Partida Rol por web

¡Está machacando todo aquello que se cruza en su camino! Se ha desviado rumbo a los barracones.

Las comunicaciones llegan inmersas en intenso tiroteo de fondo, intercalado con pulsos contundentes y graves a los que siguen varios gritos.

- Se está acercando... siento que quiere venir aquí. Percibo confusión, y mucha violencia. No tendremos que ir a buscarla entonces. Preparémosle una buena recepción, y ya podéis ir rezando porque no nos ataque a nosotros también.- Amartillando su rifle Kerrigan toma posición tras un banco de trabajo.

Con un grito de furia golpeó la puerta del laboratorio, haciéndola arder, fundirse y explotar la puerta todo en un solo gesto, obligando a los ocupantes del laboratorio a cubrirse para evitar los fragmentos de metal retorcido que volaban hacia su interior.

Las manos se crispaban, engarfiando los dedos, mientras su respiración era un ronco jadeo, agresivo y violento. Todo en su cuerpo ardía con la llama de la furia, rodeandola de un aura de llameante energía azulada. Menos sus ojos. Sos ojos se mantenían fríos y distantes, sin compasión alguna y con un firme objetivo escondido tras el hielo de sus iris.

Jonas mostraba una sonrisa prepotente. ¿De qué se reía el maldito chalado? En cierto modo le hacía gracia tener razón por encima de esos enfermeros incompetentes: Uriel estaba viva, como él había vaticinado.

Se quedó frente a la encendida fantasma con el arma en la mano bajada pero alerta.

—¡Ey nena! Esto empezaba a ser aburrido —dijo impasible frente a la fantasma

El aspecto de Uriel no inspiraba ninguna tranquilidad. En mi mente resonaban bastantes preguntas y una con especial intesidad: -¿qué le habría pasado en este tiempo? La verdad es que no parecía estar bien. No estaba dispuesto a que su inestabilidad hicera que volaramos en pedazos.

Me puse en posición defensiva observando a Uriel y sin perder de vista a Kerrigan excrutando todos sus movimientos, pues nadie sabría mejor que ella de la naturaleza de la fantasma.

- ¿Te encuentras bien compañera? - le pregunté en tono de camaradería.

En un principio me esperaba que alguno de esos aliens metamorfos apareciera de repente tras los escombros, pero la visión de Uriel, nuestra compañera fantasma ya fallecida me descolocó de tal manera que por unos segundos me costó, y mucho, reaccionar.

Boquiabierto y esperando una respuesta de la operativo, volví en mi, aunque me mantuve a la espera y con los ojos bien abiertos y el arma apuntando a aquel espectro.

Vamos nena, reacciona...

Por un momento sus piernas temblaron y retrocedió un paso.

Se pasó una mano por el rostro, tapando por un instante sus ojos fulgurantes. Su voz reverberó cargada de intensidad al dirigirse a sus antiguos compañeros:

- ¡Nexus!¡Marron!¡Connor! Soy yo. Sabéis quien soy... Habéis oido mi nombre. Mi nombre real, aquel que mi padre me puso. El nombre de la persona que se escondía, asustada, una niña aún, bajo la armadura de G-26.369. Soy Uriel...

Un ligero movimiento de cabeza denotaba que no había pasado por alto el lugar en que se encontraba, y que tanto su fallecido padre como la consola que contenía sus últimas palabras debían encontrarse aún aquí. Sólo vosotros os encontráis en medio, y, por alguna razón, sus actos dejan ver un miedo que su rostro no deja traslucir.

El operativo nos había pedido que confiaramos en ella y que la tratásemos como si no hubiera pasado nada, como si no hubieramos escuchado ninguna de las grabaciones y no supieramos nada, pero no podía alejar cierta desconfianza que crecía en mi interior.

-Sí, si que eres tú ya lo hemos observado, pero... quién realmente eres tú, Uriel? cómo has conseguido sobrevivir? y hasta dónde sabías tú de los experimentos que se estaban llevando a cabo? y por qué hace un rato parecías el avatar de la destrucción? qué es lo que te está pasando?- Le pregunté. Necesitaba respuestas.

- No sabe nada...- la interrupción de Kerrigan haría sospechar a cualquiera acerca de un nuevo complot, de no ser por la sorpresa reflejada en su voz y en su rostro que por su espontáneidad lo desmienten. - Ha venido a buscar respuestas, lo veo muy definido entre la marea de confusión, miedo e ira.

