Partida Rol por web

Había oído en un par de ocasiones durante la cena cómo hablaban del amplio mirador de la Cafetería de a bordo. Para los oficiales que pilotaban aquellas gigantescas naves de combate no era demasiado impresionante, pero para un sencillo miembro de la IM como él seguro que valía la pena. Además, no le gustaban demasiado las algarabías, y la cena se estaba empezando a convertir en un gallinero.

El sonido de succión de las compuertas dio paso a un agradable olor a sucedáneo de café (era tremendamente caro importar café real desde la Tierra, y las condiciones metereológicas de Sirius hacían que las plantaciones se echaran a perder), y los pasos del soldado retumbaban en la estancia. No había nadie, salvo un aburrido camarero y algunas parejas sumidas en tiernas conversaciones arropados por la oscuridad. El mirador ocupaba todo un lateral de la cafetería, y durante unos instantes, Burnette se preguntó si aquella había sido la misión original de aquella sala. Parecía más bien destinada a ser un hangar secundario que un lugar de relajación.

La visión era espectacular. La miríada de estrellas en el vacío del espacio era mucho más fácil de ver sin capas de atmósfera que pudieran entorpecer la vista, y parecían que pudieran alcanzarse con sólo extender la punta de los dedos. A solas en aquel lugar, Thomas pudo relajarse y sonreír abiertamente, quizás sabiendo que si no disfrutaba de aquel momento, quizás después de mañana no podría volver a hacerlo.

- Pensaba que era la única que había tenido esta idea - dijo una voz femenina a su espalda - Ahora me siento bastante poco original, debo confesar.

Burnette se sobresaltó al escuchar que había alguien junto a él. Estaba soñando despierto mientras miraba a las estrellas, que no se había dado cuenta de que alguien se le acercaba. Un error que en el campo de batalla le podía costar la vida.

La chica no pertenecía a la Infantería Móvil, eso era evidente. Su figura era delgada, incluso parecía frágil, y su uniforme era de un corte distinto al que llevaban los compañeros de Thomas. Probablemente pertenecería a la Flota. ¿Qué hacía allí, alejada de sus compañeros, con los que codearse y reírse de bromas absurdas?

- Es una vista que merece completamente la pena - respondió el soldado, con una suave sonrisa antes de volverse a mirar el fabuloso espectáculo. La joven se acercó a su lado, y alzó la cabeza para mirar las estrellas. Ahora que se había acercado más, Thomas percibió que sus rasgos parecían provenir de una de las etnias de Tierra. Probablemente provenía de allí, o quizás sus familiares directos. Su piel morena contrastaba con la palidez habitual de los pilotos de la Flota, acostumbrados a combatir desde la seguridad de sus naves de combate, y su cabello negro caía sobre sus hombros sin ningún tipo de recogido.

- No imaginaba que un miembro de la Infantería Móvil pasaría la noche antes de entrar en combate alejado del alcohol, la comida y los juegos de azar - dijo ella, con un ligero toque de superioridad.

- No imaginaba que un miembro de la Flota preferiría la compañía de un simple soldado a la de sus compañeros - respondió Thomas, maquillando su rostro con una sonrisa socarrona.

La muchacha sonrió, quizás poco acostumbrada a que alguien la respondiera con picardía en vez de usar la fuerza bruta o las amenazas. Se cruzó de brazos para reforzar su posición y se giró hacia Thomas. Las luces artificiales de la sala envejecían su rostro, y el soldado pudo apreciar que era una joven que había pasado más de una noche sin dormir. Había señales que el maquillaje no podía ocultar.

- Me llamo Megan - dijo, extendiendo la mano. No llevaba guantes, y Thomas pudo apreciar las ligeras callosidades de la palma de la mano tras manejar durante años los sistemas de navegación de las Naves Estelares. - Yo soy Thomas.

- Tienes un acento muy curioso, Thomas - dijo, sonriendo de forma pícara - Y es la primera vez que lo escucho, por lo que dudo que sea de Sirius. ¿De dónde vienes?

Riendo por lo bajo, Thomas se echó las manos a la espalda y comenzó a pasear a lo largo del ventanal reforzado por campos de fuerza para proteger la integridad del interior. 

- Hay una región en la Tierra que se llama Europa - respondió sin mirarla - Según cuenta la historia, hace años estaba formada por muchos países distintos, cada uno con un lenguaje distinto. Todo fue antes de la Reunificación, claro. Había un país que se llamaba Francia, donde decían que vivían las gentes más románticas del planeta, y los mejores amantes.

La muchacha dejó escapar una ligera risa, quizás sorprendida por el dato que había especificado Burnette.

