Partida Rol por web

- ¿Estás ahí?... ¿Hola?... Ha vuelto a subir. Conseguirá disolverse... como agar agar... ¡Zas! Gelatina. Todo esto... basura. ¿Dónde están mis manos? ¡Ah! Lo había olvidado... al final de mis brazos.

Regurgitación.

- Piso de arriba... piso de abajo... Y vuelta a la iglesia. Ven aquí, saltamontes... Eres plaga y por eso... ¡Te aplasto!

Leve dolor estomacal.

- ¡Perdóname, oh Dios!

Alphonse nuestro que estás en el cielo, santíficado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, así en el cazo como en la mesa. Danos hoy el pan nuestro de cada día. Perdona nuestras cenas, como nosotros también perdonamos a quien nos cena. No nos dejes caer en la digestión y líbranos de todo mal. Salud.

Cosquilleo por los intestinos.

- Aquí. Aquí nadie puede verme. Aquí estoy seguro. Pero sé que me puedes oír, oh, Alphonse.

Leve dolor intestinal.

- ¿Qué es esto?... ¡Cacahuetes! ¡Café! ¡Vermout! Dame nata y te hago una salsa Thai... ¿Dónde están los fogones? ¡Ah! ¡Encontrados!

Ardor de estómago.

- Ella sigue subiendo. Le dije que no lo hiciera, pero no escucha. ¡Oh, Alphonse! Cree que te ama más que yo. Por eso quiere destruirte. ¡Intenté detenerla!

Reflujo gástrico.

- ¡No me castigues, Alphonse! He sido bueno. Ella es la que merece el castigo. Sigue subiendo... ¿Dónde llegara?

Tararea una melodía de los Rolling Stones. Suena desde tu esófago.

- ¿Por qué se mueve todo? Algo ha cambiado. Algo es distinto. ¡No me disuelvas, Alphonse! Seguiré siendo bueno. No te discutiré. ¡No me digieras! ¡Noooo!...

Fortísimo dolor estomacal. Cercano a la pérdida del conocimiento. Tus tripas tiemblan, se agitan, salen manos de ellas que quieren agarrar tu cara y meterla dentro de tu estómago a la fuerza. Te obligan a doblarte en agónicos dolores. Oyes griterío en tus intestinos.

Abruptamente, cesa. Erputas sin poder controlarlo.

- Ha pasado. Otra vez tranquilidad. Pero ella... ¿Dónde está? ¿Qué has hecho con ella?... No importa... Se lo buscó. Se lo merecía.

- El doctor sabe tu palabra. Te ha escuchado en su delirio. Si tu eres nuestro profeta, oh, Alphonse, él es tu sumo sacerdote. Sólo él conoce de tu divinidad, grandísimo, y sólo él te ayudará a guiar a los débiles por el camino a la salvación.

Agradable calor en la zona de los intestinos.

- Aquí estoy seguro, durmiendo en tu vientre. He sido elegido, entre todos los mortales, para ser guiado por tí en la vía hacia el cielo. Alphonse, contágiame de tu grandeza, hazme brillar como sólo tú sabes hacerlo.

Iluminación mesiánica a la altura del colon.

- El doctor te seguirá, será el portador de tu luz cuando sólo quede oscuridad... y tu reinado llegará. Los infieles serán destruidos y los seguidores, llenos de tu pureza, se incorporarán a tí en el camino hacia la divinidad.