Partida Rol por web

La Purificación de la Bruja

Prólogo para Lirio

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22/07/2015, 00:38
Director

La conciencia de la tierra se despertó con dolor, la vegetación que había crecido sobre ella, protectora y amante, se apartó a su pensamiento para dejarle salir sin esfuerzo, dejando atrás hojas frescas para que se tejiera un traje. Estaba en un campo de lirios, amarillos, rosas, púrpuras, naranjas y, sobre todo blancos, hacían un mosaico maravilloso y perfecto. Se llamaría así, Lirio, al menos hasta que volviera a dormir tranquila, ¿o siempre decía lo mismo? Costaba recordar detalles como esos entre sueño y sueño.

Ella era los valles, las cimas, las aguas que corrían y todo lo que crecía en ellos. Le debía su vida a cada árbol, lago, roca o criatura en lo que abarcaba la vista desde el pico de Águila Padre, no sabía cómo le llamaban los mortales, aunque tampoco le importaba. Eran su alma.

Sentía dolor en lo profundo de sus bosques, en el Valle Profundo, un ataque antinatural, aberrante, que se manifestaba físicamente en un dolor agudo en la pierna. Sentía la putrefacción afectarle y luchando por extenderse por su forma orgánica. Algo atacaba su tierra, expulsaba de ella a Gaia y amenazaba con matarla a ella si no se sometía a un nuevo amo. O ama, en realidad daba igual.

Trató de investigar y de luchar, pero algo maligno, una naturaleza aberrante había hecho presa en lo más profundo de su territorio la obligó a retirarse. Había perdido el control de las plantas y animales del lugar, algunos mutaban y tenían un aspecto horrible; perdió algunas de sus dríadas cuando sus árboles fueron alcanzados por la corrupción e incluso una nereida en el Lago Oscuro cayó en la Sombra, ahora luchaban contra la tierra y no obedecían su conciencia. Ella misma empezaba a estar un poco verde, si no se esforzaba en evitarlo.

Trató de contener el mal, pero cada vez avanzaba un poco y su desesperación crecía, con ella su deseo de rendirse a un enemigo superior y recuperar su tierra, su cuerpo, y a sus hadas perdidas, aunque fuera con nuevas y duras condiciones y pervirtiendo también a las fatas leales que le quedaban.

Acudió a Gaia, la madre de todas, en busca de respuesta a su drama, ordenó a sus leales restantes que durmieran el sueño de las eras mientras viajaba al Mundo Primero, para evitar que sus mentes fueran seducidas por la corrupción.

La respuesta la sorprendió. La Madre le habló de tierras lejanas, de destinos entrelazados y de una humana muy especial, con dones puros, que sería el fiel de la balanza. De ella podía depender la salvación o la perdición del reino de la ninfa. Una mortal, una humana, sería la pesa que decantaría la balanza en la que se jugaría su tierra, su vida y la libertad de su pueblo.

Pero buscarla, conocerla, aprender qué necesitaba de ella y qué podía ofrecerle a cambio requería lo impensable: marcharse, alejarse de su tierra, usar la carne para llevarse el espíritu lejos del cuerpo, dónde perdería su poder y, si pasaba demasiado tiempo, desaparecería en la nada, como cualquier espíritu sin cuerpo que habitar.

Ahora estaba en el camino, evitaba las ciudades de los humanos, horribles pozos de corrupción, aunque más soportables que lo que anidaba en el corazón de su hogar; ni siquiera usaba las sendas que los humanos y sus animales esclavizados empleaban. Su destino era una de las más grandes de ellas, la que los mortales llamaban Francfurt, con su voz que no podía hablar con los animales y las plantas. Aún quedaba mucho y confiaba en que el destino no la obligase a entrar en la ciudad, pero ahora debía decidir si seguiría escondida viajando por terreno agreste hasta llegar al lugar en sí o salir a los caminos con la esperanza de encontrarse con su sino antes de tener que atravesar los muros de piedra.