- Mi familia proviene de allí. No sé exactamente qué les llevó a emigrar a Sirius, pero así fue. Desde entonces, cada padre ha enseñado a su hijo el idioma de su tierra natal, para que algo de aquel lugar siempre viva dentro de nosotros.

Cuando acabó de hablar, no se había dado cuenta de que la chica se encontraba a su lado. Se movía de forma tremendamente sigilosa, y Thomas pensó que las Fuerzas de Inteligencia se estaban perdiendo una gran espía.

- ¿Eso es lo que le cuentas a todas? - dijo ella, mirándole a los ojos. Estando tan cerca, el soldado comprobó que era de menor estatura que él, y la joven tenía que alzar la mirada para poder clavar sus ojos color miel en los suyos - ¿Una romántica historia sobre tu familia que derrita los corazones de hielo de las chicas de la Infantería Móvil?

- Quizás, ¿qué efecto ha tenido sobre una elegante chica de la Flota? - respondió, volviéndose a ella y mostrando una cándida sonrisa. Megan tenía un buen cuerpo, aunque no era especialmente atractiva. Sería del tipo de chicas que no llamarían la atención en un gran grupo de gente, pero en aquel momento sólo estaban Thomas y ella. Y eso era suficiente - ¿Ha derribado esa gigantesca armadura que impide que un simple soldado de la Infantería Móvil se acerque a ti?

La piloto arqueó la ceja, divertida. Estaba claro que estaba disfrutando con el tira y afloja entre ambos. Al fin y al cabo, Thomas era un hombre atractivo y sabía cómo hablar a las mujeres, y sus exóticos ojos le habían dado siempre mucho juego.

- ¿Estás intentando ligar conmigo, soldado? - respondió, siguiendo el juego - ¿Qué pasaría si te mandara a fregar baños por sobrepasarte con una superior? 

En ese momento, Burnette cayó en la cuenta de los galones de la joven. Estaba tan poco acostumbrado a tratar con mujeres de rango, que pensaba que era una soldado raso como él. El número de distinciones no era alto, pero lo suficiente como para indicar que estaba un peldaño por encima suya. 

- Pues que habría disfrutado mucho de nuestra conversación, cabo - respondió, sin dejar de sonreír. Si había llegado hasta allí, ¿por qué no arriesgarse un poco más? - Pero estoy seguro de que se quedaría con las ganas de saber lo que podría haber pasado...

- Eso es muy presuntuoso - respondió, quizás algo ofendida porque Thomas no se hubiera amilanado ante su posición. Miró al techo, donde una de las lámparas de iluminación parpadeaba suavemente - viniendo de alguien que quizás muera mañana.

Aquel fue un golpe bajo, quizás demasiado bajo. Uno de los inconvenientes de pertenecer a la IM era el alto índice de mortalidad entre sus filas debido a los letales enfrentamientos con los bichos. A menudo se escuchaban bromas entre los miembros de la Flota debido a que las filas de soldados de infantería estaban constantemente menguando y creciendo. Megan se dio cuenta del error que había cometido, puesto que la expresión de Burnette se ensombreció y miró a través de la ventana, hacia el espacio. Por muy dura que fuera la armadura emocional que llevara, había cosas que daban demasiado miedo.

- Oye... lo siento - dijo ella, acercándose al joven. Estaba tan cerca que podía oler su perfume, una mezcla de melocotón y coco, demasiado empalagoso para su gusto. Acarició el dorso de la mano de Thomas y éste se estremeció por el gesto - Ven conmigo, vamos a olvidarnos de todos...

Galdonia VI se convertiría en pocas horas en un auténtico campo de batalla donde se decidiría el destino de aquellos miles de soldados. Chicos que aquella noche se olvidaban del alto índice de mortalidad de aquella misión mientras empapaban sus gaznates con alcohol y reían hasta caerse de bruces. Todos, absolutamente todos, sabía que quizás aquella sería la última noche que pasarían con vida, por lo que intentaban pasarlo lo mejor posible.

Algunos de los miembros de los escuadrones FOX, HEAT, GATLING Y ECO jugaban a las cartas y a los dardos, fanfarroneando sobre la cantidad de enemigos que derrotarían; otros se sumergían en sus vasos llenos de whisky para mitigar el miedo que se ocultaba en sus corazones, luchando por salir al exterior.

Otros, como Thomas Burnette, se entregaban a una noche de pasión con la esperanza de que al despertar al día siguiente, todo fuera un simple sueño...

Frost se acercó a los muchachos del escuadrón Gatling que se habían juntado aquí a charlar antes del descenso.

Buscó una silla y la acercó, hizo un gesto de sacar algo del bolsillo pero se detuvo y sonrió como para sus adentros.

