Feanor(Difunto) elfo cabrón tío de Oselle creador de los 3 Silmaril. Sus hijos van buscando el que tiene Erundur. Con su ejército. Luthien robó dicho Silmaril a Morgoth/Melkor (El dios nini cabrón) y pasó por muchas manos hasta llegar a Erundur. Feanor matará y arrasará con tal de conseguir su Silmaril si no se lo dan por las buenas
Morgoth/Melkor/DiosNiNi está buscando su Silmaril y muuuy cabreado. Aún tiene los otros dos.
Nadie salvo Oselle conoce que Erundur tiene el Silmaril, si no se lo intentarían quitar. Los enanos saben que está en Doriath
Enanos aliados, ocultos en la montaña para que DiosNiNi no los joda vivos.
Territorio donde esta Doriath se llama Menegroth
Doriath aparece en El Silmarillion y Los hijos de Húrin. Se trata del reino principal de los Elfos Sindar, regido por el Rey Thingol de Beleriand. Su nombre significa "Tierra del cerco" (Dor-Iâth), nombre referido a la Cintura de Melian, pero antes se había llamado Eglador. Es el reino de Thingol y Melian en los bosques de Neldoreth y Region, regido desde la ciudad de Menegroth junto al río Esgalduin. También llamado el Reino Escondido.
Doriath himself
Nadie mejor que los elfos sabían lo rápido que la vegetación podía llegar a crecer. Poco había pasado desde que la ciudad fue arrasada, y las plantas ya estaban empezando a comerse las ruinas.
Aunque objetivamente era algo bello ver crecer la vida en cualquier parte, al contemplar el poder de la vida, Osellë no podía pensar en eso. Tampoco podía pensar en cuantísimo trabajo quedaba por hacer, cuantísimos edificios derruidos quedaban por desescombrar... y cuantos cuerpos por encontrar y dar sepultura.
Tampoco podía pensar en las noticias que llegaban de que Feanor había desembarcado con sus hijos, y luego fallecido.
Últimamente sólo podía pensar en una cosa... En el Silmaril.
Por más tiempo que pasase lejos del pueblo-campamento (Una villa próxima que milagrosamente no fue descubierta por el enemigo) donde ahora vivían los supervivientes, por más que pasase con Sûl lejos, su mente sólo podía estar puesta en el Silmaril.
Tal era la obsesión, que había planeado robarlo para poder admirarlo. En varias ocasiones. Y tuvo que salir del pueblo, desesperada y horriblemente angustiada, cuando se descubrió pensando que si Erundur la descubría, tampoco sería tan grave si tenía que matarlo para poder admirar la joya de cerca.
Aquél pensamiento la devolvió parcialmente a la realidad. Era consciente de que el Silmaril estaba devorando su mente, y el horror se apoderaba de ella cuando se daba cuenta de que no estaba siendo capaz de hacer nada. Aunque la destrucción que los hijos de Feanor estaban causando a su paso era horrible, la parte de Osellë que retenía la cordura podía comprenderlos. Pasar mucho tiempo cerca de aquella joya te llevaba irremediablemente a la más profunda de las locuras. Osellë podía comprender eso perfectamente, pese a que sólo lo había visto en una ocasión. Poseerlo y perderlo habría de ser la mayor de las locuras.
Por eso podía entender a Erundur, perfectamente. Su marido no era el mismo desde hacía tiempo. Guardaba la espada con un celo obsesivo, y desconfiaba de todo el mundo. Gobernaba, más o menos, a los elfos supervivientes, que la mayor parte de las veces le hacían caso a regañadientes, y otras veces preferían ignorar sus proyectos de reconstrucción y grandeza.
Estas muestras de rebeldía hacían que Erundur estallase de cólera, regresando a la cabaña sencilla que compartía con Osellë rompiéndolo todo y jurando castigos sobre los rebeldes. Osellë era capaz de calmarle, pero cada vez le costaba más hacerlo, ese Erundur no tenía nada que ver con el que una vez conoció. Osellë le sugirió en una ocasión, antes incluso de estar tan mal, antes de que ella misma estuviese tan mal, que sería buena idea devolver la joya a Amán para evitar que volviese a caer en manos de Melkor. Erundur se enfureció con ella, y le levantó la mano, amenazando con abofetearla. Desde que está hundido en su obsesión, incluso desconfía de ella (No sin cierto motivo), acusándola veladamente en más de una ocasión de estar demasiado tiempo lejos de sus deberes, cosa que Osellë hace realmente para estar lejos del Silmaril. Desde hace unos días le ha dado órdenes expresas de no dispersarse tanto, con el pretexto de que la Reina debe dar ejemplo y ánimo con su presencia.
