- Entonces... Cumple tu palabra. No te separes de mí. - le reta antes de besarla suavemente, procurando no dañar más aquellos tiernos labios que parecían darle la vida.
Se inclina sobre ella, para comenzar a acariciar su frágil cuerpo, que había sido abatido de forma tan cruel. Quería hacerle olvidar todo aquel mal trato hacia su cuerpo como pudiera, ya fuera con caricias o con besos, así que se dedica a ello con total entrega.
La besas con tanta suavidad que se convierte en un beso dulce y tierno, completamente delicado. A ella no parece dolerle, pero suspira entrecortadamente, como si hubiera estado esperando ese beso durante largo tiempo. Como si se alimentase de cada uno de tus besos.
Acaricias su cuerpo colocándote sobre ella con cuidado, y Helen coloca sus manos detrás de tu nuca para acariciar con sus pulgares tu rostro, sin querer que te separes de sus labios.
Permanece quieto, sin avanzar más en la exploración de nuevos rincones en la cama.
Quería tomarla, sí, pero no en aquel momento. Solo acaricia su cintura mientras la besa con lentitud, disfrutando de aquel reencuentro que no creía posible.
Con todos sus recuerdos que ya no eran solo suyos. Por fin se sentía completo. La carga se liberaba y podía intentar recuperar su cordura. Poco a poco, se separa de sus labios y besa con suavidad su rostro herido. Con mucha delicadeza en las zonas golpeadas, y en las sanas también. No quería dejar nada por besar.
La besas con delicadeza, pero no puedes evitar hacerle daño en algún momento. Tan solo sisea suavemente cuando lo haces, sin evitar que la sigas besando.
Te puede preocupar la hinchazón de su pómulo izquierdo, donde parece que ha recibido más golpes de lo normal. Puede que algún puñetazo, a juzgar por la pequeña brecha que está más cerrada que anoche.
Ella no parece muy cómoda con su aspecto ahora, se oculta bastante inconscientemente, ya sea con las manos u ocultándose en tu cuerpo.
Pero consigues besar todo su rostro, sin dejar una zona descubierta de besos.
Compensa el daño que le hace besando aquellos lugares donde sabe que no le duele. Y cada vez que se oculta, la busca con una sonrisa. No tenía por qué ocultarse de eso.
Habían sido brutales. Pero tenía que pensar que podía haber sido peor.
- Sigues igual de preciosa, no te engañes. - le susurra, mirandola con cariño.
-Que va...-Susurra, con una risa, un poco más animada.
Aunque retira la mirada un segundo, avergonzada, vuelve a mirarte, sonriendo un poco más. Te besa ella ahora, por las mejillas, la frente, la barbilla, la comisura de tus labios... con cuidado de no hacerse daño.
Hasta que te roba un nuevo beso, suave y cálido.
Se deja besar con una sonrisa cada vez más pronunciada.
Y vuelve a sus labios, aunque después se separa con gran dolor por su parte.
- Debería dejarte descansar. ¿Quieres compañía esta noche? - le pregunta, acariciandola, y con total inocencia a pesar del doble sentido que podía darse en la frase.
Te separas de ella, y asiente en silencio cuando le preguntas lo de la compañía. Parece no haber pensado tan mal como piensas.
Se levanta y observa con humor el desayuno sin terminar. Parece una misión imposible para vosotros.
-¿A qué hora... vendrás?-Pregunta en voz baja, mirando la puerta con algo de desconfianza y agarrándote del brazo como si no quisiera que te marchases.
Cuando ella se levanta y mira la mesa aún con el desayuno por terminar, la abraza por la espalda, besando su cuello. Algún día lo conseguirían, pero esperaba que no fuera porque no tenían nada más importante que hacer, que tratar.
Se deja abrazar y estrujar el brazo. Era normal que tuviera miedo. Pero no le dejaría alimentarlo por mucho tiempo.
- Después de trabajar, vendré aquí. Aunque si por mi fuera, me mudaría a este lugar para que no tuvieras miedo en ningún momento. - le dice, achuchandose contra su mejilla. - Ponte el televisor, enciende algunas luces. Lee algo o mira alguna película. Llegaré antes de lo que te esperas.
Mientras te estruja el brazo, mira a un lugar determinado de la casa, un mueble con algunos cajones, frunciendo el ceño, pensativa.
Se relaja y te mira de nuevo, sonriendo y achuchándote también la mejilla.
-Estaré bien.-Te asegura más tranquila, dándote un beso en la mejilla.-Te espero. Llamaré a mi hermano y creo que voy a empezar a buscar trabajo por aquí... -Te deja salir, para que puedas regresar a casa.-Ten cuidado...
Mira al mismo mueble donde ella misma mira.
¿Tenía guardada allí un arma? Probablemente, pero no quería pensar en eso. Podía entrar a darle una sorpresa y recibir una bala en el pecho. Así que descarta la idea.
- Tú también. Te llamaré recién salga del trabajo. - le dice, besandola de regreso en la mejilla. Recoge la maleta y el abrigo, preparandose para marchar. - Nos veremos pronto.
La besa con cuidado de nuevo, abrazandola con intensidad, antes de salir de la casa. La despedida sería dura siempre, pero nunca tanto como en aquel momento. No quería separarse de ella, no quería acabar en las garras de aquellos que le querrían muerto.
Sales de su casa, despidiéndote como si te costase la vida. A ella le es difícil cerrar la puerta mientras te alejas, pero una vez te has ido y vas descendiendo por las escaleras, escuchas que la cierra bien por dentro por si acaso.
Caminas por la calle, de camino a casa.
Cuando regresas ves a tus amigos como siempre, de buen humor. Apenas parece que acaban de tomarse el café, Carl está limpiando y Dana ayudando y buscando empleo a la vez.
Te dice que tiene una entrevista de trabajo en una empresa, tal vez empezando como becaria o incluso tan solo chica del café, pero le hace mucha ilusión.
Tu amigo estudia, y pasas una buena mañana con ellos, como si no ocurriese absolutamente nada.
El día transcurre, vives con el miedo de que ocurra algo, pero en el fondo sientes que puede que las cosas no vayan tan mal. Corazonadas o simple mecanismo autodefensa... como quieras verlo.
La ciudad está llena de misterios que aún no quieren salir a la luz.
Pero... tal vez sea mejor así, ¿cierto?