¡Alto Uren...! Se ha rendido... el pozo ya no es el lugar donde se muere, es el lugar donde se demuestra la valía
¡Matala!
Ordena el gordo reclutador de mercenarios a su otro guardaespaldas
En un instante, múltiples armas lo apuntaron, habitantes de Vandalheim, mercenarios, Barry y muchos otros hacían respetar los que su imperfecta sociedad caótica les había traído... Unas leyes duras pero a medida de las gentes que vivían en el lugar
Ven Uren... tenemos una conversación pendiente... con una rata gorda y cobarde
Cuando Uren vio la señal de rendición se permitió relajarse un poco. La tensión de la lucha se sentía en todo su cuerpo, que transpiraba copiosamente.
Se alegró cuando Prima-Tor le dijo que allí ya no se combatía a muerte, por lo que envainó su cuchillo y saludó como antes lo hacía cuando combatía, con un puño en alto.
El hombre gordo instaba a matar a su propia aliada, y eso asqueaba al cazador. Trepó hacia arriba cuando lo ayudaron, y se posicionó junto al jefe de Vandalheim. Su búsqueda estaba un paso mas cerca, aquel desagradable hombre debía informar sobre la ubicación de los hombres-serpiente. El muchacho clavó su mirada en él mientras dejaba hablar al gigante.
El enorme Primator se dirige al desagradable reclutador.
Bueno… al aceptar el desafío debes darme la información que requiero. Y más te vale que no me mientas… porque si no… te mataré.
En el mismo momento que pronuncia la última palabra el otro guardaespaldas ataca a Puckerface.
El Primator, ,on un ademán casi desganado, lo golpea con tal brutalidad que lo arroja al foso inconsciente.
Obviamente la naturaleza del jefe del Vandalheim no era del todo “natural”.
El obeso informador trago saliva y al verse desamparado, empezó a cantar como un pájaro.
Después de una larga conversación en privado, el pozo queda vacio.
Los sollozos del reclutador acompañan a los gritos de dolor que emite de vez en cuando, el gigante finaliza y se aproxima a Uren y se sienta en el borde de la arena dejando colgar sus pies al interior de la misma.
Ya sé quién eres… te reconocí cuando saludaste en señal de victoria… Uren, ahora no me reconoces. Mi tiempo de esclavitud y las modificaciones biomecánicas que me han realizado han deformado mi aspecto. Yo fui el campeón que te enseño… cuando conseguiste la libertad me inspiraste, a mí y a otros esclavos como nosotros.
Entre Bronx y yo formamos una revuelta para librar de las corporaciones a Vandalheim.
Ahora es la única ciudad libre que conozco, al menos hasta hoy…
El Primator abre la mano y lanza unos dientes al fondo de la arena como ofrenda…
La Corporación Paradox ha contratado a los “Hermanos de la Serpiente” para robar los cubos de Bronx y para adquirir mano de obra joven para fabricar algo que, el gordo al que acabo de moler, desconoce… esperemos que George vuelva pronto con el detective e Ivet... ¡Hay que pararlos!
La revelación sorprendió a Uren, lo dejó shockeado por un momento. Luego observó el rostro de Prima-Tor. Si, aquel era el viejo campeón que le había enseñado a sobrevivir. Acercó una de sus manos al rostro de su antiguo mentor, casi sin tocarlo. Allí estaba, eran sus ojos. Eso si que no había cambiado. Vio en ellos la sabiduría que había conocido ya hacía años.
Pero todo lo demás había cambiado. Sus músculos, su altura, su voz. Incluso su edad, o al menos eso parecía. Aquel, el de su pasado, no era un viejo pero si un experimentado luchador en lo que muchos consideraban sus últimos años, pero este parecía un gladiador en la cumbre de su carrera.
- Prima-Tor -siguió llamándolo, sin terminar de acostumbrarse, ya que el nombre que había usado para él no concordaba con este hombre nuevo. Yo... Lo siento. Los abandoné, ahora lo veo -confiesa el muchacho, lleno de culpa. Ahora se daba cuenta. En su desesperación por escapar había dejado allí a sus antiguos compañeros, entre los que tenía amigos, enemigos y de los otros, pero todos compañeros frente a la mano que manejaba el látigo.
Uren se había planteado volver muchas veces, pero la verdad es que el miedo lo paralizaba. Este hombre, al que había considerado de alguna manera su padre, cuando nunca conoció al verdadero, había sufrido lo indescriptible. Lo más honorable hubiera sido volver por él.
- Te lo compensaré, mientras me quede vida Maest... Prima-Tor -agrega el cazador, confundiéndose con el antiguo titulo con el que llamaba al ahora gigante. También debo contarte por que busco a los Hombres-Serpiente. En la Ciudad Fantasma, donde vivía, raptaron a un muchachito, casi un niño. Prometí a su madre que haría todo lo posible por devolverlo a su lado. Cuenta conmigo, no descansaré hasta terminar con este asunto.