Partida Rol por web

Es Cash el que toma entonces la palabra, al sentir la mirada de Rain sobre él, y lo hace con el ceño fruncido. 

—No me gusta, Rain. Ya sabéis que este asunto no me ha gustado nunca. Ir a hacer negocios con los árabes en el territorio de los Crips... Era como gritar que buscábamos problemas. Puede que si sale bien todo eso que dice Phil sea verdad pero... No creo que algo así pueda salir bien sin que suframos bajas de los nuestros.

—¿Y acaso no podemos sufrir una baja cualquier otro día? —interviene Tito, enarcando las cejas—. Porque yo me dejo la piel en cada maldito negocio que hacemos y soy consciente cada puto segundo de cada día de que una de las balas puede ser para mí. Hoy mismo podríamos haber palmado alguno. Pero aquí estamos —dice, señalando con ambas manos hacia Zigzag primero y hacia ti después—. Cualquier Angel sabe el riesgo que corre. Pero la chupa bien lo vale y la pasta también. Yo digo que van de farol y nosotros tenemos la baraja trucada. 

Escucho la propuesta de Rain, que siento decirlo, pero me parece una jugada demasiado arriesgada y guiada únicamente por los deseos más oscuros de un Angel: codicia y violencia. No estoy de acuerdo, pero sin embargo no me atrevo a mostrarlo abiertamente, ya que hay opiniones cruzadas y la mía debe ser la que menos importa, la del más reciente. 

Se pronuncia primero Allen, con quien estoy en sintonía, y luego Phil, demasiado brutal y ansioso de fiesta. Con él, no puedo estar de acuerdo. Este tipo de personas siempre he pensado que están buscando la muerte de verdad. En mis infiltraciones he visto a muchos de estos. En tercer puesto habla Cash, coherente, en la línea de Allen. Ellos son el tipo de gente que quieren conseguir algo que realmente opinan es bueno, pero que no les importa que se salga de los cánones que el sistema tiene establecidos como buenos. Es una actitud anti-sistema, pero no maligna ni directamente destructiva, sino distinta. Finalmente se pronuncia Tito, quien demuestra que es un soldado, fiable como un reloj chino y aguerrido como un guerrero tribal.

Sigo sin saber qué decir, pero tengo una opinión rápidamente forjada: no debemos seguir el plan de Rain. - Yo... Creo que son demasiados frentes abiertos. Estamos hablando de una doble jugada, y no sabemos si los otros serían capaces de hacernos algo similar. No creo que tengamos ninguna baraja trucada, las cartas están repartida pero ninguno de nosotros ha sido el croupier, tenemos que jugar sin hacer un all-in. - Realmente es eso, un all-in, porque puedes perderlo todo... - A palmarla no tengo miedo, pero tampoco quiero buscármelo. Yo digo que no jodamos a los Crips. - Me señalo la herida y asiento. - A pesar de esto, creo que es lo más inteligente.

Mientras algunos vais opinando Bubbles ha sacado del bolsillo sus enormes gafas y las ha limpiado con cierta parsimonia antes de ponérselas. Delante de él tiene algunos papeles de cuentas con los que no es difícil verle a menudo y cuando terminas de hablar, asiente despacio con la cabeza antes de carraspear para tomar la palabra. 

—Estoy con el chico —dice mirando hacia los números—. Podemos sacar más pasta a largo plazo si nos aliamos con uno de los dos grupos. El negocio que propones, Rain, es una inyección rápida, pero no durará. Daría mala fama al club y eso perjudicaría todos los negocios y ent~

—Nenazas —interrumpe Phil, con la cara colorada y el ceño fruncido—. Sois unos nenazas y unas mariconas, joder. —Acompaña el exabrupto de un golpe sobre la mesa y fulmina a Bubbles con la mirada—. ¿Ahora somos unos cobardes? ¿Unas putas zorras hermanas de la caridad? ¡No, joder! Es un golpe perfecto, pasta, Bubbles, pasta a raudales. Joder. ¿No lo ves? Pasta, fama... Vamos a votar de una jodida vez, antes de que os caguéis todos encima. 

