En el cielo, mientras la Slingshot trazaba su camino hacia algún lugar desconocido, el grupo de infantes pudo observar los estragos de la batalla. Las fuerzas de la federación seguían estancadas en la zona A pues en la B ahora se combatía y no parecía haber muchos avances. Varios minutos atrás, cuando corrían para alcanzar a aquellos vehículos antes de ser encontrados por los exploradores, muchos jurarían haber visto una especie de cometa caer desde el espacio en vuelto en llamas para estrellarse en el norte. Quizá se había tratado de una nave de la federación que había caído o quizá se algún misil; aunque para aquellos tiempos, eso no tenía importancia para los infantes, ellos simplemente corrían por sus vidas.
Tiempo después, ya en la Slingshot y justo cuando pasaban por sobre la zona B donde se combatía encarecidamente, un nuevo ataque de la federación se había lanzado y múltiples contingentes se lanzaban a la batalla en diversas zonas que se ajustaban a las coordenadas que ellos mismos habían enviado a las fuerzas de inteligencia de la federación. Así, eran testigos de que su esfuerzo había valido la pena; ahora solo basta esperar y confiar en que aquella información fuese suficiente como para derrotar al enemigo.
Tras dejar suministros y recoger mas heridos en la retaguardia del frente de combate, la Slingshot se puso de nuevo en vuelo. Los infantes habrían de ser llevados a la zona A ya controlada por la federación, lugar donde habrían de ser atendidos y podrían descansar.
Todos: Aunque están estables, Becerra y O´Connor están moribundos.
Todos: Tenemos multiples ausentes por vacaciones.
Lo hemos conseguido- me repetía una y otra vez, aun sin terminar de creerse que hubiesen logrado salir con vida de aquellos infernales túneles… aunque por desgracia no todos lo habían conseguido -Tesla, Durand, McNeally, el sargento Corbec…- dije mentalmente, recordando a quienes habían caído durante la misión mientras miraba a Bumag y a Becerra, a quienes poco les había faltado para unirse a esa lista… y aun podían hacerlo si no los atendían.
Aguantad un poco más chicos, ya falta poco- les dije, aunque sin saber si podían oírme o no, tras lo cual, en un intento de alejar de mi mente aquellos pensamientos, me puse a observar el exterior por una de las ventanas, aunque con poco éxito, ya que lo único que se podía ver eran más combates, más soldados enfrentándose a aquellos malditos bichos de los cuales siempre parecía haber más por muchos que matásemos -¿Ha valido la pena?- me pregunté casi inconscientemente, esperando que al menos nuestros esfuerzos hubiesen servido para algo.
Siento el retraso, malditas vacaciones...
No podía apartar la mirada Bumag y Mark. Y ellos por lo menos estaban aquí. Quizá no sobrevivirían a otro día. Quizá se unirían a nuestros compañeros. Ya no sólo a los del escuadrón, sino a todos los de allí abajo, que estaban muriendo en un intento de liberar el planeta de aquellos malditos bichos. Toda esa sangre derramada, todos aquellos buenos hombres y mujeres caídos, en algo que parecía un gesto inútil. La pregunta de Cooper llegó en el momento preciso.
- Quizá sí... pero unos cuantos de los nuestros nunca lo sabrán. Y ellos también lo hicieron posible.
Por mi mente pasaban muchas cosas. Quizá era hora de dejarlo. En mi opinión, ya me había ganado la
Apenas llegar a la zona A, lugar donde había iniciado aquella ardua batalla, el grupo fue conducido hasta una zona confeccionada para las fuerzas del planeta Sirius. Alli mismo, había un edificio recién montado para su compañía. Era de esas edificaciones prearmadas y no tan estables, no obstante era mejor que descansar afuera en el frío. Becerra y O´Connor habían sido llevados aparte, a un área medica cercana que habían alcanzado a ver mientras caminaban hasta su nuevo “hogar”. La Doc Miller se había retirado apenas llegar pues se encontraba consternada por todo lo sucedido y había solicitado una baja en psiquiatría. Probablemente no la verían en par de semanas. Así, solo había cinco infantes de todos los que habían conformado antes al escuadrón.