Antes del Silmaril, Erundur era un elfo con el que daba gusto pasar el tiempo libre, un auténtico amigo con el que se podía contar. Casi nada queda de ese noldor ahora.
Osellë y Erundur se encontraban uno al lado del otro, a una distancia unos centímetros más de lo que se consideraría normal para una pareja de viejos amigos y amantes. Había frío entre ellos... Sûl estaba mucho más cerca de la elfa que su propio marido. Estaban escuchando a uno de los arquitectos enumerar las dificultades que tendrían que afrontar para reconstruir uno de los salones comunales, y ese tipo de pegas (Había muchas) solían poner a Erundur de los nervios, lo consideraba derrotismo. Simplemente había que ponerse a trabajar, y punto... según su opinión.
Un jinete llegaba a caballo, a toda velocidad, interrumpiendo la charla.
¡Majestad! Aunque Erundur no tenía verdadero derecho sobre Doriath y era tan solo un regente, se hacía llamar Majestad. El mensajero resolló. Se trataba de uno de los exploradores, y parecía realmente cansado. Traigo... noticias importantes.
Erundur resopló pellizcándose el puente de la nariz, fastidiado, por la interrupción más que alarmado por el mensajero. Con un tono de molestia respondió. ¿Qué pasa...? Aquí también estamos con algo importante...
El explorador levanta las cejas sorprendido. Majestad... será mejor que lo hablemos en privado...
Erundur resopló y dejó dicho al arquitecto que continuara con el desescombro y desbroce. "Esta sala estará lista cueste lo que cueste" fue lo último que dijo al arquitecto antes de que el trío (Más el lobo) se marchasen a un lugar apartado donde hablar sin otros oídos. Bien, ¿De qué se trata?
Majestad, hemos visto a las huestes de los hijos de Feanor dirigéndose hacia la ciudad de los enanos. No sé cuanto tardarán en encontrarla... tal vez deberíam-
No me digas lo que debo o no debo hacer, soldado Le cortó Erundur, irritado Los enanos tendrán que apañárselas solos.
¿Pero no son nuestros aliados!? Exclamó el soldado ¡Hemos de informarles!
Erundur frunció el ceño. Últimamente no aguantaba casi nada de esta insolencia. Sí, nuestros aliados, no nuestros hijos. Si no son capaces de ver las amenazas que les llegan, no estamos nosotros como para defenderles de todo. Erendur terminó hablando de forma sentenciosa, como si eso hubiera de ser el fin de la conversación. Si piden ayuda ya se hablará, aquí hay mucho que hacer.
¿Y dónde deja eso el honor de los Sindar!? Pregunta el elfo, bien enfadado.
Esa ha sido una de las preguntas menos acertadas de toda su larga vida, con toda probabilidad. Si Osellë no interviene, esto podría terminar muy mal.
Diplomacia CD 19 para calmar a Erundur (Que va a cabrearse mucho con el comentario). Tienes un +5 porque eres su amiga... aún. Una buena interpretación podría dar más bonus
Los inviernos transcurrían de forma austera helando mi corazón al punto de la tristeza, nada era igual a lo que Doriath una vez fue. Por un lado, Melian no habitaba en estas Tierras otorgando sabiduría ni Thingol calmaba las huestes a través de su templanza, tampoco Lúthien armonizaba con su canto el clamor de los bosques. Ahora sólo quedaba la devastación y el dolor permanente ante la ausencia de quienes en verdad le dieron un sentido a este lugar, conservando la magia y la armonía de su esencia.
Las ruinas de un Reino Escondido hacían mella en aquellos elfos que una vez juramos lealtad a su rey, ahora Erundur era quien estaba a cargo llevando consigo un costal de sueños y promesas, utópicas por cierto ya que el mero hecho de poseer un Silmaril le otorgaría un poder incapaz de sostener y una cantidad importante de enemigos. Era un Noldor, no debería sorprenderme ante su ambición, sin embargo, me afectaba más de la cuenta.
Nada tenía que reprocharle, si he sucumbido ante el magnetismo de la joya y a pesar de que el creador comparte mi linaje de sangre, soy capaz de comprender a consciencia lo que sería tenerla entre mis manos para luego ser arrebatada a la fuerza. La ira me carcomería, buscando la sangre de quien ose robármela y la historia de los Noldor sería ensuciada por un centenar de muertes, incluidos nuestros hermanos. Una y otra vez por lo mismo... Lo mejor era entregársela a los Valar y permitirnos la libertad por derecho sin sucumbir en las ansias de poder.
Lamentablemente, al menos los Noldor estábamos sentenciados y por más que he intentando en muchas ocasiones convencer a Erundur de aquello para salvarlo de su propia prisión, sólo recibí su ira a cambio de mi osadía, al punto de romper mi corazón en mil pedazos. Demasiado injusta era la vida con una maldición a cuestas, como para tener que vivir en un eterno invierno junto a la persona que en verdad amé, siendo un verdadero martirio al desconocer que nada quedaba del Erundur que una vez conocí, era mi amigo y por más que actualmente sea mi amante, el precio era demasiado caro para llevar estaciones completas a su lado.
