Se encoge de hombros, sin saber qué decir.
No era que no lo hubiera intentado. Pero no era lo suyo, solo eso. Las personas... en fin. Una cosa eran las mujeres, y otra cosa las personas en general.
En su mente, si seguía caminando, todo iría bien. Se sentía seguro en ese estado.
Os quedáis un momento en silencio, pero no os molesta.
No es incómodo, todo lo contrario.
Paseáis por la ciudad nocturna y finalmente llegáis al lugar donde están vuestros vehículos.
-Bueno... parece que aquí nos dividimos. ¿Cómo te encuentras? Puedo llevarte a casa si quieres, ya mañana recuperas tu coche.-Te propone amablemente.
Se detiene y mira los coches.
Sonríe, agradeciendo su amabilidad.
- No te preocupes. Si tengo un accidente, tendré otras cosas en las que pensar. Gracias por todo, Donna. Necesitaba hablar con alguien.
-Espero que no lo tengas.-Responde, alzando las cejas y mirándote desde abajo, cruzando los brazos. En esa postura, sonríe y te mira de frente.-Ha sido un placer. Me ha gustado tomar algo contigo. Espero que repitamos.
- Pronto, ya verás. Cuídate. - se despide.
Y espera a que camine hacia el coche, para darse la vuelta también. La verdad es que tenía ganas de llegar a casa y abrazar a su familia. Pero le debía mucho a esa chica.
Se marcha hacia su coche, que está un poco más lejos, y cuando se sube arranca.
Te subes en el tuyo y marchas hacia casa, sin problemas.
Llegas al fin, y abres la puerta de tu hogar.
Encuentras en el sofá, con la televisión encendida, a Helen con Jenna encima. Ambas se han quedado dormidas. Parece que te estaba esperando, pero no ha podido aguantar más.
Están cubiertas con una manta.
Entra en casa, sintiendo el calor de su hogar.
No podía evitar suspirar de puro alivio, como si nada malo pudiese atravesar esas paredes. Era una vil mentira, pero quería creer que era así.
Se acerca al sofá, despacio. Se asegura de que el bebé no se caerá.
Y poco a poco, le quita a Jenna, para acostarla en su cuna. Vuelve al sofá y besa los labios de Helen, para despertarla así.
Coges a Jenna con cuidado, y ella se mantiene quieta, como siempre que duerme.
La sostienes en tus brazos y te aseguras de que respira, porque viéndola tan quieta te parece que no lo hace. Es un tronquito muy adorable.
La metes en la cuna y la tapas bien. Se mueve un poquito cuando la dejas, pero sigue dormida.
Vas a por Helen y la besas.
Se va despertando poco a poco, y sonríe medio dormida.
-Has tardado...-Murmura en tus labios, con los ojos cerrados.
Sonríe también, y le habla en susurros.
Si pudiera meterse en el sofá con ella, también lo haría. Porque necesitaba su calor, sus besos. Ni siquiera se había quitado la gabardina, ni falta que le hacía.
- Lo siento mucho, amor... - le responde, pero la besa otra vez. - Te prometo que lo haré muchas veces más para despertarte así...
Te da un suave pellizco en la mejilla.
Abre los ojos y te mira, sonriendo.
-La próxima vez me toca a mí despertarte.-Responde, incorporándose.-¿Vamos a la cama?
Decide tomarla en brazos para hacerlo él mismo.
Si estuvieras borracho no podrías estar así ahora...
Colmandola de besos, con cuidado y lentitud, se acerca a la cama para dejarla sobre ella.
Se quita la gabardina, zapatos, camisa y cinturón. Y pronto se mete también para abrazar lo primero que pille.
Si no estuvieras así... estarías perdiendo momentos como ese.
Has sido fuerte, has tenido un apoyo. Y vas a poder con eso, los dos.
Os echáis a dormir y vuestra vida sucede con normalidad. Una vez cada mes, tenéis que darle esa sustancia a vuestra pequeña, pero no afecta a su desarrollo.
Al contrario de ello, está siendo una niña fuerte y enérgica.
Y vosotros estáis bien, unidos. Disfrutando de vuestra pequeña que no deja de crecer.
Parece que hay una gran paz, que nada puede volver a turbaros.
Y esa paz dura mucho tiempo más.