Soshi Shinobu se sobresaltó al notar el contacto de la mano de Kazuo sobre su kimono de seda. Sus ojos se fijaron en los del Ikoma durante unos breves instantes que parecieron más largos de lo que realmente fueron. Luego Shinobu bajó sus largas pestañas mientras Kazuo se retiraba.
Puede que aquella mujer fuese una maestra en el arte de la mentira, pero Kazuo nunca había visto una expresión de tristeza tan desgarrador en ninguna escorpión de Ryoko Owari.
La mujer agradeció las palabras con un gesto de asentimiento e hizo que unos criados acompañaran al León hasta sus aposentos.
Tirada oculta
Motivo: Percibir emociones
Dificultad: 39
Tirada (7): 4, 8, 4, 1, 3, 4, 9
Guardados (4): 9, 8, 4, 4
Total: 25, Fracaso
Kazuo acompañó a los criados del castillo hasta sus aposentos. Antes de entrar, sin embargo, pidió muy cortésmente a uno de ellos que avisara a su amigo, Isawa Satoru, de reunirse con él antes de la cena para revisar cierta documentación relativa a su cometido. Era una mentirijilla, una excusa, pues lo que realmente quería era acordar una postura con la que acometer el encuentro con el daimyo. Mientras le esperaba, el cortesano se aseó y dejo todo preparado para partir al encuentro de Soshi Bantaro.
Eres libre de entrar o lo que sea, da por hecho que te abro la puerta y blablablá
Un rato más tarde, la puerta de Kazuo sonó con una discreta llamada, y después de aguardar unos prudentes segundos, Satoru descorrió la hoja para entrar en los aposentos de su viejo amigo.
El shugenja tenía un aspecto muy informal, con su pelo aún empapado cayendo desordenadamente alrededor de su rostro, lo que le hacía parecer mucho más joven de lo que era. Llevaba simplemente el kimono interior, y los últimos rastros de sonrojo aún no se habían borrado de sus mejillas. Tal vez, por un exceso de tiempo en un baño de agua caliente. O tal vez no.
-No te preocupes, no voy a ir así a cenar con nuestro anfitrión. -Bromeó, con una sonrisa traviesa que mostraba más de lo que escondía. -Me tendrás que dar unos minutos para ponerme presentable.
Sin prisa, se arrodilló sobre el tatami para ponerse cómodo, y su expresión cambió de golpe. De pronto, su alegría parecía haberse convertido en una confusa melancolía.
-¿Alguna vez aprendemos, Kazuo? -Terminó por decir, suspirando, antes de centrarse. -Bueno, ¿qué querías hablar?
Kazuo estaba escribiendo sobre un pergamino, y solamente levantó la cabeza una vez, para confirmar que quien entraba era su amigo y no un extraño. El sonrojo de sus mejillas hizo que las suyas se estiraran hasta formar una sonrisa, pero sin decir nada. E igual que su apariencia le había arrancado aquel gesto, la pregunta retórica que le lanzó le arrancó una débil risilla.
—Hay anzuelos en los que es muy difícil no picar —dijo, y parecía bastante claro que no se refería únicamente al que tenía atrapado al Isawa. Entonces dejó el pincel y habló en un tono más grave o, al menos, más formal—. Soshi Furuyari, comandante de la familia ha cometido seppuku para limpiar el honor de su señor, Soshi Bantaro. Pensé que querríais saberlo, antes de marchar a la cena. Al parecer, la magistrada Shosuro y él eran amigos de la infancia —y esto último lo dijo muy lentamente, como queriendo acusar una posible tara en la imparcialidad de Norie, pero sin hacerlo realmente.
Las palabras de Kazuo cayeron como un jarro de agua fría en el melancólico shugenja.
-¿Seppuku? -Preguntó, sorprendido, sin ser completamente capaz de asimilar la noticia en su estado de ánimo. -Pero… ¿cuándo ha sucedido tal cosa? ¿Y cómo…?
De pronto se calló, súbitamente consciente de que se estaba dejando llevar, y tomó aire para liberar un lento suspiro.
-Estoy haciendo las preguntas equivocadas. -Torció el gesto en algo que no llegaba a ser una sonrisa. -¿Por qué ha cometido seppukku exactamente? ¿Qué… crímenes está limpiando? ¿Qué ha hecho Soshi Bantaro?
Mientras aguardaba la respuesta de su compañero, Satoru trató de recordar lo que él mismo había averiguado. Los recuerdos hicieron que de nuevo la sensación de calor regresara a su rostro, pero fue capaz de centrarse en lo que necesitaba.
-Yo… por lo que he podido saber, los Iuchi o alguno de sus aliados tienen alguna forma de interferir en la magia de los Soshi. Y tiene sentido. -Miró a Kazuo con genuina preocupación. -Soy un Maestro de Aire, y comprendo el alcance de lo que pueden hacer los shugenjas de esta familia. Tendríamos que averiguar qué es lo que los está cegando…
-Porque si no, tendré que asumir que yo también estoy ciego. -Añadió, con el ceño fruncido.
Kazuo apartó la vista del pergamino definitivamente, mientras el shugenja se explayaba. Lo que decía de “estar ciego” era algo a tener en cuenta, desde luego.
—No sé nada del mundo espiritual ni si son capaces de cegarte, amigo, pero desde luego lo son de distraerte.
