitudes con su nombre y lo curioso que parecía como si tal vez alguien se lo había mandado como una advertencia profética. Sin embargo a pesar de todo lo que escuchaba y decia no terminaba de interesarse en esa batalla entre el bien y mal.

“No, ya con lo que me dijiste saciaste mi curiosidad.” Le devolvió dejándole en claro su poco interés para ir a visitar a esos sacerdotes. “En Tristan me habían prometido un contrato jugoso por su recompensa. Pero ahora esta completamente perdido como la capital.” Lamento con naturalidad siendo lo único que en verdad le importaba de todo el incidente. “¿Vos no conocerás a alguien aquí con interés por un mercenario?”

hum... piensa el hombre. Luego te mira de arriba abajo. Si quieres, yo voy a partir a Tristan, y no me vendría mal que alguien me ayudara. Me da miedo ir allí, pero tengo que ir y comprobar qué ha sucedido. Te puedo ofrecer una de oro.

Bueno, no es tan jugoso como lo que esperabas, pero así comprobarás si la destrucción es total...

“Vas a ir la ciudad destruida?” pregunto en un tono burlón, sin creerse que el hombre que parecía saber mejor la verdadera razón por la destrucción de la ciudad se animaba a ir. “Tienes huevos hombre. Aunque la verdad por una sola moneda no te ayudaría…” comento casi riéndosele en la cara.

“Pero bueno tambien estoy curioso, además seguro que a los demonios no les habrá importado mucho las joyas y demás riquezas de la gente.” Comento sin vergüenza de admitir que iria allí para saquear la ciudad. “¿Cuándo partimos?” pregunto tranquilo sintiendo una mala sensación de que pidiera ir ahora mismo.

Cuando salga el sol. Total, tenemos una semana de camino...

el hombre se relaja, tomando una cerveza.

El espadachin tambien se relajo con el viaje planeado. "¿Y si al final averiguas que todo lo que dices es verdad que haras?" pregunta curioso de lo que pasaria con el hombre si al final todo era como en su sueño.

"Oh y mas importante, sabes defenderte de alguna forma? No tengo problema en defenderte completamente aunque me gustaria saber que tanto puedo contar contigo en una pelea." comento recordando anteriores trabajos donde habia subestimado en gran medida lo inutil de sus protegidos.

El hombre te mira de reojo, antes de beber otro trago. Supongo que seguiré buscando a quien busco a menos que encuentre su cuerpo. Y, si es así, volveré a mis negocios. Respecto a defenderme, sé manejar una espada, pero soy mejor evitando tener que usarla. Supongo que sabes a qué me refiero.