Partida Rol por web

Cuando dijo lo de las guadañas sentí un escalofrío que me recorrió toda la espalda, pues con esa expresión tampoco hacía falta ser muy listo para saber a quién se refería y tampoco me parecía tan raro que quisiera ver como había muerto alguien que la había burlado durante tanto tiempo.

- ¿ El rey dormido?

Era una persona que siempre prestaba atención a todas las historias, pero esa no me la sabía.

- Espera! - Levanté la cabeza para mirarla mientras se iba. - Por favor... si hay una forma de que no os lo lleveis...

Prácticamente sonaba a súplica, pero no estaba segura de que ello pudiera afectarla lo más mínimo. Tenía claro, que las personas " atemporales " que había conocido no razonaban igual que el resto del mundo.

- Si hay la más mínima posibilidad..

La chica se queda mirando a Mina y le sonríe:

- Eres lista, Mina, como todas las mujeres. En verdad me gustaría hacer algo, pero no está en mis manos.

En verdad parecía que la apenara no poder hacer lo que Mina le pedía. Era extraño, pero para ser tan poderosa como decía Chia, la verdad es que se veía muy humana. No obstante, vuelve a dirigirse a la jungla, pero antes de irse se gira y les obsequia una sonrisa:

- Ya nos veremos luego. Espero entonces poder hablar más con cada uno.

Y entonces se perdió tras de un árbol.

Ogú, que parece no entender nada, se despide:

- Chau, chau, niña bunita.

Después el cavernicola los mira con una sonrisa y dice:

- Niña bunita cimpatika. Gustar mí. Ojala berla dinuebo.

No disimulé mi decepción porque no " pudiera " ayudarnos, pero yo, tenía que intentarlo así que.. De todas formas, imaginaba aquella respuesta antes de hablar.

Asentí como despedida a la mujer sin decir nada más, con aquel gesto con la cabeza daba por zanjada una conversación que tampoco tenía motivo para continuar.

Las palabras de Ogú me hicieron girarme unos instantes hacia él y negué con la cabeza, una vez la mujer se fue.

- Creo que prefieres no verla Ogú. Podrías estar más muerto que vivo.

Lo de que ya hablaría con todos nosotros no era como algo alentador para nuestra misión, eso era seguro.

- Debemos proseguir...

Chia se queda pensativa mirando por donde se ha ido esa mujer. No entiende muy bien de qué hablaba con eso de las guadañas, peropor lo visto Mina sabía quien era. Por su lado, ella solo sentía una extraña familiaridad frente a esa chica, aunque en verdad no recordaba haberla visto antes. No obstante, su mente practica se impone y les recuerda:

- Debemos enviar inmediatamente a Strogoff de vuelta al Albatroz. Yo creo que lo mejor es la opción de Tarzán y los mangani.

En ese caso respondió Sandokán, intentando no sufrir escalofríos al pensar en con quién habían estado hablando como si nada hagámoslo cuanto antes. Tarzan por favor se giró hacia el hombre de las selvas indica a tus amigos dónde dejar a Strogoff, y pongámonos en marcha.

Mientras hablaba, el pirata malayo se aseguraba de que su sable se encontraba a buen recaudo en su vaina, y de que la carabina no había quedado obstruida por barro o tierra durante el combate que acababa de tener lugar.

Los mangani hacen un alitera con lianas y ramas de la selva y montan al anciano militar ruso, le aseguran y emprenden el viaje de regreso al albatros. Mientras, lo que queda del grupo continua el viaje hacia el este montando nuevamente los elefantes.

Como en un principio, Ogú lleva a mina en su elefante (al que el troglodita llama cariñosamente Babar) y el resto sigue en sus monturas, aunque tristes por los compañeros que han dejado atrás.

Hacia el atardecer siguen el vieje por entre esa tupida jungla y no hay indicios de que estén prontos a llegar las cercanías del Kilimanjaro. Al final, el señor Marlow les informa que no es conveniente viajar de noche, así que deciden montar un campamento.

Lo primero que hacen es levantar tiendas y organizar las guardias. Luego prenden el fuego y todos se reunen a comer algo y tomar café. Todos están silenciosos y taciturnos, ya que aún están apenados por la muerte de Jack y preocupados por Strogoff.

Pronto deberan dormir un poco para poder reemprender el viaje al día siguiente.

El resto del viaje transcurrió tranquilo y sin incidentes, aunque también, bastante más silencioso de lo habitual. No es que ninguno de nosotros fuera demasiado hablador nunca, pero al menos cuando estaba Jack siempre solía hablar de alguna cosa que se me ocurriera con él y ahora, entre la sensación de vacío y tristeza y la de que mientras caminábamos me faltaba algo, hacía que todo fuera como más horrible de lo habitual. No era necesario que nos sucediera nada por el camino, por mi parte, estaba tan desalentada como si así hubiera sido o inluco más.

Apenas dije dos palabras aquella tarde y fueron más que nada monosílabos que respondía a Ogú, pues claramente, estaba sumida en mis propios pensamientos y no le prestaba demasiada atención cuando decía algo.

- Han conseguido que no tengamos ganas ni de pelear... - Al menos, eso era lo que pasaba por mi mente, pero yo tenía que pelear por volver a donde mi hijo, pues necesitaba a su madre y ahora al menos, gracias a nuestro compañero " perdido " podría verlo sin necesidad de tener que amenazar a Johnatan.

Paramos a pasar la noche y montamos el campamento con aquel mismo talante triste con el que habíamos viajado, quedando todo bastante bien como para pasar una noche más o menos cómoda y nos sentamos todos, ahora en el suelo, lo que mis posaderas agradecieron pues estaban algo doloridas, a cenar alguna cosa.

No tenía demasiada hambre, no podía comer en aquel estado, aunque me obligué un poco a ello pues enferma sólo sería una carga para el grupo y en ningún momento había sido esa mi intención.

- Si no llega a ser por ese maldito alemán no estaría aquí ahora sino en casa...

Asi, todos se retiran a sus tiendas mientras Tarzán se quedaba para hacer la Primera guardia.