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22/07/2015, 01:19
Lirio

Les había pedido consejo a las chicas, sus niñas, las más jóvenes de las cuales aún tenían aquella necesidad infantil de ver humanos y que se aventuraban a las fronteras del reino a espiarlos. Le habían contado cosas, como eran, como pensaban, algunas alegres sobre sus risas y sus cantos, y otras terribles sobre su adoración a la muerte como solución a todas las cosas. Hacía décadas que ella misma no tenía contacto directo con los mortales, ¿siglos tal vez? Pero por su experiencia pasada el paso de los años hacía cambiar mucho a los humanos, y tres o cuatro generaciones podían anular todo el conocimiento adquirido sobre ellos.

Ahora por lo visto eran peores que nunca. Adoraba a un Dios con un fanatismo endemoniado, hasta el punto de matar a todo aquel que mostrase cosas que no eran propias de su deidad. Debería andar con cuidado con ello. Tambien debía llevar armas. Y ocultar su verdadera naturaleza pues la considerarían fruto demoníaco.

Su ignorancia era tan inmensa que sentía a ratos asco, y a ratos pena. Le llevó muchos días superar esa aversión. Debía ser capaz de mostrar empatía, de encontrar lo positivo que tuviesen, o correría el riesgo de no reconocer la pureza de uno de los suyos cuando la tuviese delante, la pureza de la que ella, un espíritu más antiguo que las obras de los humanos, debería aprender. No sería sencillo.

En su camino de salida del reino visitó a los elfos y pidió consejo. Su relato los dejó acongojados, y ofrecieron su ayuda, pero ella sabía que aunque su voluntad era buena, ellos no podían ayudarla. Aceptó los consejos y se puso en camino. Durante los primeros días caminó en solitario, algo necesario para acostumbrarse a aquella tierra profanada, cruelmete oradada para pedirle frutos que podría haber dado con solo respetarla. Sus montañas perforadas para extraer minerales con los que hacer cosas de metal, inútiles pues existían otros modos mucho mejores de obtener herramientas.

A medida que lo fue soportando, se acercó más a los caminos, siguiendo grupos de lejos mientras los escuchaba hablar. Recordando el idioma común entre ellos, y captando el acento y el modo de hablar de esa generación. Ambiéntándose también en la nueva cultura.

Por dos veces siguió el grupo equivocado, que resultaron ser bandidos y ladrones, que mataron antes que ella pudiese reaccionar y solo pudo percibir como las vidas de otros -quizás no inocentes, pero sin culpa en esa ocasión- se perdían sin remedio. Así era la vida de los hombres, asesinaban sin necesidad por algo de metal, incluso por procrear sin permiso de la hembra, o al menos tener sexo porque la habían matado tras violarla.

Era todo un sinsentido absoluto.

Y sin embargo, contuvo las ganas de dar media vuelta, o de sentarse a llorar, y continuó camino. Ahora ya casi por un camino principal, apenas a unos metros pero aún sin dejarse ver. Debía aprender.

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29/07/2015, 21:26
Director

Cuando más tiempo pasaba la carne alejada del cuerpo más consciencia de sí misma tomaba. Lirio, que sólo había sido un nombre que vestir para que otros pudieran llamarla empezaba a ser algo a lo que se refería como "yo".

La conexión con Gaia era más débil allí, pues no podía sentir lo más profundo de sus valles, era como tener un pie dormido todo el tiempo. E iba a más, la conexión con su cuerpo, su tierra, se cortaba un poco más cada día y sus sueños se hacían difusos, ya no era sus árboles, montañas, valles, lagos y ríos de siempre, soñaba con otras tierras, con desiertos de hielo y profundidades oceánicas. Se perdía.

Contemplaba el cielo dónde estrellas lejanas se aproximaban a un paso de baile especial, cuando las estrellas se alineaban había poder en el ambiente y todo era posible. Con el mal anidando en sus entrañas, cambiando su naturaleza aquello no era un buen presagio.

Al amanecer, idas las estrellas, su ánimo se templó. Sentía a Gaia cerca, otra de sus hermanas era aquella tierra y la sentía cerca. Había una ninfa en ese terreno. Con sorpresa comprobó que, apenas a unos kilómetros, también había varias estructuras de sobreexplotación de la Diosa de las que los humanos llamaban granjas y, en el centro de todas ellas, la aglomeración de refugios que llamaban pueblo.