Por esa razón, me excluía de aquellas paredes buscando refugio en el silencio de los bosques junto a Sûl, el lobo que Melian me regaló antes de partir. Con él tenía una relación más fluida que con mi propio esposo, daba pena darse cuenta de ello y a la larga te terminas acostumbrando a fingir un sentimiento que hace siglos ha muerto. Sólo que ahora llevaba conmigo su amenaza de ocupar mi lugar como Reina en Doriath, lo cual de nuevo tendría que colocarme una máscara para acompañarlo en sus arrebatos de ira, impaciencia y poco tacto a la hora de tratar a sus súbditos.
¿Cómo lidiar con todo aquello sin tener la necesidad de cortar su cuello? Eso me preguntaba día a día porque su muerte me otorgaría el Silmaril y paz a mi corazón, pero no... En cierta forma lo quería y era consciente de que obraba bajo el poder de la joya y no por mi verdadero sentimiento.
No podía contra ello pero tampoco me atrevía a dejarlo solo con un Reino que no es nuestro.
Y tras dar un largo suspiro, allí me encontraba sentada a su lado como una Reina de la cual no tenía absoluto derecho de ocupar ese lugar porque fue de Melian y por defecto debería ser de Lúthien no mío. Por esa razón, comprendía las actitudes o gestos de la mayoría al mostrarse reticente ante las peticiones de Erundur y era consciente de que si aceptaban sus ocurrencias, era por el respeto a Doriath y la decisión de su antigua Reina en darle la espada de su esposo al mío. No por haberlo ganado a expensas de su buena predisposición y sabiduría.
Atenta a la conversación que se gestaba entre Erundur y el arquitecto, desvío la mirada ante la presencia de un explorador que denotaba preocupación en su rostro, al traer noticias importantes para nosotros. Sólo que mi esposo no era muy sutil cuando algo le escocía y se volvía literalmente insoportable.
Una vez que nos retiramos y el elfo pudo contarnos lo sucedido, mi piel se erizó al saber que mis primos vendrían por el Silmaril teniendo en cuenta que de haber resistencia la muerte sería el precio.
-Mi querido Rey disculpe a nuestro explorador, el arrebato de la noticia lo obliga a manifestar palabras que de su boca jamás saldrían. El espíritu impulsivo de la situación a veces nos lleva por senderos confusos y un tanto cuestionadores. - expreso dulcemente al posar mi mano sobre la suya luego de dedicarle una mirada, cómplice y amorosa.
Sólo que ahora me centro en el elfo, aquella persona que sería masacrado si no se redimía. - El honor de los Sindar está presente en nuestro corazón, no es un buen momento para cuestionarlo. Recuerda que los enanos una vez vinieron a estas tierras para quitarnos todo y bajo el filo de sus espadas perdimos a nuestro Rey Thingol. Comprenda por favor a Erundur y guárdese esos comentarios para otra ocasión en donde podamos discutirlo. ¿Verdad, Mi señor?- me dirijo primero al elfo explorador y finalmente la pregunta va directamente hacia mi esposo, si era astuto tendría que apoyar mi postura.
Ahora ya de pie observando con cierta templanza al pobre elfo que sin querer se ha condenado a su muerte, manifiesto en un tono tranquilo lo siguiente:
- Nos ocuparemos de ello en cuanto podamos, gracias por informarnos sobre lo que sucede fuera de nuestro Reino. Cualquier novedad al respecto, le sugiero que regrese a nosotros para estar al tanto... Ya tomaremos medidas en esta nueva situación. - y sin mayores preámbulos, rogando a través de mis pensamientos a Varda un poco de piedad en mi esposo, espero la reacción de Erundur.
Motivo: Diplomacia
Tirada: 1d20
Dificultad: 19+
Resultado: 8(+6)=14 (Fracaso)
Erundur se encuentra muy, pero que muy tenso. Las palabras de Osellë apenas consiguen calmarle. El explorador apenas hace gesto de retractarse, hasta que ve la mano del regente en la empuñadura de la espada.
La verborrea de Osellë hace que acabe por mirarla a ella, con llamas furiosas en sus ojos y un amenazante 'Cállate de una vez' escrito en ellos, y después se gira de nuevo hacia el elfo. Hace esfuerzos para hablar con solemnidad en lugar de rabia, mascando las palabras.