—Votemos —acuerda Rain tras dedicar una mirada seria y larga a Phil que parece anticipar una charla entre los dos hombres—. Yey. 

Una vez emitido su voto, Rain lleva su mirada a Phil, justo a su derecha. Tras un nuevo voto a favor, es el turno de Cash, que vota en contra, así como Bubbles. Tito se une al voto del presidente y el sargento, pero cuando llega el turno de Zigzag, éste niega con la cabeza mientras dice con seguridad que «Ney». Su padre le dedica una mirada torcida mientras Vane vota a favor y, finalmente, Allen se opone. 

Con un empate sobre la mesa, todas las miradas se posan en ti, el único miembro que falta por emitir su voto. El miembro más joven de la mesa, el infiltrado del FBI tiene en su mano la decisión sobre el futuro del club.

Puedes sentir las miradas de todos sobre ti. Cash dibuja una media sonrisa, como si supiera que la balanza acaba de inclinarse hacia vuestro favor. Zigzag, por su parte, permanece serio, aunque totalmente pendiente de lo que haces. No te cabe duda de que hagas lo que hagas él seguirá ahí para ti. Los ojos más penetrantes de todos son los de Rain. De él siempre emana una especie de aura de seguridad y poder y antes de que puedas pronunciarte se echa hacia adelante. Su voz suena un poco más rasgada de lo habitual.

—Cuidado con lo que votas, chico —te dice como si no hubiera escuchado tu opinión cuando la expresaste en voz alta y tuvieras tu oportunidad de cambiar de parecer. Aunque pueda parecer una advertencia hace un gesto con la boca. No llega a parecer una sonrisa, pero sí deja claro que aprecia la ironía de la situación: si hubieran votado sin ti, aquello no estaría pasando. Cuando vuelve a hablar, a medias parece que bromee—. A ver si vas a hacer que nos arrepintamos de algo.

A pesar de sus palabras hay algo que tienes claro, que todos en aquella sala saben: las votaciones son sagradas, y cada uno es libre de pronunciarse como quiera. Una vez uno es miembro, su palabra es una más en la mesa. Puede ser por eso que nadie parece tomarse muy en serio a Rain... Salvo, quizá, el propio Rain.

De pronto una imagen acude a tu mente, como en un flash que dura apenas un instante.

Ves una calle de lo que parece una gran ciudad, con rascacielos y carteles luminosos. Allí está Rena, de pie sobre la acera, sola. De inmediato sientes que algo va mal con ella, una angustia intensa encoge su pecho y llega hasta el tuyo a través de ese hilo que une vuestras almas.

Se siente en peligro. Se siente atemorizada y hundida. Y sobre todo se siente sola en la gran ciudad.

Y tal como vino, la imagen se va. 

El resto se terminan de pronunciar tras mi opinión, y por lo que parece, tras la suma de los votos están empatados. Cuatro a cuatro, y quedo yo por votar. Se me hace un nudo en el estómago. No es mi decisión, pero por ser el último, es como si lo fuese. Ahora, en este preciso momento, puedo cambiar el rumbo de lo que la banda a la que he sido asignado para investigar vaya a tomar. Por si fuera poco, Rain, se dirige a mi. No sé como tomármelo, y primero se dibuja en mi rostro una sonrisa que no sabe por donde tirar, pero la apago rápidamente y asiento: sé lo que está sobre mis hombros. 

Estoy a punto de pronunciarme, sabiendo lo que voy a decir, pues mi mente no se ha reseteado por escuchar a los broncas, Tito, Rain, Phil y Vane expresar su evidente opinión. No son malos hermanos, pero son más estrechos de miras que Zigzag, Allen, Cash y Bubbles. Ellos cuatro saben ver en panorámico. En el segundo antes a expresarme, viene a mi mente ese flash de Rena. Está mal, sola y perdida. Sé reconocer ese sentimiento, perfectamente. Me quedo conmovido y paralizado. ¿Qué le habrá pasado? Ya no está, y no es el momento para lanzarme a su lado, tengo algo que hacer ahora. Uno de los otros lo hará... Seguro.