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04/08/2015, 00:03
Lirio

Lirio trató de concentrarse, si había granjas en tierras de una Ninfa, probablemente esta conocía mejor las costumbres humanas y podría aconsejarla. Comenzó a caminar hacia el centro de lo que creía que eran las tierras de su hermana, esperando encontrarla, antes de continuar su camino hacia aquella aberración humana donde las pistas la conducían.

Con la aceptación de su nombre estaba llegando también la aceptación de su situación, las cosas estaban muy difíciles, y le parecía increíble que la solución pudiese partir de los humanos. Pero era algo que era así, sin más, y no cambiaría por mucho que eso le resultase frustrante.

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04/08/2015, 10:43
Director

Su cuerpo físico vagó siguiendo a su consciencia, buscando la fuente de Gaia en ese lugar, la comunión con su hermana; aunque fue una experiencia más extraña que otras veces, no conseguía dejar atrás completamente las sensaciones físicas, el dolor en la pierna, su Valle Profundo, era continuo e insistente y no le dejaba abstraerse por completo, además la lejanía de su forma corpórea con su cuerpo real hacía éste mucho más evidente y le aferraba a él de una forma muy material.

 

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04/08/2015, 10:43
Ninfa de las aguas

Costó mucho más de lo que esperaba localizar a la ninfa de aquellas tierras, como si ella se estuviera escondiendo. Por fin la localizó, adentrándose nadando en un pequeño lago. Su hermana salió de repente del agua, detrás de ella con un grito de furia…

Se quedó contemplándola unos segundos, con desconfianza, con sus ojos muy azules; luego su mirada se tornó preocupada.

-“¡Hermana! ¿Estás bien? ¿Qué te ocurre? Tu aire huele raro, tu tierra sabe mal, tu agua quema mi nariz. Tienes algo clavado en Gaia” – la Diosa parecía haber dado mayor importancia en aquellas tierras al agua, su ninfa tenía un aspecto verde azulado, fluido, con cabello de cascada y ojos de lago además, obviamente, vivía en el lago. Pero a la vez era muy corpórea, muy definida. No tenía el aspecto etéreo de Lirio, era como si estuviera firmemente anclada a la tierra del Plano Material, a su carne, lejos del hogar de Gaia, en la tierra de los espíritus, allende el Velo. Lirio había oído que les pasaba a las ninfas que frecuentaban demasiado a los humanoides y sus hábitat. A cualquier animal, de hecho, pero normalmente sólo los humanoides eran tan interesantes como para atraer a una ninfa a pasar tiempo entre ellos.

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10/08/2015, 15:40
Lirio

- Estoy herida, una misteriosa corrupción ha surgido en lo profundo de uno de mis valles, he intentado luchar pero no conozco su naturaleza y mis intentos de frenarla han sido en vano. Algunas de mis niñas han caído. La Señora del Todo me habló de que la solución vendría de una humana, así que he salido en su búsqueda. Esta mañana estaba en camino cuando he notado tu presencia, he venido a pedir consejo. No he hablado con humanos desde hace algunos siglos, aunque los elfos me han aconsejado un poco. Debo ir a un lugar llamado Francfurt. He visto que había humanos en tus dominios, quizás tú sepas mucho más que yo sobre ellos...

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11/08/2015, 11:49
Ninfa de las aguas

Los ojos de la ninfa se iluminaron cuando la oyó hablar de humanos. Lirio se sentía lejana de aquella manifestación de Gaia, no sólo por el dolor de su pierna, que parecía acentuarse ante ella sino porque parecía lejana también de su parte natural. A aquella ninfa le gustaban los humanos, su carne era más autoconsciente.