Lo que había pretendido como una broma, sin embargo, se torció a medio camino, hasta el punto de que bien podía interpretarse como un reproche. El bardo agachó la cabeza, a modo de sumisión y disculpa, y recortó su sonrisa, no fuera que pensara que se estaba mofando. La verdad, no sabía muy bien por qué había dicho lo que había dicho. O tal vez sí. No había que ser un omoidasu para saber cómo iba a acabar la historia de esos dos.
—Sea como sea, Shinobu no me lo aclaró —contestó él, en referencia al seppuku y a los crímenes que purgaba, ansioso por cambiar de tema. Pese a lo escabroso del asunto, al Isawa no se le escapó la manera informal con la que Kazuo se refería a la esposa del daimyo, lo cual no dejaba de ser irónico, dada la crítica espontánea que él acababa de hacerle—. Pero sospecho que en el curso de nuestras investigaciones nos encontraremos con verdades tan horribles como incontestables… y, supongo, esas serán las que Soshi Furuyari buscaba expiar.
Kasuo pasivo-agresivo lol
Las cejas de Satoru se alzaron ligeramente al escuchar el comentario de su compañero, pero su disculpa no verbal fue más rápida que cualquier reacción del Isawa.
-La vida es el peor de los obstáculos para ganarse un lugar en Yomi, Kazuo. –Terminó por contestar, torciendo el gesto. Por la reacción del shugenja, parecía que estaba más molesto con él mismo que con la pulla del Ikoma. -Pero no me han distraído… me he distraído yo mismo. Debería ser más fuerte de lo que soy.
Afortunadamente, ese momento extraño no duró demasiado, porque el omoidasu no tardó en hacer gala de sus reflejos sociales y devolver el tema a la investigación que tenían entre manos.
-Desde luego, es extraño que lleven desde el principio argumentando que todo ha sido culpa de los Unicornio… y tan pronto como llegamos, uno de sus oficiales comete seppukku sin que se aclaren sus motivos. –Algo extraño estaba sucediendo. Que Shinobu les hablara tan rápidamente de ese supuesto seppukku resultaba extraño, más aún sin especificar los motivos que lo habían llevado a ello. Si estaban pretendiendo convencerlos de que no tenían nada que esconder, lo estaban haciendo de forma algo extraña. Y en un palacio Escorpión, resultaba difícil creer que los acontecimientos no sucedieran con premeditación.
-Creo que tendremos que insistir más para saber qué es lo que ha sucedido… Es importante que podamos visitar el templo donde tuvo lugar el ataque místico. Y… tal vez, debería empezar a probar si mis plegarias también están nubladas como dice Isane.
-Sólo un Maestro del Aire podría cegar a otro… aunque hay formas de magia de las que apenas sé nada. –Dijo, con la preocupación marcada en su voz, pero luego se las arregló para componer una sonrisa algo forzada. –Y no hay nada que moleste más a los Isawa que no saber de algo.
—Me temo que los espíritus que yo conozco no son los que mismos con los que tú te relacionas —contestó, haciendo él mismo una referencia velada a su afición por el alcohol—, pero si puedo ayudarte en algo, Satoru, solo tienes que pedírmelo. Si quieres probar tu visión conmigo, eres libre de intentarlo.
Post cortito, sorry
No sé si lo que he propuesto tiene sentido, btw XD
-Tal vez sí que… -Comenzó a contestar, pensando en las posibilidades, pero se detuvo a mitad de la frase y su semblante se oscureció. -No, es mejor que no. Las plegarias que tendría que usar para probarlo no son del tipo que me gustaría probar contigo, Kazuo. -Y, revelando indirectamente la naturaleza del poder que le brindaban los kami, añadió en voz más baja. -Los pensamientos de un samurái deberían ser suyos y sólo suyos.
-Más tarde, cuando terminemos esa velada, intentaré probar algo más normal. -Añadió, recuperando un tono más relajado, y sonrió. -Pero supongo que la cena puede ser más larga de lo que esperamos.
Kazuo asintió a Satoru cuando este prefirió no hurgar en su cabeza, con una apatía que parecía decir mucho de cuan poco sabía el León acerca de las místicas artes de los hechiceros del Aire.
—Larga será, eso seguro. Aunque no es una de las siete virtudes del bushido, y por tanto no es algo reprobable, algo me dice que Soshi-dono no es un dechado de la modestia, precisamente. Además, el camino nos ha mostrado que tiene motivos de sobra para querer torcer nuestras voluntades hasta alinearlas con sus intereses... —y suspiró— así que no descartes que desayunemos con él.
Y, ya del todo preparado, se levantó listo para partir camino a la cena.
—Así que sí, larga será. Esperemos que al menos sea entretenida.
¿Vamos cerrando? Ya te he dicho lo que quería decirte.
-Puede que sea algo más molesto que malo para nosotros. -Contestó Satoru, sonriendo de forma enigmática, y luego se acercó aún más a su compañero, hasta que pudo reducir su voz a un simple susurro.
-Al fin y al cabo… Megumi tiene una extraña tendencia a actuar con los modales de un Hida, y dudo que muestre una actitud favorable hacia los Soshi. -Dijo, mirando al Ikoma con seriedad. -Pero nosotros somos unos dechados de cortesía, Kazuo-san. Si creen poder convencernos a nosotros dos, puede que hablen más de la cuenta.
-En fin, debo volver a mi cuarto o acabaré por llegar tarde a la cena. -Añadió despreocupadamente mientras se separaba y su anterior sonrisa regresaba a sus labios como una máscara.
Cerramos pues con esto... Y volvemos con Bantaro-cerDono