- Yo... - Empiezo a decir volviendo a mi normalidad. - Me mantengo en mis trece. Ney. - Digo con cierto temor por ser el agua fiestas para la mitad de la mesa. Busco la mirada de la mitad con la que comparto voto y asiento.

En los segundos previos a tu voto sientes la penetrante mirada de Rain sobre ti. Las de los demás también, pero la suya sabe abrirse hueco a través de tus ojos hasta taladrarte el pecho. Sin embargo en cuanto dices eso de que te mantienes en tus trece ya está chasqueando la lengua, claramente disgustado. Las reacciones de los otros no se dejan esperar, aunque son más o menos discretas hasta que das la palabras clave: Ney.

Cuando buscas con la mirada a tus compañeros encuentras en ellos, sobre todo, alivio. Zigzag te dedica una sonrisa llena de camaradería y extiende el brazo en tu dirección, dispuesto a que choques las cinco con él. Allen, por su parte, asiente con la boca apretada repetidas veces, tanto que casi parece que quiera enseñaros a todos su calva. Los ojos de Cash brillan, y Bubbles te dedica una felicitación y un agradecimiento amistosos.

Los otros, en cambio, guardan más sus comentarios. Todos salvo Phil, que maldice alzando la voz sin dirigirse a nadie en concreto. Algunos de sus insultos van dirigidos a la juventud en general, como si Bubbles, Cash y Allen no hubieran tenido nada que ver, y otros son hacia los negros y los putos moros esos.

Es entonces cuando notas tu teléfono vibrar en el bolsillo.

Rain no tarda en poner orden, haciendo un gesto que tiene la palma de la mano boca abajo y pide silencio. Es un presidente que sabe festejar o bromear cuando es oportuno —sobre todo con los de la «vieja guardia»—, pero que también sabe imponerse con sólo una mirada. Sabe escuchar opiniones contrarias a la suya, pero nunca has visto a nadie atreverse a faltarle al respeto.

—Ese era sólo el primer asunto —dice antes de clavar su mirada en ti y señalarte con un gesto indolente—. Bueno, el segundo. Pero hay otra cosa que tenemos que tratar.

En ese momento vuelve a callar y mira a Allen, esperando que sea él quien tome la palabra.

En el rostro del vicepresidente aún se nota la satisfacción tras la votación ganada. Sin embargo no dice nada de manera explícita, quizá por mantener los ánimos tranquilos al saber que de verdad había mucha pasta en juego. Se echa un poco hacia adelante para que todos podáis verle bien y carraspea antes de empezar a hablar.

—Creo que todos menos John conocéis a Craig, de la división de NY —comienza—. Al parecer está teniendo problemas con una orden de alejamiento de su ex-mujer, la tía no aceptar largarse y los maderos están usando eso para tocar los huevos a todo el club.

—Hace un par de días votaron qué hacer, y aunque iban a echar a la tía de la ciudad por las malas Craig se ha ofrecido a pirarse, pero solo si le admitimos aquí. Tiene a su hermana aquí cerca, o no sé qué historias.

—Joder —dice Phil, apoyando ambos codos en la mesa—. Al final todo es culpa de las zorras esas. Mirad —dice alzando un dedo— que me gustan los chochitos, pero que lleven el resto de la tía pegado es una puta mierda.

Se revuelve entonces en su asiento antes de volver a hablar.

—Yo digo que le dejemos quedarse. Es un hermano jodido, para eso estamos. Y si hace falta nos acercamos nosotros a ver a la hija de puta esa. Diez minutos y la dejo como nueva. Venga, votemos y dejémonos de mierdas.