MacNillon entro caminando lentamente en la cafetería. Tenía el estómago revuelto y estaba algo mareado por la situación, pero en este lugar podría tomar lo único que ahora podría animarle y tal vez centrarle. Tras buscar con la mirada, vio a uno de sus compañeros de equipo, Frost creía recordar que se llamaba y por inercia se acercó a él.

-Cabo, ¿Qué le recomienda a un aspirante a cadáver para tomar antes de la misión?-

Casi le podría haber hecho gracia el comentario si no fuera porque había un alto porcentaje de que fuera cierto. Sin embargo sentía que un buen chupinazo antes del descenso le ayudaría a centrarse y tal vez a relajarse. Era curioso lo complicado que estaba siendo aceptar la situación.

-Creo que un último brindis por la victoria podría estar bien-

Jenkins sonrió a su compañero, en un intento por relajarse él mismo.

Mijail entra en la cafetería buscando algo con alcohol que le asiente el estomago. Una buena digestion era esencial para una buena mision. Se sorprende al ver a sus compañeros allí, pues es`peraba que estuvieran equipandose o peleandose con lso demas soldados de otras escuadras por los equipos.

Se acerca a ellos, cogiendo una silla de la mesa de otra escuadra cuando cree que nadie le esta mirando, y toma asiento en la mesa.

Buenos dias, caballeros. Espero que hayais pedido lo mas fuerte de la barra, por que necesito hacer la digestion... y escuche algo sobre un brindis por la victoria... ¿Podriamos comenzar ya?  Pregunta, con una amplia sonrisa y una sonora carcajada, palmeando la espalda de Jenkins como gesto de camaderia.

Frost le hizo una seña al barman pidiendo una ronda de cervezas para el escuadrón que poco a poco iba agrupándose Cerveza McNillon, todo aspirante a desayuno de arácnido debe estar bien adobado con cerveza y rancho de la nave, aunque los tankes los prefieren rostizados sobre todo bromeó al soldado mientras agarraba una de las pintas. Seguro que haría que su cabeza se maree un rato, como siempre antes de bajar de misión. Lo del brindis me parece excelente, y si no aún no lo hiciste miró a McNillon casi seriamente deberías dejar un cigarro a medias como nos sugirió Stukov, por la buena suerte...

Estaba por dar un pequeño sorbo pero prefirió esperar a que hicieran el brindis, seguro ya llegarían más del equipo, así que observó la blanca espuma que coronaba el vaso de vidrio.

Dejen los tragos señores, los quiero Sobrios y asustados cuando tengan que patear culos insectoides - Dije al entrar a la cafetería - Mas tu Stukov, que tendras el trabajo mas complejo.

Me paré en la barra, donde estaban hablando, dirigiéndome hacia mi grupo -  Frost cuéntame, que coño crees que es nuestra unidad - le digo - Son en su mayoría fusileros y artilleros. ¿Quien se encarga de los explosivos? -. Tal vez sonaba a regaño contra el cabo, pero despues de todo este rato estaba mas claro que el agua que seriamos los que recibieramos de frente al enjambre

Como se sienten para esta nueva masacre? - el hombre de la cafetería se acercó - Traeme una botella de ginebra, la mas fuerte que tengas - Miro de nuevo a los soldados - No pienso bajar sobrio a ese infierno

Sinceramente señor, estoy acojonado, solo espero poder cumplir con mi deber sin que deba ponerme el cañón de su arma de reglamento en la cabeza para obligarme a moverme. Se que no suena muy heroico, pero es así como me siento señor.

 Una cosa es el entrenamiento y otra enfrentarte por primera ve a los bichos, y no saber si seras capaz de reaccionar, adecuadamente de poner en practica todo l oque has aprendido en la instrucción.

MacNillon escucha la reprimenda del sargento. Parece que es el típico estirado que cree que sobrios y asustados se lucha mejor. Puede que él sea así capaz de hacer algo, pero Jenkins no.

-Con el debido respeto sargento, sobrio y asustado solo sirvo de carnaza, si no le importa demasiado, creo que tomaré esa cerveza con usted Frost.-

MacNillon hace una señal para que se la sirvan. Mientras espera, toma el cigarro ofrecido por Frost y lo enciende. Lentamente, le da una larga calada, lo aguanta unos segundos dentro de él y estalla en una continua tos.

-Es curioso, nunca fumé porque mataba-

Sonríe sin mucho ánimo. ¿Estaría siendo tan difícil para los demás como para él? Como respondiendo a su pregunta, un compañero comenta que está tan acojonado como él. Esto no lo tranquiliza, pero le ayuda a relativizar lo que siente. Como única respuesta, golpea amistosamente el hombro del soldado. Finalmente llega su cerveza. Tras tomarla entre sus dedos, la alza por encima de todos.