La Teniente Kerrigan, se eleva un poco tras la mesa que le sirve de cobertura y sin bajar su arma hace un gesto con la cabeza en dirección a la pantalla del asistente digital de Knighley. Está claro que debe estar usando algún truco de telépata con Uriel, a la que le indica donde está lo que piensa que busca.

- Ahí lo tienes.

La mujer permanece quieta en el umbral tratando de comprender, rodeada por la ardiente aura energética que gira y gira en torno a su maltrecho y semidesnudo cuerpo. Un brillo helado e intenso destella en sus ojos al notar a los soldados que se empiezan a formar tras ella apuntándola con sus armas listos para abrir fuego. Las espirales de energía se vuelven más rápidas y turbulentas, creciendo en potencia.

- ¡NO ABRÁIS FUEGO!- exclama Kerrigan. Las luces de su casco se iluminan mientras se lleva la mano al transmisor para escuchar bien. Casi imperceptiblemente se la ve tragar saliva.

- Puedes examinar el ordenador, pero calma toda esta actividad psiónica. No es necesaria.

Ojiplático y totalmente desconcertado, ya no sabía a quien escuchar. Uriel reclamaba nuestra comprensión y era ella, nuestra compañera que nos había acompañado durante este viaje, pero por otra parte habiamos visto tantas cosas, tantas traiciones y manipulaciones que todo me hacía dudar. Por un lado, habíamos insistido tanto al médico para que hiciera algo y ella muriera en una fria mesa de aquella enfermería que considerarla traidora era como la aceptación de la derrota, de la pérdida. Pero por otro lado debíamos protegernos y ahí esta el instinto de supervivencia, no estaba dispuesto a quedarme por el camino.

Aquella espirales de energía no me inspiraban ninguna confianza, ni tranquilidad, así que busqué algo con lo que cubrirme y mantuve los lanzallamas en posición defesiva, pero acatando la orden de Kerrigan de no abrir fuego.

- Kerrigan qué es todo esto? qué se supone que está haciendo en el ordenador? qué respuestas busca? qué jueguecito os traeís con los secretitos telepáticos?  - le pregunte a la teniente ignorando la presencia de Uriel.

- ¿Kerrigan? - La incredulidad tiñe su voz y su mirada queda fija en su interlocutora sin comprender. - ¿Qué te ha ocurrido? ¿Qué está pasando aquí?

Sólo es necesario un paso en vuestra dirección para comprobar que todo el mundo sigue alerta. Kerrigan y los soldados del pasillo se sitúan en guardia, alzando las armas dirección a la psíquica que emite aún más energía. Las espirales de energía sisean tornandose más azuladas y abrasadoras, dando latigazos en todas direcciones, dejando lineas chamuscadas y tiznajos allí donde golpean. La piel de los presentes se humedece dando testimonio del aumento de temperatura en la sala.

- Te estoy concediendo las respuestas que buscas, pero representas una amenaza que no dudaré en eliminar.- Kerrigan alza un delicado índice enguantado señalando hacia la consola.- Las tienes justo ahí.

La reacción y el tono parecen no gustarle nada, pero la oferta es tentadora. La energía se intensifica a su alrededor a la par que la manifiesta ansiedad que demuestra, cambiando el rumbo de sus pasos hacia la consola. Se detiene ante el asistente digital que brilla verdoso en su monitor. Mira por un momento al suelo, donde el hombre que fuera su padre yace muerto, tras lo cual se inclina sobre la consola, dispuesta a obtener los datos prometidos y dobalndose repentinamente hacia atrás mirando al techo al tiempo que emite un fogonazo de energía que obliga a los presentes a cubrirse los ojos. El azote de un dolor visceral invade por unos segundos a los presentes, más ardiente que el contacto con la energía emitida por Uriel.

Observo la "escenita" que están montando ambas féminas con cara de asombro. El retorno de la fantasma me produce un espasmo de sorpresa que no cesa pese a lo irónico del asunto.

Al parecer las respuestas que buscaban están ahí msmo pero nadie se atreve a aventurarse hacia ellas. Consulto el tiempo y procuro no pensar demasiado en la invasión inminente de los Zerg, así que apremio al personal a darnos prisa antes de que todo acabe peor de lo esperado.

Justo en ese momento, la luz cegadora me impide mantener los ojos abiertos, aunque intento no perder de vista por el rabillo del ojo a la operativo, la cual me da la impresión de que planea huir con la información recién adquirida.