-“Claro, hermana, puedo hablarte de los humanos. Ahora son parte de mi cuerpo, tengo muchos. Pero el lugar que llaman Frankfurt no es como mis colmenas de humanos. Allí hay miles y miles de ellos, es frío y doloroso, lleno de hierro y acero, Gaia ya no vive allí, agoniza débil entre sus calles de piedra y sus edificios. Sus humanos no sienten nada la tierra, ni siquiera son conscientes de que viven de ella, no como los míos. Adoran al Dios que murió en la cruz y nos quemarían para purificarnos sin entender que somos parte del mismo fuego que pretenden usar como arma, que no somos la carne, sino la materia que somos eternas e inmortales. Allí no conocen a Gaia, viaja ligera y vuelve pronto o tu hálito de vida se disipará al gastarle hasta que te diluyas y perderás la carne. No podrás volver a tu cuerpo y tendrás que retornar a Gaia a través del Velo.”

-“Mis humanos son maravillosos, alegres, vibrantes, activos, coloridos, apasionados, son como centellas del cielo, viven vidas cortas llenas de fuego, luces y color. Sus mentes son agudas y rápidas, su pasión abrasadora y sus ideas ingeniosas y sorprendentes. Tal vez sean demasiado industriosos y se preocupen mucho por el futuro, pero se les puede convencer fácilmente.” – su sonrisa era amplia y sincera. Lirio había oído de ninfas así, sus historias raramente acababan bien. Sobre todo en los tiempos recientes. Los últimos mil años habían cambiado mucho el mundo. El tiempo avanzaba demasiado rápido para Gaia y sus hijas ahora.

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12/08/2015, 22:09
Lirio

- Cuidado Hermana, no es propio de seres como nosotros sentir tal pasión por los seres de vida corta, otras lo hicieron en el pasado y el peligro de algo así es alto. ¿Has dicho que adoran al ser de la cruz y que nos quemarían si supiesen quien somos? Mmmmm, los elfos me dijeron lo mismo, por eso he optado por disfrazarme. Ocultaré mi naturaleza mientras me sea posible. ¿Sabes quien puede ser el humano en cuyas manos está la solución a mi problema? ¿O conoces algún grupo de humanos que se dirija a esa ciudad? Quizás debiera acompañar a algunos para ir comprendiéndolos.

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12/08/2015, 22:51
Ninfa de las aguas

La ninfa acuática rió como un torrente de verano, una risa cristalina y fresca con más matices de los que Lirio podía percibir. Suponía que había aprendido a hacerlo de los humanos, la naturaleza rara vez sonreía y aún menos reía.

-"No te preocupes, hermana, los humanos no son tan terribles como parecen, si los sabes controlar. Pueden ser tan dóciles y útiles como los lobos o los osos." -

Pensó despacio en la respuesta a su pregunta, dudó mientras fluía por el agua hasta su lado, sentándose formando un charco junto a ella.

-"No he sentido una conexión tan fuerte como la que comentas en ninguno de mis humanos. Lo más cercano a  tener una conexión especial con Gaia aquí es esa chica, la que está embarazada de uno de mis sátiros" - rió alegre una vez más y haciendo un gesto que Lirio no entendió, añadió - "la última fiesta de Walpurgis fue muy salvaje." -

Fue la otra alternativa para la que pudo dar una información más útil.

-"No conozco a los humanos viajeros. Sólo me muestro a los míos, no me fío del resto. Tu idea es muy peligrosa, eres muy valiente, admiro tu voluntad para defender tu valle. Pero sí que se que hay unos humanos que se llaman comerciantes, viajan en madera con ruedas, tiradas por caballos sometidos y llenas de cosas. Los llaman carros. Van de pueblo en pueblo y a los grandes pueblos como Frankfurt para cambiar los bienes que llevan por metal, que cambian por otras cosas para seguir en un ciclo sin fin como Gaia. Incluso sin saberlo, adoran a la diosa. Los comerciantes suelen ir con más humanos, vestidos de metal y con armas de hierro, gente horrible y belicosa. Si vas al gran edificio de madera donde sirven bebidas con alcohol, pasará un grupo antes o después. Lo hacen casi todos los días"

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12/08/2015, 23:41
Lirio

- Yo no me fío de ninguno, pero a falta de una idea mejor te haré caso, iré a ese edificio o esperaré fuera...
 