Las horas pasaron rápidamente mientras los infantes sin saber que hacer deambulaban por el lugar tras haberse dado una ducha y haber pasado al comedor. El caos súbito y lleno de euforia que se suscito en el exterior y todos los alrededores fue lo que hizo a los infantes regresar a la realidad. Su primer instinto fue coger rápidamente sus armas temiendo un nuevo ataque del enemigo. Pero para su sorpresa no se trataba de eso. En el exterior, las fuerzas de la federación parecían celebrar la victoria, lo cual era un tanto extraño por la prontitud del desenlace.
La información les llegó incompleta y un tanto confusa. Al parecer el enemigo súbitamente se había convertido en un ejercito de idiotas que no se movían erraticamente y rara vez atacaban y cuando lo hacían, muchas veces era entre ellos y jamas coordinados. Algo, según escuchaban, había generado aquello, las teorías iban desde la ayuda de otra raza alienigena, pasando por la aniquilación de algún tipo de cerebro o centro neuronal de la colonia, hasta ideas locas religiosas. Lo cierto en todo aquello era que la guerra en Galdonia parecía haber acabado.
Todos: Actualmente de los cinco sobrevivientes y en teoría activos solo está desaparecido Jerol (el sargento) del cual no se que ha pasado. En lo que respecta a Bell, habré de comunicarme con el jugador por si no se ha enterado.
Todos: Terminamos esta escena, pueden agregar algo mas si lo desean. Habré ahora de pasarlos a otra escena donde interactuaran con el escuadrón Fox; en dicha escena habrán de haber pasado otro cúmulo de horas (unas tres o cuatro) en relación a lo ultimo narrado.
Al llegar a la zona A, seguí de forma mecánica, casi inconsciente las indicaciones para llegar al barracón que nos habían asignado, uno de esos edificios prefabricados cuya seguridad dejaba mucho que desear, aunque en ese momento, lo único que me vino a la mente no fue eso, sino algo bien distinto.
Demasiado grande… demasiado pocos...- pensé, pues el tamaño, aunque estándar, era excesivo para los pocos que allí estábamos. Pero no quería pensar en eso, no quería recordar lo pasado en aquellos túneles, no en ese momento al menos, así que intenté ocupar mi mente haciendo otras cosas. No funciono.
Me fui a las duchas, desvistiéndome de forma mecánica, esperando limpiarme del hedor de los bichos muertos y de la sangre de mis compañeros perdidos, pero a pesar del tiempo que pasé bajo el agua, que puede que fuesen horas o tal vez solo varios minutos, ni una cosa ni otra parecían querer desprenderse de mí. Al final, salí de allí y me dirigí al comedor, más que nada por hacer algo, pues a pesar del tiempo desde la última vez que comí algo, apenas si tuve apetito suficiente como para dar un par de bocados a un trozo de pan. Estaba claro que mi mente no estaba en condiciones de hacer nada útil, por lo que me fui de allí y me dediqué a vagar sin rumbo fijo por la base, evitando pensar en cualquier cosa.
Y vagando estaba cuando los gritos empezaron a sonar a mi alrededor, provenientes del exterior de la base. Instintivamente, mis manos buscaron agarrar el arma, mientras en mi mente, interminables oleadas de bichos se dirigían hacia nosotros… pero por suerte, solo en mi mente, pues aunque tardé un poco en comprender lo que pasaba, finalmente lo hice. No eran gritos de miedo y dolor, sino gritos de alegría, de euforia. Gritos de victoria. Algo había pasado, aunque no se sabía muy bien el qué, solo que de repente, los bichos habían perdido cualquier atisbo de unidad y organización. Un pensamiento surgió en mi mente al escucharlo.
Sirvió de algo- me dije, consciente de que era un pobre y parco consuelo por lo sucedido… pero un consuelo al fin y al cabo.