Partida Rol por web

Satoru mantenía las formas como un valiente. Sin embargo podía apreciar que a pesar de sus correctísimas formas, Soshi Isane sentía absoluta repugnancia por lo que su Daimyo le estaba haciendo. Su rostro permanecía impasible, pero alguien que había intimado con ella podía apreciar como de forma muy disimulada rehuía su contacto o interponía objetos entre su cuerpo y él.

No era la única. Soshi Shinobu siempre trataba de distraer la atención para que los gestos de su marido no resultasen visible u ofensivos hacia sus invitados, cosa que lograba a duras penas.

Ikoma Kazuo detectó un detalle casi imperceptible. Cuando la mano de Soshi Bantaro tocó la piel perfecta y suave de la doncella, el rostro de Isawa Satoru cambió de forma sutil. Fue un gesto muy efímero y rapidamente disimulado, pero su ceño fruncido, sus ojos hirviendo de ira y la tensión de sus manos apretando su kimono... casi le dió la impresión a Kazuo que su compañero parecía dispuesto a saltar sobre la yugular del Daimyo.

Por suerte, parecía poder controlarse... y disimular.

Akodo Isshin detectó un detalle casi imperceptible. Cuando la mano de Soshi Bantaro tocó la piel perfecta y suave de la doncella, el rostro de Isawa Satoru cambió de forma sutil. Fue un gesto muy efímero y rapidamente disimulado, pero su ceño fruncido, sus ojos hirviendo de ira y la tensión de sus manos apretando su kimono... casi le dió la impresión a Isshin que su compañero parecía dispuesto a saltar sobre la yugular del Daimyo.

Por suerte, parecía poder controlarse... y disimular.

Mirumoto Megumi detectó un detalle casi imperceptible. Cuando la mano de Soshi Bantaro tocó la piel perfecta y suave de la doncella, el rostro de Isawa Satoru cambió de forma sutil. Fue un gesto muy efímero y rápidamente disimulado, pero su ceño fruncido, sus ojos hirviendo de ira y la tensión de sus manos apretando su kimono... casi le dio la impresión a Isshin que su compañero parecía dispuesto a saltar sobre la yugular del Daimyo.

Por suerte, parecía poder controlarse... y disimular.

 ¿Debemos entender, entonces, que ahora mismo vuestras tropas carecen de liderazgo? -... -¿Quién las comandará si se produce otro ataque?

El Daimyo masticó un trozo de carne mientras miraba al techo pensando la respuesta. - Tenemos todavía muchos hombres capaces, por supuesto. Aunque imagino que si vuelve a desatarse la batalla... el honor recaería en el hijo del honorable Soshi Katsu, por supuesto. - Bantaro esgrimió una sonrisa sádica hacia su esposa.

-Unos asesinos llevaron a cabo un ataque en la fortaleza Iuchi que terminó con la esposa y parte de la familia del daimio muerta. Y en la aldea de Jiochi, el pozo fue envenenado… decenas de heimin y samuráis murieron de forma horrible.

El Daimyo puso los ojos en blanco y luego miro a Isane mientras negaba con la cabeza. - Señor Isawa, unos soldados Iuchi trataron de atajar la guerra a su modo. Ya hemos dado autoría de ese ataque desafortunado. El mismísimo general Furuyari se ha cortado las tripas hoy mismo para pagar por el atrevimiento de sus hombres. Inaceptable a la par que miserables por haber fallado... nos hubiésemos ahorrado muchas pérdidas.

Soshi Bantaro se recosta y bebe de un trago toda su taza de sake. 

- Respecto a la otra acusación me temo que no tenemos ni idea de lo que pasó. Seguramente haya sido una plaga. Los Unicornio nos salvajes y comen carne roja, se visten con pieles no purificadas y duermen con sus putos caballos. Seguramente hayan cogido una enfermedad de sus bestias y estén acusándonos a nosotros. Es vergonzoso. Deberían haberse quedado en las arenas ardientes.