Lirio no deseaba seguir debatiendo con su hermana, su cercanía a sus humanos era perturbadora, y su descripción parecía dejar entrever que su pasión por ellos no era como la que podía sentir por un oso. Pero si algo debía aprender en este viaje era a aprender y no juzgar, así que no le dio más vueltas al asunto y tomó camino de la casa grande de madera muerta.

Estuvo un rato a una cierta distancia, sin dejarse ver, simplemente observando como entraban y salían viajeros, esperando ver alguno que le llamase la atención por alguna razón. Después, ordenó a sus dos amigos que se quedasen fuera y entró, no muy decidida, y buscando rápidamente la sombra. Cuando la camarera le preguntó, musitó que no deseaba nada, que estaba buscando a un amigo, y se quedó despié en una esquina, mirando a aquel grupo de vociferantes y ruidosos seres de dos piernas en quienes debía esforzarse por encontrar un resto de la madre.

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13/08/2015, 16:04
Director

El humano que la atendió al entrar en la posada - así parecía llamarse el edificio a juzgar por el cartel escrito con los dibujos que los humanos usaban para representar sonidos - no pareció nada contento con la decisión de Lirio de esperar en un rincón sin recibir servicio alguno. Pero resultó ser una decisión bastante inteligente por parte de la ninfa, dado que, al parecer, aunque allí repartían comida y bebida, esperaban que dieran a cambio pequeños trozos de metal; a ella se le escapaba todo aquello pues, incluso considerando el ansia de los humanos por las cosas hechas con metal forjado, aquellas esquirlas eran muy pequeñas para hacer ningún instrumento útil.

Las miradas de curiosidad – y lujuria, con mucha frecuencia – no cesaron en toda la noche. Lirio no estaba segura de a qué se debían (al menos las primeras), entendía que como elfa seguía destacando mucho pero intuía que había algo más.

Ya anochecía cuando vio llegar por el camino un par de eso que la ninfa del agua había llamado carros, efectivamente un orondo humano ricamente ataviado bajó de uno y se dirigió a la posada, escoltado por dos soldados – que le dirigieron miradas plagadas tanto de curiosidad como de deseo –, mientras varios otros humanos con aspecto de más trabajados, flacuchos y vestidos con ropas humildes y sencillas – aunque manufacturadas – se quedaban descargando, atendiendo a los caballos y limpiando.

El – suponía – comerciante se dirigió al que parecía el dueño del lugar, el mismo que le puso mala cara al llegar y sentarse en un rincón, el gordo hombretón pidió comida como para diez y mucho vino, así como dos habitaciones, una doble y otra grande. Pagó con oro, algo que ella sabía valoraban mucho los mortales, incluso los elfos y se sentó junto a sus dos hombres de armas junto al fuego, la única concesión a la comodidad de los soldados fue quitarse el yelmo. Pronto los tres comían como si no hubiera un mañana.

Para cuando la gente volvía a sus casas o subía a sus cuartos no había visto nada que le indicase que allí podía haber alguien tocado por la diosa, ni para bien, ni para mal.

Era obvio que debería acercarse más a la ciudad, pero debía decidir si hacerlo en compañía o seguir aislada. La velada le había demostrado que los humanos eran groseros, ruidosos, bullangueros, alegres y despreocupados; también pasionales, impulsivos y poco dados a meditar antes de actuar.

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17/08/2015, 13:01
Lirio

Lirio se sintió un poco frustrada en aquel primer contacto suyo con esa generación de humanos, había tratado de afrontar el encuentro sin prejuicios pero era difícil. Si algo no había cambiado era su obsesión por el sexo, la lujuría era igual que unos siglos atrás. Todo lo demás era distinto, el habla, las creencias, la forma de vestir, el uso del metal...

Las carretas de mercaderes que vio no le gustaron, seguramente no le gustaría ninguna, pero no estaba dispuesta a viajar con aquellas. Sin decir nada más salió de la posada y se alejó de los caminos, asegurándose que nadie la seguía. Después, dando un rodeo se acercó de nuevo al camino hacia Francfurt dispuesta a espiar a los caminantes, a ver si algún grupo le llamaba la atención, bien en positivo o, mucho más probable, al menos no le desagradaba demasiado.