Si no eres capaz de obedecer, Dijo aferrando la mano en la empuñadura Tal vez no mereces ser un soldado. Estás relevado, y no vuelvas a dirigirme la palabra, ¿Entendido!? En la última pregunta levantó un poco más la voz. El soldado, viendo que definitivamente no hablaba con una persona en sus cabales, hace una reverencia y se marcha.
Aprovechando que estaban solos, Erundur se gira hacia Osellë y agarra su muñeca con fuerza hasta el punto de hacerla daño.
Y a tí.... Gruñó No se te ocurra volver a ponerme en tela de juicio. ¡No me interrumpas cuando trato asuntos de Estado!!! Le gritó a la cara.
Sûl se levantó y gruñó un poco, aunque Erundur no lo oyó.
Acuérdate de quién es el Rey, maldita seas!! Erundur sacudió la mano de Osellë, aún agarrada con muchísima fuerza, cuando la suelte, ese agarrón dejará un morado, sin duda.
Sûl comenzó a erizar el pelo del lomo... Dando lo que para el lobo es el último aviso antes de saltar a defender a su amiga.
¿Cómo crees que he quedado!? ¿Quién van a creer que manda, el Rey o la Reina!? ¿Acaso quieres minar mi Autoridad?
Motivo: Erendur: Fuerza
Tirada: 1d20
Resultado: 19(+3)=22
Diplomacia CD 21 (con el +5 de antes) para calmar a Erundur
Trato con Animales CD 17 (+2 extra) para ordenar a Sûl que se marche o se calme
Tirada de Fuerza CD22 para soltarte (Desde luego te ha agarrado con MUUUCHA fuerza)
El rostro de Erundur era un poema que relataba las primeras batallas en Aman, en sus ojos se reflejaba el destello de la ira carcomiendo todo a su paso. Incluso su mano apretando mi muñeca era una clara señal de que no pararía hasta arrancar toda la furia de su interior o explotar contra alguien. Necesitaba hacerlo razonar y Sûl no contribuía en ello ya que se volvía más hostil a medida que el elfo se enfurecía.
El animal estaba encomendado para protegerme y lógica era su razón, en cambio Erundur, llevaba consigo una carga demasiado pesada para sus hombros ya que no portaba la paciencia y la sabiduría de una Maia (Melian) ni la nobleza de un Silvano (Thingol) impregnada de respeto y determinación. Por su parte, el linaje marcaba esa tempestad natural de un Noldor, convirtiéndolo en alguien ambicioso, dominado por la ira y la falta de coherencia. Claro, sin contar que el Silmaril corrompía su alma mientras se encontrara en su poder.
-Erundur... Me lastimas... - expreso con firmeza mientras escuchaba escupir sus palabras por tanto descaro. Estaba muy enojado y sabía que contradecir su postura ahora sería recibir algo peor de él que me destrozaría, la verdad es que no quería lidiar con ello ni tampoco recomponer un corazón roto en pedazos. Lo había hecho una vez por la misma situación y no creía en una segunda posibilidad de lograrlo.
- Me pides que ocupe mi lugar de Reina y eso es lo que hice. Melian aconsejaba a Thingol e incluso intervenía en muchos asuntos, no soy ella lo sé. Intentaba ayudarte Erundur porque si tratas mal a la gente de Doriath no tendremos Reino, ellos son tus aliados y hay que ganarse su confianza. - intento explicar mirándolo a los ojos hasta que escucho el gruñido de Sul, eso desvía mi atención y al observar su pelaje abro mis ojos en clara señal de alarma.
- No Sûl... Sentado, confía en mi. - susurro extendiendo mi brazo libre hasta sentir la cabeza del lobo posándose en mi mano, clara señal que obedecería a mi orden por el mismo respeto que me tiene. Ojalá Erundur tuviera la lealtad que tiene Sul conmigo, sin dudas, sería otro tipo de Rey y no un déspota.
Ya suspirando al ver que se acostaba a mis pies, no tironeo para liberarme de su mano que apretaba con fuerza mi muñeca. Simplemente me acerco para brindarle un caricia y así finalmente, besar sus labios con dulzura. No era la intensidad propia de una persona enamorada pero mi esposo podía sentir que algo de amor quedaba en algún lugar de mi corazón hacia él.
Estaba cansada de estas situaciones y ya poco me quedaba por hacer, si tenía que elegir entre el amor o la guerra, sin dudarlo la primera opción escogería ante su magnificencia.
Motivo: Diplomacia
Tirada: 1d20
Dificultad: 21+
Resultado: 14(+5)=19 (Fracaso)
Motivo: Trato con animales
Tirada: 1d20
Dificultad: 17+
Resultado: 17(+11)=28 (Exito)
Motivo: Fuerza
Tirada: 1d20
Dificultad: 22+
Resultado: 5(+1)=6 (Fracaso)
Erundur no parecía calmarse completamente con todo aquello, pero el beso lo cogió completamente de improviso. Durante un instante, Osellë pudo sentir lo que quedaba del amor de su marido en los labios, entre aquél sabor a ambición y rabia al que sabían sus escasos besos desde que se hizo con la joya.