- ¿Como estáis tan seguro de que eran tropas Shinjo, y no la caballería de otra familia, las que apoyaron a las tropas Iuchi?- 

 

 -¿En qué os basáis para hacer tal afirmación?

-No es sencillo distinguir a una caballería de otra en plena batalla… - ... -¿Tenéis testigos? ¿Prisioneros? O… ¿Tal vez es que acaso lo han descubierto vuestros maestros shugenja?

 

Algunas tropas vienen desde Iuchi no Shiro, pero sabemos por nuestros exploradores y por los kami que ciertos ataques partieron demasiado rápido, como si salieran desde un camino distinto. Además está la técnica de escuela. Furuyari-san era un experto en los estilos de combate de diferentes Dojo. Dijo que una tropa que arrasó a una de nuestras legiones desde el sur combatía con el estilo inequívoco de los dojo Shinjo. 

Lamento la pérdida de alguien tan importante en su familia Shoshi-sama. Entiendo que la magistrada Norie si tuvo oportunidad de conversar con el comandante Furuyari ¿no es así? - Dijo la magistrada - ¿el magistrado unicornio tuvo también esa oportunidad?  - 

- La magistrada Norie dijo que prefería dejarles espacio para no influir en sus propias investigaciones, magistrada. El poco divertido magistrado unicornio tuvo poca paciencia y aunque tuvo la oportunidad no pareció interesado en dialogar con el comandante Furuyari.

¿Cual fue el primer incidente? Entendiendo la pérdida de ambas familias y el perjuicio al emperador. ¿Quien cree usted que se podría ver beneficiado por esta contienda ?  

- Sin duda fueron las tropas unicornio quienes atacaron por primera vez a una de nuestras patrullas fronterizas. Ahí empezó todo.

Incluso a pesar de sus revueltos pensamientos, a Satoru no se le pasó desapercibido que cuando mencionaba a Soshi Katsu, la mirada de Bantaro acostumbraba a acudir a su esposa… y no precisamente con la mejor de las expresiones. Sin inmutarse, el shugenja se inclinó para tomar algo de comida de la mesa, y aprovechó ese gesto para cruzar una significativa mirada con el Ikoma.

Sin embargo, lo que verdaderamente estuvo a punto de quebrar la serenidad del Isawa fue la forma en la que habló del asesinato de la familia Iuchi. Entre sus palabras, consciente o no, dejaba un mensaje completamente claro, el de la satisfacción que le hubiera causado que el atentado tuviese éxito.

Y por supuesto, la muerte de Furuyari. El hombre que podría haber ordenado el ataque. El hombre que había fracasado en proteger sus campos. El hombre que había reconocido el estilo del dojo Shinjo en algunos atacantes. Y ahora, justo antes de que pudieran entrevistarse con él, había decidido competer un seppukku indeciblemente conveniente para Bantaro.

Satoru ocultó su decepción y su creciente rabia detrás de un largo sorbo a su taza de té, y después trató de recordar los consejos de su antiguo amigo Tadaka acerca de la Tierra. Al contrario que el Aire, la Tierra siempre permanece impasible frente a cualquier cosa. Y aunque siempre le había costado, se recordó a sí mismo que en esa cena, debía convertirse en Tierra.

-Es trágico que Furuyari-sama haya tenido que sacrificarse, pero le honra el valor de limpiar con su sangre la mancha de la traición. -Contestó finalmente con tranquilidad, y sus ojos negros chispearon un segundo cuando añadió. -Rezo para que su ejemplo sea suficiente para que nadie arroje más vergüenza sobre la familia Soshi.

-Nos gustaría tener la oportunidad de dialogar con la familia de Soshi Katsu, como nos habéis indicado. Lo cierto es… que como sólo contamos con tres días para emitir nuestro veredicto, nuestro tiempo es preciado. -Miró a Megumi, ladeando la cabeza. El resto debían estar más cansados que Kazuo y él mismo, pero el tiempo seguía en su contra.

