Partida Rol por web

La tribu phurian estaba muy conmocionada por el aspecto de Han, era obvio que les chocaba ver a un mutante de su tipo por esta zona, sin duda el “alfa” de la tribu fue el que le indico el camino. El resto estaba atemorizado para poder acercarse.
El alfa de rasgos simiescos le hablo de un lugar donde lo único importante eran los negocios, Vandalheim.
A pocas millas del lugar puedes visualizar a través del borroso polvo un asentamiento, sin duda el lugar que te describieron.
En las inmediaciones ves el poblado, rodeado de una alta verja y con la entrada flanqueada por dos torras de esqueleto metálico, donde unos guardias bien armados observan a los forasteros.
Desde la entrada ves que el pueblo esta distribuido en forma de ancha calle, con los edificios bajos a ambos lados y una zona de servicio para vehículos en el fondo.

Lo supo nada más llegar al lugar de los phurian. No era mi sitio. La mirada en los ojos de las mujeres y los viejos, el modo en que los niños se agarraban a los vientres de sus madres. Aquellos hombres-mono no serían mi gente. Me evitaban asustados, temerosos del modo en que mis tentáculos se movian a su alredeor. Mis ropas y maneras de pirata, mi fama de ser de "más allá de la tierra" eran una barrera infranqueable. No funcionaría.

Así que escuchó al jefe, un buen hombre, y se fue.

Vandalheim apestaba a civilización, en cambio. Torres de vigilancia y una larga calle, para observar bien a los foraneos. Y guardias armados. Pero también unas grandes puertas abiertas y modestos escaparates. Un punto de comercio, buscando las mercancías de los que venían hasta aquí.

Caminando sin prisa, me acerqué hasta la gran puerta para entrar en el lugar. Estaba cansado y sediento.

Cuando te aproximas ves a dos hombres adentrándose al asentamiento; uno de los guardias de la torre silva y grita.

PUCKERFACE, UN NUEVO VISITANTE