Sûl se calmó con el contacto de su amiga, y Erundur poco a poco hizo lo propio. Seguía molesto y rabioso, su orgullo Noldor y su hechizo le impedían rendirse al amor de Osellë como tantas veces antes.
No... Comenzó a hablar, aún con el ceño fruncido No necesito ganarme su confianza, fui designado para este puesto, hace falta disciplina, no tenemos tiempo para tonterías. La gloria de Doriath debe regresar cuanto antes.
Había dejado de apretar la muñeca de Osellë, pero ahora la soltó, y al ver las marcas de la mano, apartó la vista, aún huraño, pero avergonzado.
Vuelvo con el arquitecto... hay mucho que hacer. Aunque no se disculpó, en su estado, esto era como una disculpa, que era incapaz de verbalizar.
Osellë y Sûl quedaron a solas. Parecía que realmente no tenía intención de avisar a los enanos, y mucho menos de hacerse querer entre su gente. Así la cosa, alguien acabaría con él, política o físicamente, más temprano que tarde.
Luego de aquel contacto impulsivo de mi parte, donde nuestros labios se unieron a través de aquel beso, sentí como poco a poco una pared entre él y yo comenzaba a crearse. Lamentablemente la joya lo estaba consumiendo y ya no quedaba parte de la nobleza que solía tener desde el primer día que lo conocí. Aquel hombre no era Erundur, ni siquiera mi amigo, era un resquicio de lo que fue y de lo que jamás llegará a ser.
Apenada desde lo más profundo de mi corazón, observo la marca en mi muñeca pero no digo nada. Para mi, esto era una despedida, ya no volvería a tener un acercamiento como tal y emprendería un viaje hacia las montañas para informar a los enanos. Alguien tenía que hacerlo y como mi esposo literalmente pasaba de mi en todo sentido, al menos para salvar su pellejo tenía que mantener la alianza con quienes una vez nos saquearon y asesinaron a Thingol. Su vida estaba en peligro pero el deseo de ambición y su altanera soberanía en Doriath lo impulsaron a ser el hombre más odiado de todo Menegroth.
Debo cambiar el curso de las cosas sino su sangre es la que será derramada y no podía permitirlo.
Y de esta manera, tras retirarse para continuar su conversación con el arquitecto, me dirijo hacia nuestra cabaña para preparar un equipo de viaje. En el llevaba: dos mudas de ropa, el camisote de Mithril, un arco con su carcaj, una espada y provisiones. A su vez, una capa élfica de color verde oscuro. Atrás había dejado los vestidos de seda para usar mi traje de exploradora, el mismo que utilizaba cuando Doriath era gobernada por Thingol y Melian.
-Es momento de irnos Sûl, nos esperan semanas en el bosque. Sé que juntos podremos amigo mío. - susurro cerca de su oreja luego de rozar con mi rostro el hocico del lobo.
Una vez que todo estaba listo, emprendo la marcha hacia la espesura de los bosques. Llevaba puesta mi capa que no era real, por lo tanto, tranquilamente podían confundirme con un elfo explorador y no con la Reina de Doriath. A medida que avanzaba era consciente de que los peligros surgirían de la nada, estas tierras habían cambiado por las inminentes batallas que allí se gestaron, ahora era un lugar austero completamente diferente al que conocía pero mis instintos de exploradora jamás me fallaron.
Las montañas se encontraban a varios kilómetros de aquí, teniendo que salir de las inmediaciones de Menegroth donde ya no era mi jurisdicción. De momento revisaba el rastro, percibía el entorno y a través de un sigiloso andar junto a mi lobo, nos encaminamos directo a nuestro objetivo. No tenía alternativa, el riesgo siempre estaba presente y antes de ver morir a Erundur prefería arriesgar mi vida a cambio de su protección.
Motivo: Sigilo
Tirada: 1d20
Resultado: 18(+18)=36
Uso la dote rastrear por si noto pisadas del enemigo o alguna bestia, también hice tirada de sigilo (soy una sombra xD)
Osellë se dirigía a las montañas de los enanos. Tenía un importante trecho hasta llegar allí, varios días yendo a pie, pero ya que estaba, se paraba de vez en cuando a echar un vistazo. No sería fácil descubrir el rastro de exploradores de los hijos de Feanor, pero si se los encontraba era imperativo que no descubrieran Doriath, o nada salvaría a los Sindar restantes hasta que recuperasen la joya maldita.