Soshi Shinobu, escandalizada se inclinó profundamente pidiendo disculpas a la magistrada por las palabras de su esposo. Luego se giró hacia él y se inclinó suplicando su colaboración.

- Por favor estimado esposo, no seas arrogante ni ofendas a la magistrada... ¡ella está aquí para ayudarnos! ya sé que has tenido que declarar ante los otros dos magistrados, pero Mirumoto Megumi necesita saber la verdad, si no colaboras los crímenes de los Iuchi quedarán impunes, y sus acusaciones falsas harán caer el honor de tu familia... te lo suplico...

Luego se giró hacia Isawa Satoru

- Si desean hablar con el hijo de Soshi Katsu, todavía está en el palacio de su padre que tiene en las cercanías de la aldea Shioden. Podrán hallarlo cuando viajen hacia tierras Unicornio, les recomendaría visitar primero a los actores Shosuro en el templo al norte y luego visitar el palacio de Katsu en su trayecto hacia Shiro Iuchi.

Bantaro cogió una botella de sake con furia y dio un fuerte trago directamente sin servirse en la taza. Miró los huesos grasientos en su mano y los dejó apilados a un lado...

- Esto es un enorme desperdicio de comida... ¿donde están mis pequeños? hacedles venir... dejad que al menos ellos disfruten esta cena.

Esposa mía... ¿crees que los que nosotros digamos les importa realmente algo? no son de la familia, vienen con prejuicios ya establecidos y piensan que somos los villanos de esta historia... ¿Es que no lo ves en sus ojos? su criterio no va a enternecerse porque les sirvas un té delicioso o una carne suculenta... su testimonio ya está determinado, no seas estúpida.

Bantaro vio que su esposa seguía con la frente pegada al suelo y miró a los ojos de los investigadores fijamente.

- Está bien, esta bien... maldita sea, te complaceré... para que luego digan que tengo un corazón de piedra. - Se incorporó levemente y soltó la pierna de la doncella Soshi, mirando directamente a la magistrada - Intentaré colaborar con la Magistrada... en la medida que me sea posible...

Yo les recomiendo ir a ver el Templo destruido. Ahí podrán hablar con los monjes y observar la verdad con sus propios ojos.

Kazuo apuró su sake y suspiró. No se podía decir que la cena hubiera sido en vano, pues habían podido escuchar de primera mano la opinión del daimyo de la familia Soshi, pero aun así se sentía algo desanimado. Bantaro no era un hueso duro de roer, sino más bien uno totalmente carente de sustancia. Al mismo tiempo, la actitud que demostraba en general y en particular hacia su esposa le parecía insultante. Tendría más sentido tratar con ella directamente a partir de ese momento.

La mirada de Satoru no le pasó desapercibida, como tampoco lo hizo el gesto de sadismo de Bantaro. Si Soshi Furuyari era un hombre honorable, entonces se habría sacrificado tan pronto lo pidiera su señor… convirtiéndose de tal modo no solo en un mártir, sino también en el testigo perfecto.  

Cuando Shinobu le suplicó a su esposo que fuera más diplomático, Kazuo resolvió que aquel matrimonio era uno de conveniencia, y que tenía que ser ella la que gobernaba. Todo samurái conocía bien la amargura que traía el tener que ceder tus logros a tu señor y de todos ellos, Soshi Shinobu lo sabía mejor que ningún otro.

—Sois muy amable. ¿Puedo preguntarle, oh, Soshi-dono, cuál sería, en vuestra opinión, un veredicto justo, dadas las circunstancias?

Cada vez dudaba más de que fueran a averiguar algo más de lo que ya sabían, pero podían intentar supeditar su misión como investigadores a su función diplomática. Después de todo, la verdad no importaba a nadie más que a los Kitsuki, y por mucho que su superiora Mirumoto se empeñara en dar con ella… en Rokugán, el deber y la estabilidad siempre se imponían a las certezas y sus caprichos.

