Partida Rol por web

Eiren frunció el ceño.

—¿Me estás diciendo que Gerin sólo os ha ofrecido quinientas coronas por la piedra?

- Efectivamente, quinientas coronas para cada uno –respondió con total sinceridad. – Ninguno de nosotros vio un motivo necesario para pedir una mayor cantidad, al menos en ese momento. Y dudo que ahora ninguno se descuelgue pidiendo más dinero.

En ese momento se percató de que Clint no formaba parte de la expedición cuando llegaron a un acuerdo con el mago, ¿Cómo lo resolvería Gerin? Sinceramente, su ayuda les había resultado de gran utilidad, y aunque se unió posteriormente, se podría decir que era un integrante más de ellos.

- Y bien, ¿Tienes alguna otra pregunta, o has tomado ya una decisión? –preguntó tras haber estado absorto en sus propios pensamientos.

—Eso... suena más razonable—Eiren se llevó un dedo a los labios—. Dudo mucho que Gerin vaya a pagaros más, pero yo quiero quinientas coronas de oro. Teniendo en cuenta que la piedra está en nuestro poder, creo que es más que razonable. Y dado que vuestra elfa arcana está un poco loca, quiero protección contra ella. ¿Podéis garantizarme ambas cosas?

—¿Quinientas sólo? ¿Estás loca? ¡Esa piedra vale mucho más!

—Si quieres Rozel, me uno a ellos y te matamos. Así no tendré que repartir el oro entre todos. ¿Te parece bien? ¿Tienes tus prioridades claras? Porque a mí tener dinero en el bolsillo y estar viva me parece un buen trato.

El tal Rozen seguía contrariado.

—Está bien—se resignó—. Pero vamos todos.

—Ni hablar—interrumpió Vincenza—. Con lo del oro creo que ya os habéis venido lo suficientemente arriba como para estar dispuesta a hacer un viaje con gente dispuesta a matarme a la primera de cambio.

Después miró a Kilian y a Arael también con gesto contrariado. No eran los bandidos los únicos molestos con algún compañero.

—No estoy muy de acuerdo con las decisiones que estáis tomando. Pero si aceptaré lo que diga la mayoría.

Arael se puso seria, se estaba empezando a impacientar. —Solo tú— Se dirigió a la maga. —Y serán cuatrocientas monedas. No pienso aceptar quedarme yo con cuatrocientas para que tu te lleves quinientas. Si Gerin quiere dar más recompensa, entonces sin problema. Desde luego lo que me estáis haciendo pasar vale ya más de mil.

La elfa cogió aire.

—Además, a mi no me parece que tú estés menos loca que esta. Así que te garantizo lo mismo que me puedas garantizar tú.

—Yo no fui la que decidió seguir luchando poniéndoos a todos en peligro cuando el combate estaba terminado. Si me apuras, he hecho yo más por vosotros de lo que ha hecho esa elfa.

Eiren cogió aire.

—Está bien. Que sean cuatrocientas. ¿Tenemos trato?

—¿Cómo que sola? ¿Estás loca?

—Después de haberle hecho caso a Tharnaros durante tanto tiempo seguro. Vosotros volved a la guarida. Nos veremos en unos días, ¿de acuerdo?

—Esto no me gusta. No deberías ir tú sola—insistió.

—A mí tampoco, pero mejor vivir y tener oro que morir, ¿no? Así que déja de hacerte el gallito y cállate de una vez. ¿Entendido?

—Claro, porque en los días que corren es mucho más normal no fiarte de alguien que quiere matarte ¡QUE INTENTAR MATAR A QUIEN TE SALVA LA VIDA!— La elfa montó en cólera. —¡ME TRAE SIN CUIDADO EL PUTO THARNAROS ESTE, TÚ Y TODA ESTA PANDILLA DE SUBNORMALES HABÉIS INTENTADO MATARME CUANDO HE ARRIESGADO MI VIDA POR VOSOTROS! 

Arael se volvió a llevar la mano al cuchillo, ahora solo tenía en la mente una imagen de la bandida arcana con el cuello rajado y chorreando sangre. Pero hizo acopio de toda la fuerza que pudo para simplemente darse la vuelta sin decir nada y irse de allí, dejando solo a Killian ante la humana.

Después de varios pasos volvió a darse la vuelta. —¡GILIPOLLAS!— Gritó al resto de bandidos —¡YA NO HAY NADA PARA VOSOTROS AQUÍ! ¡LARGÁOS DE UNA VEZ!

Clint, que hasta el momento se había mantenido al margen de la negociación, se acercó a Arael mientras ésta entraba en cólera y cuando se dio la vuelta le dio una bofetada. No fue fuerte ni escandalosa, sólo lo suficiente como para sacarla de su rabia.

—No he dicho nada hasta el momento porque no considero tener derecho alguno para opinar en lo que negociéis. Sea lo que sea estaré de acuerdo. Pero tampoco voy a dejar que lo arruines todo con una rabieta. Tú estarás en pie, pero Kilian y Dan apenas se mantienen en pie. Y mejor no hablar de Kelrin y el joven druida. Discúlpate.

El gran trasgo entonces se dirigió a Eiren.

—Yo me comprometo a cumplir lo pactado. Si es que la palabra de un trasgo vale algo.

El bofetón de Clint la cogió por sorpresa, pero no se lo tomó mal. La sacó de la espiral de rabia en la que había entrado, pero ni mucho menos la hizo volverse amistosa con los bandidos. Sentía que después de haber montado en cólera no tenía legitimidad para negociar, aún menos después de haber sido abofeteada en público. Además, seguía pensando que tenía razón.

—No—Respondió la elfa. Su rostro había pasado de expresar una ira incontrolable a un semblante serio. —Si vuelvo ahí dentro voy a matarlos a todos. Que hable Kilian.

- Gracias Clint. –dijo de manera seria acompañándolo de un gesto con la cabeza, tanto por el apoyo que el trasgo le había mostrado a lo que estaba negociando, como por el guantazo que este le había dado a Arael.

- Estoy de acuerdo con lo pactado, cuatrocientas coronas. –comentó tendiéndole la mano a Eiren para cerrar el trato y añadió. –Pero si me gustaría pedirte algo; queda un largo camino hasta Sartor, por lo que por favor, intenta no provocarlos. Intentemos llevar una travesía lo más placida posible.

No sabía si alguno de sus compañeros estaría dispuesto a sacrificar parte de su recompensa para que Eiren cobrase todo lo pactado, pero esperaba que entendiesen la situación en la que se encontraban para haber llegado a ese acuerdo. Si no fuese así, se vería obligado a darle gran parte de su propia recompensa.

—Y alguno de tus compañeros seguro que morirá mientras los matas a todos—le sancionó Clint—. Luchar en segunda línea es un privilegio, mientras tu puedes actuar son otros los que se exponen a la muerte. Deberías ser más consecuente con eso.

—Tenemos un trato entonces—dijo Eiren tendiéndole la mano a Kilian—. Yo no provocaré a nadie, pero tampoco voy a soportar cualquier cosa. Espero que lo entiendas.

La arcana entonces se dirigió a sus compañeros.

—Volved al refugio. Nos veremos en unos días. ¿Entendido?

Con el trato realizado, los antiguos esbirros de Tharnaros ahora de Eiren se marcharon. Dado el grave estado de Klaus y de Kelrin, decidieron que todavía no era momento de emprender el viaje por lo que acamparían hasta el día siguiente. Durante el resto del día buscaron el carro y el mulo del joven druida y atendieron a los heridos.

Y así cayó la noche.