Sin embargo, no fue rastros de otros elfos lo que encontró, si no algo mucho más burdo y basto. Osellë y Sûl encontraron un rastro de pisadas más pesadas al final del primer día, y siguieron su rastro hasta que el sol empezó la caída del segundo. Se había desviado un poco de su ruta hacia las montañas de los enanos, pero finalmente dieron con los propietarios de esas grandes y pesadas huellas que en nada respetaban ramas, flores u hojas.
Se trataba de una patrulla de orcos, que había estado andando sin demasiado rumbo, y que ahora descansaban mientras su líder les ordenaba montar el campamento. Siete orcos razonablemente bien pertrechados, y un octavo, grande, fuerte y que disfrutaba de un blindaje mucho mejor que sus subalternos.
Oculta como una sombra, Osellë los pudo observar con detenimiento. El líder parecía gobernar por el puro mando de la fuerza, llevaba una armadura que mezclaba retazos de cota de malla con gruesas placas de metal y llevaba una gran espada oxidada.
El resto de orcos llevaban una amalgama de equipamientos, tres de ellos llevaban lanzas y espadas cortas, otro un gran martillo, y otros tres espadas cortas y escudos. Dos de ellos llevaban arcos, uno largo sin duda arrebatado a un elfo, y otro corto. Otros dos, uno de ellos el jefe, empleaban ballestas. En cuanto a armaduras, gozaban de armaduras de cueros, pieles y algunas cotas de mallas en mal estado. Al parecer los tipos de las lanzas eran los que cargaban la mayor parte de los pertrechos, mientras que el grande y fornido jefe se libraba de llevar ninguna carga, aunque sí un zurrón que parecía lleno.
Ni siquiera parecían sospechar que llevaban horas siguiéndoles, parecían un poco cansados de la caminata, pero no agotados, salvo los tres porteadores, que estaban que apenas daban más de si. Osellë tampoco estaba completamente fresca, por su parte.
La zona consiste en árboles medianos, con alguno particularmente alto ocasional, y alrededor del claro donde iban a montar el campamento se levantaba un campo de helechos, algunos de los cuales levantaban casi un metro del suelo.
Motivo: Supervivencia: Rastreo
Tirada: 1d20
Dificultad: 14+
Resultado: 10(+7)=17 (Exito)
Motivo: Tirada de Salvación Voluntad
Tirada: 1d20
Dificultad: 12+
Resultado: 17(+5)=22 (Exito)
Motivo: Percepción
Tirada: 1d20
Dificultad: 12+
Resultado: 8(+12)=20 (Exito)
Lage, cielo, con +18, serías una sombra aunque sacaras un 5 XDDDDDD
He hecho una TS de Voluntad. Por ahora resistes la tentación de regresar al Silmaril y consigues tenerlo apartado de tu cabeza.
Trepar a uno de los árboles medianos sería Trepar dificultad 15 y no ofrecerían gran cobertura contra flechas que te devuelvan. Uno de los árboles altos sería dificultad 18, pero ofrece mejor estabilidad y cobertura. Fallar supone que no logras subirlo, y la posibilidad de hacer ruido.
Orco 1: Lanza, espada corta, Armadura de pieles (Cansado)
Orco 2: Lanza, espada corta, Armadura de cuero tachonado (Cansado)
Orco 3: Lanza, espada corta, Armadura de cuero tachonado (Cansado)
Orco 4: Martillo a dos manos, Armadura de cota de mallas vieja
Orco 5: Espada corta, Escudo pequeño, ballesta ligera, camisote de mallas
Orco 6: Espada corta, Escudo grande, Arco corto, Armadura de Pieles
Orco 7: Espada corta, Escudo pequeño, Arco largo élfico, Armadura de cuero
Jefe Orco: Espada larga, ballesta pesada, Coraza
Tras haber seguido el rastro junto a Sul, descubro quienes eran los dueños de aquellas pisadas y mi semblante palidece en cuestión de segundos mientras tenso mi arco al colocar una flecha. Estaba preparada para cualquier imprevisto por parte de los orcos aunque ni siquiera captaron nuestra presencia, era algo bueno sin dudas.
Ahora con la mirada puesta en aquel grupo, le hago un gesto al lobo para que inicie la retirada. Los números no me cuadraban y mi amigo estaría demasiado expuesto ante un combate contra ellos. No había necesidad de hacer correr la sangre ante semejante exposición.
Mientras retrocedo como si de una sombra se tratase, voy retomando el camino hacia las montañas aunque mi mente luchaba contra las ansias de matarlos y mis principios de conservación. Ganando por mucho la segunda opción, tenía un objetivo y era ayudar a Erundur.
Rogando a Varda solo espero no ser interceptada por mi lobo ya que me vería en la obligación de abrir fuego por ello.