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17/08/2015, 15:44
Director

El camino no mejoró demasiado, los humanos estaban cada vez más lejos de Gaia y ella, que llevaba siglos sin encarnarse, era demasiado extraña a su forma de entender la vida. No les entedía, ni ellos a ella.

Sus contactos con aquellos que menos la desagradaban había provocado que acumulara más frustración, había aprendido que su sexo había sufrido aún más regresión, más todavía cuanto más “civilizado” se hacía el entorno y muchos hombres se hacían ideas extrañas sobre ella por verla viajar sola; ¿quizás la diosa debería haber enviado un fauno a ésta misión, o entendió mal el cometido y era ella quien debía haberse enterado mejor de la situación del mundo y hacerlo? En cualquier caso era tarde para cambiar el plan. Sólo que la tomaran por elfa, a quienes veían como extraños paganos – le había costado entender que era el término despectivo que usaban para aquellos que no adoraban al Dios que murió en la cruz – de costumbres irracionales, le aliviaba de lo peor de sus prejuicios, pues parecían contentarse a menudo con murmurar a sus espaldas y dedicarle miradas cargadas de prejuicio y reprobación.

No fue hasta los últimos días de viaje, cuando ya no necesitaba explorar y sólo debía viajar en línea recta, que encontró un grupo en el que pudo integrarse ligeramente. Una caravana de cíngaros, menos apegados a la civilización y la religión de la cruz. Eran gente sencilla, que sacaba de Gaia lo necesario sin perturbar más que lo preciso – el expolio lo dejaban para la civilización, más generosa en pagar el esfuerzo –

Compartió con ellos cenas y comidas en grupo, con canciones que hablaban de sus tradiciones. A la ninfa le divertía escuchar las versiones edulcoradas o alteradas de los “hechos antiguos de los tiempos de los antepasados”, que ella había vivido hacia muy poco, apenas unos siglos, cuando abandonó su carne y se unió a su tierra, cesando su vagabundeo por la piel de Gaia en ese planeta. ¿Debería corregir sus errores en sus recuerdos cantados? Era complicado evaluar a los humanos, sus deseos y sus reacciones. Se habían vuelto muy poderosos, inteligentes y peligrosos, desde que los conoció por primera vez hacía más tiempo del que era capaz de medir.

Los vagabundos le contaron que se dirigían a Frankfurt para las representaciones de la Noche de Ánimas y de Todos los Santos, le costó un tiempo entender a qué se referían a las celebraciones de Sanheim, le hizo gracia ver cómo había evolucionado la antigua fiesta, que Gaia compartía, en algo diferente para encajar con la estrecha mentalidad de quienes vivían en aquellas tierras ahora. Miró al cielo, para comprobar que la noche en que Verano, la Hija de Gaia, cedía su manto a Invierno, su otro Hijo, debilitando el velo entre los mundos de los vivos y de los espíritus, estaba cerca. Frente a la estrella polar otras seis brillantes estaban casi alienadas. Un mal fario, sabía Lirio, pero ella no tenía muchos conocimientos de esoterismo.

Llegó el día en la caravana estaba a un día de Frankfurt, ya en tierras de la ciudad, de acuerdo a las costumbres de los humanos; y no demasiado pronto, sentía su tierra cada vez más lejana y su carne más cercana, su vínculo se rompía, pero ahora era permanente, no podía volver a ser una ninfa viajera, porque su esencia era ahora su tierra, si el vínculo se disipaba ella también lo haría y volvería al mundo de los espíritus, a Gaia.

Atravesaban un bosque, decían los cíngaros, aunque a ella no le parecía más que una arboleda; cuando sintió algo en el interior del bosque un mudo grito de dolor igual al que ella aulló durante los primeros días al sentir la podredumbre adueñarse de su valle y extender sus zarcíllos por sus entrañas, lo sentía en su tierra con un temblor que le transmitía aquella otra tierra extraña, era un olor desagradable en el aire que nadie más en la caravana percibía y un sabor desagradable en la brisa que tocaba sus labios. Gaia chillaba cerca de allí, por la carne de una de sus hijas.