Tristemente, se hacía una idea de en qué sentido iba a estar orientada su respuesta.

Isshin comió meditando las respuestas del Daymo, sin disfrutar del sabor de los distintos manjares, había cosas que seguían sin encajar, el envenenamiento de esa aldea, no parecía cosa de una enfermedad traída por las propias monturas.

El clan Unicornio cuidaba a sus monturas tan bien como de ellos mismos o incluso mejor, además si fuera una enfermedad, el movimiento de tropas y campesinos, habría propagado la enfermedad por cada rincón de estas tierras. Pero por otro lado porque envenenar una aldea remota y sin importancia.

Luego el ataque al templo, otro crimen sin sentido poco había que conseguir más que la ira de las fortunas, y el castigo del emperador.

- Corregidme si me equivoco pero la aldea de Jiochi es una aldea remota y de las más pequeñas en estas tierras. ¿Hay algún lugar cercano que resulte importante, su situación es estratégica?-  

Corregidme si me equivoco pero la aldea de Jiochi es una aldea remota y de las más pequeñas en estas tierras. ¿Hay algún lugar cercano que resulte importante, su situación es estratégica?

El Daimyo casi escupe el sake por la nariz - ¿Está de broma? Esa aldea es un estercolero. Solo cultivan las flores y madera que usan en la aldea donde hacen perfumes. ¡NO tiene ninguna situación estartégica!

¿Porqué íbamos nosotros a envenenar nada en un sitio como ese? es absurdo.

Sin embargo nuestra aldea Hafuna daba campos llenos de trigo y arroz y ahora por culpa de ellos son campos abandonados y yermos... casi todos los campos de ese poblado y del camino han sido mancillados... hay cientos de testigos sobre todo campesinos, pero también numerosos samurai... le entregaremos una lista de los testimonios, aunque cualquiera en el pueblo puede narrarle lo ocurrido... puede comprobar con su shugenja personal como los Kami de agua agonizan por la intromisión de la sal. ¿Eso debe quedar sin castigo?

 ¿Puedo preguntarle, oh, Soshi-dono, cuál sería, en vuestra opinión, un veredicto justo, dadas las circunstancias?

El hombre se gira hacia el cortesano Ikoma con un brillo en los ojos, como si tuviese que meditar un poco su respuesta.

- Los Iuchi tomaron a la compañía de teatro de la afamada Shosuro Mayumi por unos agentes implicados en la guerra y no lo eran. Tienen su testimonio y pueden hablar con ella en el Templo. La familia Shosuro están muy enojados por esta afrenta a su familia, y creedme que la misma Bayushi Kachiko está muy disgustada por este ataque a una de sus mejores amigas de la infancia. Tienen motivos para querer intervenir pero no lo han hecho precisamente por la ley Imperial. Creo que las tropas que atacaron a la compañía debe enmendar su error.

Los Unicornio SI utilizan tropas de otras familias. Los Iuchi son mayoritariamente Shugenja, contabamos sus tropas en unos 400 bushi y hemos estimado sus tropas y caballería durante los ataques en casi 600 soldados. Esto es imposible sin la ayuda de otra de las familias... Pregúnteles a los Unicornio como lo han conseguido... y que la justicia caiga sobre ellos.

El ataque al Funeral de Soshi Katsu al igual que el ataque al templo Jizo son de una vergüenza y un deshonor que debería ser ilustrado en los libros de historia para su vergüenza. El honorable Furuyari-san se sacrificó para protestar por las acusaciones y para eximir al la familia de todo deshonor...
¿me gustaría saber si el general de la familia Iuchi es tan valiente como el nuestro y decide hacer lo mismo para salvar a su familia de las acusaciones por nuestra parte que no pueda defender...?