-¡Por los tíos con más cojones que he conocido y porque aunque muramos, nos llevemos con nosotros al mayor número de bichos hijos de puta que podamos!¡Salud!-

Y se bebe la cerveza de un largo trago. Mientras el líquido resbala por su garganta, siente como una ligera ola de calor le va inundando los músculos y despeja su mente.

“Estoy listo”

Estoy llegando al bar con una sonrisa sabiendo que haremos un último brindis, levanto la mano para pedir una cerveza y me encuentro con que el Sargento está regañando a los que están con una copa en la mano. Inmediátamente bajo la mano y me doy cuenta de que tiene razón, la puntería podría fallar mucho con alcohol en la sangre, nunca fui de los que mejor disparan y encima con ese tipo de ayuda sería aun peor.

Y cuando estaba por retirarme a la armería a buscar mis cosas escucho al Sargento pedir ginebra me quedo con los pies cruzados a medio girar. Pero, pero... Voy a tener que conocer mejor el "humor" del Sargento. Vuelvo a mi primera intención que era pedir una cerveza y con ella en la mano me uno al grupo y brindo con todos los demás.

¡Rayos!

Me froto los ojos con inseguridad.

Juraría que el Sargento Llywelyn antes no tenía esa cara. ¿Cuándo se ha hecho la estética para parecerse a una antigua estrella de los holovideos de acción?

Frost dudó un momento, pero luego observó que el regaño y el tema de la cerveza no era más que fruto del sentido del humor retorcido de su sargento. Por el sargento, que ha vuelto de entre los muertos... comentó el cabo y se unió a la celebración propuesta por McNillon. Es cierto señor, Stukov cumple un papel indispensable en el escuadrón, pero esta cerveza ligera se evaporará rápido cuando entremos en esa lanzadera. Lamentablemente la mayoría estará demasiado nervioso para siquiera notarlo. Abrió los ojos como platos cuando el sargento comenzó a beber ginebra, sabía que si el mismo lo hacía, estaría en el baño vomitando en lugar de entrar en la lanzadera de descenso.

Señor, ¿ha conseguido el estandarte de la compañía para la misión?

Mijail asiente a las palabras del Cabo Frost, volviendo a sacar su mayor y mas preciado tesoro habido y por haber, y ofrece sus cigarros a los compañeros para que se siervan. Se saca el cigarro de los labios, humedeciendose los dedos indice y pulgar de la mano y apagandolo cuando lleva la mitad, volviendo a meterlo en el paquete.

Y ya esta buscando con la mirada una cerveza cuando escucha al Sargento, poniendo los ojos en blanco y sonriendo ligeramente, vlviendose hacia el ¡Vamos Sargento no me joda! Una cerveza no le hace daño a nadie.  Seguro que le habia tocado la china por los viejso tiempos en la academia. ¡La ultima cerveza, Señor! ¡A su salud!

Se agencia una cerveza que estaba en una mesa cercana. No sabe de quien es, o quien la pedido, pero ahora esta en sus manos, y saca el tapon con los dientes, alza el botellin, chocandolo con el de sus compañeros y le da un largo trago. Amen Jenkins, amen.

Levanta la cerveza en direccion al Sargento, bridando tambien por el como dice Frost. Y no os preocupeis... en la academia gane el concurso de tiradores borrachos.... Y acaba por reir, negando con la cabeza, dandole un nuevo trago a la cerveza.

El soldado Callagher cruzo las puertas del bar y busco con la mirada a sus compañeros. Había pasado por los dormitorios para asearse un poco e ir al baño. Estaba  listo para dirigirse a la armaría, pero prefería no  ir solo, de modo que allí estaba buscando a sus compañeros.

-Bueno... el momento se acerca, veo que lo lleváis bien. El soldado sonreía y señalaba con la mano los vasos medio vacíos.

Quien fuera observador podía apreciar que Callagher lucia mas sereno que hace un rato, parecía haber apartado el miedo de su cabeza.

Mijail se giro hacia Gallagher al escucharlo entrar. Alza la cerveza, saludandolo con una media sonrisa en el rostro, y por una vez en años, sin un cigarro en la boca.

Tienes buena cara tio... Anda, traete una cerveza y unete al grupo. ¿Que pediste  en administración?

-Una cerveza por aquí. Dijo al encargado de la barra.

-Solo saque algunos cargadores y tuve suerte. Respondido el soldado a la pregunta de Stukov. ¿A vosotros como os fue? Pregunto mientras estiraba la mano para recoger la cerveza que le habían servido.

-La hora se acerca. ¿Un ultimo brindis? Callagher levanto el vaso y lo acerco al centro del grupo esperando que alguien con mas labia que el dijera algunas palabras.