- Eso haré. Te quiero. - le dice, y marcha hacia la casa, intentando ser discreto con sus pasos.
Esperaba que los niños estuvieran ya en cama... y que no le vieran con una mujer herida en sus brazos.
Asiente y te deja ir. Subes a casa con Amy en brazos y encuentras a Helen haciendo algunas cosas. Aunque también a Jenna, pegada al televisor.
Ambas te ven y se quedan estáticas. Luego, tu mujer se acerca a vosotros.
-Pero... ¿qué...? ¿Estás bien? ¿Está bien?-Pregunta, agitada.
-Papá, ¿quién es esa chica? ¡La has salvado!-Susurra alto, quizá para no despertar a Devis.
Ve a Jenn y cierra los ojos, para pedir disculpas en silencio a su mujer. Les sisea a las dos, casi sonriendo para que guarden algo de calma en aquellos momentos, que no histericen.
- Estoy bien. Sólo se ha desmayado. Los dos necesitamos descansar.
Tu mujer te ayuda y acomoda el sofá para que puedas poner a Amy. Cuando la pones, Jenna la mira, curioseando a esa muchacha.
-Jenna, a dormir.-Le dice Helen.
-No.
- Cielo, imagina que te despiertas de un desmayo y todo el mundo alrededor te mira. Hazle caso a tu madre, que es tarde. - le dice, algo agobiado de más por su inquisitiva hija.
-Vale, no la miro... de cerca.-Y se pone más lejos, al lado del televisor. Aunque Helen la coge del brazo para llevarla a su habitación.
-Ya vale de hacer lo que quieras. A dormir he dicho. Ya.-La regaña, y Jenna se resiste, pero luego os mira enfadada y se mete en el dormitorio dando un portazo.
-Abluddruidogordoaaaaaains...-Escuchas en su interior a Devis.
Apaga la televisión y coge algo de agua, para beber y después se acerca a Helen.
- ¿Estáis bien? Siento haber tardado tanto...
Helen te coge del cuello de la camisa y te mira intensamente.
-Voy a matarte. Te dije que volvieras pronto.
El cansancio desaparece de su rostro y la mira, algo asustado, aunque después sus facciones se relajan. No se mueve, sólo susurra:
- Y sólo quería volver a tu lado.
Te coge de la cara ahora con una mano, sujetandote con la otra como antes.
-Estoy harta, no dejas de asustarme, o de hacer que sienta algo malo. De hacerme sentir impotente.-Se queja, apretando sus dedos sobre tus mejillas, sin hacerte daño realmente.
- Yo quiero una vida normal, contigo. Sin hacerte sentir así. - le dice en consecuencia, y descubre que está liberando deseos de su corazón.
Y sin poderlo contener más, la bola en su pecho que se ha estado formando en su corazón de tanto miedo y angustia, hace que broten lágrimas que mojarán las manos de Helen. Y agacha la cabeza, avergonzado, sin poder moverse.
Parece no esperar esa reacción, de modo que esa forma de afianzar sus dedos en tu rostro cambian para acariciarlo y secar tus lágrimas. Sube la otra mano a tu rostro también y acerca el suyo para que vuestras frentes queden unidas. Suspira, acariciándote.
-Parece un imposible...-Murmura, y ríe con algo de cinismo. Luego, baja sus manos y te coge las tuyas para guiarte hacia la habitación.-Hoy dormiremos juntos. Vamos a jugar. Vamos a jugar a que todo va bien.-Pide, con voz triste.
Besa su nariz cuando las frentes quedan unidas, secándose el resto de las lágrimas antes de que ella le lleve. Camina un par de pasos, cuando interrumpe su curso:
- No... no quiero que hagas eso... dormiré en el suelo, aunque me muera por estar contigo... - le pide, atrayéndola una vez se detiene.
Llegáis a la habitación y la atraes hacia ti para decirle eso. Se abraza a ti, apoyando la frente contra tu pecho, de modo que no le ves el rostro.
-Solo dormir juntos, solo abrazarnos. Solo besarnos cuando amanezca. Solo darnos los buenos días con una sonrisa. Luego, cuando salgamos de la habitación, el juego terminará.
La abraza, como si fuera un sueño que se pudiera desvanecer, como si fuera la primera vez. Besa su cabeza, y suspira de forma temblorosa.
- Haré que merezca la pena repetir, hasta que deje de ser un juego.
Suspira y tira de ti hacia la cama. En silencio os cubre con la manta y se apoya en tu pecho, como solía hacer no hace tanto tiempo como el que sientes dentro de ti.
Simplemente se queda ahí, abrazada a ti. Haciendo de esta noche algo agridulce.
Por lo menos, no hay pesadillas.
Se tumba junto a ella, temblando. Ella podría sentirle.
Pero le abraza, acariciando su espalda y también su nuca, aprovechando cada segundo.
- Creo que no quiero dormir...
Y besa su frente.
Como si algo superior se interpusiera en tus deseos, no puedes aguantar demasiado tiempo despierto. Sin embargo, unas manos te acaricias durante gran parte de la noche, suavemente, con cariño.
Esa noche pasa muy rápido, no te das cuenta de que la mañana llega.
Libre de pesadillas, de todo mal. Puede que un día diferente, más tranquilo que los anteriores. Por lo menos, el despertar es dulce y augura un día más o menos parecido.
Esperas acertar en tu intuición.