Las palabras de Bantaro cada vez parecían más y más vacías. Fuese todo lo que estaban viendo la realidad, o únicamente una elaborada puesta en escena, comenzaba a cansarse de ella. Al menos, las últimas preguntas al daimio habían hecho que soltara la entrepierna de la asistente, y Satoru pudo relajarse mínimamente.

-Nos aseguraremos de recordar vuestras sugerencias cuando acudamos ante el daimio Iuchi. -Contestó, inclinándose ligeramente. La boca le sabía a cenizas.

Comenzaba a tener la persistente sensación de que no quedaba mucho más que decir acerca de las acusaciones, y que probablemente cualquier información extra que pudieran conseguir sería más sencilla de obtener lejos del daimio. Estaba pensando en alguna forma de desplazar la conversación, cuando de pronto recordó un detalle que Megumi había mencionado el día anterior. Que había más minas en los valles que las que aparecían en los registros.

-En otro orden de cosas, nos gustaría también visitar las minas, si la escasez de tiempo lo permite. -Comenzó, aprovechando una pausa en la charla. -Dado que hemos comenzado nuestro viaje por vuestro honorable hogar, Bantaro-dono… -Continuó, insinuando la deferencia que habían tenido al escucharlos antes que a los Iuchi. -…nos gustaría pediros ayuda para estudiar nuestros mapas y marcar su ubicación.

-La de todas las minas de los valles. -El sutil cambio de entonación en la palabra quedó perfectamente encajado con la afable sonrisa del shugenja. -Así podremos movernos de forma más eficiente.

- Uno de nuestros maestros más venerables en el Dojo es un afamado cartógrafo y un amante de la geografía - dijo Shinobu bajando la mirada a modo de súplica por la indiscreción de contestar antes que su marido - pero son varias las entradas y les llevará mucho tiempo inspeccionarlas todas. Según nuestros exploradores, los samurai del Dragón custodiaban sus entradas hasta que sean relevados por las tropas imperiales... seguramente hoy o mañana a mucho tardar.

Están al norte, les desviaría de su ruta, pero se lo marcaremos igualmente con la mayor precisión posible. 

Soshi Shinobu agradece con una mirada el gesto de los invitados por alejar la conversación del sepukku de su comandante, recupera rápidamente la compostura y vuelve a su sitio.

El Karo Soshi Yasamari sonríe debajo de su traslúcida máscara y se sirve sake, levantando la taza para brindar con Bantaro y con quien desee unirse

- Un brindis por Soshi Furuyari, el general más valiente y leal que puede desear un daimyo...

En mitad de la frase, cuatro enormes perros de caza de Bantaro entran en la sala , se cuelan en la habitación corriendo, babeando en el suelo, olisqueando la entrepierna de los invitados, su té, chupando los restos de huesos y ladrando a Bantaro invitándole a jugar con ellos. Bantaro acaricia entre risas el lomo de alguno de ellos mientras Yasamari aparta cariñosamente los hocicos del sake y el té de sus superiores. Shinobu se levanta avergonzada y da la espalda a los perros que intentan olisquear sus manos, sus ojos se llenan de lágrimas ante la impotencia de quedar mal ante la magistrada.

- Estos son mis pequeños - dice Bantaro con un tono jocoso - ¿preciosos verdad? se llaman "Ambición", "Juicio", "Venganza" y "Deseo". Son también fieles, muy fieles... nunca traicionarían a su amo... como un buen samurai, como Furuyari-san. - dice levantando su copa de sake y bebiendo de un trago su contenido.

La Yojimbo estoica de Megumi permanece toda la cena en su lugar, un espacio de poca relevancia pero sin dejar de estudiar todo cuanto acontece a su alrededor. Aunque aquella era la zona de batalla de los cortesanos, ella no quería interrumpir a sus compañeros en algo en lo que no sobresalía.