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17/08/2015, 16:38
Lirio

Aprendió muchas cosas de aquellos humanos errantes, su vida era sencilla y se consideraban ajenos a la sociedad de la que vivían, pero al mismo tiempo eran parte de ella y una enorme parte de sus valores éticos y morales eran comunes. Había sido una estancia con ellos muy productiva, quizás pudiese sobrevivir en Francfurt el tiempo suficiente para entender su misión y encontrar a aquel humano que debía desequilibrar la balanza a su favor.

Con todo no era optimista, el dolor espiritual se mostraba en su cuerpo encarnado como un dolor físico, había empezado a cojear. Lirio no habría temido por sí misma de no ser por todo lo que implicaba ser carne, ella era en sí mismo una versión dual del Dios al que adoraban aquellos humanos, ella era carne, y al mismo tiempo esencia, y no podía vivir la primera sin la segunda, y tal y como estaban las cosas, seguramente tampoco a la inversa.

La amenaza le llegó de golpe, inesperada, era muy improbable que dos males de esa magnitud y poder surgiesen en tan corto espacio de tiempo y de espacio, tan cerca en el tiempo y en la distancia, aquello era más que un mal augurio.

- Continuad caminando -dijo a los zíngaros- yo me separaré ahora. Si os mantenéis en camino no creo que nada os amenace, pero si sigo con vosotros es probable que sí. Me adelantaré a explorar, no me esperéis ni me busquéis. Voy a ver de qué se trata.

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18/08/2015, 19:25
Director

Dado que era improbable que volvieran a reunir antes de llegar a la ciudad, los nómadas despidieron a Lirio con canciones y pareados, abrazos y deseos de buena ventura, así como invitaciones a reunirse con ellos en la feria que montarían. También distinguió fastidio y esperanza de que lo hiciera en algún joven, que pensaba que en un par de noches de flirteo más podría haber tenido sus opciones con la exótica elfa.

Pero ella no tenía mente para todo aquello, el dolor de la tierra, aunque no fuera la suya era más importante; hacía ya muchos siglos que Lirio no se dejaba distraer por las emociones de la carne cuando las del espíritu eran perentorias.

Se internó en el bosque, dejando que el grito silencioso de dolor la guiase entre los árboles, frondosos y cerrados. Era una arboleda estupenda, aunque un poco lóbrega y definitivamente con mucho carácter, huraña y esquiva. Algo la había permeado con un espíritu duro y oscuro.

Tras veinte minutos de vagabundeo – no resultaba fácil orientarse por algo tan etéreo y liviano como aquel grito de dolor – se había internado bastante en el bosquecillo. Estaba lejos de los caminos y, un poco más adelante, el ambiente se aclaraba con las luces ensoñadoras entre la vegetación que indicaban la existencia de un claro.

Un poco antes de él sus ojos espirituales distinguieron la fuente del grito, un árbol inmenso, un roble espectacular, tenía su dríade agarrada con fuerza al tronco. Para los mortales parecería, simplemente otra protuberancia de su tronco y sus raíces, pero ella veía claramente a la fata menor, gritando y retorciéndose de dolor, ennegrecida.

Mas allá apenas se distinguía aún el claro, pero había una cabaña, tal vez en ruinas, un par de zonas quemadas hacía algún tiempo, una más pequeña y otra mayor, cercana al roble de la driada, y algunos animales domésticos pastando libremente. Se le escapaban la mayoría de detalles, por la distancia y la vegetación que tenía entre medias.

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26/08/2015, 23:15
Lirio

Lirio corrió hacia el árbol de la dríada, si era una trampa caería en ella sin remedio, si no lo era la cosa era sumamente urgente. De todos modos no sabía muy bien que podría hacer, si dejaba al árbol atacaría a su fruto, si lo atacaba acabaría con el sustento de ella. No veía opción buena alguna, pero quizás al llegar allí tendría más información para ayudar de algún otro modo.