Los orcos parecían no percatarse de nada todavía, y el lobo se había esfumado entre la maleza. La elfa se movía con cautela para evitar ruidos, así que pudo oír las órdenes que ladraba el jefe.
¡Vosotros tres! Montad las tiendas, comed y descansad, mañana os vuelve a tocar de porteadores. Tú y tú, salid a cazar algo, y vosotros dos, ayudad con las tiendas y luego haced la ronda! ¡Moved el culo, malditos! Mañana hay que levantarse temprano!
Los orcos parecían moverse raudos a cumplir las órdenes de su líder.
Motivo: Percepción
Tirada: 1d20
Resultado: 8(+12)=20
Escucho las palabras del Líder y detengo mis pasos, por suerte el lobo se había escabullido entre la maleza y poco me quedaba a mi para desaparecer en ella también. Sabía que este pequeño grupo era explorador, al ser lo suficientemente reducido como para vagar en las zonas aledañas buscando Doriath posiblemente.
De nuevo comenzaba mi mente a gestar una batalla interna entre mi objetivo primordial y lo que brota desde mi sangre Noldor. Ahora separados podría darles caza, seguir a esos dos y bajarlos pero perdería un tiempo prudencial, considerando que si encuentran nuestro territorio sería liquidados en cuestión de segundos. Enfrentándolos, arriesgaría el pellejo de Sul y no me lo permitiría.
Por esa razón, muy a regañadientes mantengo el andar sigiloso hasta adentrarme en la maleza y así finalmente, perderlos de vista. Tenía que ir con los enanos, no perder tiempo en estas cosas ya que el Reinado de Erundur pendía de un hilo a medida que transcurría el tiempo.
-No ahora Osellë... Otras batallas surgirán y ahí no podrás decir que no. - intento convencerme a mi misma y sin arrepentimiento, saliendo de allí tal como vine.
Soldado que huye... xDD
Osellë continuó alejándose de Doriath, y alcanzó la falda de las montañas. Entonces comenzó el ascenso entre maleza más seca y rocas. A pesar de su complexión atlética, no dejaba de hacerse cansado. Cabía preguntarse si los enanos eran duros porque subían y bajaban estas montañas, o ya lo eran de todas formas.
Al anochecer del tercer día, Osellë se encontró con un convoy enano. Extrañamente no tenían ninguna hoguera encendida.
La caravana constaba de tres carros, todos de transporte de materiales, sin animales de tiro. En un primer momento, aparte de que parece abandonado, no se ve nada extraño, pero pronto empieza a reconocer marcas de batalla aquí y allá incluso con la escasa luz. Hay algunos rastros de sangre, arrastrones en la tierra y las hojas, flechas aquí y allá, un hacha tirada por el suelo, y algunas cajas desparramadas por aquí y por allá.
Al otro lado del campamento, lo que a primera vista parecían un montón de trastos y fardos resultan ser cadáveres de enanos alineados. Un enano herido está cavando una fosa para sus compañeros, con energía a pesar de su estado.
Motivo: percep
Tirada: 1d20
Resultado: 18(+12)=30
Largo y sinuoso era el camino directo hacia las montañas, no era la primera vez que exploraba estos sendos lugares aunque el cansancio ya comenzaba a notarlo en todo mi cuerpo. Tres días de marcha llevaba en mi haber y ya estaba pensando en Erundur cuando descubriera mi ausencia, lamentaba profundamente como el tener un silmaril lo había arruinado interiormente porque en verdad que estaba dispuesta a amarlo con locura, sólo que ya nada quedaba de él y hoy era una sombra.
Preocupada por la situación en sí y sus posibles reacciones ante ello, continúo el camino hacia mi objetivo, solo que el rastro esta vez me condujo a encontrar un convoy enano y una historia que la misma tierra estaba dispuesta a contarme. Conocía aquellas huellas, las marcas de sangre y las hojas removidas, esto era sinónimo de batalla con muchas pérdidas que sobrellevar.
Y mientras rodeaba el sitio con mi arco tensado encuentro a un enano, tal vez el único sobreviviente, dándole un entierro digno a sus compañeros. Al menos eso quería creer, por ello aún sin bajar la guardia junto a Sul a mi lado, me acerco para hablar. No conocía su lengua a la perfección, aunque algo podía entender con esfuerzo.
- Siento su pérdida... ¿Puedo ayudarle? Mi nombre es Osellë. - expreso en aquel tono melodioso, propio de mi raza, había muchos cuerpos que enterrar y dudaba que el enano pudiera con todo. Un favor por otro a cambio, eso esperaba para acceder a las montañas y cumplir con mi promesa de advertir la presencia del enemigo.
Motivo: Averiguar intenciones
Tirada: 1d20
Resultado: 12(+3)=15
Tiro averiguar intenciones, en realidad para analizar la respuesta del enano o alguna actitud que pueda llamarme la atención o me confirme si dice la verdad.
