Había seguido a Sonny, como ya se había dicho, tras esperar unos momentos por precaución. Él sólo había mirado un momento hacia atrás para ver si Sonia le seguía y había seguido hacia delante cuando vió que así era. Estando la situación de la fiesta como estaba y que muchos habían abandonado la sala principal, las probabilidades de que se dieran cuenta de que faltaban ellos dos eran muy bajas. E incluso aunque pudieran percatarse, no tenían porqué sospechar que estuvieran juntos.
Así, a distancia prudencial, llegaron a la zona de dormitorios, dónde Sonia se adelantó para abrir la puerta del suyo y pasar, cerrando después de que entrara el zapador y sonriéndole al estar sólos.
- Con que no quieres que la comida me haga michelines, ¿eh? - le dijo con guasa, mirándole - ¿O es que no quieres que me crezcan estas? - rió, apretándose los pechos un momento, antes de terminar de desabrocharse la chaqueta. Ya estando en privado, podían estar relajados y hablar con franqueza, sin rangos ni nada semejante por medio.
Cerrados, cercados, fuera de la matanza, las órdenes no importan -no de la misma manera- y todo cambia. Incluso el trato interpersonal que no tengo permitido en el exterior porque la Cabo me haría correr por toda la nave. Con todo el equipo puesto. Y peso extra, seguro.
-No sé yo... -digo acercándome a ella- a mí me parece que están bastante bien. -Y como el que no quiere la cosa, me aprovecho de que ya no tiene la chaqueta para poner mis manos sobre sus pechos. Y luego me acerco a su cuello, y a partir de ahí el asunto sigue in creccendo. O cada vez más ardiente, para no venir con palabras viejas.
Sonia no pudo sino reír suavemente cuando él se acercó y actuó de esa manera, meneando la cabeza y ladeándola a continuación, dejando el cuello accesible, murmurando:
- Eres un idiota sin remedio...
Mientras le iba dejando hacer, ella no se estuvo quieta, por supuesto. Ramírez era una chica de acción, de los pies a la cabeza y no tendría porqué ser distinto en ocasiones así. A medida que la situación iba caldeándose, ella le fue soltando también la chaqueta, despacio, para luego quitársela.
Y después, el resto, cuando se terciara...
Había sido una noche deliciosa, no se podía negar. Como en las otras ocasiones
Y el amanecer descubría a ambos en la cama, con la latina teniendo la cabeza sobre el pecho de Sonny, rodeándole con un brazo y una sonrisa suave en el rostro. Se la notaba cómoda y a gusto en esa situación, aunque no era de la clase de chicas que reconocería eso abiertamente.
Claro, que el momento de tranquilidad y romanticismo tuvo que irse a la mierda en el mejor momento.
Primero la molesta luz, seguida de los temblores, hizo que la desnuda latina se removiera en la cama, apartándose un poco del zapador, abriendo los ojos con pesadez, pasándose la mano por el pelo.
- ¿Qué diablos...? - fue entonces cuando la alarma sonó, despertándola del todo al momento, haciéndola saltar de la cama - ¡Joder! ¡Sonny, hay que moverse, vamos!
Ni tiempo para un mimo o un beso. Putos arácnidos y puto planeta. Cada vez les estaba cogiendo más asco y manía a los dos.