Sin embargo, la entrada de aquellos perros pulgosos y llenos de barro en mitad de la cena fue demasiado para la orgullosa Grulla. Levantándose con todo el asco del mundo ante el acercamiento de las bestias a su plato no pudo sino levantarse con la máxima celeridad y buscar la empuñadura de su wakizashi para cortar a una de aquellas bestias en dos si osaba acercarse a su señora.

- Esto... esto es inadmisible.

Satoru asintió, complacido, cuando Shinobu accedió a darles la ubicación de las minas, aunque no estaba completamente seguro de si llegarían a darles las verdaderas ubicaciones de las minas de diamantes que la magistrada Megumi creía que existían en los valles. Pero de una forma u otra, se sentía satisfecho.

La llamada al brindis por el fallecido general por parte del Karo resultó apropiada. Incluso aunque esa muerte hubiera sido de absoluta conveniencia, y parte de la maniobra para ocultar las verdaderas intenciones de los Soshi, no podía no respetarse la determinación de un hombre capaz de dar su vida por su clan.

-Por un hombre capaz de… -Comenzó a decir, pero sus palabras murieron en sus labios, al igual que el intento de brindis, cuando los perros de Bantaro irrumpieron en la sala como si estuvieran corriendo en una choza de heimins.

El mundo pareció detenerse un momento, mientras la incredulidad por la absurda situación paralizaba la cena y a los invitados. Sin saber muy bien cómo reaccionar, Satoru se esforzó por mostrar una expresión lo más neutra posible, mientras su mente comenzaba a funcionar a toda velocidad.

La cena había superado todas sus peores expectativas. Incluso si se trataba de una puesta en escena, era una que humillaba a la familia Soshi en la peor de las formas. Resultaba difícil creer que, después de un espectáculo así, Megumi no se predispusiera en contra de los Escorpión.

Pero pocos en el Imperio eran tan estúpidos, y menos aún la Mano Oculta del Emperador. Los Bayushi no habrían dejado a uno de sus daimios actuar de esa forma sin motivo. Las pérdidas podrían ser enormes para la familia y para el clan. Tenía que haber un motivo. Siempre lo había. Y las oscuras sospechas que ya habían comenzado a formarse en la mente del shugenja cobraron aún más fuerza. Necesitaba comprobar algunas cosas, pero tendría que esperar al final de la cena. Así que antes de que los perros se le acercaran, tomó su taza de té y la levantó para tener las manos ocupadas.

Mirai no logró contenerse tan bien. Educada en los palacios Grulla, tal vez la afrenta que estaba viviendo superara lo que consideraba tolerable. Pero Satoru sabía era que no debían perder las formas, pues parecía ser exactamente lo que Bantaro trataba de conseguir.

-No te exaltes, Mirai-san… -Intervino Satoru mirando a la duelista con absoluta tranquilidad, como si no estuviese sucediendo nada extraordinario. Sin embargo, sí hubo un brillo de súplica en la mirada que dirigió a la Grulla. -Al fin y al cabo, imagina el horror de nos espera en Shiro Iuchi cuando nos entrevistemos con esos Unicornios que duermen con caballos.

-Comparado con eso, que los perros coman en la mesa es mucho más civilizado. -Apartó discretamente a uno de los babeantes sabuesos, y dio un ligero trago a su té antes de dejarlo ya descartado en la mesa y añadir, observando a Bantaro. -Es posible que incluso se ponga de moda en otras cortes cuando se sepa la alegría que dan estas fieles bestias.

Satoru se detuvo un momento, observando a los animales y a los Soshi reunidos a la mesa. El Karo parecía amigable con los perros. Shinobu, humillada, y el Isawa se concentró en la rección de Isane.

-Es un honor que nos los presente. -Añadió, dirigiéndose de nuevo al daimio. -. Forjar un carácter así en un perro es sin duda algo de mérito. ¿Tuvieron los otros dos magistrados también la oportunidad de conocerlos?