Notas de juego

Siento el retraso y lo parco del post, pero he tenido unos días liadillos.

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27/08/2015, 18:36
Director

Llegó junto al árbol, entrando en la línea de visión de la dríada. El hada leñosa miró sorprendida en su dirección y bajó la cabeza contra su árbol sin dejar de gemir. Estaba un poco chamuscada, como los estaban todas las ramas del roble que daban al claro; pero lo más llamativo eran unas horribles venas negras de aspecto repugnante que le subían desde las raíces más largas, las que se internaban bajo tierra en dirección a la primitiva construcción humana que había en el centro del espacio sin árboles.

Algo en ella le repugnaba en su esencia más pura, aunque el dolor de su pierna se mitigaba en su compañía, como si fuera más tolerable aquella hada que otras más próximas a sus ideas tradicionales de lo que debía ser Gaia.

Desde allí pudo distinguir claramente la forma perfectamente redondeada de la deflagración mayor, que parecía haberse centrado frente al camino que llegaba al claro, alcanzando al roble de forma tangencial. Desde un centro infernal se había causado un pequeño incendio que se había extendido de forma natural un poco más.

Una segunda huella de fuego aparecía frente a la ruinosa cabaña, era mucho más pequeña y controlada, como de una gran hoguera y en torno a un profundo agujero lleno de cenizas.

Había huellas como las que dejaban las carretas de los cíngaros que entraban y salían al claro y lo más llamativo de todo eran una docena y media de agujeros en el suelo, en un lateral del claro no muy lejos de dónde se encontraba ella en ese momento. Poco acostumbrada a las peculiaridades de los humanos, a Lirio le costó bastante darse cuenta que eran tumbas excavadas.

Mientras la dríada seguía dolorida, gimiendo y lanzando alaridos espirituales, que para los mortales parecerían ramalazos de viento frío, con la cabeza gacha para no mirar a la ninfa.

Notas de juego

No te preocupes mientras los demás no salgan de la ciudad puedes seguir tu propio ritmo sin ningún problema. La ventaja de tu personaje es que podemos acelerar o dilatar su encuentro con los demás.

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27/08/2015, 19:15
Lirio

Lirio se acercó aprisa a la dríada y la tocó mientras recitaba un encantamiento curativo. Eso le daría un tiempo de margen para buscar una solución mejor.

- ¡Dime pequeña, qué puedo hacer? ¿Como puedo hacer que te suelte y al mismo tiempo salvarlo?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Curar graves sobre la dríada. Tiro saber naturaleza por si sirve de algo.

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27/08/2015, 20:26
Driada del roble

La magia curativa se extendió por la dríada, sus quemaduras remitieron y el propio árbol pareció reverdecer, sus ramas más frondosas en la parte que había ardido. Pero las vetas negras no se disiparon lo más mínimo.

La dríada la miró agradecida y avergonzada a la vez.

-"Gracias, hermana mayor. El árbol no me tiene presa" - negó con la cabeza extrañada, Lirio supuso que se había equivocado, en realidad las dríadas eran una encarnación de un sólo árbol, como ella lo era de todo un entorno. Era bastante razonable que, simplemente, estuviera sufriendo sus dolencias dentro de su árbol original.

-"Tu magia ha aliviado mis quemaduras, nueva sabia y hojas verdes brotan con fuerza. Pero temo que sea contraproducente, ¡estamos contaminados! ¡Oh, lamento, lamento, por la traición! ¿tendremos salvación o la corrupción nos llevará?"

Lirio suponía que se refería a las vetas negras, no sabía bien su origen pero le repugnaban en buena parte, aunque una parte pequeña de ella, una oscura y corrupta situada en su valle perdido, se sentía bien con ella, podría haber tomado un poco para sí, si hacía caso a esa parte de su naturaleza.

La lógica le decía que sería alguna maldad antinatural como la que le amenazaba a ella, pero más avanzada; quizá por cercanía, más probablemente por tamaño y poder. Afectar a una dríada sólo requería afectar a un árbol. Afectar a una ninfa requería afectar muchas hectáreas de tierra y naturaleza.