Partida Rol por web

Cuando activas el GPS del móvil de Ino en el tuyo puedes ver que continúa marcando esa misma esquina, no parece haberse movido ni un milímetro desde que saliste de casa. Sabes que ese tipo de aplicaciones siempre tienen algunos metros de margen de error, pero parece bastante claro que no está dentro de ningún edificio, sino en la calle. Una vez despejada esa duda te das cuenta de que no vas a poder precisar más por ese medio y te pones manos a la obra.

Das algunos pasos moviéndote por la acera entre las dos avenidas, y no vislumbras ningún bolso, mochila o chaqueta abandonados que puedan contener el teléfono, pero pronto tu mirada se detiene sobre unos parterres que adornan el borde de la calle. Incluso desde donde estás te parece ver algo que brilla entre las flores blancas y cuando te acercas para mirar mejor encuentras el teléfono de tu novia allí tirado.

Justo en ese momento una llamada proveniente de la oficina de su editorial se corta y puedes ver en la pantalla que tiene unas quince llamadas perdidas y varios mensajes recibidos. Una mirada más profunda a ese contenido te haría saber que no eres la única que ha estado intentando localizarla. Desde su trabajo llevan intentándolo desde poco después de que saliera de casa y, a juzgar por el contenido de los mensajes, no han hablado con ella desde entonces. Sin embargo, no hay ni rastro de Ino a la vista.

Al encontrarme en móvil de Ino en aquel césped abandonado mis peores temores se hicieron realidad. Ella no se habría podido despistar con eso. No se le podría haber caído el móvil del bolso sin querer. No. Algo ha pasado. Además, de haber sido así, no habría tenido tantas llamadas del trabajo. Está claro que algo ha pasado en aquel preciso lugar. Algo malo. Me tomo unos segundos analizando la escena para ver si puedo sacar algo en claro.

Después, cojo el móvil de Ino y, tras revisar sus llamadas y mensajes, me dispongo a llamar a uno de sus números de trabajo. Mientras tanto vuelvo sobre mis pasos en dirección a mi casa después de comprobar las cámaras de seguridad de la calle. Cámaras de tráfico, de los edificios de empresas, rádares... cualquier cosa. Entraré en cualquier sistema para esclarecer lo que le ha pasado a Ino.

Soy Rena, la prima de Haku. Digo cuando alguien coge el teléfono. Necesito saber hacia donde se dirigía Ino, sobre qué se iba a hablar en la reunión y cualquier cosa que me pueda ayudar para dar con el que se la ha llevado. Exijo, con tono cortante y apremiante. Su móvil estaba en medio de la calle y por lo que he entendido no ha llegado al trabajo pese a que ha salido hace horas. No es ninguna broma. ¿Es posible que los que estáis investigando os hayan descubierto? ¿Habéis tapado bien vuestro rastro?

En este momento eso parece más probable que un simple robo en la calle. No se habrían dejado el móvil allí abandonado, se lo habrían llevado con ellos.

Al mirar alrededor buscando cualquier cosa que pueda explicar qué ha sucedido no encuentras nada que te llame la atención. No ves signos de pelea, ni tampoco localizas a primera vista ninguna cámara que haya podido enfocar ese lugar. Quizá, si de verdad ha sido allí lo que quiera que haya sucedido, habían escogido el sitio a conciencia.

Al tomar el teléfono de tu novia no tardas en devolver la llamada al número que la ha estado llamando un momento antes. Y entonces apenas pasan un par de tonos antes de que alguien responda.

—¿Ino, dónde estás? —pregunta una voz de hombre al otro lado de la línea. Había un chico de la oficina, Shûta, de quien ella había hablado varias veces. Es posible que se trate de él, aunque también podría ser cualquier otro.

En cuanto empiezas a hablar con ese tono tan directo y cortante la persona que ha respondido calla de inmediato, y ni siquiera hace el intento de interrumpirte hasta que terminas. Entonces pasan algunos segundos antes de que vuelva a hablar y su tono de voz parece dubitativo.

—Señora... —enuncia. Es evidente que no sabe cómo referirse a ti—. No puedo darle esa información. No puedo darle ninguna información —asegura, hablando como hablaría alguien con un tarado que acabe de ponerse en contacto por teléfono y sin previo aviso. Sin embargo un instante más tarde esa misma voz añade una pregunta—. ¿Alguien se ha llevado a Ino? —dice—. ¿De qué rastro habla?

Las palabras que me llegan del otro lado del teléfono me dejan helada, completamente inmóvil de pie en la acera con el móvil de Ino en la mano. Maldita sea, claro que no iban a decirme nada. Y no saben una mierda. ¿Con quién estaba hablando, para empezar?

Cuelgo sin molestarme en responder a las preguntas de ese chico y vuelvo a mirar a mi alrededor. La filtración de ASH, ayudar a escapar a Milka y ahora... Ino. Niego con la cabeza. Ino no. No pienso permitirlo. Pienso en el hacker por un momento. Él tenía respuestas y por un momento se me ocurre que tal vez lo que le haya pasado a Ino podría tener que ver con lo que me dijo. Pero ella tenía sus propios asuntos con todo eso del nuevo artículo. Destapar una farmacéutica suena a algo que la gente quiere tapar y evitar. Toda mi vida parece haber entrado en una espiral de locura desde que vi a esa mujer en medio de la calle.

Noto cómo se me escapa una lágrima de pura rabia y frustración y mientras se desliza por mi mejilla cierro los ojos y aprieto los párpados con fuerza por un momento, intentando serenarme y centrarme. Esta vez sí que han tocado algo que me importa de verdad. Y la clave tiene que estar en esa mujer.

En ese momento en que cierras los ojos recordando la presencia de esa mujer en medio de la calle es cuando algo cambia a tu alrededor. El sonido del tráfico desaparece y el olor a gasolina se cambia por un ambientador dulce, con ciertas trazas como de incienso. No necesitas llegar a abrirlos para saber que ya no estás en medio de Yokohama. ¿Pero dónde estás ahora?