El enano oye la voz élfica de Osellë y de inmediato, como un resorte, deja caer la pala con estrépito y empuña el hacha, asustado. Mira a un lado y a otro, asustado, hasta que la ve, con el arco listo y la flecha puesta.
Concentrado como estaba en sus penas y su trabajo, no había terminado de entender lo que decía, y reaccionó antes de pensar. Estaba a unos cuantos metros de distancia de la elfa, por lo que levantó los brazos haciendo aspavientos alterados, con el hacha aún en la mano. Su vientre sangraba, y se había vendado un corte en el otro brazo.
Gritó algo en khuzdûl, todavía agitando los brazos y gesticulando obscenamente con la mano en la entrepierna. Al ver la cara de no entender de la elfa, lo repitió en el idioma común.
¡Venga! ¡Acaba lo de una maldita vez! ¡Venga! ¡Asesinos sin honor! ¡No sois capaces de luchar cara a cara, tenéis que esconderos como las alimañas y atacar por la espalda como las serpientes, pero hasta ellas tienen más valor!! ¡Las serpientes al menos se acercan a morder! ¡Malditos seáis todos! El enano apreta los dientes y coge el hacha con ambas manos de nuevo.
Aún apuntando con el arco mi gesto se endurece al ver como actuaba el enano, muy propio de su raza y era una abominación ante la mirada de nuestro Dios Iluvatar. ¿Cómo se les ha ocurrido crear una criatura tan fea y burda? No lo comprendía y tampoco quería hacerlo ahora, tenía una misión que cumplir y no mermaría ante sus gestos obscenos.
-¿No crees que si hubiera querido matarte no lo estarías ya? - pregunto con cierto filo en mis palabras, venía en son de paz pero si comenzaba de esa forma, no me quedaría otro remedio que quitarle la vida. - Me ofrecí para ayudarte y me insultas. No fui la que te ha quitado todo, aprende a diferenciar entre tus enemigos o terminarás como ellos. - expreso en un tono serio mientras Sul se encrespaba y comenzaba a gruñir.
- Sólo he venido para advertirles a los de tu raza. - sueno un tanto despectiva. - que vendrán las huestes de los hijos de Feänor para ver la sangre correr. Supongo que a ellos te has encontrado y me confundiste por tener las orejas en punta. En fin... Si llegan a sus lindes estará todo perdido y debemos evitarlo. - voy explicando en la lengua común, mientras esperaba que al menos el enano comprendiera el verdadero significado de mi estancia aquí.
El enano sonrió bajando el hacha, y empezó a reír brevemente.
Tiene gracia... Nosotros enviamos patrullas a advertir a los tuyos de que las huestes de Mélkor se dirigen hacia Doriath... Un ejército entero de orcos. Parece que finalmente, ninguno de los dos pueblos terminará el año sin un baño de sangre.
Osellë comenzó a sentir frío, y se empezó a levantar una bruma antinatural mientras el enano hablaba.
Ve a avisar a tu gente... yo avisaré a los míos... Oye, ¿Qué haces?
Sûl comenzó a gimotear, y Osellë empezaba a no ver nada.
¿Es un truco, o qué!? El enano se puso en guardia, pero Osellë de repente no lo veía, y tampoco sintió el suelo bajo sus pies. ¿Flotaba acaso? Desde luego hacía más frío, y la voz del enano era tan solo un eco.
Apenas podría decirle unas palabras antes de que todo se volviese una auténtica locura para ella y su fiel amigo.
Puedes poner un último post aquí con las últimas palabras de tu pj antes de la 'abducción'
Ahora ya bajando el arco suavemente, asiento a las palabras del enano. De nuevo las huestes de Melkor venían a irrumpir la paz de Doriath y era muy consciente de que Erundur podría morir en medio del enfrentamiento por la problemática que existía entre los habitantes de aquel reino. No tendría apoyo... Debo hacer algo.
Y mientras aquel pensamiento anidaba en mi pecho al punto de sentir mi corazón en vilo, algo extraño sucede a mi alrededor al borde de la preocupación. - ¿Qué está pasando? - pregunto alzando nuevamente el arco mientras el lobo se encrespaba en clara señal de alerta.
Continuaba sintiendo aquella sensación gélida y de a poco la visión comenzaba a tornarse borrosa, las palabras del enano eran susurros dispersos imposibles de comprender. Estaba desesperada ante esta nueva situación, no sabía si la magia de Melkor era capaz de algo semejante y es por ello que mi cuerpo se tensa al flotar en el aire.
La oscuridad me abrazó en su manto, anulando mis sentidos y esperando en el peor de los casos, tener una oportunidad para luchar antes de morir. Cruel destino, osado presagio...