Una voluta de humo oscurecido se alza sobre el asentamiento, seguidamente suena un cuerno de alarma… Estas lejos, con toda tu pericia y habilidad te descuelgas y balanceas entre arboles y acero tus malos recuerdos se hacen más vividos… te temes lo peor…
Al llegar al asentamiento ves hombres heridos y mujeres sollozantes, la histeria se ha apoderado del lugar. Habían vuelto, hacia casi 15 años que no sabía de ellos…
Tu vecina laura grita mientras agarra al cuerpo sin vida de su marido.
UREN FUERON LOS ESCLAVISTAS, LOS DE LA SERPIENTE TATUADA, SE HAN LLEVADO A RICHARD, MI HIJO, LO TIENEN, CAZALOS UREN, AYUDA A MI HIJO.
Las huellas de vehículo eran claras y la dirección también… se dirigían al este.
Todo tuyo.
Cuando Uren vio el humo temió lo peor. Conocía el humo hecho para calentar el cuerpo, el humo para cocinar, y el humo que despedían los cadaveres.
Saltó y corrió lo mas rápido que dieron sus piernas, exigiéndose al límite, pero cuando vio la escena era evidente que ni un guepardo hubiera llegado a tiempo.
Escuchó las súplicas de Laura, una buena mujer que siempre lo había tratado bien y había compartido cuanto tenía con él. Recordó al pequeño Richard y un calor de furia subió hasta sus orejas, quemándolas de rabia.
Los malditos esclavistas de la serpiente. Sintió que las cicatrices de su piel latían, como si tuvieran memoria propia. Imaginó el destino del pobre Richard y no dudó un segundo.
- Laura, traeré a tu hijo o moriré intentandolo, te lo prometo.
Sin embargo sabía que no podía ir hacia el este sin preparación. Reunió agua y unas piezas de caza que le dieran sustento pero no lo atrasaran. Comprobó que tenía los dos cuchillos en la cintura y el otro, mas pequeño, escondido en su bota izquierda. Llenó una mochila con lo indispensable, tomó su arco y sus flechas y se vistió para viajar en aquellas tierras inhóspitas, la cacería había comenzado.
En tu periplo te diriges al este…
El único lugar que conoces en esa dirección es Vandalheim, un tugurio de mala muerte donde lo único importante son los negocios, un antro de esclavistas. Al menos es así como lo recuerdas…
Allí luchastes varias veces en tu juventud, en el putrefacto ring al que llamaban “El Agujero”, allí conocistes a otros como tú, jóvenes que fueron obligados a luchar por sus vidas.
Había casi dos días de viaje hasta aquel lugar… el viaje iba a ser duro si el tiempo acompañaba y prácticamente imposible si no el clima se oponía.
Uren se puso en camino, siguiendo las huellas. Sabía que correr no serviría de nada, no podía ganarle a un vehículo, y además había que respetar al Yermo. El había visto muchos que se habían aventurado sin estar bien preparados, y los mercaderes habían traído las noticias de sus muertes.
Lo mas seguro era dirigirse a Vandalheim. Hubiera preferido otro destino. Todavía resonaban las voces enloquecidas de los apostadores rugiéndole que acabe con su enemigo en el Agujero, ese pozo donde se llevaban a cabo las peleas. Su enemigo, reflexionaba Uren, otro pobre esclavo como él mismo, también obligado a sobrevivir, y sobrevivir era el juego, el único destino. Y así se vio obligado a poner en riesgo su vida una y otra vez. "Ganar", si es que podía llamarse así, era una cuestión de suerte, al fin y al cabo. Todavía podía saborear la sangre, el sudor, la tensión de los músculos, el dolor insoportable que debía aguantar por días luego de cada pelea.
Y ahora sus pasos se encaminaban de nuevo a ese maldito lugar. Uren nunca había esquivado su destino, por mas amargo que fuera. Que el pequeño Richard se encontrara en aquel nido de víboras era razón mas que suficiente para volver ahí, por poco que le gustara.
Continuas en la siguiente subescena [Un Paseo por el Yermo], postea cuando recibas el primer post de esa escena.